Unos sorianos 'pilares de la Tierra' en la Ciudad de Osma y en El Burgo de Osma (julio de 2011)



La excusa, una mezcla entre un modo diferente de celebrar un cumpleaños y las ganas de disputar un Medio Maratón del que nos habían comentado maravillas. Solventadas las cuestiones de trámites, tras encontrar una habitación doble en Atrápalo en el Hotel Virrey Palafox (un cuatro estrellas cercano, de gestión familiar y sorprendente interior a 60 euros más IVA la noche), nos plantamos en El Burgo de Osma. Un viaje cómodo de esos de buenas carreteras. Y el destino, en tierras sorianas, todo un descubrimiento de esos que uno no sabe si calificar de pequeña ciudad o de gran pueblo. Y con un montón de atractivos para visitar, para dejarse llevar y mezclarse con el respetable antes de darle a las zapatillas.

El Burgo de Osma, sin miedo a equivocarnos, es un núcleo poblacional nacido a la luz de su catedral. Si crecía esta, crecía aquel. Como conectados por un cordón umbilical invisible y de índole religiosa. Interconectados. Inevitables. Necesarios. Antes de ese “alumbramiento”, empero, acaecerían muchas otras cosas en el entorno. Empezando por Uxama, cómo no, la ciudad arevaca asentada sobre un cerro, protegida por unos cortados de vértigo sobre la hoz horadada por el Ucero. Y es que los cursos fluviales de la zona fueron pródigos en erosiones salvajes, que diría áquel. Roma absorbería el enclave, un motivo de orgullo, y lo mismo sucedería con los visigodos y los musulmanes, pueblos con los que comenzaría un lento descenso de la montaña a la fértil vega, de Uxama, Uxama Argaela, Oxoma o Waxsima a la Ciudad de Osma, la protegida, o más bien vigilada, por un castillo construído en el cerro de enfrente al del asentamiento celtíbero. La Uxama original comienza a desangrarse con cada piedra que sale en dirección a las nuevas construcciones de la zona baja. Y más allá, en el pequeño barrio aledaño a un monasterio benedictino dedicado a San Miguel ubicado al otro lado del río, comienza a crecer el embrión del actual El Burgo de Osma. De la primera nos esperan sus cimientos llenos de recuerdos y referencias históricas; de la segunda, el día a día de un icono turístico, de un referente dentro las llamadas “Tierras del Burgo”.

Para eso tuvo que llegar la paz. O que las lindes bélicas, mejor dicho, se desplazaron más hacia el sur. Cesado en estos pagos el pulso guerrero entre cristianos y musulmanes, un “toma y daca” de décadas de confrontaciones, conquistas y amurallamientos varios, por fin llega el siglo XII, el de la instalación de la estabilidad en la zona. La historia nos recuerda que a la hora de restituir la sede episcopal las mentes que debían tomar la decisión se decantaron por El Burgo en vez de por Osma. Y Pedro de Bourges, que luego sería conocido como De Osma y algo más tarde como San, decidió iniciar ‘el manos a la obra’ de una catedral durante su presencia al frente de la diócesis (1101-1109). El primer templo, románico, verdugo del citado monasterio benedictino, pasó “de moda” tan rápido como se descompensó el crecimiento paralelo de Osma y El Burgo. Allá donde se fijo la sede episcopal se levantaron casas, se instalaron nobles e hidalgos, se construyeron murallas, palacetes y se adecentaron espacios susceptibles para la degradación… y Alfonso VIII le otorgó la “independencia” al constituirla en villa. Al final, entiéndase el ejemplo, el pez chico se comió al grande con el paso de los siglos. Y nació una denominación que a día de hoy es la oficial: El Burgo de Osma-Ciudad de Osma. La que nos espera, con todos sus atractivos presentes y pasados. Con sus jardines, con sus paseos fluviales, con mitad El Burgo con su mitad Ciudad de Osma, con sus sepulcros y sus santas incorruptas, con sus ruinas arevacas y sus vestigios “castelarios”. Y su marcha cicloturista. Y, por supuesto, su Medio Maratón.


La torre de la catedral y las murallas, una noche de julio. Una hermosa y relajante estampa cuando se disfruta en vivo y en directo en un entorno recuperado para el disfrute, conocido como el paseo de las Murallas.


El Burgo de Osma. Plano de situación.


