Las dos Colinas de Granada, correr por la Alhambra y el Albaicín disimula toda dureza (mayo de 2014)


Granada. Ubicación geográfica, a los pies de las altas cumbres de Sierra Nevada y antesala de una fértil vega, de la conocida como capital nazarí de esta urbe difícil de abarcar. Por no decir imposible. Per se alimentaría un blog durante años. Solo con la célebre Alhambra hay para mucho. En Granada, donde se dan la mano patrimonio y cachondeo, cultura y espectáculo, historia y leyenda, se viene organizando desde 2005 una carrera con una idiosincrasia especial: la de la dureza en un entorno de belleza. Las dos Colinas, oficialmente Carrera de las Fuerzas Armadas, es una prueba de atletismo promovida por la Comandancia Militar de Granada, a través del MADOC (Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército) y el Ayuntamiento de la Ciudad. [Mapas VíaMichelín]

Las dos Colinas. Sacamos el tríptico oficial que reparte la organizacion el recorrido de las edición de 2014, que sigue el espíritu de esta peculiar carrera popular. El lema, siendo ambicioso, es difícil de rebatir: "La carrera más hermosa que puedas correr". Eso sí, de la dureza no se dice nada, se presupone. El recorrido, sobre 13,5 kilómetros.

Una imagen del cartel oficial, fotografiado del tríptico que entrega la organización. El precio de la inscripción de 2014: 5 euros, más otro euro (un mínimo obligatorio) que se deposita en una hucha y va destinado a labores de caridad. "Esta prueba une la belleza de Granada con la dureza de un recorrido muy exigente", asegura el general Amador Enseñat. Y no, no se equivoca.

La callejuela ascendente de nuestro alojamiento para la ocasión, el Hostel White Nest (calle Santísimo de San Pedro): económico y muy bien situado; además de muy acorde con el espíritu mochilero, alternativo y "casitotirao" de muchos visitantes de la capital nazarí.

El patio interior del Hostel White Nest. Internet gratis en este palacete del siglo XVII "restaurado para la ocasión".

Calle Santísimo de San Pedro. O simplemente Santísimo, como aparece en las tarjetas de establecimiento. Este es el acceso al hostel.

Calle Santísimo de San Pedro, que muere en la transitadísima y estética calle Carrera del Darro. Por esa calle del fondo baja la carrera popular que vamos a afrontar en un tramo de transición-recuperación entre sus dos colinas.

Nos vamos hacia la salida. Aunque antes hacemos una parada que calificaríamos de obligatoria por la belleza de las vistas: La Alhambra de Granada, con la Torre de Comares al frente, contemplada desde el paseo Padre Manjón, también conocido como Paseo de los Tristes (porque por aquí se movían las comitivas de los entierros). Esta plazuela junto al cauce del Darro es un magnífico lugar para comprobar el carácter geoestratégico de la fortaleza y la compleja accesibilidad al cerro/colina en cuestión. Una vista que nos acompañará corriendo, ahí es nada.

Bajamos por la Carrera del Darro, una calle turísticamente muy transitada por motivos diversos: acceso a monumentos; existencia de restaurantes y locales de restauración; ubicación de hoteles, hostales y demás; un paseo fantástico lleno de encanto... Aquí proclaman que, probablemente, sea "la calle más bella del mundo". Quedémonos con que es muy bella. Y que las clasificaciones se queden para el deporte...

Hermosa fachada de un antiguo palacete: la Casa de Castril. La actual sede del Museo Arqueológico de Granada, que en su día fue el palacio de todo un secretario de los Reyes Católicos (Hernando de Zafra) tras la caída del Reino Nazarí, se encuentra en la Carrera del Darro, enfrente de la iglesia de San Pedro y San Pablo.

Iglesia de San Pedro (y San Pablo). Una ubicación compleja, un entorno sobresaliente. Motivación mudéjar y conclusión renacentista sobre los restos de una mezquita anterior.

