Sigüenza, la fotogénica piedra que domina el valle del Henares (diciembre de 2011)



Otra de esas manifestaciones urbanas que ahondan sus raíces en las presencias humanas prehistóricas de sus entornos (celtíberas, para más señas) y consolidan un crecimiento revestido de piedra en los tiempos de disputas fronterizas entre culturas marcadas por las aguas del río Henares… y convivencias a un tiempo belicosas y a otro indiferentes. Tal es Sigüenza, la vieja Segontia y más vieja aún Segonola, en Guadalajara. Una prototípica villa orgullosa de su innegable estética medieval, tranquila, asentada en las faldas de una montañita aderezada con una de esas catedrales que confirman el pedigrí de la plaza y coronada, menuda metáfora más acertada, por un soberbio castillo que en la actualidad ejerce de Parador Nacional y cuyos cimientos, siglos atrás, fueron basamento de un castro celta que pasó por manos romanas y musulmanas. Sigüenza. La ciudad de los cien obispos. "La muy singular y muy histórica ciudad". Tan orgullosa, claro, que promueve desde hace más de una década unas de las jornadas medievales con más solera de toda España. Tan plácida que sus numerosos rincones con encanto resultan, si se nos permite la expresión, más auténticos aún. “La ciudad que domina el valle”, cuentan que viene a significar su nombre etimológicamente. “La ciudad ideal para las escapadas por la confluencia de su innegable y pétrea belleza; su cercanía a la fagocitante Madrid, apenas un centenar de kilómetros, que permite idas y vueltas en el día; y una urbe rica en generosos fogones”, podría añadirse para contextualizar su afamada trascendencia.

En la frontera entre la pequeñita ciudad y el enorme pueblo por eso de su rico e intenso pasado y sus 5.000 habitantes (2011), los locales no se cansan de apuntar que este rincón de la Alta Guadalajara con diócesis propia y cuna de numerosos nobles rivaliza con la mismísima Toledo en lo que a turismo de fin de semana se refiere. Es posible. Las conexiones entre una y otra, más allá de sus diferentes tamaños, son evidentes. Y existen vínculos que las estrechan. Baste con señalar que para la grabación de una serie televisiva ambientada en Toledo se ha recurrido, entre otras localizaciones, a Sigüenza. Según las estadísticas de las instituciones pertinentes de Castilla La Mancha, Toledo y Sigüenza han venido siendo durante los últimos años los dos destinos turísticos más visitados de la Comunidad. La cercanía a Madrid, conviene insistir en ello, también ayuda lo suyo. Por esta plaza alcarreña han pasado más de un millón y medio de personas desde mediados de la década de los años 90 (los datos se comenzaron a sondear en 1996) y el número anual de visitantes supera los 130.000. Eso sí, el perfil es muy nacional.

Una estancia en la recomendable (especialmente por su perímetro y por su tranquilidad) casa rural La Galiana, en el cercano pueblo de Algora, fue la excusa perfecta para poner rumbo a la antigua Segontia, "la que domina el valle", la de una historia rica como pocas. Eso sí, con paradas previas en La Torresaviñán y el Mirador Félix Rodríguez de la Fuente sobre el río Dulce. Desde su conquista en el siglo XII, Sigüenza ha sido una cuestión eclesiástica en el sentido de que obispos y cardenales han ejercido fundamentalmente el ordeno y mando durante seis siglos. Acaso que el gran promotor de la "liberación" musulmana fuera el religioso cluniacense Bernardo de Agén, futuro obispo, tiene mucho que ver. Quizá su techo llegó en la época de los Reyes Católicos con las influencias y las ascendencias del cardenal Mendoza (posteriormente promocionado al arzobispado de Toledo), pero los diferentes avatares históricos sufridos por sus piedras confirman que se la trató con el respeto y el mimo de los lugares que se saben importante. Eufemísticamente, claro, lo del "respeto"; nunca sobraron las armas y ni faltó ardor guerrero en sus citas con la historia. Y eso, al final, siempre se acaba notando en el patrimonio. Pese a todo, gracias a las reconstrucciones, nos has llegado tanto, y con unas connotaciones tan concretas, a veces capaces de trascender hacia un punto más artístico como es el caso del célebre sepulcro del Doncel, imagen de marca y motivo de imanes de nevera, que puede afirmarse sin rubor que Sigüenza se encuentra entre la élite de la estética "medieval"española.


