Feria, el faro de Extremadura y un pueblo volcado con las Cruces (diciembre 2005) (mayo de 2014)


Cierto que no son pocos los oteros, picos y atalayas que, repartidos por toda la geografía estatal, pueden presumir de ofrecer algunas de las mejores panorámicas del mundo, pero entre todos, uno, el castillo de Feria, se ha ganado el honor de ser considerado el mejor de Extremadura. Y dentro de él, su torre del homenaje de 40 metros. Quizá sus connotaciones señoriales, las del noble que observa sus dominios, han ayudado a reforzar esa fama. Sin embargo, los hechos son los hechos y desde los muros del castillo de Feria pueden observarse una veintena de pueblos. ¡Madrecita, quién tuviera la tierra que se divisa desde el Castillo de Feria!, dicen los lugareños. En una tierra sin mar, en una tierra que muchas veces llora en el estío la falta de agua que seca sus campos, este castillo, a 679 metros sobre el mar, es un faro. El Faro de Extremadura, a apenas 60 kilómetros de Badajoz, próximo a la carretera que, desde la capital pacense, se dirige hacia Sevilla, Córdoba y Granada.

Su posición es privilegiada. Las fértiles llanuras de la Tierra de Barros chocan, de golpe, con la Sierra del Castillo, en la que se asienta la villa de Feria (504 m) y que es la parte más septentrional de una sucesión de modestos sistemas montañosos de poca altura, pero muy quebrados, que se extienden, casi, hasta la provincia de Huelva, repartidos entre varias comarcas de la provincia de Badajoz. Tierra de dehesas, carbón vegetal y embutidos caseros. Esa situación de la fortaleza, envidiada y caprichosa, ha promovido la presencia humana desde tiempos antiguos. Hasta los casi 1.400 habitantes del pueblo actual, por la zona han pasado celtas, romanos, godos, árabes… Fueron estos últimos lo que erigieron una construcción defensiva en el lugar donde, después, se levantó el castillo. En el siglo XIV Enrique III de Castilla entregó varios terrenos al caballero Gomes Suárez de Figueroa y se inició el señorío de Feria, que después pasó a ser condado –en esta época, mediado el siglo XV, se levantó el castillo- y, posteriormente con Felipe II, ducado (1567). En torno a él se gestó un foco de poder que se aprovechó de los recursos de los territorios colindantes. Llegar hasta su entrada hoy es más fácil que en tiempos pasados. Pero el acceso, asfaltado desde el pueblo, no puede evitar las fuertes pendientes que rozan los dos dígitos en el especial paso por el casco urbano hasta la llamada Cruz del Real; y escribimos estas líneas con conocimiento de causa después de sufrirlas alguna que otra vez dando pedales. El empedrado teletransporta a épocas de inquisición, pícaros y espadas por calles en los que cada rincón tiene su particular encanto…. como pasa tantas veces en este país que nunca se acaba. Una parada, en todo caso, inevitable.

La Iglesia de San Bartolomé y su bello interior, el Rincón de la Cruz, el Pilar de Zafra o la Casa del Concejo son otros atractivos monumentales que reclaman su protagonismo a los pies del Castillo, desde el que, dicen los lugareños, se observa el pueblo con una curiosa forma de lagarto gigante. De la Iglesia, del siglo XV, resulta curiosa su decoración renacentista que incluye símbolos del zodiaco.

El senderismo, el parapente (en la vecina La Parra), la bici de montaña o el simple disfrute de su gastronomía, con especial mención para sus productos procedentes del cerdo ibérico, son algunas de las excusas que pueden empujar al turista hasta la capital del ducado y su castillo. Un buen sitio para tomar un refrigerio está justo en lo alto del pueblo, en la carretera que juega con la montaña para rodearla y llegar a la entrada del castillo; entrada, por cierto, que ofrece grandes vistas hacia los pueblos de La Parra y La Morera, un microvalle (no estamos en una zona de altísima montaña) realmente precioso para pasear o pedalear: el Hotel-Restaurante La Cruz del Real. Este establecimiento recupera un antiguo edificio que fue concebido como ermita, pero acabó ejerciendo de hospital para mendigos y, posteriormente, fue abandonado. Junto a la Iglesia de San Bartolomé, a mano derecha si veíamos su portada de frente, se encontraba otro local que era una auténtica joya que conocimos bien tempranito una fría mañana de invierno en la que íbamos a disfrutar de la zona en bici de montaña. Aquel establecimiento, cuyo nombre no recordamos, era uno de esos bares sin reformar lleno de encanto, con tu mobiliario más propio de la serie Cuéntame que de estos tiempos actuales. El café que salió de su decana cafetera no será fácil de olvidar por el calor especial que nos aportó. Ahora, así lo pudimos comprobar la noche del verano de 2009 en la que fueron al pueblo a actuar en directo Los Chunguitos, de aquel local vetusto no queda nada. El testigo, tras una pertinente reforma, lo ha cogido el reformado Bar Ancla Chami.