Puente sobre el Darro que comunica con el conocido como barrio de La Churra, a los pies de La Alhambra. Uno de los lugares más recurridos para hacer fotografías que recuerden el paso por la ciudad. Fíjense si no en su próxima visita.

El Darro. La Churra. Una postal que atravesaremos corriendo.

La iglesia de Santa Ana(técnicamente San Gil y Santa Ana), vista desde la Plaza Nueva. Por aquí también pasa la carrera de Las dos Colinas. Santa Ana tiene su propia plaza independiente y del mismo nombre, pero realmente es una continuación de la plaza Nueva que nació en el siglo XVI.

Despedida de soltera con posado de grupo y posado en amigo equino. ¿Granada? Muchísimas despedidas de soltero de ellas y ellos.

La plaza Nueva de Granada. Vistas sobre la sede de la Real Audiencia y Chancillería, actual sede del Tribunal Superior de Justicia, y la iglesia de Santa Ana. Por aquí pasamos dos veces y es el punto donde se dan la mano los inicios a "las dos colinas".

Calle Elvira. Comercios de recuerdos, manufacturas, artesanías y demás. También pasamos por aquí: de hecho el descenso del tránsito por el Albaicín acaba en este punto.

Acuartelamiento Cervantes, en la avenida Pulianas. En su patio de armas interior, con los previos y lógicos controles derivados de una zona de seguridad, se encuentra el punto de inicio y la meta de esta espectacular carrera; además de concentrarse sus diferentes servicios (fisios, ropero, atención al corredor...)

La salida de la edición 2014 para la categoría absoluta estaba prevista para las 9.30 horas de la mañana. Mucho antes una gran cantidad de corredores compartía sensaciones, reencuentros o descubrimientos durante el calentamiento previo... o sus prolegómenos.

Banderas españolas, sin escudo, decorando el patio de armas.

Un cañón de época es el encargado de dar el pistolezato de salida a la carrera Las dos Colinas, una prueba que en 2014 reunió a más de 4.000 corredores entre todas sus categorías.

Útiles bélicos de época, sobre una mesa adornada con lo que parece una bandera presidida, eso sí, por el águila bicéfala que se popularizó con Carlos I.



Dos militares cambian su vestuario actual por el de soldados de los tercios de los siglos XVI y XVII.

Corredores calentando en torno al cañón de época que dará el "cañonazo inicial".



La carrera ya está en marcha: los corredores pasan junto a la fachada principal del Acuartelamiento Cervantes, donde una rampita descendente (que luego será de subida, la puñetera, como verán en un vídeo) nos deja en la calle (o avenida) Carretera de Pulianas.



Una pintada ideal para asumir un reto de estas características... ¿juegas?

Runners remontando la Carretera de Pulianas hacia el centro de la ciudad.

Pasando junto a la parroquia de San Isidro Labrador de Granada. Corremos por el barrio de El Chaparral.

El Albaicín (o Albayzín, como también lo hemos visto) comienza a esbozarse en nuestro horizonte cuando trotamos por la calle Ancha de Capuchinos.

La gracia de Dios. Un curioso nombre para una pastelería que llamo nuestra atención en los primeros compases de la carrera en la confluencia de Cristo de la Yedra y Ancha de Capuchinos.

Por la calle Ancha de Capuchinos.

El pelotón de participantes se va estirando poco a poco.

Es imposibe que la anárquica concentración urbana que se presenta ante nosotros no nos llame la atención y nos provoque curiosidad. Más o menos, por esos pagos acabaremos teniendo que correr dentro de un ratejo antes de acabar aquí mismo, pero en sentido contrario...

Vistas sobre el Albaicín, primera agradable sorpresa de Las dos Colinas.



La panorámica ahora es de una belleza absolutamente plástica. Estamos a punto de llegar al entorno de la plaza del Triunfo y giraremos a la derecha, en descenso, por la avenida del Hospicio.

Ancha de Capuchinos. Últimos metros por esta calle... de momento.

