Las propias guías no se ponen de acuerdo en sus propuestas, un ejemplo más de las numerosas posibilidades. Lo cierto es que Santiago de Compostela se intuye cerca y, según los autores, los caminantes, los blogueros o, en definitiva, los mimbres que andemos empleando para orientarnos esta etapa puede tener diferentes arranques y diferentes metas. Muchos apuestan por alargarla desde Portomarin para alcanzar Arzúa, otros concluírla en Melide… Para gustos, colores. En estas líneas se sigue esta propuesta, óptima para nuestro calendario y perfectamente compatible con los atractivos de una jornada de gran peso gastronómico en la que abandonamos la provincias de Lugo para ingresar en la de A Coruña. Por circunstancias los planes iniciales varían. Bendita variación.
Bajo un intenso aguacero comenzamos a caminar en Palas de Rei. Buenos caminos arbolados que nos despedirán de la provincia de Lugoy nos darán la bievenida a la de A Coruña, en donde nos esperan dos hermosos puentes (especialmente bello el que salva el río Furelos, en la parroquia del mismo nombre) y una parada gastronómica en Melide, famosa por sus pulperías con una, la Ezequiel, especialmente lustrosa entre todas por su fama histórica. El paso por Melide, quiza desorientados por las viandas, nos conduce a un pequeño error rápidamente subsasanado. Y retomada la ruta, alucinando con su plaza del convento o el paso junto a la románica iglesia de Santa María, un nuevo periplo entre prados y densos bosques, entre vadeos de arroyuelos y tránsitos junto a explotaciones ganadores que hace las delicias de cualquier caminante. Por muchas cosas, quizá sobre todo por su variedad, una de las etapas más agradables del Camino.
Desde Boente, allí donde la lluvia vuelve a aparecer y por un momento da paso al granizo (para clima variado el de esta ruta, un amplio y completo abanico climático que realza más aún la experiencia), la ruta se endurece con el ascenso y el descenso de varias colinas que se alternan entre los lechos y los cursos de ríos y arroyuelos. Cerca del río Iso, a nuestra derecha, aparecerá el Casa Manolo, un templo del buen comer para el estómago agradecido y para el que esas líneas sirvan de reconocimiento, y a poco más de 150 metros cuesta abajo, el espectacular albergue de peregrinos de Ribadiso da Baixo. Este antiguo hospital de peregrinos, recuperado a finales del siglo XX, completamente equipado, dotado de una sala común y una cocina de especial encanto, es uno de los albergues más hermosos de toda la ruta. Posiblemente sea el que más por sus vistas y por el acierto en la recuperación de tan vistosa piedra. Hasta cierto punto da lástima que sólo puedan disfrutarlo los peregrinos… pero las cosas son mejor así. Su belleza es parte de una empresa mayor. Lo malo de Ribadiso es que tan pequeño núcleo urbano apenas tiene servicios, por lo que las viandas habrá que preveerlas antes o recurrir a sus establecimientos. Ante el más cercano al alberge, opción obvia recomendada por un cartel en la puerta (¡menuda toma de partido para un albergue público!) la rebelión de regresar al Manolo. Menuda combinación y menudo broche de oro a la jornada.
Mapa de ubicación. La previsión inicial de esta etapa se reduce en unos dos kilómetros. Optamos por no llegar a Arzúa y pernoctar en el estupendo y cercano albergue de Ribadiso da Baixo, recortando unos dos kilómetros. Partimos de Palas de Rei en torno a las 8.15 de la mañana bajo una intensa lluvia y alcanzamos la meta con sol, tras dos opíparas paradas gastronómicas sin prisa alguna, sobre ls 16.30.
Llegando a Leboreiro.
Leboreiro. Iglesia de Santa María. Coqueta y hermosa, como tantas otras en el Camino.
¡Bifurcación! La ruta buena es hacia la derecha.
Puente medieval de un solo ojo sobre el río Seco. Cerca de aquí se encuentra el parque empresarialde Melide, inclasificable.
El maravilloso puente de cuatro ojos que salva las aguas del río Furelos para llegar a la parroquía del mismo nombre. Estamos muy cerca de Melide.
Furelos. Casco urbano. Iglesia de San Juan de Furelos.
