Risco de las Paradas y Robledillo, cicloturismo del bueno en los Montes de Toledo


Ubicación geográfica de la ruta propuesta en esta entrada por Los Montes de Toledo, uno de los sistema montañosos de la Península Ibérica como nos enseñaban en las clases de geografía pero no nos muestran los organizadores de la Vuelta en el diseño de sus recorridos. De momento. Desde una perspectiva cicloturista, es una ruta circular de libro, completamente asequible y muy tranquila desde el prisma del tráfico y la convivencia en las carreteras.

Perfil de la ruta, elaborado con el genial editor de Cronoescalada, el mismo que tantas y tantas gratísimas experiencias permiten condensar en gráficos que podemos adecuar a las estéticas de la Vuelta a Asturias, la Itzulia, el Giro de Italia, el Tour de Francia, la Vuelta a España o un aire retro-vintage-sesentero-setentero que, todo se dicho, podemos vincular a la ronda transalpina. El aquí elegido, Por cierto, desde aquí elevamos nuestra infinita gratitud a Cronoescalada.

Menasalbas. Kilómetro 0 y meta de nuestra salida a pedales. Como ya hay ganas de comenzar, no nos complicamos mucho y dejamos el coche en las primeras viviendas según venimos por la TO-3633 desde la cercana población de Gálvez. Estamos en la calle Toledo y en el horizonte, a una hora temprana, se aprecian así de sugerentes las siluetas de las sierras cercanas.

Posado de rigor antes de comenzar a afanarnos en la faena pedalística. Con los colores del club, en este caso los del pacense Club Ciclista Salvaleón.

Primeras pedaladas por el casco urbano de Menasalbas en busca de la carretera CM-403, una carretera que en su dirección sur suroeste, si fuéramos hacia Las Ventas con Peña Aguilera y prosiguiéramos su recorrido, llega hasta Piedrabuena. No es el caso. Buscamos la otra dirección, rumbo hacia la CM-401. El ancho de la plataforma está en buen estado, el arcén es generoso y a estas horas apenas hay tráfico.

Cuando llegamos a la CM-401, primero la pasamos por debajo antes de incorporarnos. En la pared, en el muro de contención del talud que sustenta el entablamiento, no deja de llamarnos la atención esta curiosa pintada donde se destaca el romanticismo de algunos decantados por una opción un tanto radical y su vecindad con un llamamiento a pegarse con el ISIS. Cosas que se ven por esos mundos... Sea como sea, tras este paso tomamos la CM-401 en dirección a Navahermosa. En esta carretera nos encontramos con algo más de tráfico y algún que otro repecho que nos calentará ante lo que está por venir.

Ahí vemos los Montes de Toledos, que nos llevan acompañando en el horizonte unos cuantos kilómetros. Esta foto está tomada algo después del paso de Navahermosa, de donde no cogimos testimonio gráfico pese a parar a echar un cafelito en un discreto bar, el Sol y Sombra, junto a la gasolinera de la entrada. Tampoco de un tramo de empedrado posterior. Y para más puñeta, nuestra intención inicial de afrontar la subida a la ermita del Milagro, en la ruta hacia Hontanar, se disipó por una confusión que nos llevó a proseguir por la CM-401. No pasa realmente nada, porque unos kilómetros más adelante, a mano izquierda, nace la CM-4157, que nos lleva a nuestro primer objetivo. No obstante, el Risco de las Paradas con esa primera parte más dura queda así (según datos del gran Josemi Ochoa).

Lo dicho, circulando por la CM-401 entre tierras de labor donde abundan el olivar.

CM-401. Este rótulo anunciador del Parque Nacional de Cabañeros nos pode en alerta sobre diferentes alternativas que nos vamos a encontrar. A nosotros, en nuestra búsqueda del Risco de las Paradas, nos interesa ese desvío indicado a mano izquierda que llegará poco después.

Abandonamos la CM-401 para coger la citada CM-4157. Menudo cambio de carretera. Otro mundo. Algún tramito inicial, muy breve, nos puede llegar a asustar sobre el estado del asfalto. La percepción tardará poco en cambiar, porque el asfalto no tardará en ser excelente, al nivel de que hasta parece que el ancho de la vía es mayor. Una ilusión óptica de lo cómodo que resulta pedalear por aquí de finales del año 2016, cuando fue reparada la ruta. Estos primeros compases, empero, tienen un punto atractivo por la densidad del monte bajo y el matorral de sus entornos, justo hasta cruzar un puente sobre el río Majadillas. ¡Dentro vídeo!