Una gran bandera de España preside ese espacio urbano en la avenida de la Constitución, por la que corremos unos metros hasta el arranque de la Gran Vía de Colón.

Un palacete en el nacimiento de la Gran Vía de Colón que, con eso de ir corriendo, no sabemos concretar si tenía usos hoteleros o administrativos....

La Gran Vía de Colón es una de las calles más solemnes de la capital nazarí. Nació a finales del siglo XIX, dentro de los nuevos planes urbanísticos, y en sus flancos proliferaron palacetes lustrosos y edificios elegantes.



Corriendo por la Gran Vía. Una calle ancha, con buen asfalto, con su ambientillo animante y ninguna dificultad orográfica. Antesala de lo que viene...

Esa rejería tan elegante permite acceder al entorno de la espectacular catedral de Granada... Aunque esa es otra historia.

Llegamos a la plaza de Isabel la Católica, donde se encuentra el monumento a Colón y la citada Isabel que ideó y esculpió el genial valenciano Mariano Belliure en 1892.



En plena subida por la empinada Cuesta Gómerez, la que comunica la Plaza Nueva con los accesos a La Alhambra. La primera de las dos colinas nos pone a prueba.

La llamada Puerta de las Granadas, con su detallista e imponente escudo imperial. Acceso renacentista a La Alhambra y sus palacios, firmado por Pedro Machuca en 1536 y sustituto de otro anterior islámico (el de la Bib al-Buxar o Puerta de las Alegres Nuevas) cuyos restos están en uno de sus flancos. La rampita se atraganta cosa mala, pero este periplo tiene su encanto. No todos los días se zapatea por tanto patrimonio junto.



Posiblemente la zona con más pendiente de toda la subida coincide con "el antes y el después" d ela Puerta de las Granadas. Tras cruzarla, nos sumergimos en un oasis de verdor y frescor.

Corriendo en todo un bosque, el de la alameda de La Alhambra. Todos esos álamos son de plantación cristiana, pero lo que es el aspecto de este espacio ajardinado obedece a una serie de reformas y modificaciones que tuvieron su cénit a finales del siglo XIX. Animada centuria esa sin duda para los intereses patrimoniales de Granada...

Altas copas en la alameda de La Alhambra.

La pendiente, siendo menor y regalándonos algún falso llano (que dirían los ciclistas), no desaparece del todo. Un curveo nos deja junto a la Puerta de la Justicia de La Alhambra.





La carrera evita el paso por los accesos turísticos de La Alhambra, cosa lógica teniendo en cuenta la gran afluencia de turistas a este monumento (el más visitado en España año tras año). La carrera nos regala este espectacular paso junto a las torres del Agua y los Cabos, entre el recinto amurallado de La Alhambra (que quedaría a la izquierda) y el Generalife y sus jardines (a la derecha): bajamos por la llamada Cuesta de los Chinos.

La Cuesta de los Chinos. Sencillamente, un lugar espectacular para correr. Los turistas que iban desde La Alhambra hasta el Generalife, todo sea dicho, flipaban con el pelotón corricolari en un entorno tan especial. Si a alguno le da por buscar qué carrera era esa en mayo, que sepa que sí, que es Las dos Colinas.

Un torrente de agua se abre paso desde la muralla de La Alhambra y nos acompaña por el lateral de tan empedrado y escalonado camino. Seguro que su destino es el Darro, más abajo.

Bajando la Cuesta de los Chinos (también conocida como Cuesta del Rey Chico), gestionando la inercia y la irregularidad de un firme que combina escalones, empedrado y tramos más llevaderos de tierra.



Cuesta de los Chinos o del Rey Chico.

Seguimos bajando. Afortunadamente no meten la carrera por aquí, porque la pendiente es muchísimo más dura. Al menos tenemos esa impresión.

Como ciclistas de la París-Roubaix, los corredores buscan un recorrido cómodo para gestionar el centenario empedrado de la Cuesta de los Chinos.



Nos acercamos al río Darro.