Uxama. Restos de la antigua ciudad arevaca asentada en el cerro Castro que posteriormente (en el 99 antes de Cristo según datan algunos autores) pasaría a manos romanas como Uxama Argaela. A este monte también se le conoce como Cerro de Uxama. Un centro de interpretación nos permite profundizar en su historia y el acceso al poblado es muy sencillo: basta con circular por la vieja N-122 (ya ha entrado en servicio la variante de la autovía del Duero que circunvala El Burgo de Osma) en dirección a Valladolid y pronto encontraremos un desvío indicativo a mano izquierda.


Uxama. Esta (restaurada) atalaya de origen romano y remate árabe (cuando Uxama Argaela, Oxoma u Osoma en tiempos visigodos, pasó a se conocida como Waxsima) es uno de los iconos de El Burgo de Osma y ofrece unas maravillosas panorámicas sobre la ciudad y la fértil hoz excarvada por el río Ucero (conocida como Hoz de Peñalavara o Hoz de Ucero, usaremos las dos etiquetas indistintamente). No es el único torreón de este estilo que preside los cerros cercanos, pero quizá sí sea el más característico y visitado por su cercanía a los restos celtíberos de Uxama. Mario Huete, en "Notas sobre las fortificaciones y el trazado del itinerario militar musulmán Osma-Clunia", de 1992, cuenta: "[la atalaya] Consta de una ancha base de sillares irregularmente labrados y trabados con argamasa, con una anchura de 1,5 m.. Sobre él se eleva el segundo cuerpo, la atalaya propiamente dicha, construcción de sección anular de 6,15 m. de diámetro interno a base de sillar de pieza más pequeña regularmente labrado, trabado con argamasa y con un ancho de muro de 1,10 m".


Las vistas desde la atalaya árabe sobre El Burgo de Osma y la hoz del Ucero. A la derecha, las ruinas del castillo y su antiguo recinto fortificado, del que quedan restos salpicados aquí y allá.


La fertil hoz del Ucero, hacia La Rasa. El recorrido del Medio Maratón de El Burgo de Osma pasa por el medio de la hoz de Peñalavara hasta en tres ocasiones.


Catedral de Santa María de la Asunción y murallas de El Burgo de Osma.


La torre de la catedral de El Burgo de Osma sobresale por encima de las murallas de la ciudad, una obra impulsada en el siglo XV por el obispo Pedro de Montoya. Obsérvese la Puerta de San Miguel, la única que se conserva de las varias con las que contó la ciudad medieval.


Aforma pero encantadora plazuela de San Pedro de Osma, una prolongación de la de la Catedral. A la izquierda, ante un buen ejemplo de casa porticada, el "Monumento de la Diócesis y El Burgo de Osma a sus obispos", que tiene a este santo como protagonista. Detrás, aunque no lo parezca, un establecimiento hotelero: la Posada del Canónigo. Al fondo, la Puerta de San Miguel, el santo al que estaba dedicado el viejo monasterio benedictino sobre el que se acabaría levantando una catedral que, con el paso de los siglos y los cambios de pareceres y gustos, se convirtió en lo que hoy nos ha llegado. Y en el motor del crecimiento de El Burgo.


Transición porticada entre la plaza de la Catedral (con ésta a la derecha de la imagen) y la de San Pedro de Osma.


Plaza de la Catedral. Un espacio con personalidad propia, alejado de ese concepto rectangular de otros lares, rico en fachadas hermosas, soportales y terrazas hosteleras a las que cuesta decirle que no. Uno de esos edificios acoge unos apartamentos rurales de apropiadísimo nombre: El balcón de la Catedral.


Catedral de Santa María de la Asunción. Otro buen ejemplo ibérico para narrar aquí unos "pilares de la tierra". Levantada sobre los restos de un primer templo visigodo y los posteriores de otro románico que fueron derruidos en 1232, fue declarada Monumento de Interés Cultural el 3 de junio de 1931. Su gran impulsor, el francés Pedro de Bourges, a la postre San Pedro de Osma. La construcción se dilató entre el siglo XIII y el XVIII, con todas las influencias y condicionantes estilísticos que supone semejante período. El resultado final, empero, es soberbio. Entre los fondos patrimoniales de este templo destaca un valioso beato miniado que el mismísimo Erik el Belga trató de apropiarse en el último tercio del siglo XX.




