Huesca: una ciudad, un entorno (agosto de 2011)



Un mensaje claro y directo, “todo a tu alcance”, preside una de las campañas de promoción turística de la ciudad de Huesca. Y es que el lema se convierte en verdad absoluta en la segunda ciudad de Aragón, una acogedora urbe de 52.000 habitantes (menuda diferencia pensando en los casi 700.000 de Zaragoza, más allá de esos piques entre las dos, que si unos son "fatos" y los otros, "cheposos") en la que la vida parece carecer de los agobios y las prisas de otras latitudes, quizá una bendita influencia de unos Pirineos que se intuyen tan próximos y tan cercanos que las antenas del Pico del Águila (cercanas al Puerto de Monrepós, a medio camino de Sabiñánigo) o la emblemática Peña Guara (o Tozal Guara) parecen estar al alcance de nuestra mano vistos desde las fabulosas alturas de la torre de su catedral. Y es que ésta, la torre de la catedral de Santa María, es un insuperable otero sobre todo un somontano conocido como la Hoya de Huesca, faro que de un vistazo no sólo nos contextualiza la posición geográfica de la plaza, sino que también nos aclara el valor que tuvo que tener en pasadas centurias la Bolskan íbera, la Osca romana, la Walqa musulmana, como ambicionada avanzadilla de la marca superior de Al Andalus. ¡Que no se olvide que los musulmanes llegaron a Poitiers, donde fueron rechazados por Carlomagno!

Tratar de buscarle un porqué a la ausencia de ese pedigrí que lucen otros lares ibéricos resulta más costoso y estéril que bucear en sus rincones, pasear por sus calles y empaparse de esa acogedora tranquilidad con más de modernista que de medieval. Huesca es una ciudad de orografía cómoda y tan asequible para recorrerla a pie que, más allá de la maraña de sus empedradas calles céntricas, se pueden incluir sin mucho esfuerzo escalas menos “monumentalistas”; como el grandioso y emblemático parque municipal Miguel Servet o los alrededores de la emita de San Jorge, a las afueras, meca de una romería que tiene lugar el día de Aragón (23 de abril) y siempre un buen mirador sobre las inminentes montañas y el ‘sky line’ oscense.

Del sustrato musulmán del que fue uno de los puntos más septentrionales bajo su control apenas quedan cuatro detalles camuflados en el trazado de las calles y en algunos templos religiosos, sobreviven arraigados en historias y se mantienen presentes en los restos de un incompleto perímetro amurallado en fase de recuperación y lustre. Tomada a los moros en los tiempos de Pedro I (Sancho Ramírez había fallecido) tras la batalla de Alcoraz (1096), fue en esta ciudad, sede de universidad, foco de poder religioso y también político, donde se consolidó el Reino de Aragón gracias al episodio histórico, acaso con mucho de leyenda, protagonizado en el siglo XIV por Ramiro II, el Monje: el de la Campana de Huesca. En la vieja iglesia de San Pedro, de hecho, aún se conserva una cripta real (la capilla de San Bartolomé) donde descansan este monarca y su hermano, Alfonso I el Batallador.

Y si testimonial es el vestigio árabe, más pródiga es Huesca en reflejos románicos (la citada San Pedro, con un claustro de hermosos capiteles), góticos (la espectacular y desconocida catedral), renacentistas (el ayuntamiento) o incluso barrocos (la iglesia de San Lorenzo). Y claro, hijos de los tiempos que vivimos, no faltan edificios de diseños vanguardistas y homenajes escultóricos. No en vano, ¿qué ciudad puede presumir de honrar a Walt Disney o a un genial humorista gráfico como Forges? En el parque Miguel Servet no faltan 'Las pajaritas', uno de los emblemas de la ciudad y sempiterno homenaje a uno de los grandes personajes nacidos en Huesca, Ramón Acín, gran amante de una papiroflexia que ha traspasado las fronteras culinarias y se ha convertido en todo un reclamo pastelero. Delicioso, por cierto. Y parte del programa “Huesca dulce, dulce Huesca”, un recorrido turístico a través de las pastelerías con más solera de una ciudad rica en comercios, valga la redundancia, con solera: en la plaza de Allue están desde 1871 esos ultramarinos, La Confianza, para demostrarlo. ¡Lástima que en un rincón tan modernista no dejen hacer fotos!