Feria. El faro de Extremadura. Ubicación geográfica. Como vemos, estratégicamente retirada de la ruta que conecta Badajoz con Sevilla y Córdoba.



Vista del castillo de Feria (centro) y su privilegiada posición desde la carretera que une Santa Marta de los Barros y Almendralejo.

La silueta del castillo de Feria es perceptible muchos kilómetros a la redonda, como una suerte de morada del más malvado Sauron de El Señor de los anillos. Una vista desde el asiento del copiloto de un vehículo que circula entre las cercanas Nogales y La Morera por la carretera BA-106.

Poseedor de cierto renombre turístico, su festividad de las Cruces de Mayo congrega no solo a muchos oriundos emigrados, sino a turistas de los más variopintos lugares. Ascendemos hasta el casco urbano tras dejar el coche en un aparcamiento gratuito cercano a las instalaciones de la piscina municipal. Una largo ascenso, a ratos pesado. Pero en estos pagos la verticalidad se impone a la horizontalidad. Y el castillo, fiel vigia.

Dos equinos curiosos en nuestro ascenso hacia el casco urbano...

Un estrecho y revirado sendero cementado es la vía por la que ganaremos altura hasta la calle Badajoz.

El senderito en cuestión... y sus vistas sobre la Tierra de Barros.

Panorámica sobre la Tierra de Barros... y alguna que otra más. La vista abarca una amplísima extensión de terreno. Alucinante e impensable. Una vista así desde la ventana del duque en cuestión no venía a ser un "recuerda que eres mortal" de los Césares, no.

Por la calle Badajoz, travesía urbana de la carretera BA-3028.

La torre del homenaje del castillo, sobre los tejados.

Calle Badajoz.

Una metámora visual.

Bifucación calle Badajoz y Travesía del Pilar.


El cruce que debemos tomar a la derecha para entrar en el "centro" del pueblo y subir hasta el castillo.

Empedrada y empinadísima calle Pilar de Zafra. Digna de Tour de Flandes y con posibilidades de múltiples pasos. La Vuelta está tardando...

Subiendo por la calle Nueva, que por extensión y por hechuras es algo así como la "Gran Vía" de Feria. Eso sí, siempre con el castillo vigilante.

Faroles de estilo isabelino, fernandino o seguro que algún otro "ino".

Calle Nueva.

Si nos atenemos a la extensión de sus fachadas y ciertas decoraciones en las mismas... ¡menudas casas en la calle Nueva!

Travesía de Zafra.


Callejeando por el centro.

Esta escultura, casi al final de la calle Nueva, representa a la mujer corita (que es el gentilicio más popular para los nativos de Feria) por su vinculación con la Fiesta de las Cruces.

Iglesia de San Bartolomé. Portada este. Mira a la plaza de Extremadura.

La agonía de la calle Nueva, junto a la plaza de Extremadura y la iglesia. Zona céntrica y con bares y servicios, ojo.

En Feria no tienen una plaza al uso, pero sí cuentan con un magnífico sustitutivo que es el Paseo Corredera. Capital en fiestas y celebraciones y buen destino para el copeo y el tapeo.

Cruces engalanadas en el Paseo Corredera.

Rodeamos San Bartolomé por una calle que comunica la plaza de Extremadura y el Paseo Corredera con la plaza de España, donde se encuentra el ayuntamiento.


Escultura que preside la entrada oeste a la Iglesia de San Bartolomé y que, no podía ser otro, se trata del propio San Bartolomé.


Contrastes: las monturas del hoy, para el ocio, con las del ayer que también siguen vigentes hoy, para las labores.


Interior de la Iglesia de San Bartolomé: vista del retablo de su altar mayor.