La puerta meridional llama atención por sus grandes arcos apuntados, sus cuatro arquivoltas rícamente decoradas y la especie de terraza de la parte superior donde parece asentarse un enorme rosetón. El escudo que preside esa balaustrada es el blasón de Enrique Enríquez Manrique, obispo de Osma e hijo de todo un Virrey de México y Perú. La catedral acogió la sexta muestra de Las Edades del Hombre (1997) y según los organizadores más de 450.000 personas pasaron por una muestra que reunió 250 obras de origen o inspiración religiosa pertenecientes a ermitas, iglesias, conventos y monasterios de Castilla y León.


Pináculos ornamentales. Las dimensiones del templo no dejan lugar a dudas sobre sus grandes pretensiones. Con la torre al margen, esta catedral tiene una planta de casi 72 metros de longitud, casi 42 de crucero y casi 20 de altura en su punto máximo.


La torre de la catedral es un faro icónico, una referencia absoluta, gracias a sus más de 70 metros de altura. En directo es sobrecogedora. De estilo barroco, la primera piedra se colocó el 26 de junio de 1739. Dados unos problemas económicos que obligaron a parar los trabajos, éstos no concluyeron definitivamente hasta 30 años después. Culminaba así el tercer y definitivo intento de convertirla en realidad, después de dos conatos previos fallidos.


Un detalle de la portada de la catedral. Entre las puertas, en el espacio llamado mainel, una escultura de Cristo que fue colocada en el siglo XV ante el interés del por entonces cardenal Mendoza. Esta representación divina está escoltada, a la izquierda, por las figuras de Moisés, el Arcángel San Gabriel y la Virgen; y a la derecha, por la Reina de Saba, Salomón y Judith. En el dintel, sobre la imagen del Salvador, uma representación del velatorio de los apóstoles a la Virgen fallecida.


En la esquina de un pequeño patio, en uno de los recovecos de los exteriores de la catedral de El Burgo de Osma, descansa lo que parece el oxidado yugo metálico de una campana.


Catedral. En el exterior de un pequeño ábside encontraremos un gran escudo, que no es otro que el de San Pedro de Osma. Hagamos un rápido análisis: un árbol, acaso de la sabiduría, cruzado por dos llaves, que pueden ser las de San Pedro para abrir el cielo, y toda la representación coronada por una mitra, típica de los arzobispados y los obispados.


Catedral. Arcos ojivales y un rosetón de rica decoración geométrica, dos elementos muy góticos. Este estilo es el que más abunda en el templo, pero también se conservan trazas románicas, barrocas y renancentistas. Son las cosas de una intensa vida de reformas, ampliaciones o construcciones que no terminan de finalizarse.


Catedral. Detalle de las estancias auxiliares desde la calle del Caracol. Obsérvese a la izquierda la arquivolta, un elemento/recurso muy gótico.


Catedral. Por la estrecha y revirada calle del Caracol.


Calle Mayor. Caminando entre magníficos soportales castellanos (sólo en uno de sus lados, el considerado "este") y edificios de fachadas nobles. El eje plaza de la Catedral- plaza Mayor es el de más vida social y comercial de esta ciudad de casi 6.000 habitantes.


Calle Mayor. Detalles heráldicos en unas fachadas ricas en ornamentos florales.


Calle Mayor. Columnas y capiteles de recia madera.




Calle Mayor. Caminando por sus soportales generosos en comercios de comestibles y recuerdos.


Calle Mayor. Detalles.


Calle Mayor. Capiteles ornamentados con motivos heráldicos y construcciones tradicionales.


Calle Mayor. Columna y capitel 100% piedra.


Calle Mayor. Atardece en un día de julio. Desde la plaza de la Catedral hasta la plaza Mayor podremos contar más de 100 columnas.


Los corredores del Medio Maratón, en uno de sus tres pasos por la calle Mayor. Sin duda es uno de los momentos más emocionantes, ya que hasta este punto acude mucho público (sobre todo en la zona de salida y meta).


Los corredores del Medio Maratón, con las murallas, el torreón y la catedral al fondo. Una bonita estampa monumental de la prueba (Nota: foto de la organización en la que aparecemos en acción).


El Medio Maratón, en el tramo que discurre junto al río Ocero por la Hoz de Peñalavara (Nota: foto de la organización en la que aparecemos en acción).