Esbozadas las presentaciones, llegan algunas sugerencias. Por céntrico, por económico y por la comodidad de sus habitaciones, un buen sitio para hacer escala técnica o recurrir al pernocte es el Hostal San Marcos (calle San Orencio, nº 10; teléfono 974 222 931), ubicado en una zona rica en restaurantes (la cocina del restaurante Hervi, en la calle Santa Paciencia nº2, es magnífica) y muy próxima a los cosos, Alto y Bajo, o a las peatonalizadas plazas de Allue (antigua plaza del Mercado) y la catedral. Sirva como orientación que a través de Atrápalo encontramos una interesante habitación doble por 40.83 euros (IVA incluido) en este hostal. En la oficina de turismo, situada en la plaza Allue, dimos con una excursión guiada de algo más de una hora de duración en la que, por dos euros por persona (sólo la entrada a un museo por libre ya es ligeramente superior) puedes visitar San Pedro, la catedral (interior, museo diocesano y campanario) o el ayuntamiento, donde se contempla en directo el sobrecogedor cuadro de Casado del Alisal que refleja los hechos de la campana de Huesca. Pero todo esto, claro, es sólo una indicación. ¡Anímense a profundizar en una bella y desconocida ciudad!


Huesca. Plano de situación. La capital de La Hoya es muy accesible por carretera a través de la autovía A-23, que la une con una Zaragoza apenas distante a 70 kilómetros. Aunque también cuenta con ferrocarril de alta velocidad e incluso con un aeropuerto, el Huesca-Pirineos, que parece quedarse sin actividad comercial.


Escudo de Huesca presente en el puente de San Miguel, que desde 1919 salva el cauce del río Isuela cerca del convento de San Miguel, el de "Las Miguelas".


Escudo de Huesca ubicado en la fachada de la ermita de San Jorge, en un cerro al sur de la ciudad.


"Urbs Victrix Osca" (Huesca, ciudad vencedora). El lema oscense preside el techo de la sala de acceso al ayuntamiento.


Con permiso de Palencia, la catedral de Huesca también merece la denominación de bella desconocida. Hermoso templo el oscense y también bastante desconocido, o quizá simplemente poco publicitado. La catedral, de estilo gótico, se levantó entre los siglos XIII y XVI sobre el solar de la preexistente mezquita musulmana (y ésta, a su vez, sobre un antiguo templo romano). Obsérvese el alero de madera situado sobre la portada principal.




Catedral de Santa María de Huesca. Arbotantes de descarga y torreones octogonales, de aires más defensivos que piadosos. La catedral fue declarada monumento histórico artístico en 1931.


La portada principal de la catedral. Sus siete arquivoltas, según se dice aquí, recogen las estatuas de dieciséis mártires, catorce Vírgenes, diez ángeles y ocho profetas. El tímpano está presidido por una imagen de la Virgen con el Niño y a sus dos lados los Reyes Magos y a Cristo resucitado con la Magdalena. En las jambas hay catorce imágenes: once apóstoles, San Juan Bautista, San Lorenzo y San Vicente (patrones locales estos dos últimos). En el centro del dintel, hay tres escudos: el escudo medieval de Huesca, en el que figura la muralla; el de Aragón, con las barras rojas sobre fondo amarillo; y el escudo de la familia Azlor.


Detalle escultórico del tímpano de la portada principal: una Virgen María que pisa a una mujer con el pelo suelto, símbolo de la lujuría o una actitud un tanto liberal. De ahí viene la castellanísima expresión "me voy a desmelenar".


Expresivas esculturas en las arquivoltas de la catedral de Huesca.


Talla religiosa expuesta en el Museo Diocesano.


Interior de la catedral. Bóvedas nervadas de estilo gótico y ventanas con arcos ojivales que en vez de cristales montan láminas de alabastro, otra de las particularidades de este templo.


Catedral de Santa María de Huesca. El retablo mayor. Estamos ante una joya renacentista, esculpida en alabastro por Damián Forment (autor del de la Basílica del Pilar de Zaragoza) en el siglo XVI. En 1996 fue profundamente restaurado. Las ventanas de la parte superior no tienen cristaleras, sino que dejan pasar la luz a través de una fina capa de alabastro que hace las veces de cristal. La iluminación ciertamente tiene un aire especial.