Si nos paramos a sintetizar, o intentarlo al menos, nuestras sensaciones mientras pedaleábamos por esta CM-4157 no publicamos esta entrada hasta dentro de unos meses. O quizá más. Igual esta imagen os ayuda a intuir nuestra satisfacción, encima bajo una temperatura muy agradable, nada de calor pese a ser septiembre. Tuvimos suerte, sin duda.



Las concentraciones boscosas de las lejanías, siempre más vinculadas a los entornos serranos. En nuestras proximidades, campos de labor y algunas construcciones testimoniales a las que le presuponemos viejos usos agrícolas. Hacia la izquierda sí se aprecian más casas de campo y una pequeña concentración urbana que corresponde a Hontanar.



En ruta hacia los Montes de Toledo, curiosas montañas de robusta y contundente moldura que alimentan en su interior todo un parque nacional. Y eso será por algo. A estas alturas nos preguntamos que cuándo o dónde nos vamos a topar con el Risco de las Paradas, porque pedaleamos sin dilación por una carretera fundamentalmente recta hacia esas montañas, las de la Sierra de la Valeruela, que emergían no mucho antes en nuestro horizonte... En esa ruta rectilínea, eso sí, nos encontramos con la ruta que, viniendo desde la izquierda, llega desde Hontanar, la de nuestra original pretensión.

¡Cartel de puerto! Bueno, cartel donde se concentra el estado del puerto; mejor dicho. El trazado rectilíneo de nuestra carretera se pierde sin intuirse la más leve curva... pero las montañas ya están ahí. Este tramo es una auténtica delicia. Como el nombre del puerto en sí: Risco de las Paradas. Precioso. Poesía pura.

... Y allí donde las tierras de labor más domesticadas de golpe y porrazo mutan en una suerte de dehesa asilvestrada, el asfalto se empina más. Nada que achante, todo muy llevadero. Incluso la carretera describe algunas pequeñas curvas, jugando en su ganar de altura con las laderas del terreno montañoso en el que se está adentrando.



Los paisajes de los alrededores son de una gran belleza, peculiar también.





Una vista hacia atrás en nuestro remonte hacia la cumbre del Risco de las Paradas...

La vegetación gana protagonismo. Serranías de bosques mediterráneos. Y mucho cartel de ojo con los animales.



Casi sin darnos cuenta comenzamos a frisar los 800 y 900 metros de altitud. Si antes las perspectivas se abrían a nuestra izquierda, ahora comienza a aparecer vistas hacia la derecha y el frente. La pendiente sigue sin superar nunca el 8%.

De golpe y porrazo aparece ante nosotros este vallezuelo al que se asoma el célebre Risco de las Paradas, enclave al que aún nos queda un poco para llegar. Sin curveos grandilocuentes, muy rectilíneo en esta vertiente norte, el Risco de las Paradas es una subida que te cautiva, te seduce y hace disfrutar sobre la bici hasta el punto de que, estés fatal de forma, no es un escenario para sufrir un infierno siempre y cuando te adaptes a tu ritmo y seas coherente y constante. Es un puerto de casi diez kilómetros absolutamente pedaleables, con una media según medición de Marce Montero de 4,3%.

La subida abandona las vistas hacia izquierdas, se asienta en el flanco derecho de otro monte y va ganando altura por el mismo, ya hasta la cima, con panorámicas hacia ese lado derecho. Nos estamos metiendo en una zona de los Montes de Toledo donde las montañas rondan los 1.200 metros de altitud.

En esa concentración rocosa que se intuye a la derecha, si seguimos la trazada de la carretera, se encuentra la cumbre de este Risco de las Paradas.

¡... Y llegamos a la cima! El Risco de las Paradas, su cumbre, desde luego es un paso de montaña honesto. En su cima hay que parar en esos riscos. La carretera, en su gestación, literalmente ha horadado una pequeña parte de la vieja piedra. Este Risco de las Paradas tiene cartel, no hace falta recurrir a la maestría del gran BuruM y su ciclismo de madera y viento, aunque el rótulo de señalización vial ignora la altitud a la que estamos. Son 1.146 metros.