Reaparecen las edificaciones a ambos lados de la calle. El verde queda atrás, aunque cerquita. Su frescor se siente.

La Cuesta del Rey Chico, el otro nombre que recibe la Cuesta de los Chinos. Primera colina superada.

Vistas de La Alhambra desde el paseo Padre Manjón, recién cruzado el río Darro. Recuerden que por la vieja tradición del paso de las comitivas fúnebres por estos pagos también le dicen a esta zona Paseo de los Tristes. Nombre poético y melancólico a más no poder.

El paseo Padre Manjón y la Carrera del Darro son una prolongación de la misma calle. Cambia el entorno, también cambia el firme... en todo caso, y escoltados por unas vistas flipantes, volvemos hacia la Plaza Nueva después de superar la primera de las dos colinas.

Corredores. Dentro de poco alcanzamos un puesto de hidratación que viene fenomenal. La organización dispone de tres o cuatro puntos de avituallamiento líquido.



¿Y qué se puede decir corriendo entre estas vistas? ¡Disfrutad! ¡Sentid!



Bajando por la Carrera del Darro, la misma por la que pasamos para ir a la salida de esta espectacular carrera. Vistas sobre el convento de Santa Catalina de Zafra y sobre la torre de la iglesia de San Pedro.



En la Plaza Nueva, giro a la derecha para iniciar por la calle Cárcel Alta la segunda y más larga e irregular colina que propone esta carrera: nos vamos al Albaicín en un callejeo que también nos deja por el Sacromonte. Es como una carrera dentro de otra carrera, porque visualmente propone cosas completamente distintas a La Alhambra. Eso sí, complementarias. Ruta estrecha y sinuosa ahora.

Calle San Juan de los Reyes. Una escalera, estrecha, que alterna rampas con tramos más llevaderos.

Palacete junto a la descendente Cuesta de Santa Inés...

Seguimos por San Juan de los Reyes. Una rúa irregular que, en el sentido de la carrera, nos va a regalar hermosas vistas de La Alhambra en las calles que nazcan a nuestra derecha. Constantemente.

Una muestra de lo anteriormente mencionado...

Seguimos por San Juan de los Reyes...

Una especie de "largo" se abre en una anchura de la calle con varias alturas. Una pancarta reivindica más y mejores cuidados para el Albaicín, del que dicen de paso que es el barrio más bohemio y underground de Granada.

Piedras añejas que se asemejan a las que usaban en los molinos. Quizá fuera su uso antes de acabar aquí de refuerzo.

A punto de llegar a un convento o similar y que no acertamos a identificar. Seguimos por San Juan de los Reyes.

El Albaicín, un mar de callejuelas empedradas y empinadas. Un urbanismo de otro tiempo que nos ha llegado al nuestro. El tiempo hasta parece cobrar otro sentido... Calle Zafra.

La Alhambra, desde la calle Horno del Oro.

Estos vecinos se vuelcan con la carrera y animan al respetable engalanando sus fachadas: lo hacen con banderas, como antiguamente en las fiestas y quizá por el origen militar de esta prueba. Estamos a puntito de dejar por fin San Juan de los Reyes para girar a la izquierda y, con más pendiente aún, afrontar la Cuesta del Chapiz.



La Cuesta del Chapiz se abandona rápido. La abandonamos para entrar en el espectacular patio del Colegio Ave María Casa Madre. Y decimos espectacular porque las vistas lo son. Este tránsito nos permitirá dar un rodeo para regresar a Granada desde el Sacromonte.

La Alhambra, vista desde el patio de recreo del colegio Ave María Casa Madre.

Dos corredoras en pleno paso por las instalaciones escolares...

Más vistas solemnes, y con esa difícil luz granadina, desde el patio del colegio. Al fondo, la salida.

Giro a la izquierda, pequeño rampón y estamos en la parte más alta de toda la carrera: el Camino del Sacromonte.

Una pintada en el Camino del Sacromonte a la que no le falta razón.

