Campo Maior: capital del café, horno del Alentejo e icono de una frontera (agosto 2011, 2012, 2013)


Resulta que la gran capital europea del café, quién lo diría pensando en todo el entramado industrial que posee el viejo continente, se encuentra en un pequeño pueblecito portugués cuyo término municipal linda parcialmente con una España que
tiene a Badajoz a apenas una decena de kilómetros por una excelente carretera directa. Pero sí. Campo Maior, no más de 9.000 habitantes, ostenta con orgullo esa condición gracias a una decena de empresas cafeteras, cuna de algunas de esas marcas tan cercanas que parecen un miembro más de la familia (¡ah, ese mítico Café Camelo!) y motor de todo un movimiento de contrabandistas que conculcaba el férreo control fronterizo y aduanero de mediados del siglo XX para hacer llegar el producto a muchos comercios del lado español. La lucrativa actividad de todo un engranaje que le daba esquinazo a los controles estatales, muchas veces con picaresca y seguro que alguna también con esa cierta tolerancia de una buena e influyente “mordida”. J. R. Alonso de la Torre cuenta aquí cómo trabajando en el campo apenas se ganaban siete escudos diarios, poca cosa frente a los 200 que uno se llevaba al bolsillo por transportar 30 kilos de café "al otro lado". Normal, pensemos en un contexto postbélico de pobrezas y carencias, que la Guardia Civil llegase a acumular más de 73.000 fichadospor estas cuestiones.

Realmente la causa de los tostaderos de café no fue algo único de Campo Maior, si no más bien de todo el entorno. Pero si fraguó como en ningún sitio en este núcleo alentejano, un grandísimo porcentaje se debe a la figura de Manuel Rui Azinhais Nabeiro, Rui Nabeiro, uno de esos hombres hechos a sí mismo que pasó del contrabando al emporio, de unos orígenes humildes a una madurez acaudalada, respetadísimo en un pueblo que tiene a un tercio de sus vecinos trabajando en lo que hoy en día es todo un conglomerado empresarial (Grupo Nabeiro) con presencia en sectores diversos, aunque con el café como núcleo principal y la marca Delta, creada en 1961, como gran abanderada. El dios del torrefacto. El patrâo Rui. El patrón Rui. Rui Nabeiro, mecenas, exalcalde, nativo de Campo Maior, es una personalidad muy querida a los dos lados de La Raia. Como muestra, ahí queda la concesión de la Medalla de Oro de Extremadura en 2011. Por si había dudas, estamos ante una de las fortunas más importantes de Portugal y posiblemente tenga muchas sombras en esa carrera ascendente. Entre sus luces, una filantropía nada teórica adelantada en frases como “la cultura es muy importante para el desarrollo social y económico de una región” o, sobre todo, “para mí dar no es perder, yo creo que para recibir hay que dar”.

Marcas como las citadas Camelo, Delta, u otras como Barco o Cubana tienen en Campo Maior su cuna, aunque la materia prima en absoluto es portuguesa. O española. El Alentejo no es zona cafetera si no fuera por las fábricas o el consumo. Nos encontramos en tierras duras y ásperas, más benignas para el aceite y unos vinos muy interesantes. Y en tierras, tampoco conviene olvidarlo, a las que su condición de frontera les salpicó a lo largo de la historia con las porfías, pulsos, vetos y pugnas entre España y Portugal. Esa condición fronteriza, junto a ese permanente sentimiento de amenaza española que alimentaron centurias pasadas, justifica y condiciona la herencia de testimonios defensivos aún presentes en Campo Maior, una tónica también presente en las cercanas Elvas, Badajoz u Olivenza. Y es que estamos en un apasionante rincón de la historia ibérica que con eso de la Unión Europea tiene casi olvidadas, o al menos las tiene muy poco consideradas más allá de la cuestión de Olivenza, esas desconfianzas y cautelas. Badajoz y Campo Maior, tan cercanas, tan relacionadas, no hace mucho que ratificaron un viejo acuerdo de reconocimiento mutuo de fronteras que se gestó en 1860. Todo sea por seguir mostrando esos vínculos innegables…