Risco de las Paradas. La cumbre, con su levemente serpenteante plataforma que no termina de perder altura con "brusquedad" hasta un tramo después. Antes, a mano derecha, queda un mirador más amplio, fuera de lo que es la carretera.

Lo que hemos dejado atrás... Creemos que esa prominente montaña es el Puerto, de 1193 metros.

Selfie en la cumbre del Risco de las Paradas.

Las vistas desde el alto. Escribía el navarro Félix Urabayen en su Serenata lírica a la vieja ciudad de 1928, y así se expone en un panel informativo: "A ratos la naturaleza se cansa de ser cruel y hacer brotar peonías rojas, oscuros tulipanes y ronchas en eras de jara en flor. De tarde en tarde, alguna azucena aislada en triste. Estamos en el célebre Risco de las Paradas".

Concentraciones rocosas de múltiples formas en los entornos del denominado Risco de las Paradas, un festival de piedras que crece "a los pies" del pico techo de estas serranías (que no el más alto de los Montes de Toledo, que está en Cáceres y se llama Pico Villuerca): el Corral de Cantos y sus 1.421 metros de altitud. Se trata de un espolón de roca cuarcita de esta conocida como Sierra Traviesa.



Orografías sin términos medios.

Vistas desde el "mirador" del Risco de las Paradas. Se aprecian las llamadas Casas del Rincón y también los montes que conforman la llamada Sierra de la Marquesina. Hay muchísimas fincas de grandes dimensiones en esta zona. Y mucha caza mayor también. Se recalca que esta zona, durante los aterdeceres del otoño, es un enclave formidable para asistir a los sonidos de la berrea de la población de cérvidos que por estos pagos habita. Dicho queda.

Panorámica más amplia de los maravillosos paisajes que contemplamos desde la cumbre del Risco de las Paradas. Una recompensa muy generosa para un puerto de montaña sin una dificultad, digamos, extrema.

Concentraciones rocosas de múltiples formas en los entornos del denominado Risco de las Paradas. "Con el polvo del barreno del Risco de las Paradas se están poniendo morena las mocitas de Hontanar", reza un dicho popular. Nosotros, retomamos la marcha...

Tras un tímido tramo descendente llegamos a este cruce de connotaciones aventureras. Hacia la derecha una indicación nos avisa de que Portillo del Cíjara, que está en el este de la provincia de Badajoz, queda a 79 kilómetros. Esa CM-4157 emerge como un auténtico territorio comanche para la bicicleta, adentrándose por otro de sus flancos en el Parque Nacional de Cabañeros y alejándose a una zona realmente muy despoblada donde lindan Castilla-La Mancha y Extremadura. No es el día para esa aventura que, todo sea dicho, nos permitimos defender que requiere de ciertas logísticas. Nosotros iremos por la izquierda, dirección Navas de Estena.

Esta CM-4157 emerge ante nosotros con una calidad de asfalto que invita a imaginarse muchas penurias en un día de agosto a pleno sol, pero grandes bellezas en agradables jornadas primaverales u otoñales.

Antes de proseguir el descenso hasta la localidad de Navas de Estena, porque en este punto el descenso no sólo es más palpable sino también mucho más constante y largo, disfrutamos de las vistas sobre esa llanada rodeada de montes (como los de la Sierra de la Parrilla) que también forma parte del Parque Nacional de Cabañeros. Una llanura que, dado su entorno muy montañoso, ese contraste, nos evoca desde nuestra privilegiada posición al cráter del Ngorongoro de Tanzania. Obviamente no afirmamos que sea igual, es sólo un parecido razonable de muy personal lectura que nos asalta la mente acaso influidos por los recuerdos de los documentales de La2 en tiempos pasados.

Vistas.

Serranías de moldeadas formas.



Descendemos, desde ese cruce donde paramos a tomar unas fotos y echar un traguito de agua de bidón, por la CM-4153. Aquí, una vista atrás de la ruta que traemos.

Nuestro "Ngorongoro".

Descendiendo el Risco de las Paradas. Por esta vertiente el puerto, que no es exclusivamente toledano sin también ciudarrealeño, presente unos números muy parecidos a los de su lado norte: hablamos de casi diez kilómetros a menos del 5%. Quizá sí sea algo, no mucho, más duro. Esta parte por la que bajamos presenta pendientes muy sostenidas por encima del 6%. Pero siempre va a ser un puerto muy pedaleable.