Un peregrino se mueve dentro de la Pulpería Ezequiel, uno de los establecimientos más míticos de la ruta desde que abrió en 1960. Dicen que aquí se puede disfrutar "el mejor polbo (pulpo) del Camino", aunque también hemos recogido algunos testimonios que nos indican que en la actualidad, sin sus fundadores al frente del negocio, pesa más la fama que los hechos. En todo caso, media ración de pulpo asciende a 6 euros.
Una imagen vale más que mil palabras.
En la avenida de Lugo, referencial y bien plantada, cercana a la pulpería Casa Ezequiel, nos espera la iglesia de San Pedro de Melide.
Ese idioma gallego que da lugar a equívocos...
Iglesia parroquial del Convento de Sancti Spiritu.
Interior de la iglesia de Sancti Spiritu.
Un sepulcro del siglo XV.
Ayuntamiento de Melide, antiguo pazo. Edificio señorial que preside, con permiso de la iglesia parroquial, la praza do Convento.
Contraste entre fachadas.
Santa María de Melide, una joya románica junto al Camino a las afueras de esta pequeña ciudad coruñesa, en el barrio de San Martiño.
¡Qué gozada de corredoira!
Otro atractivo tramo del Camino.
Boente. Iglesia parroquial vista entre algunas edificaciones de su casco urbano. La etapa entra en una fase en la que la ruta alternan las empinadas subidas y los vertiginosos descensos, combinando cauces y cerros.
Área de descanso junto al río Boente. Aquí arranca el repecho más duro de la jornada... y visto con perspectiva uno de los que más cuesta de todo el Camino. ¡Quién lo diría!
El exterior del Casa Manolo. Poco publicitado, este bar fue todo un descubrimiento por la calidad de sus alimentos y la dedicación de sus propietarios. Por 9 euros degustamos una ración de espaguetis a la boloñesa que no cabía en el plato, un filete de ternera muy fresco con patadas ¡expresamente cortadas y fritas para nosotros! y un postre de quedo de Arzúa. El vino de la zona regó tan magníficas viandas. Cuando le dimos la enhorabuena a la dueña, la mujer se mostró muy agradecida, nos indicó que ellos hacían de comer como si fuera para ellos y que agradecían nuestras palabras. No dijo más. Después comprobaríamos el porqué. No dejéis de vistar tan magnífico lugar.
Al loro con la densidad y el volumen...
Dejamos atrás el Casa Manolo y al poco llegamos al río Iso, el cual salvamos gracias a un viejo puente de orígenes romanos que aparece en viejos tratados sobre el Camino.
Llegamos al río Iso y al otro lado aparece un conjunto coqueto de piedra vieja y ventanas azules muy seductor. ¡Cómo para no parar cuando descubrimos que es un albergue!
El albergue de río Iso, visto desde el punto más alto del puente romano.
Unas peregrinas de Estados Unidos que andan estudiando español en un centro educativo de Alicante y aprovechan el Camino como actividad para mejorarlo remojan sus pies en las frías aguas del río Iso con el hermoso marco del puente de origen romano al fondo.
Albergue de Rio Iso. Este antiguo hospital de peregrinos fue recuperado como albergue entre 1992 y 1993. Sin duda, este recinto es uno de los que más encanto tiene dentro de la ruta jacobeo y no son pocos los que proclaman que es el albergue más hermoso. Su sala común y su cocina son encantadoras... aunque sus duchas quizá sean más aptas para el verano que para el invierno por eso de tener un techo que dejar entrar y correr el aire. En la puerta encontraremos un cartel indicador de que hay un restaurante hacia la derecha, casi pegado a las instalaciones. Al parecer tiene algún vínculo con el albergue. Nosotros, visitados los dos, recomendamos encarecidamente girar a la izquierda y subir al cercano Casa Manolo. ¡Qué son 150 metros!
Dos peregrinos japoneses, fotografiados mientras salvan las aguas del río Iso.
CAPÍTULOS DE ESTA ENTRADA
Consideraciones para un Camino en ocho etapas y tiempo variable.
De Villafranca del Bierzo a O Cebreiro.
De O Cebreiro a Triacastela.
De Triacastela a Sarria por el Monasterio de Samos.
De Sarria a Portomarín.
De Portomarín a Palas de Rei.
De Palas de Rei a Ribadiso da Baixo.
De Ribadiso da Baixo a Pedrouzo.
De Pedrouzo a Santiago de Compostela.