En Campo Maior, donde los baluartes y otros parapetos no resultan extraños y no debieran echar para atrás al visitante con su aspecto algo descuidado, un viejo castillo nos remonta a los tiempos en los que, estamos en el siglo XIII (1297), estas tierras pasaron a soberanía portuguesa después de un largo período dominación árabe. Maciza, la fortaleza previa fue reformada en el siglo XIV, cuando vivió unos trabajos bastante integrales, y en el siglo XVII. En una de las torres que hacía las veces de arsenal se fraguó una de las mayores tragedias locales: un rayo incendió tan peligrosa carga y provocó una violenta explosión que provocó muchísimas víctimas y graves destrozos. Aún hoy se cuenta que los huesos presentes en la capilla cercana a su iglesia principal (Nossa Senhora da Expectação), acaso una macabra decoración en la línea de la más famosa capilla existente en Évora, proceden de los restos de algunas víctimas de aquella tragedia que sucedió en 1732. Los años cercanos a esa explosión (y una justificación a tanto polvorín) fueron una época de especial obsesión hacia una posible invasión vecina y no tanto de iberismo, toda vez que Portugal venía de un largo período de sobería española iniciado por Felipe II en 1581 y finalizado en 1668, cuando concluyó la considerada Guerra de Restauración (iniciada tibiamente en 1640). Años antes (1712), incluso, la plaza había resistido el cerco de un ejército de 90.000 hombres, en el marco de la Guerra de Sucesión Española. Con posterioridad, el nombre de Campo Maior reaparecería durante la breve Guerra de las Naranjas y la invasión napoleónica.

Pero más allá de tanto café y tanto museo, de tanto eco de contrabando, de tanto pasado bélico o receloso, Campo Maior destaca por una de las fiestas más singulares de toda la geografía ibérica, la de las Flores. Durante este acontecimiento, sin periodicidad y sin fecha concreta pero sí con cierto peso histórico (se comenzaron a organizar en 1894 en honor a San Juan Bautista, el patrón), el casco urbano de Campo Maior es tomado por un montón de flores de vistosos colores elaboradas con papel por los vecinos. De hecho, es el papel el que toma las calles, con espectaculares diseños e ingeniosos adornos, con auténticos túneles de colorido papel, como en una consagración a una especie de papiroflexia capaz de convocar tantos visitantes que hasta se agotan las habitaciones libres en Badajoz o en Olivenza. ¡Todo por estar cerca de Campo Maior cuando se celebran! Se calcula que se emplean unos 20.000 kilos de papel en cada edición, algo que evidentemente encarece su organización. Mala suerte que este 2011 se hayan celebrado a comienzos de septiembre, pocas semanas después de haber paseado por sus calles de aire irregular y fachadas encaladas, por sus trazados llenos de rincones con mucho encanto. El envite queda en paso hasta la próxima edición... si es que (eterno objeto de debate entre sus vecinos) se vuelven a organizar.


Campo Maior, mapa de situación. Su cercanía a Badajoz es más que evidente. El flujo de campomaiorenses (la población del municipio, entendiendo el núcleo principal y sus freguesías, frisa los 9.000 habitantes) que acuden a la capital pacense a hacer sus compras o incluso repostar sus vehículos es muy generoso. La bidireccionalidad existe, pero las cantidades son bastante desiguales. Aquí, un mapa del municipio (planta vila). Y aquí, un itinerario turístico sugerido desde la cámara municipal (ayuntamiento). [Mapa VíaMichelin]


Lopo, el antiguo puesto fronterizo entre España y Portugal en la carretera de Campo Maior. Las apariencias engañan y su estado de conservación roza el abandono, pese a su innegable valor histórico y que aún mantiene su utilidad. El de Lopo es uno de los 38 pasos fronterizos que permitían cruzar desde España a Portugal (y viceversa), de los que 11 se encuentran en Extremadura.

La frontera...


... Y cruzado Lopo, entramos en el Alentejo, tierra de sol y calor, vides, olivos y cultivos cerealísticos. Añadámosle el café y ya tenemos los inocos representativos de Campo Maior, bien visibles en la imagen que abre esta entrada.


La enorme planta de Cafés Delta, a medio camino entre el núcleo de Campo Maior y la frontera con España, se intuye tras esta pequeña colina. Aquí, los Nabeiro ha creado un interesante museo del café donde no faltan referencias al fenómeno del contrabando y donde también han puesto en marcha, dentro de la diversificación de su actividad empresarial, la bodega Adega Mayor.