Sigüenza. Mapa de ubicación. La Ciudad del Doncel está situada a poco más de 120 kilómetros de Madrid por carretera. La autovía A-2 tiene hasta cinco salidas indicadas, siendo las más directas la 104 ( que nos conduce a sus calles vía CM-1101 tras 23 kilómetros) y la 118 (a través de la sinuosa GU-118, la que pasa junto al Mirador Félix Rodríguez de la Fuente). También está bien comunicada con la capital de España por ferrocarril e incluso cada año se pone en marcha un tren medieval cuyo viaje temático y animado parte de la estación de Chamartín los sábados y tiene un coste de unos 25 euros.


Calle de Villaviciosa. Pasando junto al actual Colegio Sagrada Familia, antiguo Hospicio o Real Casa de Misericordia (siglo XVIII). A la derecha de la imagen queda el Palacio Episcopal, antigua sede de la universidad de Sigüenza. Nosotros vamos ascendiendo metros (la parte baja de la ciudad se encuentra a unos 930 metros sobre el nivel del mar y la alta, ya en el castillo, a 1050) porla calle que se intuye en el centro.


Torreón (Torreón del Cubo) y un pequeño tramo del lienzo de la vieja muralla gótica que protegía Sigüenza. El entramado defensivo de la ciudad, del que nos han llegado varias puertas y testimonios como éste, tuvo que ser magnífico.


Subiendo por la calle Villaviciosa, a punto de llegar a la semipeatonalizada calle del cardenal Mendoza (centro). Fue Pedro González de Mendoza, personaje hábil en las relaciones políticas, manantial de prosperidad para Sigüenza durante la segunda mitad del siglo XV. Bien lo cuenta F. Javier Villalba Ruiz de Toledo en este artículo (publicado en Cuadernos de Historia Medieval Secc. Miscelána, 2 (1999), pp. 43-60): "En Sigüenza, como en ningún otro lugar, puede apreciarse la labor desarrollada por un eclasiástico que encaja perfectamente con el prototipo de personaje comprometido con una labor gestora y organizativa de la sede o sedes que tiene encomendadas, y al mismo tiempo decidido participante en la dinámica política que se desarrolla a su alrededor".


Sigüenza. Escudo municipal ornamental en el firme empedrado de la calle cardenal Mendoza. De esta vieja representación, apenas modificada durante siglos y fiel al castillo y el águila, se cuenta que es el escudo heráldico más antiguo de toda Guadalajara. En Agen, lugar de origen del obispo Bernardo, también cuentan con un escudo presidido por un águila y un castillo. No es igual, claro, pero la propuesta francesa sí hubiera podido influir en el caso alcarriano a través de tan insigne personaje.


Calle del Seminario.


Confluencia entre las calles Seminario y cardenal Mendoza.


Los reflejos de los cambios en el callejero que muchas veces permanecen en las expresiones de los vecinos...


Escudo heráldico en una fachada.


Una fachada muy ornamental en la calle cardenal Mendoza, al uso del tan característico esgrafiado que podemos encontrar en muchos edificios de la vieja Castilla y quizá más profusamente en Segovia y provincia.


Edificios en la plaza del obispo Bernardo, a la altura donde muerte la calle cardenal Mendoza.


La ecléctica catedral Basílica de Santa María de Sigüenza, siempre concurrida y visitadísima. Su apariencia de fortaleza no engaña, pues en sus orígenes, allá por el siglo XII, después de la toma de la ciudad impulsada por el eclesiástico aquitano Bernardo de Agen, cumplió esta misión. Gran parte de culpa la tienen sus macizas torres, la de las Campanas (derecha) y la de Don Fadrique (izquierda).