Calle Mayor. Escudo heráldico y persianas al viento. Este escudo, cuenta Ángel Álmazan en su excelente blog, pertenece al obispo Acosta, oriundo portugués, y era "su firma" en puerta que ordenó abrir en la muralla. Una y otra en este punto desaparecieron en el siglo XVIII, pero la representación heráldica se conservó y se integró en esta fachada, en cuyos bajos se abrió una galería comercial.


Calle Mayor. Detalle de puertas y ventanas en la "orilla" oeste.


Calle Mayor, cruce con Ruiz de Zorrilla, que nos llevará a la plaza de Santo Domingo.


Calle Mayor. El arco del Cuerno (o del Cubo, por la fuente del mismo nombre cercana), acceso a la gran vía de El Burgo desde la calle Joaquín Malo de Molina. Su existencia permite comprobar, a la izquierda, la discreta supervivencia de un tramo de la vieja muralla que hoy es pared en unas viviendas, lo que nos ayudará a hacernos una idea de cuál era el viejo perímetro medieval. La actual plaza Mayor, por cierto, queda lejos.


Calle Mayor. Los fines de semana no será raro encontrarnos con vecinos o lugareños que venden los productos de sus huertas en los soportales más cercanos a la plaza Mayor. ¡Productos fresquísimos!


Ayuntamiento (1768-1771). El nombre oficial de la villa es El Burgo de Osma-Ciudad de Osma y fue declarada Villa de Interés Turístico nada menos que en 1962 y Conjunto Histórico-Artístico en 1993.


Antiguo Hospital de San Agustín. Edificio barroco con aires de palacio que hoy en día acoge diferentes servicios sociales y culturales de El Burgo de Osma.


Hospital de San Agustín. Detalles de su fachada.


Hospital de San Agustín. Una vieja capilla barroca, que aún hoy mantiene su retablo y sus imágenes, acoge la oficina de turismo de El Burgo de Osma. ¡Pardiez que original!


El Hospital de San Agustín, visto desde la desembocadura de la calle Dionisio Ridruejo en la Plaza Mayor.




El Burgo de Osma. Un anciano soriano descansa a la sombra en uno de los concurridos bancos de la plaza Mayor. Al fondo, el ayuntamiento.


Universidad de Santa Catalina, edificio del siglo XVI con reformas en el XVIII. Actualmente, un hotel balneario de lujo integrado en la red de Hosterías Reales de Castilla y León. Antes, un centro de estudios, impulsado por el Obispo Acosta, que "cerró" en 1841. Su fachada de aires platerescos es ciertamente atractiva, aunque se diluye por la cercana necesidad de un aparcamiento para los clientes. Una lástima. Preside el escudo de la corona, sobre una hornacina con la imagen de la santa y los escudos de familia del citado Acosta.


El Burgo de Osma. Hacia la plaza de Santo Domingo.


Taberna El Machote, en plena plaza de Santo Domingo.


El Burgo de Osma. Plaza de Santo Domingo. En algunas fotos antiguas hemos visto que esta fuente estuvo ubicada en la actual plaza Mayor.


El Burgo de Osma. Arquitectura popular en la Plaza de Santo Domingo.


Arquitectura popular en El Burgo de Osma.


Arquitectura popular en la calle Francisco Tello de El Burgo de Osma.


Las flores toman la calle en los primeros metros de la calle Mayor, cerca del paseo del Carmen.


Burgo de Osma. La catedral, vista desde la calle Palafox.


La omnipresente catedral, en una zona antes reflejada en pleno Medio Maratón de El Burgo de Osma.


Convento del Carmen, de comienzos del siglo XVII. Originalmente extramuros, hoy nos recibe en un agradable paseo desde la Puerta de San Miguel hasta el no menos agradable parque público inaugurado en los años 90 por uno de los vecinos ilustres de El Burgo de Osma que llegó a presidir el gobierno autonómico de Castilla y León durante una década: Juan José Lucas.


El paseo de los plátanos del cuidado parque municipal.


Culto a la sombra, por un descanso fresco.




El río Abión, que nace cerca y también tiene su hoz, desemboca en el Ucero a los pocos metros de ser salvado por este puente.


El plácido y truchero Ucero. Al fondo, referencia siempre presente, la esbelta torre de la Catedral de Santa María de la Asunción.


Los restos del castillo de El Burgo de Osma, vistos desde el paseo fluvial del Ucero.