La Alhambra, en una perspectiva no tan conocida y célebre y con el llamado "valle de Valparaíso" a sus pies. Otra Granada, más desconocida.

Por el Sacromonte. Zona de cante, flamenco y tablaos... Y también de cuevas.



Venta El Gallo. Cueva de baile flamenco.

Cueva Curro.

La carrera retorna al Albaicín por el Camino del Sacromonte.

Nueva sucesión de cuevas con fines lúdico-hosteleros.

"Los tatuajes son mi vida. Si tu piel también cuenta una historia seguro qué sabes a lo que me refiero". No sabemos si esta pintada tan particular anuncia un negocio de tatuajes, pero desde luego sí es así es original.

Otro mirador sobre La Alhambra en el Sacromonte.



Volvemos a cruzar la Cuesta del Chapiz para afrontar otro sinuoso y revirado tramo por las calle y carril San Agustín, que nos reciben tras una ración de dolorosas escaleras.

Callejeando por el Albaicín. Objetivamente, metidos en faenas corricolaris y ya un tanto fatigados, nuestra capacidad localizadora se difumina. No sabríamos concretar el nombre de la calle en cuestión, solo recalcar que disfrutamos cada zancada como si fuera la última.

Pocas carreras populares pueden ofrecer entornos semejantes...

Si el ascenso a La Alhambra es empinado y constante (en líneas generales), el paso por el Albaicín es todo lo contrario: irregular. Una alternancia constante entre subidas, bajadas y llaneos (más bien mínimos) que desgastan muchísimo. Menos mal que el contexto, bello, variable, es como un colchón contra las caídas de la fatiga.



Un rinconcito. Nunca mejor dicho.

Cruce de calles. Venimos corriendo por la calle Aljibe de Trillo. Ya se ha esbozado antes pero se recalca otra vez ahora: la organización, magnífica. No descuidan ningún detalle y el Albaicín, con su entramado de callejuelas, no es un lugar fácil para coordinar y desplegar labores organizativas.

El tramo más estrecho que jamás hemos pasado en una carrera popular. ¿Alguien podría confirmarnos el nombre de esta callejuela? ¡Muchas gracias de antemano!



Otro tramo en pendiente...

Corriendo...

... y corriendo (cerquita de San Miguel)...

... y uno va corriendo, dándolo todo en la gestión de repechos que nunca se acaban, y de pronto se topa con una entrada como ésta. Y claro, pues no puede dejar de asombrarse. Asombrarse corriendo es algo raro.

El firme en esta zona. La calidad y los tipos del empedrado varía. Y no todos son originales, sino reproducciones o rehabilitaciones. Con encanto, eso sí.

Estamos, vía carril de las Tomasas, a punto de llegar a la Placeta de Abad, junto a la Plaza de El Salvador y la iglesia homónima.

Corriendo y rodeando El Salvador. Vistas sobre el Sacromonte y parte del Albaicín.

Iglesia de El Salvador, en la plaza homónima. Posiblemente la principal iglesia de todo el Albaicín en cuanto a pretensiones constructivas y también en cuanto a importancia, aunque no en cuanto a notoriedad: se lleva la palma San Nicolás. El Albaicín, en el fondo, es un conglomerado de barrios agrupados en torno a varios templos y parroquias... con su placita adyacente. Toda una ciudad de ciudades.

Plaza de El Salvador y arranque de la calle Pagés, una de las grandes vías del Alto Albaicín.

Técnicamente, aunque no está junto a la iglesia, este espacio urbano también forma parte de la plaza de El Salvador.

Más adelante, corriendo por la Pagés, pasamos junto a la plazoleta de Fátima...

Calle Pagés. Estamos a puntito de abandonarla virándola hacia la izquierda...

... para afrontar la piedra vieja de la calle del Agua.

Hemos dejado atrás la Plaza Larga (es-pec-ta-cu-lar) y la calle Panaderos para llegar a una Placeta de La Charca que ni aparece en muchos mapas ni tampoco es terreno para los vehículos. Zona peatonal y sorprendente tránsito de callejones para, tras unas cuantas nuevas escaleras, llegar hasta San Nicolás...

