El Roque de los Muchachos, sinfonía de los elementos entre telescopios (mayo de 2011)



Del libre albedrío de la más genuina labor de alfarería volcánica, nace una fértil sinfonía de los elementos y un deleite para los sentidos. Así es La Palma, en las Islas Canarias. Un punto de encuentro para Tierra, Fuego, Agua y Viento. Una reserva de la biosfera desde su cristalino sótano hasta su ventoso techo. Y también una ventana al universo gracias al conjunto de futuristas telescopios, hasta nueve, que se aprovechan de los limpios cielos que estimulan la mezcla de las particularidades lumínicas y orográficas de la isla y un enclave tan privilegiado como el de los Roques de los Muchachos, su techo y la segunda cima más alta del acantilado gracias a sus 2.426 metros. La Isla Bonita, la llaman. Y dicen que sólo las ínsulas de Pico, en las Azores, y Fogo (Cabo Verde se imponen a La Palma en la altura máxima que alcanzan en relación con su superficie . Nada como quedarse con esta copla, porque en La Palma los curveos y las pendientes relativizan las prisas. La experiencia de su aeropuerto, una desafiante recta colgada sobre el Atlántico, será el primer recordatorio. Es inminente, por cierto, la entrada en servicio de una terminal más moderna.

Del tira y afloja entre erupciones, erosiones y desgastes varios, nada como la Caldera de Taburiente, indescriptible e inclasificable para la mirada inquieta, intimidante por esa muralla de 1.000 metros de caída que separa la zona baja del circo montañoso que, suspendido entre los 1.700 y los 2.400 metros sobre el nivel del mar, la rodea durante casi una treintena de kilómetros en un geológico amago de circunferencia con casi diez kilómetros de radio. ¡Ah, esos pastores que devoraban sus senderos, ahora arriba, ahora abajo, salvando desniveles armados con un robusto palo (llamado la lanza)! Desde el Mirador de los Andenes, el mundo queda a nuestros pies si las nubes, tan juguetonas como asiduas ellas, no se quedan atrapadas en su interior. En todo caso, estamos ante una maravilla natural que se convirtió en el cuarto Parque Nacional de España (tras los de Picos de Europa, Ordesa y Monte Perdido y el Teide) y en 2009, con 377.349 visitantes, fue el séptimo más concurrido de toda la red.

En el oeste, por los pagos de Los Llanos de Aridane, encontramos la zona orográficamente más benigna. De los 80.000 habitantes de La Palma, en Los Llanos se concentran casi 21.000, unos 4.000 más que los censados en la capital, Santa Cruz de la Palma, situada en la costa este. El resto se reparte entre sus otros doce municipios. Los barrancos y torrentes, con el Barranco de las Angustias al frente, descienden desde la Caldera y sus montes circundantes a modo de desagües naturales que son un caso único en el archipiélago. El conjunto, una transición desde la montaña hasta el mar donde manda el verde por las explotaciones fundamentalmente de plátanos, bien merece una parada en el pintoresco Mirador de El Time o la terraza de su bar, de los que ya hemos hablado no hace mucho. Y no muy lejos hacia el sur, o sí dadas la reviradas carreteras palmeras, encontramos la también mencionada Punta de Fuencaliente, en cuyo entorno sobreviven unas salinas tradicionales y dos faros cuya convivencia nació tras la última erupción volcánica de la isla, la del Teneguía en 1971, cuando amenazó el primero, del siglo XIX.

Los locales presumen de que nunca nadie ha perdido jamás la vida en las erupciones volcánicas que han tenido lugar en una isla activa, sí, pero sin la violencia de otras latitudes. Y del mismo modo, los locales se ríen cuando les preguntan por la nociva publicidad, menudo mal favor, que le hizo la BBC a la isla con la emisión de un documental donde se indicaba que la particición de La Palma en dos provocaría un tsunami de cien metros de altura que se desplazaría a casi 1.000 km/h y arrasaría la costa este del continente americano. La supuesta falla que provocaría esa partición existe. Y tal vez pueda pasar, pero ¿mañana mismo? Pensemos en términos geológicos, que obligan a relativizar nuestro concepto de tiempo, y disfrutemos de una obra como la del Roque y la Caldera de Taburiente. Sin duda, un sitio mágico.


