La Muy Noble y Muy Leal villa de San Esteban de Gormaz, puerta de Castilla (julio de 2011)



La trabazón de la literatura, el arte y la historia realzan con espesura la notoriedad de la Muy Noble y Muy Leal Villa de San Esteban de Gormaz, enclave soriano de 3.000 habitantes considerado en otro tiempo la puerta de entrada a Castilla y hoy en día acceso a la prestigiosa Denominación de Origen vinícola de la Ribera del Duero. Y mientras la literatura se encarga de destacar su existencia con una vinculación intensa a las vivencias de Rodrigo Díaz de Vivar y su familia, su aparición reincidente en El Cantar del Mío Cid y hasta su aparición en las Cantigas de Santa María de Alfonso X a través de la leyenda del Vado del Cascajar, la historia la realza recordándonos su importancia geoestratégica durante siglos y su condición de sede (así se defiende en muchos lares) de las primeras Cortes de Castilla, convocadas por Alfonso VIII en 1187, y la llamada para unas segundas en 1394 por parte de Enrique II, aunque éstas finalmente tuvieron lugar en Valladolid. El arte, comenzando los vestigios de su desaparecida muralla, nos recalca el aire medieval de su trazado y de muchas fachadas y nos habla de la esencia románica de sus templos, con la Iglesia de San Miguel como primer ejemplo de templo porticado de España y la de Nuestra Señora de Rivero a la zaga.

Lo cierto es que hasta el siglo XI, con el impulso dado por Fernando I de León, no se puede hablar de un San Esteban de Gormaz plenamente cristiano, toda vez que la plaza fue disputada con los musulmanes y de unos a otros pasó su soberanía. Tal fue la porfía que en diferentes documentos se indica cómo a San Esteban de Gormaz se le conocía como Castro Moro (también se habla de Castro Muros) y, según cuenta Eduardo Bas Gonzalo en Memorias de mi pueblo: “Entre los años comprendidos entre el 920 al 975, San Esteban de Gormaz pasa de dueño en 11 ocasiones (en sólo 55 años), lo que hace que sus murallas, castillo y edificaciones no cesen de repararse una y otra vez”. Así, entre repoblaciones, reformas, asedios, saqueos, conquistas y reconquistas transcurrieron más de tres siglos que la fueron moldeando. Después, pasadas las épocas de gloria y esplendor, pese a algún repunte bajo el control de Álvaro de Luna (quien sería el primer señor de San Esteban y posteriormente ostentaría (una vez creado) su condado), una serie de epidemias y hambrunas (comienzos del siglo XIV, siglo XVI, inicios del siglo XVII) frenan y diezman su demografía, condenan la productividad de sus campos y lastran su desarrollo. ¡Ah, horas bajas para la villa en la que se asentó la fortaleza musulmana más grande de Europa, con su kilómetro de perímetro y sus 370 metros de longitud!

Y si la historia se encarga de recordarnos la intensa actividad de frontera de sus pagos, la literatura realza su peso. En una de las obra fundamentales de la literatura castellana, El Cantar del Mío Cid, San Esteban de Gormaz aparece citado en varias ocasiones, una insistencia que ha llevado a muchos estudiosos a pensar si el autor de esta obra aún oficialmente anónima no sería un nativo del lugar. Aquí, según el romance, encontraron cuidados las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar una vez que sufrieron la afrenta de Corpes a manos de sus esposos, los Condes de Carrión, y fueron encontradas por Félez Muñoz. Por aquí pasó el Cid durante su camino del destierro. En otra gran obra del medievo, las antes citadas Cantigas de Santa María, Alfonso X, su autor y doble visitante al lugar, recoge la leyenda del Vado de Cascajal. Los rezos de un caballero, Fernán Antolinez, que acudió a misa en la Iglesia del Rivero antes de entrar a batalla en un día de Pascua, intermediaron para que Santa María derribase al lugarteniente de Almanzor que comandaba las tropas musulmanas a su paso por el citado vado. La batalla no se celebró como tal, derivó en victoria cristiana y el caballero cambiaría su nombre por el de Pascual Vivas una vez que el por entonces Conde de Castilla le dijo: “«¡Por ti hemos tenido feliz día, Pascual! ¡Vivas muchos añosl». Esta leyenda fue plasmada en un auto sacramental por Calderón de la Barca, obra que ha sido teatralizada en el pueblo en varias ocasiones.

De San Esteban de Gormaz, que hoy en día es el tercer municipio por habitantes de la provincia de Soria, nos llegan muchas reflexiones escritas a lo largo de la historia. Dice una: «Aquí Castilla cambia de color, el paisaje se torna cálido y muestra limpios horizontes a su paso, interrumpidos sólo por la majestuosidad del Duero que los atraviesa mansamente...». Otra recuerda: “Son muchísimos los moros / que han sitiado San Esteban;/ de Peña Tajada a Langa, / desde Tiermes hasta aquella, / no queda de tierra un palmo sin pasar gente agarena”. En el citado poema del Mío Cid se recuerda: “Los de San Esteban siempres mesurados son”. Galib, general y poeta musulmán, aporta la versión del otro lado: “De un lado nos cerca / el Duero, /del otro Peña Tajada. /La salida está en vencer, / y en el valor la esperanza; / la sangre de los infieles, / enturbie del Duero el agua”. Más allá de estas divagaciones, centrándonos en el siglo XXI, San Esteban de Gormaz protagoniza cuatro posibles rutas turísticas en función de los gustos del visitante: la Ruta del vino (ya esbozada anteriormente al hablar de la D. O. Ribera del Duero), la Ruta de adobe y piedram, la Ruta de altos y vega y la Ruta del Románico y frontera. En el marco de esta última, en una especie de Madurodam a la española, en el Molinio de los Ojos del municipio (a unos dos kilómetros del centro), se ha puesto en marcha el Parque temático del Románico, un proyecto de maquetas que permite observar este estilo a través de las iglesias más representantivas de Castilla y León, a razón de un modelo por provincia.