Tramo duro y delicioso. Las motos de la policía local que controlaba la carrera subían que daba gusto verlas por aquí...

... pero tanto escalón se atraganta, no crean.

Iglesia de San Nicolás, la más mediática de todo el Albaicín por su alabado mirador, capaz de tutear a toda una Alhambra y de remontarse hasta las altas cumbres de Sierra Nevada. Antigua mezquita reconvertida en templo cristianos. De frente, en la imagen, se aprecia el aljibe.



Tramito favorable que se agradece mucho en la calle Algibe de las Gitanas. Ya van quedando menos repechos.

Algibe de la Gitana o de las Gitanas (lo hemos visto de las dos formas). A punto de girar hacia la izquierda y llegar al Callejón de las Monjas. Estamos perdiendo altura con rapidez...

Callejón de las Monjas.

Arco de Las Monjas, realmente ojo de un viejo acueducto y punto intermedio, más o menos, entre la plazoleta del Aljibe del Rey y la de San Miguel.

Plazuela de San Miguel el Bajo. Otro de esos espacios icónicos del Albaicín.

El descenso se incrementa, ahora sí que sí, y corremos por el Carril de la Lona con magníficas vistas sobre la ciudad nueva. Queda un repechito final, pero de las dos colinas que dan nombre a la carrera apenas nos queda un descenso vertiginoso por este carril.



Hermosas vistas de la Granada "baja" descendiendo por el Carril de la Lona. En un punto de la bajada, muy bien señalizado por la organización, que hasta avisa de lo resbaladizo del pavimento, giro a la izquierda muy brusco para tomar la calle Zenete.

Calle Zenete.

Por la Cuesta de las Marañas.

Un giro a la derecha para afrontar, escalones incluidos, la última parte del descenso del Albaicín. Al fondo, la iglesia de San Gregorio, un santo que llegó a ser santo de la ciudad.

Corredores populares por la calle Calderería Nueva.

Corredores populares por la calle Calderería Nueva.



La calle Calderería (ecos de gremios medievales en el callejero), pero la "Nueva", desemboca en la calle Elvira tras un rápido descenso. Las dos colinas quedan atrás, pero aún queda un repecho final puñetero. Y un tramito hasta llegar a él.

Llegamos a la calle Elvira, famosísima y concurrida.

Calle Elvira. Iglesia de los Hospitalicios, también llamada iglesia del Corpus. Se integró en un antiguo hospital, desaparecido tras una desamortización.

Un negocio en la calle Elvira.

Pintadas en la calle Elvira, una calle (con las adyacentes) donde abundan los buenos bares para el célebre y afamado tapeo de Granada.

Cuesta de Abarqueros. Una bonita vista que casi pasa desapercibida por los corredores en su esfuerzo...

Arco de Elvira o Puerta Elvira. Puerta de salida de la Granada más monumental que se disfruta en esta carrera de Las dos Colinas. Aún queda un poco para completar esos 13,5 kilómetros de recorrido. En otro tiempo ésta fue el acceso principal a la ciudad.





Corredores en la explanada de la meta. Momento de resuello, rehidratación y de batallitas. Las endorfinas te tienen en las nubes después de tanta belleza y ni te has enterado que mucho tiempo antes que tú llegaron Francisco Javier Parejo, ganador en la categoría masculina tras menos de 48 minutos corriendo, y Elena Cambil Medina, en la femenina tras unos segundos por encima de la hora.

Ambiente festivo en el acuartelamiento Cervantes.

Para acabar, porque lo merece, un montaje de Rafael Jiménez Castellano a partir de una de esas cámaras de acción que tanto hacen por el ambiente. Un documento magnífico y sobresaliente cuyo montaje, hay que tenerlo en cuenta, no es 100% líneal con respecto a lo que es la carrera en sí.