Una vista del Medio Baluarte de Sao Sebastiao, desde los accesos a la Porta da Vila. Para llegar a este punto habremos obviado un primer desvío hacia el casco urbano que aprovecha una estrechísima carretera y que, tras ascender por la avenida Fonte das Negras y discurrir por la avenida dos Combatentes da Grande Guerra, nos dejaría junto al Jardim Municipal.


Porta da Vila o Puerta de Santa María.


Empinado descenso desde el entorno del castillo por la Rua Nova hasta la Rua Direita.


Entornos del castillo de Campo Maior. La fortaleza ha sido parcialmente engullida por las encaladas construcciones populares.


Castillo de Campo Maior. El conjunto que nos ha llegado es una reconstrucción del siglo XIV de otra fortaleza de origen árabe anterior. En el siglo XVI volvió a ser reformado para introducirle diversas mejoras. Parte de su entorno ha sido tomado por nuevas viviendas de fachadas encaladas. El contraste es curioso y hermoso.


Acceso al castillo desde el Meio Baluarte de Lisboa. Por la vertiente opuesta, desde la llamada praça Velha, se puede acceder por 1,5 euros al interior del recinto y a la exposición permanente sobre la historia y arquitectura militar de Campo Maior.


El perímetro del castillo, protegido por baluartes, en su orientación hacia el llamado Curral dos Coelhos.


Meio Baluarte de Lisboa.


Meio Baluarte de Lisboa. A la izquierda se intuye el Convento de Santo Antonio.


Imagen de una garita; el estado de conservación no es el mejor por la acumulación de residuos y cierto descuido.




Otro vistazo a esa parte del castillo "anexionada" por las viviendas de la parte alta de Campo Maior.

En la Praça Velha (plaza vieja), espacio abierto en la zona más alta de la ciudad, a los pies de la fortaleza.

Vistas desde la rua 1º de Maio, una de las calles principales del casco urbano (cruza el núcleo principal "de lao a lao") y que en las cercanías de la plaza vieja gana en pendiente y en estrecheces.

Viviendas en la Praça Velha.

El castillo de Campo Maior.

La Praça Velha. Un espacio campomaiorense muy atractivo... incluso para los rayos del sol en el verano. La presencia del castillo se hace notar y se mezcla con estas antiguas instalaciones militares (ya se sabe, ciudad de frontera bastante obsesionada con una invasión por cierto) transformadas en dependencias municipales.

Los alrededores de la plaza Vieja. Curiosas viviendas con estética de antiguas dependencias militares, acaso cuadras. Posiblemente...



Una callejuela de las que nacen en la Praça Velha y salvan una importante pendiente en muy poco espacio. ¡Quién lo diría, en una zona no especialmente accidentada! El castillo está a 299 metros sobre el nivel del mar.


Colorido convento de Santo Antonio, de 1708. Conviene no subir por la calle que sale de frente a la derecha, especialmente, ya que estamos es un barrio un tanto marginal donde se concentra un asentamiento de ciganos (gitanos, en portugués; y entiéndase que el comentario no tiene ninguna pretensión discriminatoria) y nuestros bienes pueden peligrar. El aviso, de uno de los vecinos de las casas que se observan a la izquierda y que lamentaba la degradación del entorno del castillo. Obrigado


Rua Vasco Romao. ¡Menuda cuesta!


Una escena del día a día de Campo Maior en la rua 1º de Maio. Al fondo, el castillo y la praça Velha.


Largo do Regalla (antiguo Largo do Matriz), que desemboca a la rua Major Talaya.


Rua Major Talaya. Pasando junto a la Casa do Benfica. La entidad encarnada no es únicamente un club de fútbol, pero sí principamente; dicen que es el gran equipo de Portugal. Por eso tiene repartidas por toda la geografía lusa estas sedes. Aunque no es un fenómeno exclusivo del Benfica. El Sporting Club de Lisboa también tenía su localillo social.


Una plazoleta con fuente y mucha afluencia donde desemboca la Rua Direita (derecha).

Si nos perdemos por esta zona damos con una pequeña plazuela en la que se encuentra esta discreta iglesia de 1725 en cuyo acceso proclama "misericordia". Se trata de la iglesia de la Misericordia, de la Santa Casa de Misericordia de Campo Maior.