Catedral de Santa María. Fachada principal, una motivación románica geográficamente orientada hacia poniente, y detalle de la rejería de forja que rodea el acceso al atrio. La catedral comenzó a se construida en el siglo XII y se prolongaron, por diferentes circunstancias, hasta el siglo XVIII. Tras la Guerra Civil, en la que sufrió muchos daños y protagonizó episodios muy estudiados, requirió de una generosa restauración. La visita guiada cuesta unos 4 euros en los que desgraciadamente no entra su museo catedralicio por encontrarse cerrado al público.


Fachada principal. Puerta de los Perdones o, a secas, el Perdón. Esencia románica que constrata mucho con los cuerpos superiores ya de clara influencia gótica. Arquivoltas sin decoración. Entre la puerta y el rosetón, un relieve que representa la escena La imposición de la casulla a San Ildefonso, un tema bastante recurrente dentro del mundo del arte.


Catedral. Detalle heráldico en la puerta principal, posiblemente el escudo familiar de algún obispo.


Catedral de Santa María. Bóvedas en la nave central, una de las tres que tiene el templo y que se extiende sobre 80 metros de largo y 30 metros de anchura. Estamos ante un templo riquísimo en esculturas, pinturas, capillas, sepulcros y altares.


Nave izquierda, también conocida como nave del Evangelio (la derecha es la nave de la Epístola, según los cánones del Vaticano). En la del Evangelio, abundante en testimonios, encontraremos la capilla de San Pedro, la Puerta de Valero, la Capilla de la Anunciación, la Capilla de San Marcos, los sepulcros de Juan y Antón González, el altar de San Juan Bautista, el altar de San Miguel...


Detalle de una bóveda que se yergue sobre unos ventanales de evidentes aires góticos asentados en arcos ojivales y un enorme rosetón.


Trascoro donde encontramos la imagen de Santa María de la Mayor y que destaca por sus columnas salomónicas. Fue mandado construir por el obispo Andrés Bravo de Salamanca y sus materiales proceden de canteras de Calatorao, Cehegín y Fuentes de Jiloca. Dicen que la imagen, elaborada con madera de ciprés en el siglo XII, fue traída de Aquitania por el obispo Bernardo.


¡No podemos dejar de mirar hacia arriba! Estamos bajo la cúpula principal, punto con 35 metros de altura. Hay que recordar que esta parte fue reconstruida tras la Guerra Civil.


Una de las capillas más concurridas, no siempre abierta al público, es en la que encontraremos el famoso sepulcro de El Doncel: la Capilla de Santa Catalina. La tumba de Martín Vázquez de Arce, fallecido durante una campaña militar en Granada, es una de las joyas escultóricas del siglo XV e icono de la villa hasta el punto de que se la conoce como la "Ciudad del Doncel". Según Ortega y Gasset, "una de las esculturas más bellas del mundo".


Una hermosa y ténue luz. Allá por 1911, escribió José Ortega y Gasset sobre esta catedral en El Imparcial: "La catedral de Sigüenza, toda oliveña y rosa a la hora del amanecer, parece sobre la tierra quebrada, tormentosa, un bajel secular que llega bogando hacia mí..."


Capilla de la Anunciación o la Purísima, de comienzos del siglo XVI, ubicada en la nave izquierda de la catedral.


Sepulcros de Juan y Antonio González, tío y sobrino, el primero en horizontal y el segundo en vertical. Otro de los llamativos reclamos de Sigüenza.


En la girola del templo encontraremos el sepulcro de Bernardo de Agen, el conquistador de la ciudad e impulsor de una dinastía de poder eclesiástico que hizo grande a Sigüenza. Fue esculpido en mármol blanco por Martín de Lande a mediados del siglo XV.


Lápidas en el suelo de la catedral. Ya se sabe que estas obras tan costosas buscaban financiación y una fuente de ingresos era "la venta de espacios" para restos mortales.