Roque de los Muchachos, ubicación dentro de la isla de La Palma. Y situación geográfica de La Palma dentro del archipiélago de las Islas Canarias. La Palma es un paraíso de tintes tropicales que colma los sentidos[Mapas ViaMichelin].


Santa Cruz de la Palma. Desde la carretera LP-1032, la que asciende hasta el entorno del Roque durante 30 revirados kilómetros para luego bajar otros tantos hacia la zona de Garafía y Pino de la Virgen, veremos grandes panorámicas de la capital isleña y todo el este de la isla.


Ascendiendo al Roque. Una generosa vegetación y una gran (y brusca y vertiginosa) caída hacia las aguas del Atlántico.


Las islas vecinas. Un día soleado y sin nubes nos permitirá contemplar el Teide (a la izquierda), que parece salido del mismísimo Mordor y por una vista así era considerado en la antigüedad como el techo del mundo, y La Gomera (derecha). Los lugareños dicen que si se se ven las dos islas, llueve en La Palma.


Una de tantas curvas de herradura en la ascensión al Roque de los Muchachos, digna de la mejor carrera ciclista del mundo por su longitud, su desnivel y su altura en cualquiera de sus dos pendientes (Garafía o Santa Cruz).


¡Niebla! Tal es la altura a remontar en tan poco tiempo que las nubes son frenadas por las arboladas laderas de origen volcánico, dando lugar a imágenes un tanto siniestras y obligando al conductor a potenciar su atención y extremar los cuidados.


Mirador de los Andenes. Por encima de los 2.000 metros, una ventana natural (acondicionada, eso sí) a todo el esplendor de la Caldera de Taburiente. No será raro encontrarnos con un mar de nubes, atrapadas sumisas dentro de la caldera, bajo nosotros. También podremos disfrutar de las caprichosas formas de las rocas volcánicas labradas por la acción del viento, otro inquilino habitual de estos pagos.




Mirador de los Andenes. Las nubes se asemejan al algodón dulce de una feria. Se intuyen en sus claros algunas formaciones rocosas y algunas concentraciones de masa forestal.


El Mirador de los Andenes. Un visitante posa para una foto en el viejo sendero tradicional que pasa bajo este balcón natural y asciende, en sentido estricto desde la Punta de Fuencaliente. Un GR que aprovecha una muy recomendable prueba de ultrafondo, la Transvulcania.


Mirador de los Andenes. Las vistas, dejando el mirador propiamente dicho detrás, hacia el otro lado de la carretera LP-1032. Toda esta parte pertenece al Parque Natural de Las Nieves, vecino, anexo y realmente inseparable del Parque Nacional de la Caldera. Pero como así son las figuras de protección medioambiental, así las señalamos.


Algunos telescopios del entorno del Roque de los Muchachos, vistos desde la LP-1032. Todo ellos están gestionados por diferentes países previo convenio con los Gobiernos de España y el Insular de las Canarias, algunos tienen "patrocinadores" que les bautizan, los hay solares si bien la mayoría son nocturnos (los Magic, los de aspecto más futurista, son telescopios de rayos gamma; no pasarán desapercibidos), y si han proliferado en la cara norte de la gran montaña palmera es por la calidad de sus cielos, sus excelentes condiciones lumínicas y su altura. Estamos ante una meca para la investigación espacial desde 1984, el llamado Observatorio del Roque de los Muchachos. Entre todos destaca el nuevo Grantecan (Gran Telescopio Canarias).


Instalaciones del Instituto de Astrofísica de Canarias en La Palma. Los diferentes trabajadores/estudiantes/científicos de los diferentes telescopios residen/comen/descansan aquí para evitar el fatigoso protocolo de tener que subir y bajar todos los días de la costa al Observatorio. Es una torre de Babel absoluta.