El Ucero, con la llamada Torre del Agua a la derecha. Esta construcción defensiva, del siglo XV, es uno de los pocos testimonios "vivos" del triple recinto amurallado con el que contaba el castillo de Osma y que en buena parte se construyó con piedra de la abandonada Uxama.


El puente romano que salva el Ucero y une Ciudad de Osma con el paseo fluvial que conduce a El Burgo de Osma. ¡Una ruta muy transitada por paseantes y deportistas!


Castillo de Osma. Ascendiendo a los restos. Al poco de dejar a la izquierda la Torre del agua, e inconfundible por un cartel que nos anuncia el inicio de unos trabajos de restauración, veremos una pista que asciende por el cerro de manera brusca. Por ahí llegaremos arriba y ganaremos unas vistas sobre el entorno realmente sobresalientes.


Castillo de Osma. El acceso. Muchas de estas piedras ya tuvieron usos parecidos en la vecina Uxama.


Castillo de Osma. Interior. Muchos restos pétreos entre los que se intuyen las piedras estriadas típicas de las columnas griegas y romanas... Efectivamente, hubo reciclaje de material constructivo.


Castillo de Osma. Vista sobre El Burgo de Osma y sobre la densamente fértil Hoz del Abión.


Castillo. La hoz del Ucero, con el Cerro Castro al fondo, coronado por la atalaya musulmana.


Castillo. Vista sobre Ciudad de Osma. En primer plano, junto al río Ucero, la Parroquia de Santa Cristina y su cementerio. Hay que recalcar que Ciudad de Osma fue el primer asentamiento de los lugareños cuando abandonaron el antiguo enclave del Monte de Castro, cambiando la geoestragegia por la más benigna vega del Ucero. Pese a la imagen que nos pueda dejar hoy en día, Ciudad de Osma fue un muy importante núcleo medieval que acabó, primero eclipsado, luego absorvido, vinculado al vecino El Burgo, una especie de alfoz que creció cercano, al otro lado del río que hacía las veces de linde.


Puente romano sobre el Ucero. Al otro lado, Ciudad de Osma.


Ya estamos en el otro (cuidado) lado. Vistas sobre los restos del castillo y el puente romano que acabamos de cruzar.


Parroquia de Santa Cristina, en Osma. Al fondo, el puente romano que salva las aguas del río Ucero y se intuye el monte donde se asientan en la actualidad los restos de su castillo.


Interior de Santa Cristina. En el retablo, sobre el altar mayor, se conserva una urna con el supuesto cuerpo incorrupto de esta santa, que fue trasladado a la ciudad (donde existía un gran fervor por Santa Cristina) en 1789. En unos certificados de autenticidad expedidos por el Gobierno del Vaticano, se indica que el cuerpo de esta mártir fue sacado del cementerio romano de San Calixto.


Ciudad de Osma. Una fachada, la del nº 29 de la calle Real. En la siguiente imagen recogemos por qué se merece un mayor detalle.


Ciudad de Osma. Este curioso cartel de vieja madera cuelga de la fachada del nº 29 de la calle Real, cercano la Parroquia de Santa Cristina de Osma e inevitable si caminamos por esta extensa vía, auténtica arteria de Osma que cuenta con ¡más de 15o números!: "Por respeto a Dios, a la Ley y a la dignidad del Lenguaje no blasfeméis (año 1940)".


Ciudad de Osma. Una vieja y restaurada fuente en una pequeña plazoleta que se abre en la calle Real.


Ciudad de Osma. Arquitectura popular.


Ciudad de Osma. Arquitectura popular.


Ciudad de Osma. ¡Unas flores muy bien puestas en la pequeña abertura de una pared "tradicional".


Ciudad de Osma. Un bonito y ornamentado rincón por la calle de los Pajares.


Ciudad de Osma. Arquitectura popular. La ausencia de simetría, en ocasiones como ésta, no tiene porque ser algo negativo si nos movemos dentro de unas proporciones minimamente coherentes. ¿o no?


Ciudad de Osma. La catedral de Santa María de la Asunción y el casco urbano de El Burgo de Osma, vistos desde los accesos de una de las pequeñas explotaciones hortofrutícolas de índole doméstica que se extienden en la margen derecha de la calle Real.


Ciudad de Osma. La catedral, vista desde los accesos a otro "terrenito" de los anteriormente mencionados.