Catedral de Huesca. Capilla del Santo Cristo de los Milagros, imagen que cuenta con gran devoción en la ciudad, sobre todo desde que en 1497 de la misma brotasen unas lágrimas con las que se puso fin a una epidemia de peste que aterraba Huesca por aquel entonces.Eso cuentan, claro.

Lapida sepulcral expuesta en el Museo Diocesano, vecino y con acceso a la catedral.


Museo Diocesano. Lápida funeraria del vizconde de Torresecas (Faustino Cortés y Sangüesa). Esculpida en alabastro en el siglo XVII. El vizconde fue enterrado en la catedral y allí descansó hasta la restauración a fondo de 1969.


La conocida como Virgen de la leche, nada que ver con la que siglos después pintaría el extremeño Luis de Morales.


Tortuosa (y para algunos angustiosa) escalera de caracol que asciende hasta lo alto de la torre previa parada en la zona del campanario.


Huesca, vista desde el campanario de su catedral. Todas las campanas que se conservan son históricas. La más antigua, La de Prima, fue fundida en el siglo XV y dice en su inscripción: "Con una intención piadosa y de manera voluntaria canto en honor a Dios". El resto (La Mayor, La Mediana, La Lucía, El Cimbalico Te Deum, La Lorenza o De Los Perdidos, La Paciencia) fueron fundidas entre los siglos XIX y principios del XX.


Catedral. Desde su incompleta torre (durante la Guerra Civil perdió el chapitel octogonal que la coronaba) uno se encuentra magníficas vistas de todo el entorno. En el centro, más o menos, el Pico del Águila.


Huesca. El casco viejo, visto desde las alturas de su catedral.


Vistas desde la Catedral. La Plaza de Toros, en primer plano.


Vistas sobre el ayuntamiento (izda); anexo, un edificio mudéjar de origen musulmán.




Las puertas de acceso al Museo Diocesano. Una vista sobre la plaza de la Catedral.


El ayuntamiento. Nos contaron de la existencia de un curioso pique entre el poder político (el consistorio) y el religioso (la catedral, justo enfrente), nunca oficial pero palpable en las diferentes reformas vividas por los dos edificios.


Ayuntamiento. De izquierda a derecha, las banderas de Huesca, España, Aragón y Europa, que presiden uno de sus balcones.


Ayuntamiento. En el hall descansan las figuras de los gigantes y cabezuzos, una idea que ya procesionaba por las calles oscenses el siglo XVII.


Ayuntamiento. Detalle escultórico de la escalera que asciende a la sala de plenos municipal.


Museo Diocesano. Escudo heráldico en su fachada.


Un efecto óptico gracias a uno de los chorros que acompañan a "la moreneta", como llaman a la escultura de la fuente que preside la plaza de la Catedral.


La catedral y su plaza, vistas desde la descendente calle Lizana.


Huesca. Superposición solapada de construcciones de diferentes épocas y con diferentes soluciones.


El neoclásico Teatro Olimpia (1925), en la calle Coso Alto, una vía que es fiel reflejo de lo que en otro tiempo delimitó la zona vieja (y amurallada) de Huesca dado su trazado ligeramente curvo.


Una empinada callejuela coronada por un arco rematado con una imagen religiosa (tal vez uno de los patrones de la ciudad) asciende hasta las proximidades de la plaza Allue desde el Coso Alto.


Porches de Galicia, avenida que desemboca entre el Coso Alto y el Coso Bajo. De frente, por la peatonalizada calle Villahermosa, se llega a la céntrica plaza Allue, antigua plaza del Mercado, la cual se intuye en el centro de la foto.


La plaza de Navarra (conocida por muchos como plaza de Zaragoza o del Casino). Al fondo, el casino, una de las mejores muestras del modernismo en la ciudad y obra (1901-1904) de Ildefonso Bonells. En primer plano, la fuente de Las Musas.


Una vista desde la céntrica calle San Orencio.


Calle Coso Bajo. Muy comercial. Algo de vieja muralla sí que aparenta el curveo constante que traza en todo su recorrido. Sobre los edificios se manifiesta soberbia la sencilla pero vertical torre del templo de San Lorenzo. Cada 10 de agosto, los Danzantes llevan en procesión un busto en plata de este santo hasta la catedral.


Iglesia de Santo Domingo. Del siglo XVII.