San Esteban de Gormaz. El castillo, visto desde la confluencia entre la calle Mayor y la calle Posadillas. De este exponente defensivo levantado por los musulmanes en el siglo X apenas nos ha llegado un lienzo de su muralla, pero basta para hacernos una idea de su privilegiada situación. De hecho, tras pasar la villa a manos cristianas este castillo fue reformado y se integró en la red de control defensivo de la línea del Duero, la frontera cristiano-musulmana durante mucho tiempo.


Conocido como "El cubo" por su forma, estamos ante un vestigio de la antigua puerta de San Gregorio, uno de los accesos medievales a un San Esteban de Gormaz que contó con un recinto amurallado muy importante. Apenas quedan unos exponentes de esas murallas y este "cubo", junto al casi vecino "Torreón", también accesible desde este punto de la calle Mayor, y también algún mínimo tramo conservado entre casas, nos pone en situación sobre las dimensiones intramuros de la ciudad en el siglo IX.


San Esteban de Gormaz. Un comercio de su calle Mayor.


Calle Mayor. Una fachada con detalles ornamentales heráldicos.


La plaza Mayor de San Esteban de Gormaz, rica en soportales como mandan los cánones castellanos. En el centro, su ayuntamiento. Más que una plaza rectangular en sí, habría que hablar de una suerte de ampliación o "desdoble" la calle Mayor en este punto.


La plaza Mayor, cruzada (aunque no se perciba) de derecha a izquierda por la calle del mismo nombre.


Una pequeña callejuela, la calle Puerta de Castilla, desciende desde la Plaza Mayor hasta el río Duero a través de ese doble arco, conocido como Arco de la Villa. Un rincón con mucho encanto en San Esteban de Gormaz, reforzado por los aires que aporta la Fonda Yáñez, en primer plano.


Calle Mayor. Fachadas nobles blasonadas.


calle Mayor. Más fachadas nobles blasonadas.


San Esteban de Gormaz. Calle Mayor. Varias casas cuentan en sus fachadas con auténticos restos de estelas de origen romano, "materiales" que fueron recuperados de los alrededores (¿la villa romana de Fuentes Chiquitas? ¿Un cercano castro celtíbero?) durante el proceso de construcción de las mismas y que hoy en día le aportan un punto muy curioso a estas casas.


San Esteban de Gormaz. Calle Mayor. Más estelas romanas reutilizadas como sillares.


Calle Mayor. Arquitectura popular. El casco histórico de la localidad fue declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico-Artístico.


Calle Mayor. Arquitectura popular con soluciones modernas para la antena de la televisión.


Calle Mayor. Arquitectura popular.


San Esteban de Gormaz. Iglesia de Nuestra Señora del Rivero. La morada de la patrona de este núcleo urbano fue construida en en siglo XII y sigue los parámetros constructivos de la también románica iglesia de San Miguel: una nave única con presbiterio, cabecera circular y galería porticada. Sus capiteles, muy ricos iconográficamente, así como la decoración pictórica del interior.


San Esteban de Gormaz. La callejuela empinada que asciende hasta la iglesia de San Miguel.


Dos gatitos juguetean en las proximidades de San Miguel.


San Esteban de Gormaz. Arquitectura popular en la calle San Miguel.


San Miguel, iglesia románica que presume de ser el primer templo porticado construido en suelo español y de la que se ultima una muy avanzada y meticulosa restauración. La inscripción en un canecillo parece reflejar que se inauguró en el 1068 (Iulianus Magister Fecit Era MCXVIIII), aunque algunos autores sostienen que la apertura del templo es ligeramente posterior, de 1111.


San Miguel. La esbelta torre, de piedra y ladrillo, fue levantada posteriormente a la nave principal del templo.


Iglesia de San Miguel. Detalle ornamental de la torre.


Iglesia de San Miguel. Lado sur.


Iglesia de San Miguel. Pequeño acceso de madera abierto en los muros de su vertiente sur. Influencia musulmana innegable confesada por ese arco de herradura.


Iglesia de San Miguel. El pórtico de siete arcos que la ha hecho más célebre aún.


San Esteban de Gormaz. Lagar de San Miguel. En la parte alta del pueblo, en el camino que asciende hasta el castillo, se encuentran el grueso de las bodegas tradicionales que confiesan que nos encontramos en la puerta de acceso al Duero más vinícola. De hecho, en San Esteban arranca la Denominación de Origen Ribera del Duero. Este Lagar de San Miguel es comunal y se ha convertido en todo un museo del vino para los visitantes que acuden a San Esteban.


Arco de la Villa. Vistas sobre la plaza y la calle Mayor. Esta puerta es otro de los reflejos de la vieja muralla del siglo XI.


San Esteban de Gormaz. El Arco de la Villa, visto desde la actual avenida de Valladolid, antiguo trazado de la carretera que unía la capital pucelana con Soria.


San Esteban de Gormaz. El Puentecillo, que salva las aguas del canal del Duero.


El puente de San Esteban de Gormaz. Su origen romano permanece ahí, pero el actual puente es fruto de una reforma en la Edad Media en la que se profundizó en 1526 y en 1717. Sus 16 ojos salvan las aguas del Duero, las de un pequeño canal que forma el Paraje del Sotillo y un par de pequeñas islas que hacen de espacios verdes para la ciudad.


San Esteban de Gormaz. Los restos del castillo.


San Esteban de Gormaz, vistos desde la lejanía.