Rua Major Talaya, en blanco y negro.


Placa explicativa en la galería, Paços do Concelho, que se abre bajo el ayuntamiento y a través de la que se puede llegar a la plaza de la República.


Ayuntamiento (Cámara Municipal) de Campo Maior.


Una ostentosa escalinata en el edificio del ayuntamiento de Campo Maior.


Praça da República (Praça Nova). En el centro, su barroco Pelourinho, levantado con mármol de Estremoz. Los pelourinhos son símbolos jurisdicionales semejantes a los rollos castellanos. El de Campo Maior es, desde luego, muy esbelto gracias a sus 6,5 metros.


Una fachada de la rua Major Talaya.


Una vivienda con hermosas rejerías en sus balcones, ventanas y puertas.


Contrastes en un pequeño callejón del centro de Campo Maior.


Una vivienda de hermosa azulejería en la rua de Olivença.


Una capilla en la rua de Olivença.


Igreja Matriz do Nossa Senhora da Expectaçao, construída entre 1570 y 1646.

Otra vista.




Pequeña plazuela junto a la iglesia que sirve de cceso al templo, a dependencias religiosas varias y por supuesto a la Capela dos Ossos (capilla de los huesos) de Campo Maior.

Detalle escultórico propagandístico de uno de los edificios de este espacio urbano.

Aviso... Capilla de los Huesos. Visible desde la calle a través de una cristalera. Pero lo suyo es entrar. Toda una reflexión de la vida.

Capilla de los Huesos. Quizá no tan célebre como la de la no muy lejana Évora, también bastante más pequeña que la de la capital del Alentejo, la capela dos ossos de Campo Maior es un espacio absolutamente sorprendente. Muy desconocida incluso para los vecinos de la cercana Badajoz, se accede a través de una oficina parroquial vecina. La entrada, testimonial, asciende a la cifra de 0,5 euros. ¡50 céntimos! Estando en Santa María de la Expectación no habrá problema para encontrarla.



Una especie de hornacina, y en esta estancia hay unas cuantas, contienen un esqueleto humano más o menos completo. No es el único "expuesto" en esta capilla.

"Detalles" constructivos en una de las paredes. Se emplearon los huesos de unos 800 fallecidos (más o menos dos tercios de la población entonces) en la explosión de un polvorín acaecida en 1732. La capilla está dedicada a las almas que están en el purgatorio, según proclaman.

Cráneos que ornamentan una bóveda...

Calaveras como material constructivo...


Abandonamos la capilla. Llamativos ornamentos en la fachada de una vivienda en la rua 1.º de Maio.


Una calle de Campo Maior, con el característico firme empedrado de los núcleos urbanos portugueses en primer plano.

Iglesia de Juan Bautista (Igreja Sao Joao Baptista), en la rúa Sao Joao de Deus. Muy querida, ya que el Bautista es el patrón del municipio.

Sao Joao Baptista. Torres gemelas y hornacina "ocupada" por el titular al que se venera en este templo del siglo XVIII que en algunos detalles recuerda al estilo herreriano. Realmente San Juan se remonta al siglo XVI, pero la antigua iglesia fue parcialmente destrozada por la violenta y devastadora explosión de un polvorín ubicado en el castillo que tuvo lugar en 1732.

Adosada a San Juan Bautista, la capilla de Nossa Senhora do Carmo (Nuestra Señora del Carmen). En esta construcción de los albores del siglo XIX se encuentra el Museo de Arte Sacro de Campo Maior.

En plena calle Olivença llegaremos a un coqueto largo (plazuela, Largo Barata, donde encontraremos el actual mercado municipal (también sede de otros servicios municipales: la antigua Casa do Assento (siglo XVIII).

Acceso a la antigua Casa do Assento.

Otra de esas capillas tan típicas de los cascos urbanos lusos. Ésta, en el Largo do Barata. A la derecha se intuye el arranque de un callejón.

Largo do Barata desde un callejón.

Rúa Olivença. El edificio de la izquierda, el antiguo Palacio del Vizconde de Oliva, acoge desde 2005 el Lagar Museu, un espacio de vocación etnográfica donde se recogen los usos y costumbres de la labor agroganadera de la zona.

Casas en la calle Olivença.

Ascendente y por supuesto empedrada calle Olivença.