Las vistas sobre las llanuras del Parque Nacional de Cabañeros son realmente espectaculares. Afortunadamente el campo de tiro del ejército acabó convertido en un espacio con la máxima protección medioambiental.

Sublime. Sentimos la reincidencia en el concepto, pero el descenso del Risco de las Paradas nos regala vistas únicas sobre el "Ngorongoro ibérico".

Sublime. Sentimos la reincidencia en el concepto, pero el descenso del Risco de las Paradas nos regala vistas únicas sobre el "Ngorongoro ibérico.

Sublime. Sentimos la reincidencia en el concepto, pero el descenso del Risco de las Paradas nos regala vistas únicas sobre el "Ngorongoro ibérico.

Descenso del Risco de las Paradas. Límite provincial entre Toledo y Ciudad Real. Nótese el cambio de asfalto. No está de más, como normal general en toda la bajada, extremar las precauciones ante la existencia de entradas a fincas y propiedades particulares donde no será raro encontrarse con vehículos de altísima gama. En la bajada, por cierto, también hay una fuente: la Pila de los Machos.

En las proximidades de Navas de Estena mejora la plataforma de la carretera.



Llegamos a Navas de Estena, pueblo de Ciudad Real de menos de trescientos habitantes. Es una de las poblaciones más septentrionales, sino la que más, de Ciudad Real; aunque tampoco hemos hecho la comprobación con minuciosidad. Nuestra ruta no nos adentra en su trazado urbano, sino que nos mantiene rodando por una travesía que hace las veces de circunvalación. Es la misma CM-4153 por la que rodábamos, pero a partir de aquí su nomenclatura pasa a ser CR-701.

Por la CR-701, en Navas de Estera.

Esta CR-701, de trazado amplio y poco tráfico, aunque arcén mínimo, conecta Navas de Estera con la población de Retuerta del Bullaque. Después del Risco de la Paradas lo suyo sería decir que entramos en una llanura entre puertos, pero lo cierto es que este tramo entre pueblos esconde un repecho bastante majo, pedaleable sin problema, pero repecho.

Dehesas.

Dehesas.

Nuevamente mucha recta en este tramo de nuestra ruta.

Olivares en pequeñas explotaciones agrícolas minifundistas. Al fondo, las amenazantes siluetas de los Montes de Toledo que tenemos que salvar para regresar de nuevo a la otra vertiente.

Llegamos a Retuerta del Bullaque, población de llamativo nombre, muy en la onda de Muchachada Nui y el humor de los Reyes, Sevilla y compañía. Con algo más de un millar de habitantes, en sus alrededores se halló allá por 1980 uno de los meteoritos más grandes que han caído sobre suelo peninsular.

Puente sobre el cauce de un río Bullaque muy mermado de aguas durante ese estío... y hablamos de uno de los principales afluentes del río Guadiana.

Retuerta del Bullaque. Acceso al casco urbano desde la CR-701; al fondo la iglesia de San Bartolomé Apóstol. Obsérvense las luces festivas aún instaladas en sus calles, reflejo de las fiestas patronales aún reciente cuando pasamos por estos pagos (a finales de agosto, San Bartolomé).

Abandonamos la travesía de Retuera del Bullaque en dirección a Marjaliza y Los Yébenes. Ahora pedaleamos por la CM-4017. Pero es coyuntural, porque en unos kilómetros abandonamos esta carretera para volver hacia la sierra y cruzarla a través del exigente Puerto del Robledillo. Un paso de montaña fuera de los atlas y los mapas de carreteras que, sin embargo, es considerado por muchos como el Alpe d´Huez toledano. Ahí queda eso. Y esas montañas que vemos son sus contenedoras.

Indicación a San Pablo de los Montes, que está en suelo toledano. Es la que nos indica el desvío que debemos de tomar algo más adelante. Si no abandonáramos esta carretera, unos kilómetros después volveríamos a encontrar una nueva ruta hacia San Pablo de los Montes, ésta a través del Puerto del Lanchar (1.070 metros).

Cambio de carretera. Cambio de firme. Esta ruta hacia San Pablo de los Montes pasa antes por los Baños de Robledillo, un balneario que en otro tiempo recibieron el nombre menos mediático de Baños de la Guarra por la acción medicinal que ejerció el agua sobre una cochina que en ella se sumergía. Nuestra ruta pasa junto a sus instalaciones.