Vistas del muy concurrido atrio exterior de la catedral desde el interior del templo. El atrio fue una petición del cardenal Bernadino López de Carvajal, cuyo encargo implicó la destrucción de un tramo de muralla.


En el exterior de la catedral, cercana a la plaza Mayor y sobre la llamada Puerta del Mercado, contemplaremos la llamada Torre del Gallo. Esta atalaya, del siglo XIII, servía como punto de vigilancia y medio de comunicación con el castillo.


Una de las torres de la catedral, la de Las Campanas. Más de 40 metros de altura. Realmente ejerce de campanario desde que se le añade un último cuerpo en el siglo XIV, bajo el mandato del cardenal Pedro Gómez Barroso. Cuenta con hasta quince campanas y esta tarea fue exclusiva suya hasta la instalación, recientemente, de una nueva campana en su "vecina" Torre de Don Fadrique.


Sigüenza. Fuente de los tres caños. En la plaza del obispo Don Bernardo. No falta el escudo municipal, inalterable durante siglos.


Puerta del Toril, acceso a la plaza Mayor. Este espacio de la ciudad acogía espectáculos taurinos durante diferentes fiestas y esta puerta, una de las siete con las que contaba la antigua muralla, servía de acceso para los toros. De ahí su nombre.


Una vista sobre la plaza Mayor de Sigüenza, tan suya por sus característicos soportales y habitual punto de encuentro de turistas y actividades relacionadas con lo medieval.




Plaza Mayor. Ayuntamiento de Sigüenza.


Edificios en la plaza Mayor. Muchos balcones, pero poca sensación de vida dadas sus muchas persianas bajadas.


Contrastes en la confluencia de la plaza Mayor con la calle del mismo nombre entre la piedra del ayuntamiento y una vieja fachada un tanto desvencijada y tomada por los desconchones. ¡Nos encanta esta imagen!


Puerta del Mercado (antigua puerta de la Cadena) y Torre del Gallo de la catedral, vistas desde la calle Mayor, la vía que asciende desde la plaza Mayor hasta el castillo.


El balcón de una vetusta fachada, rodeado de desconchones.


Una hermosa fachada, entre las muchas que llaman la atención, en la calle Mayor. Esta rúa es muy rica en viejos edificios de gran personalidad. Un paseo, ascendente primero, descedente después, realmente recomendable... Y básico, por tratarse de la principal ruta de acceso al castillo.


Sigüenza también tiene su puerta del Sol, concretamente ésta. La Puerta del Sol, antigua Puerta del Portalejo, era otro de los accesos de la vieja ciudad medieval. Fue abierta en el siglo XIII.


La ascendente calle Mayor.


Cerca de la calle Mayor, si la abandonamos a la derecha por la segunda calle que nos sale al paso de camino al castillo (c/ Travesaña Alta), llegaremos a la musealizada Casa del Doncel, antigua vivienda de la familia Vázquez de Arce y principal casita en el entorno de una pequeña plazuela con mucho encanto. Emblemático edificio local de aires góticos, y también sede del Archivo Histórico Municipal, su apariencia de torre resulta engañosa y oculta un interior muy muy rico, recuperado por los trabajos de la Universidad de Alcalá de Henares.


Iglesia de San Vicente Mártir. Templo románico del siglo XII casi vecino de la Casa del Doncel.


Empedrada y estrecha calle Jesús, otra opción para llegar al castillo.


Vivienda con un pequeño patio en la calle Mayor. Una rara avis. ¡Sin ser la edificación más destacada, los dueños tenían que tener sus buenos maravedíes!


Iglesia de Santiago. Templo románico del siglo XII reedificado de nuevo un siglo después. Lo más sorprendente, sin duda, encontrárselo como una edificación más de la calle Mayor, rodeado de palacetes y grandes fachadas.


Alcanzando la parte alta de la concurrida calle Mayor, habitual caudal de turistas y sede de algunos negocios de artesanías y recuerdos.




El casco urbano de Sigüenza (en este caso, pequeñas pinceladas de los barrios de San Vicente, Santa María Alta, Santa María Baja y Prados de San Pedro) visto desde las proximidades de su castillo.