Calzada portuguesa. Cantarina al paso de los vehículos, los carromatos y los cascos de los caballos.

Loja do Ciudadao. Rua Visconde Seabra.

La apreciada estatua do Comendador Sr. Manuel Rui Azinhais Nabeiro, en la confluencias de las calles 1.º de Maio y Maior Talaya; y junto a los concurridos jardines municipales. Estamos en la calle Capitão Manuel António Vieira.


La escultura del Comendador (en primer térmno) y el Jardim Municipal (detrás), con su templete para orquestas. Este espacio, una auténtica gran rotonda, es muy querido por los vecinos y los visitantes, quienen acuden a conversar y echar el rato. En un par de terrazas, bastante concurridas, nos podremos tomar algún refrigerio. O incluso disfrutar de un buen café; lo ideal, sugerencia, un pingado (cortado) o una bica (sólo). En todo caso son establecimientos muy económicos, como sucede en general con la hostelería lusa.


Una vista del centro urbano desde el Jardim Municipal.

Escultura de Santa Beatriz da Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, en el céntrico (se podría decir que es su centro neurálgico) y recomendable Jardim Municipal de Campo Maior.


De Santa Beatriz de Silva siempre siempre se dijo que nació en Ceuta, pero desde Campo Maior han defendido que fue allí donde vio la luz por primera vez. Y muchos documentos históricos parecen darle la razón a los campomaiorenses.

Las Festas do Povo (más conocidas como Fiestas de las Flores), célebres por su falta de periocidad concreta y una deslumbrante e impactante consagración a la ornamentación papirofléxica, celebran desde agosto de 2012 una versión más reducida y con pretensión anual para ensalzar esta particular y centenaria fiesta en honor de San Juan Bautista. La llaman "Jardim de Papel". La idea, mantener viva la llama de tan peculiar festejo de una forma más económica.

Una flor elaborada con papel. En las "originales" se llegan a emplear hasta 23 toneladas de 60 colores distintos para engalanar más de un centenar de calles campomaiorenses. Un entorno mágico que le cuesta a las arcas municipales hasta 800.000 euros en montaje y organización.

Por acotar, las dos últimas ediciones de las Fiestas de las Flores fetén tuvieron lugar en 2004 y en 2011. Son un acontecimiento que requiere mucho esfuerzo y mucho tiempo. Más de 6.000 voluntarios colaboran en cada edición (y Campo Maior tiene menos de 9.000 habitantes en todo su término municipal...). Se prevé que la próxima se organice en agosto de 2015.



Rosas de papel.

Jardim de Papel. Exquisito al paladar auditivo el tintineo del papel con la brisa de un atardecer de finales del mes de agosto.

Una particular planta rematada con vistosas flores. Todo papel.

El icónico gallo de Barcelos, el mismo que protagoniza muchos recuerdos (gifts, souvenirs,...) de Portugal y que responde a una leyenda lusa con protagonismo para un peregrino y el Camino de Santiago.



Jardim de Papel en el Jardim Municipal.

Atención al detalle del loro de papel (uno de tantos, pues había unos cuantos).

Veleta de temática agrícola (la dehesa al poder) en una de las chimeneas de las escuelas municipales de Campo Maior, vecinas del Jardim Municipal.


Casas más señoriales en la avenida da Libertade, en el entorno del concurrido Jardim Municipal.


Llamativa vivienda de aires modernistas en los alrededores del Jardim Municipal.

Otro gran palacete en el entorno del Jardim Municipal.

Calçadinha portuguesa...


La virgen de Fátima, presente en los azulejos ornamentales de una casa en pleno proceso de pintado.

Pastelaria Periquito. Cercana al Jardim, en plena calle (rua) Combatientes Grande Guerra. Ocupa los bajos de un edificio relativamente moderno, casi enfrente del Hotel Santa Beatriz. Un sitio ideal para tomar un café con unos pasteles.

Dos cafés y tres pasteles... 4,5 euros. En la Patelaria Periquito.

Rotonda en la que confluyen las avenidas Combatentes da Grande Guerra y Fontes Negras. Un buen sitio para apacar el coche, ya que los alrededores del Jardim Municipal son de pago.

Dirección a "Espanha". La frontera queda a medio camino de Badajoz, distante entre 10 y 12 kilómetros de Campo Maior.