Un hermoso rincón cercano a la universidad, junto a la avenida de Montearagón, curiosamente el vestigio de la única puerta de las nueve que tuvo la ciudad que se conserva: la Porteta o puerta de Montearagón.


Universidad, antigua Residencia Provincial de Niños según reza un mosaico y actual sede del rectorado en Huesca.


Vieja muralla medieval, conocida como Trasmuro; junto a la avenida de Montearagón.


Torre del Amparo de la vieja muralla árabe (siglo IX) de Huesca, la única que ha sobrevivido. Se decía en época musulmana que Huesca era la ciudad de las cien torres, porque en sus mejores tiempos contó con 1,8 kilómetros de perímetro, nueve puertas y otras 99 torres. ¡Casi nada!


Convento de San Miguel. Su iglesia fue mandada construir por Alfonso I de Aragón en 1110. La comunidad de Carmelitas Descalzas se estableció aquí en 1623. Por eso también le dicen "Las Miguelas".


Convento de San Miguel. Detalle escultórico. Restaurado, como se puede apreciar.


Torre del antiguo Palacio Real (siglo XII), el único testimonio que se conserva.


Firme empedrado en la plaza de la Universidad.


Pedimos disculpas por la errata a la hora de renombrar este vídeo y confundir Huesca con Huelva. Pertenece a la plaza de la Universidad de la primera, un hermoso rincón oscense, sin duda, muy cercano a la catedral y el ayuntamiento.


Volvemos a la plaza de la Catedral por la calle Quinto Sertorio, uno de los primeros grandes nombres en la historia de la ciudad de Huesca.


La catedral, vista a través de las pobladas ramas de los árboles de la plaza de la Catedral.


Plaza Luis López Allue, antigua plaza del Mercado.


Ultramarinos La Confianza, puesto en marcha en 1871 por el galo Hilario Vallier. Dicen que son los más antiguos de España y de los más viejos del continente europeo. Por dentro ciertamente son un oasis modernista.


San Pedro el Viejo. Su sobria torre es un ejemplo de marcha atrás en el sentido de que los cálculos originales preveían una de mayor altura, pero tuvieron que restarle metros para asegurar su solidez.


San Pedro el Viejo. Detalle de la piedra arenisca tan común en las construcciones más añejas de la zona.


San Pedro el Viejo. Curioso tímpano y curiosa decoración trenzada superior.


San Pedro el Viejo. Cúpula.


San Pedro el Viejo. Una vista desde el claustro.


San Pedro el Viejo. Un restaurado capitel de su claustro.


San Pedro el Viejo. Obsérvese el capitel de la izquierda: ¡una bailarina! Es una de las grandes rarezas a destacar en este templo de origen románico, que esta temática rompe el hieratismo de sus composiciones. O lo intenta.


San Pedro el Viejo. Escena de Pentecostés en un capitel.


Monumento al genial Forges. Uno de sus blasillos preside esta rotonda en la plaza de Santa Clara desde mayo de 2011. Antonio Fraguas, Forges, en el marco del prestigioso Congreso de Periodismo Digital de la ciudad, fue uno de los impulsores del premio Blasillo de Huesca, un reconocimiento al ingenio español en Internet. La ciudad quiso agradecerle la creación de esta manera tan simbólica.


Monumento a los primitivos reyes de Aragón, en el parque Miguel Servet, donde podremos encontrar más de 200 especies diferentes de árboles. Es obra del escultor César Montaña (1976).


Las pajarita, otro de los grandes símbolos de la ciudad de Huesca y representación de la pasión papirofléxica del maestro, escultor y periodista local Ramón Acín, quien fue fusilado al inicio de la Guerra Civil por sus inclinaciones anarquistas. La obra es del propio Acín (1929).


Parque Miguel Servet. Casita de los siete enanitos de Blancanieves, un homenaje de la ciudad a Walt Disney en el que se guardan juegos y se organizan actividades para los más pequeños. ¡Una ludoteca municipal muy original y chulísima!


Accesos a la ermita de San Jorge, ubicada en lo alto del cerro del mismo nombre. Los pinares, nacidos de repoblaciones durante el siglo XX.


Ermita de San Jorge, lugar de peregrinación en romería todos los días de Aragón. Se cuenta que el patrón de la Comunidad Autónoma ayudó a las tropas cristianas en la conquista de Huesca.