En la llamada plaza del Castillo.


El entorno de Sigüenza, allí donde fluyen las aguas del arroyo del Vadillo, visto desde las afueras del castillo. Estamos en la parte alta de la ciudad y a esa zona se la llama el Barranco del Vadillo, curso de agua que desagua en el Henares junto al convento de las Ursulinas.


Castillo de Sigüenza, actual parador de turismo y que en otro tiempo también fue palacio, especialmente de cardenales y obispos, con momentos puntuales para la realeza. Como cuando, dicen, fue encerrada aquí (siglo XIV) Blanca de Borbón, esposa repudiada de Pedro I de Castilla, para unos El Cruel, para otros El Justiciero. O como cuando el ínclito Fernando VII vino a hospedarse aquí (durante tres días del siglo XIX) con su esposa María Josefa Amalia, de camino hacia el balneario de Solán de Cabras (Cuenca) para ver si con las propiedades de sus aguas se estimulaba su fertilidad. Se cuenta que espetó a su séquito: "Vámonos de aquí, si seguimos, saldremos todos preñados menos la reina". Esta fortaleza de raíces romanas, posteriormente alcazaba musulmana, fue levantada en el siglo XII tras la toma de la ciudad durante la Reconquista. Que el cabecilla de aquel golpe de mano fuera el obispo Bernardo de Agén condicionó su vinculación a la élite eclesiástica durante siglos.


Una pareja atraviesa uno de los accesos a la barbacana del majestuoso castillo del Sigüenza. Porque majestuosos, sí, resultan sus actuales 400 metros de perímetro empedrado. La historia, sin embargo, nos relativiza la integridad de un monumento (que tuvo que ser mucho mayor) remozado en diversas épocas y al que tanto la Guerra de Sucesión, las invasiones napoleónicas y la Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas (cuando fue tomada, en 1836 primero por el general Miguel Gómez y después por el gran Ramón Cabrera; también en 1872 por Ángel Casimiro Villalaín) o, muy especialmente dada una sangrienta batalla en los albores del conflicto, la Guerra Civil afectaron gravemente. Y eso que ya había vivido lo suyo con las refriegas por la Corona de Castilla. Por ello, empleando planos originales, fueron necesarios intensos trabajos de restauración en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX, previos a su apertura como Parador de Turismo en 1972.


Reinterpretación de antiguo patio de armas, actual espacio semiajardinado, muy agradable para el descanso y la conversación relajada. El pozo que se observa a mano derecha, uno de los reclamos más fotografiados por los visitantes. Este espacio es de libre acceso para todo el público.




Un detalle abalconado al mejor uso castellano del patio interior del Castillo de Sigüenza. Este parador es célebre, además, por el mimo de su mobiliario interior.


Vista interior de un torreón y sus almenas desde el patio interior. Además de tener su fantasma, como todo buen castillo que se precie (un pedigrí fundamentado en una serie de incidentes casuales con uno de los paneles colocados con motivo de una convención que fueron atribuidos por unos, con cierta chanza, a los vengativos desvelos del obispo Bernardo; y por otros, al espíritu de Blanca de Borbón) por estas instalaciones se han sucedido rodajes, encuentros y anonimatos varios. Aquí grabaron Imanol Uribe su premiada Días contados o John Glen su Cristobal Colon: el descubrimiento en la que interveía Marlon Brando. También pasaron por aquí las cámaras en 1492: La conquista del paraíso del británico Ridley Scott y en el Lázaro de Tormes dirigido por Fernando-Fernán Gómez y José Luís García Sánchez.


Un contraste un tanto feo entre lo medieval y lo moderno en el patio interior de la barbacana.


Una imagen del castillo de Sigüenza, tan fotogénico por los torreones y almenas de su barbacana y su apariencia maciza, desde la estrecha calle Jesús, vía paralela a la calle Mayor en su desembocadura a una plaza del Castillo tan afeada por la constante presencia de coches aparcados.