Esta carretera nace en un desvío de la LP-1032 y, mientras va remontando entre los diferentes telescopios y sus accesos, llega a las proximidades del Roque de los Muchachos, el punto más alto de La Palma con sus 2.426 metros. Al año, los cielos permanecen absolutamente despejados (y listos para la observación) 300 días y 300 noches. Por eso el Roque gusta tanto en el mundo de la Astronomía. Se calcula que los trabajos que se han podido realizar en este conjunto han inspirado unos 3.000 artículos científicos.


Vértice geodésico del Roque de los Muchachos, un mirador homónimo donde el viento hace de las suyas y refresca con malicia. ¡Nada de olvidarse una manguita larga para evitar un mal rato! ¡Y nada de tacones!




Los telescopios, desde el entorno del Roque de los Muchachos. El de la izquierda, el William Herschel, instalado en 1987, uno de los tres que integra el <grupo de telescopios Isaac Newton y el poseedor, ahí es nada, del telescopio más grande de Europa (4,2 metros de diámetro). Dentro del observatorio, hay telescopios centrados en la búsqueda de exoplanetas, otros (como el patrocinado por Calsberg) que posicionan correctamente las estrellas, otros especializados en estudiar el sol...


... Y ahí están. Esas piedras forman el Roque de los Muchachos. Vieja estampa de los billetes, cuando existían las pesetas. Estamos a 2.426 metros sobre el nivel del mar.


Las piedras del Roque.




Un grupo de visitantes pasea por el sendero acondicionado que une el Roque de los Muchachos con un mirador muy cercano sobre la Caldera de Taburiente.


El entorno de la cima y el otro mirador en cuestión. Una zona rica en vientos. En enero de 1994 se registraron en la zona vientos de hasta 100 km/h, nos contaron algunos miembros del Observatorio Astrofísico.


Contraste entre el rojizo de la piedra volcánica y el blanco de las nubes que parecen enganchadas a la porosidad de las rocas.


Otra vista sobre los telescopios. A la izquierda, el NOT (Nordic Optical Telescope), instalado en 1988 y a pleno rendimiento desde un año después. En el centro, el William Herschel Telescope; a su derecha, el Dutch Open Telescope, el Calsberg Meridiam Telescope (sí, lo patrocina la cerveza), el Swedish Solar Telescope, el Isaac Newton Telescope y, apenas visible, el Jacobus Kapteyn Telescope.


El espectacular Grantecan, que no hay que olvidar que es el telescopio óptico e infrarrojo más grande del mundo pese a su nombre de divinidad en alguna religión amerindia. El edificio, junto con la cúpula, alcanzan los 41 metros de altura. Sólo la cúpula, que pesa unas 500 toneladas, cuenta con 6.000 kilos de tornillería. Aquí trabajan, entre investigadores y operarios de mantenimiento, unas 80 personas.




En el interior del Grantecan. Un delicaso prodigio de la tecnología, de fabricación española (creánselo, los trabajos los realizó la ACS de Florentino Pérez),en el que colaboran la Universidad de Florida (EE UU) y la Universidad de México, cada una con un 5%, y España, con el 90% restante. La estructura que sostiene el telescopio flota sobre una finísima capa de aceite a presión, por lo que sería posible moverlo con un leve empujón pese a su enorme peso (unas 300 toneladas). Sobre el espejo, está formado por 36 piezas hexagonales de siete tipos diferentes y alcanza a ver a 13.000 millones de años luz, ahí es nada.






En el interior del Grantecan hace fresquito. La razón: el habitáculo se mantiene a la misma temperatura que está prevista al atardecer, a la hora de comenzar su actividad (cuando el sol está un 17% por debajo del horizonte), para que al comenzar a captar imágenes las lentes no sufran ninguna anomalía.


Descendiendo hacia el norte de La Palma por el Pinar de Garafía. La serpenteante carretera baja de los 2.400 metros hasta el nivel del mar, o casi, en apenas 30 kilómetros.


Una ruta sinuosa llena de perspectivas.


Visto con cierta perspectiva... ¿No recuerda a Cantabria o Asturias? Estamos en el norte de la isla de la Palma, en el término municipal de Garafía.