La de Chamberí ya no es una enigmática estación fantasma del Metro de Madrid



Hace más de una década, en una visión que no se nos olvidará nunca, mirábamos distraídos por la ventana de un vagón del metro de Madrid. Distraídos, con la mente en otras cosas, el convoy redujo su velocidad y al otro lado del cristal, en una oscuridad cavernosa, se intuía la silueta de una estación. Había descubierto, sin saber de su existencia antes, una estación fantasma en la línea 1, la azul. Como tantos y tantos que miraban por ese cristal en el trayecto entre las estaciones de Iglesia y Bilbao. Y sin embargo resulta curioso descubrir que la estación de Chamberí, pues ese era su nombre, era una de las pioneras del suburbano en la capital. Chamberí formaba parte de aquella línea de siete paradas inaugurada por Alfonso XIII el 17 de octubre de 1919: Ríos Rosas, Martínez Campos, Chamberí, Bilbao, Hospicio y Red de San Luis la componían. La propia evolución del transporte bajo tierra, los avances en materia de fabricación de trenes y el propio crecimiento de la ciudad condenaron las estación de Chamberí. Su ubicación llevó a los responsables de Metro a prescindir de sus servicios y acabó siendo cerrada en 1966.

Y desde entonces, el olvido. Pero un olvido relativo, ya que hubo épocas en las que sirvió de refugio a mendigos y graffiteros, pese al control policial, y siempre hubo ojos para recordarla en los vagones que la atravesaron en las décadas siguientes. Chamberí, leemos, inspiró canciones ("La estación fantasma", de Los Coyotes, un tema de 1982) y apareció en series y películas (Barrio, de Fernando León). Desde 2008, tras quince meses de rehabilitación y 3,8 millones invertidos en la misma, podemos volver a visitarla. La estación de Chamberí, dentro del proyecto 0, se ha convertido en un museo maravilloso que, desde una óptica ferroviaria, nos muestra cuánto ha evolucionado este medio de transporte. Allí se muestran antiguas taquillas, antiguos tornos, antiguas señales indicativas… y andenes decorados con mosaicos publicitarios de la época (entre otras marcas: Cafés La Estrella, Cementos Portland, la Naranjina, Gal, Longines, Gota de Ámbar…). Todo es original. En términos de mobiliario, el cierre de Chamberí supuso una especie de momificación para su contenido. Dos mamparas de seguridad, por cierto, protegen al público del paso de los convoyes de Metro, cuyo estruendo la primera vez sobrecoge. Junto a las vías, por cierto, no está permitido hacer fotografías por una cuestión de seguridad. En todo caso, una visita muy recomendable para todos aquellos que visiten Madrid. O aquellos nostálgicos de lo antiguo.

Antigua estación de Chamberí, hoy en día un original museo. Ubicación dentro de la ciudad de Madrid. Como se aprecia, muy céntrica.


Los accesos a la estación de Chamberí. Una de las joyas de la corona del proyecto Anden 0.


La zona de las taquillas y los tornos.


Todo perfectamente restaurado, incluso la señalización es original.


Otra vista de las taquillas.


Qué diferentes son estos tornos con respectos a los actuales, automatizados.


Las instalaciones.


Una vista de la zona de taquillas y salas de diferentes utilidades.


Un detalle de la taquilla.


El museo cuenta con prácticas explicaciones pegadas, de forma discreta, en los revestimientos de la estación.


Un espacio para notificaciones y avisos a los clientes. ¡Se avisaban de bajadas de tarifa! ¡Igualito que en los tiempos presentes!


Indicación original.


Un pasillo para bajar a los andenes.


Publicidad en el Metro.


Curioso mosaico del escudo de España en un anuncio publicitario.


Un cómodo esquema de la linea y la dirección en la que vamos.


Otra publicidad.


Otra publicidad, en este caso de productos de baño.