El Lago de Sanabria y su entorno: de los dos Ribadelago a Vigo de Sanabria (diciembre de 2009)



Al otro lado del Lago de Sanabria, un inevitable rodeo si vamos en coche, pero pasable si optamos por el camino tradicional que parte de San Martín de Castañeda (la red de estos senderos que unen los diferentes pueblos es generosa y está muy bien indicada), se encuentran los dos Ribadelago, el nuevo (acompañado durante años por la terminación “de Franco” y calificado por algún turista demasiado radical como “el feo”) y el viejo. El entorno, sea destacado, es majestuoso; un auténtico baño de belleza para la vista, ya sea bajo la lluvia, bajo el sol, en el verano o en el invierno. El nuevo, apenas cuatro décadas de existencia, un grupo de construcciones nuevas cuyo blanco exterior está en muchos casos ennegrecidos por la humedad, se asienta unos cientos de metros antes que el viejo, del que procedían sus fundadores. Es un pueblo con aires de urbanización del que nos llamó la atención un sauce llorón de enormes proporciones. El motivo de este éxodo de uno a otro no fue otro que la enorme riada que causó la negligente rotura de una presa sobre el impetuoso río Tera, montaña arriba, el 9 de enero 1959. Una tragedia en la que murieron 144 personas, un tercio de la población del viejo Ribadelago por aquel entonces y que supuso la desaparición de familias enteras. Pocos cadáveres, apenas una veintena, fueron recuperados tras una de los mayores dramas vividos en España. Aunque se ha escrito mucho al respecto, queremos destacar, para mayor información, dos entradas muy interesantes: una, en la bitácora personal de Ricardo Martín; otra, en Historias con historia. En el núcleo urbano del pueblo viejo, que aún conserva rincones pintorescos llenos de encanto y que nunca llegó a ser deshabitado del todo pese al empeño de las autoridades de la época, un monumento junto al río Tera, “En perpetuo recuerdo”, honra desde 1995 la memoria de los nombres de todas las víctimas. Una mujer, vestida con un traje típico y con un asustado niño pequeño en brazos, simboliza desde 2009 ese homenaje con afanes sempiternos que fue fabricado en bronce por el escultor zamorano Ricardo Flecha.

El río, arteria de la comarca, principal nutriente de líquido elemento del Lago de Sanabria y su principal desagüe, sigue bajando bien cargado de agua en la época de lluvias, escoltado por imponentes paisajes montañosos que esconden numerosas lagunas en su interior susceptibles de integrar rutas senderistas. Varias señales avisan del peligro ante variaciones bruscas de caudal. Allí donde se concentra la mayor cantidad de viviendas, junto al puente que salva las aguas del Tera, un par de concurridos bares, como el Bar El Tera, reúnen al incesante goteo de visitantes que acuden el pueblo; tan concurridos que nos quedamos con las ganas del buen caldo caliente que le pedía el frío ambiente al cuerpo.

Cerca de San Martín de Castañeda se encuentra el ya mencionado Vigo de Sanabria. La carretera que sube al primero describe un par de herraduras. A la derecha de la segunda, en sentido ascendente, queda un cartel y una parada de autobús de madera. Se intuyen cuatro casas y una mala deducción invita a pensar en una aldeíta. Una pequeña introducción en su casco urbano nos descubre un núcleo mucho más ambicioso cuya percepción queda empañada por los bosques cercanos. Muchas casas desperdigadas, sí, pero otras muchas que se alternan junto a la serpenteante y estrecha calle principal que, cercana al bravo cauce del arroyo de la Forcadura, hace las veces de avenida rural. Una señora amabilísima que nos regaló unas manzanas típicas y nos resolvió nuestras dudas sobre una pequeña huerta en la que crecían berzas (“son duras y resistentes para el tiempo que hay aquí”) nos explicó que Vigo era tan grande o más que Galende, el ayuntamiento que abarca todos los núcleos de población en torno al lago, pero que la emigración, la misma que hizo a sus hijos emigrar (uno es maestro y está en Valladolid; otro, en Francia) se dejó notar como en tantos otros lugares; apenas queda un centenar de vecinos y la Junta tampoco ayuda a frenar esta situación, concibiendo el turismo como algo “para ellos”, pero ajeno a la realidad de la población. El verano, sin embargo, recupera parte de esa grandeza. Queremos agradecer su simpatía y amabilidad publicitando en este modesto blog las habitaciones que alquila en la estival (atentos a las fotos). Y por supuesto, aconsejar profundamente a todos aquellos que aún no hayan tenido la ocasión de visitar la zona que lo hagan. Menos mediática que otras, es un lugar “para que no se duerman los sentidos”, parafraseando el verso de una canción de Manolo García. No se arrepentirán. Y esto es algo que cada vez más gente sabe.


Calle principal de Ribadelago nuevo.


Ribadelago nuevo, estética funcionalista.


Curiosa disposición de este crucifijo que también cuenta con un pequeño campanario incorporado.


Un enorme y hermoso sauce llorón se niega a olvidar el drama vivido en el viejo Ribadelago. Las personas que pasan junto a él permiten comprobar su majestuosidad.


Ribadelago viejo, visto desde una pasarela peatonal sobre el río Tera.


En perpetuo recuerdo, el monumento que recuerda a las víctimas de la catástrofe.


En perpetuo recuerdo (2).


En perpetuo recuerdo (3).


Ribadelago viejo.


Construcciones tradicionales en Ribadelago viejo.


Viviendas de disposición anárquica y estética (las circunstancias mandan) remozada.


Otra construcción tradicional en Ribadelago viejo.


El río Tera, bien cargado de impetuosas aguas.


El núcleo urbano y su entorno.


El Tera, que baja crecido, anega los prados próximos a Ribadelago.


Una señal avisa del peligro de las crecidas que pueden afectar al río Tera.


Otra vista desde la pasarela en la que antes fotografiamos Ribadelago. En este caso, la instantánea se dirige cauce arriba.




Casas tradicionales en Vigo de Sanabria.


Una habitante de Vigo de Sanabria, durante un paseo.


Construcciones típicas sanabresas.


El llamado Puente Barroco, sobre las crecidas aguas del Forcadura.


El río Forcadura, la arteria fluvial de un Vigo de Sanabria cuyos pequeños huertos familiares beben de sus aguas. Al fondo, cumbres que frisan los 2.000 metros sobre el nivel del mar.


Vigo de Sanabria.


Iglesia principal de Vigo, bajo la advocación a San Miguel. Su espadaña, como puede verse, es realmente esbelta.


Se alquilan apartamentos en Vigo de Sanabria llamando a estos teléfonos.


Ermita de Las Gracias, de Vigo de Sanabria.


Detalle de una casa reformada en la calle principal de Vigo de Sanabria. Los números de las mismas, en toda la comarca, es habitual que estén pintados en la pared.


Fachada de la Ermita de Las Gracias.


Casitas con huertecitos. Calidad de vida.


La hojarasca de los bosques de rebollos crea en el otoño un rojizo tapiz sobre los caminos.


Vista del Lago de Sanabria desde las proximidades de Vigo de Sanabria.

Los tres capítulos de "El Lago de Sanabria y su entorno":
1. El gran lago de origen glaciar de la Península Ibérica.
2. San Martín de Castañeda a la laguna de los Peces.
3. De los Ribadelago Viejo y Nuevo a Vigo de Sanabria.