San Bartolomé es fundamental en la fiesta de las Cruces. Desde el siglo XVI, cuando impulsó los festejos Ana Ponce de León por coincidir con su cumpleaños, las Cruces de Mayo vienen trayendo año tras año una procesión de decenas de cruces de madera, cada cual con su decoración, portadas por grupos de mujeres. Una fiesta de origen medieval creada por la cuarta duquesa de Feria.

Las Cruces de Feria. Fiesta declarada de Interés Turístico Regional por la Junta de Extremadura. Y con un curioso contraste: el de los locales luciendo sus mejores galas y el de los visitantes no tanto.



Cruces de Mayo. Unas portadoras se preparan para ingresar en la marcha de otras muchas cruces que procesionarán por el pueblo.

El ayuntamiento de Feria, antigua Casa del Concejo.

El ayuntamiento se asienta sobre sólidos cimientos de roca... se nota que no es un edificio construído ayer mismo, no.

Turistas y locales observan las cruces desde los soportales de la casa del Concejo.

Calle Mesones.

Una cabina telefónica con prioridad de llamadas: mandan las entrantes sobre las salientes...

Empedrado medieval.

Rincón de la Cruz. Uno de los espacios urbanos más mágicos de Feria. Curiosamente la cruz es una cosa reciente: instalada en 1980. Junto a la calle Duque de Feria. Y engalanada por las fiestas locales.



Rincón de la Cruz.

Calleja Clemente. La calle Duque de Feria comienza a empinarse de lo lindo...

Calle Castillo.

Una anciana afronta un empinado tramo en la calle Castillo.

Vistas sobre la calle Franco.

Ronda de la Candelaria.

Calle Duque de Feria. Las pendientes exigen a que, en mayor o menor medida, todas las viviendas tengan esta rampa de acceso. Nos ayudan a comprobar la tremenda cuesta.

Cerca de piedra en la calle Castillo.

Unos turistas descienden por la calle Duque de Feria.

Se agarra el empedrado...

La parte alta de la calle Duque de Feria está copada por alojamientos rurales. Y de calidad, por lo que podemos leer por ahí. Por un lado, en su número 54 encontraremos la casa rural La Fuentina. Más o menos enfrente, apreciable en la foto, mucho más elegante y destinado a otro tipo de público por el "luxury" que preside su placa, se encuentra el Requies. La iniciativa de un matrimonio de jóvenes emprendedores que aquí convierten en visita del político de turno.

Cruz del Real. Nuevas y diferentes vistas del castillo de Feria.

Nave cooperativista en lo alto de la Cruz del Real.

Una "Cruz del Real" presidente un pequeño parquezuelo-mirador a los pies del castillo y en su ascenso directo, fuera ya del casco urbano.



Hotel Rural y restaurante Cruz del Real.


El castillo, visto desde la verita misma del hotel-restaurante La Cruz del Real.

La carreterilla que sube hasta el castillo cuenta con una cadena que frena a los que quieran subir el coche hasta la puerta. Suben vehículos, pero de mantenimiento y demás.

El asfalto... aunque sea en cuesta no son pocos los vecinos de Feria que recurren a esta ruta como principal plato del menú para sus paseos.


Feria, a los pies de la fortaleza, gana más belleza aún desde las alturas. Y la torre del homenaje del castillo de Feria, tal y como la vemos en la primera imagen, es una joya no lo suficientemente conocida.


Feria. Dicen los lugareños que la fisonomía de su casco urbano se asemeja a la de un enorme lagarto... y es que, cuentan, que alguno de estos bichos aterró varios siglos atrás a la población. ¡Leyendas!

San Bartolomé, mucho más San Bartolomé.



Las explotaciones agrícolas pelean contra la orografía. Nos preguntamos, de paso, hacia dónde y cómo de dura es esa pista que se percibe en la otra vertiente de la sierra.


La Tierra de Barros desde el acceso al castillo.

Castillo de Feria. Ubicado en una zona pedregosa de fácil defensa que viene seduciendo al hombre desde el neolítico y por la que han pasado romanos, visigodos y musulmanes.




Castillo de Feria.



La Parra (en primer término) y La Morera (en segundo), núcleos urbanos antesala de una zona orográficamente mucho más quebrada y que protagoniza fundalmente la comarca Sierra Suroeste.


El castillo de Feria, a contraluz.