El Desfiladero de Despeñaperros, la fractura de la frontera natural entre la Meseta Sur y Andalucía que es Sierra Morena



Por mucho que el progreso nos regale potentísimos coches repletos de caballos y confort y carreteras de estudiados firmes sobre los que los neumáticos más que rodar vuelan, por mucho que todo eso domine la actual red viaria, existe un reducto medioambiental en el que de poco o nada valen y las cosas se han seguido haciendo como hace años, décadas, siglos: el Desfiladero de Despeñaperros. La vieja frontera, histórica, prehistórica, que separa Castilla La Mancha y Andalucía, Ciudad Real y Jaén, ya no es un camino carretero, pero por mucho que tenga dos carriles por sentido, buen asfalto y que cada uno de ellos se aposente de forma independiente, a su aire, compartiendo entorno con el ferrocarril, en una vertiente del profundo tajo que corta en dos Sierra Morena, aún sigue manteniendo sus tramos a 50 kilómetros hora (ojo al dato, la velocidad mínima en una autovía es, según el Código de Circulación vigente en España, de 60 km/h; sí se adecuaría al mínimo en el vecino Portugal) y desafía con curvas de herradura. Al menos esto fue así hasta la entrada en servicio, en septiembre de 2011, de una nueva variante de túneles y demás que, todo sea dicho, evita ese tramo revirado y desfasado. Diez kilómetros de pura y dura ingeniería y esfuerzo económico.

Para muchos conductores este tramo de una decena de kilómetros es un anacronismo, algo histórico sí, pero una lata peligrosa que les impide pisar a fondo sus máquinas, forzar sus prestaciones y amedrentar a aquel que ose circular por el carril izquierdo y ralentize su marcha. Que muchos andaluces oriundos de Cádiz o Sevilla opten por viajar por la Autovía de Extremadura hasta Mérida, donde cogen la Autovía de la Plata, constata que sí, que el tramo es puñetero, retrasa y su elección, otrora correcta, inspiradora de coplas y canciones, justificada históricamente, plantea fisuras en la era de Internet. Lo cierto es que más allá de toda reflexión sobre la idoneidad de un Despeñaperros, todo sea dicho, en proceso terminal de reforma viaductos mediante, atravesarlo nos permite conocer un entorno de una majestuosidad tal que es considerado, a pesar de tan inusual autovía, parque natural y reserva nacional de caza (el llamado Coto de Peñas Negrillas). Cumbres que superan los 1.000 metros sobre el nivel de mar, escarpadas laderas rocosas, profundos valles por los que corre el agua con un caudal que varía con la época del año,…

Interesantes mimbres, por qué no, para hacer una pausa en el camino y tomarse un respiro. Desde la terraza de la Cafetería Restaurante Los Jardines de Despeñaperros, concurrídisima parada ubicada a mano izquierda en el kilómetro 246 (dirección Córdoba), en pleno tramo a 50 km/h, podremos disfrutar de un desayuno con vistas si tenemos suerte en encontrar aparcamiento. Un café y una tostada de jamón con tomate son el mejor tentempié ante tal espectáculo visual que empequeñece el ego de cualquiera. Una pausa con la que El país que nunca se acaba mantenía una deuda. En los exteriores del área de descanso, frecuente punto intermedio de rutas de mountain bike, una zona ajardinada nos permitirá estirar las piernas y descubrir como gente del vecino Almuradiel acuden con el maletero repleto de botellas y garrafas para beber de un manantial fresco y riquísimo que no titubean en promocionar. Y también, por qué no, se pueden adquirir las frutas y hortalizas del puesto ambulante que suele montar un campesino justo enfrente de la puerta de acceso. O simplemente respirar y estirar las piernas haciendo una pausa en nuestra ruta. Una zona privilegiada para el senderismo y el excursionismo, un pulmón y también una esperanza, la del línce ibérico que resiste en estos pagos.

Despeñaperros. Ubicación de este accidente geográfico tan célebre que incluso aparece en composiciones musicales (recuerden a La Cabra Mecánica cantando aquello de que "y por Despeñaperros se despeña") y que sobrevive en el imaginario colectivo de los viajes vacacionales de la niñez de miles de personas. Calificado de "tramo bañado de sangre" por su siniestralidad, también es mucho más que un simple prque natural. Un desfiladero tomado por las paredes verticales y el paso de arroyuelos y ríos como el Despeñaperros, el Cuchareros y el Magaña [mapas ViaMichelin].

La A-4, autovía que une Madrid y Andalucía, acaba de rebasar el núcleo urbano de Almuradiel, el último gran pueblo de Ciudad Real, y el terreno llano que en los últimos kilómetros ha comenzado a "arrugarse" presenta sus principales cotas en el horizonte.

Acercándonos al desfiladero de Despeñaperros... Las imágenes no harán justicia a la belleza del entorno.

La autovía sigue pasando junto a Casa Pepe, el conocido como "restaurante franquista" y que se encuentra en el kilómetros 243, en la pedanía de Venta de Cárdenas. Los colores de la bandera española a granel. Y bastante concurrencia en este negocio cuyos orígenes se remontan a 1923. Su lema, o uno de ellos, "casi un siglo al servicio de los españoles"...


Unas vistas del exterior del restaurante, y mucho más, Jardines de Despeñaperros. Un lugar que regala críticas como ésta o como ésta. Y detrás, la montañita del Collado de los Jardines. Una montaña mágica, escolta de tesoros íberos incluso, que supera los 1.000 metros de altitud.


Un detalle de esta antiquísima área de descanso ubicada en el punto kilométrico 246 del antiguo trazado, ese que respetaba la vieja ruta de Madrid a Cádiz y que, siendo ruta de dos carrilaes, nos exigía moderar la velocidad con cerradísimas curvas de herradura.


Un puesto de productos agrícolas se alterna con los aparcamientos, muy concurridos en 2010, de los Jardines de Despeñaperros.


Jardines de Despeñaperros. Otra vista del exterior: como se aprecia, el volumen de vehículos es grande.


La zona ajardinada del exterior también tiene un pequeño estanque.


Una de las panorámicas más conocidas del desfiladero, aunque no la única, con la carretera dirección Madrid en su fondo. En acción, los parajes conocidos como Los Órganos.


Otra vista de la concurrida terraza de los Jardines de Despeñaperros.


Viajeros en plena pausa. Una parada muy agradable.


Café y tostadas de jamón con tomate y aceite. Un tentenpié como mandan los cánones en buenas tierras de embutido y aceite (sobre todo el de la vecina e inminente Jaén, claro...)


El desfiladero, visto entre unas ramas.

Momentos antes de cruzar el túnel de El Corzo. [Nota, una imagen tomada desde la posición de copiloto, como todo lo fotografiado y grabado de cara a la elaboración de esta entrada]. Todo este tramo de nuevo cuño ha acabado con la alta siniestralidad de un histórico punto negro, o si no tanto sí al menos temido: 50 personas perecieron en este punto entre 1997 y 2010. Es más: "En 2003 una estadística oficial reflejaba ya a las claras la magnitud del problema: en ocho años se habían producido en el desfiladero 316 accidentes, con 406 vehículos implicados, 38 personas fallecidas y 131 heridas graves, además de un centenar de lesionados leves".

Despeñaperros. Su entorno, visto tras atravesar el túnel de La Cantera. En la zona se concentran casi 5,5 kilómetros de túneles y unos cuántos viaductos. El poder de las nuevas infraestructuras. Aquí, un completo dossier.



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