Una carretera peculiar ésta que nos lleva hacia los Baños o la aldea de Valdelaguas.



Nuevo cruce: balneario (izquierda) o Valdelaguas (derecha). El asfalto, en su línea botosa.

Pedaleamos hacia los pies de una serranía que cada vez tenemos más próxima.

Dehesas labradas.

Paisajes de los Montes de Toledo.

En las cercanías del balneario, algunas pendientes. Realmente llevamos como cinco kilómetro de tímida ascensión, nunca más de un 2,5%

Baños de Robledillo. Críticas variadas sobre esta instalación que sorprende por su ubicación y sus accesos.

Los entornos del balneario, allí donde se encuentra una especie de pequeña aldeíta.

Balneario de Robledillo. Hasta esta marcha jamás había oído hablar de ellos con esa "vida" y uso habitual que se le perciben al pasar junto a ellos. Según se supera esta travesía junto a sus instalaciones, comienzan las grandes pendientes, sostenidas, de la ascensión.

Un tramo de esos de miedo escénico, porque no tienes una referencia clara de dónde está la cima, aunque lo puedas intuir, pero sí ves el recorrido que va haciendo la carretera por la ladera de la montaña. El asfalto es impecable. Y los números de la subida en cuanto a pendientes, implacables: engañan con los cinco primeros muy tendidos. Se corona a 1.205 metros, tras 9,5 km de subida a una media del 4,6%.

Herradura con árbol. Foto engañosa. Pocas sombras hay aquí.

Lo peor de El Robledillo, desde nuestro punto de vista, es su falta de sombra. Esta vertiente norte, expuesto al sol, es susceptible de pájaras y desfallecimientos majos ante la constancia de sus cinco kilómetros finales, con dos kilómetros consecutivos al 8% que hacen mucha pupita en las piernas. Los dos kilómetros donde se concentran la mayoría de las curvas.

Carreteras que juguetean con las orografías. O viceversa. Y al fondo, extensiones enorme de terreno de plana apariencia que amarilleará todavía un tiempo por los rigores del verano.

Un poco más. Ya estamos llegando a una zona más llevadera.

Una vista sobre una curva de herradura que deja las piernas exprimidas.

El Alpe d´Huez toledano, qué gran verdad.



Últimos compases de la ascensión, al menos últimos antes de alcanzar el cartel de puerto.

Hermosísimos paisajes circundantes los que emergen a nuestra izquierda, todo un cordal de montañas que superan con holgura los 1.200 metros y se prolongan prácticamente hasta el Risco de las Paradas por el que pasamos a comienzos de esta entrada. En toda esta zona circundante de San Pablo de los Montes, además de gran riqueza hídrica, y en toda una sorpresa por no acceder a esa información por primera vez, en el pasado tuvo lugar una importante actividad minera. Los romanos extrajeron hierro de estos pagos. Aún hoy son observables sus vestigios.

Selfie en la cumbre de El Robledillo; posados de esos que saben a recompensa. Tampoco se recoge la altitud a la que nos encontramos: 1.205 metros. Una cumbre un tanto rara, porque desde donde está el cartel aún hay una ligera pendiente...

... que tiene su cénit en este punto donde se indica un gran premio de la montaña de alguna prueba ciclista o cicloturista.

Ángel, que sepas que te quieren y te lo dejaron claro en esta carreterita local que es una bendición para el cicloturismo.

La otra vertiente de El Robledillo, en la que por cierto también hay unos balnearios (los del Sagrario), es mucho más bonito en cuanto a bosques y sombras, tiene que ser espectacular en el otoño por sus árboles de hoja caduca. En lo que a pendientes se refiere, esta vertiente norte comparte similitudes con la vertiente sur que acabamos de afrontar, toda la dureza concentrada en cuatro-cinco kilómetros. Aunque tiene menos curvas de herradura, también presenta una rampa del 17% según la medición de Marce Montero. Bajando esas cosas se notan menos, pero la bici se embalaba cosa mala y uno no es que sea un prodigio bajando. Por cierto, llegamoa a territorio del gran @chuparruedis, un genio multidisciplinar de los que hacen mejor la vida y el deporte.

San Pablo de los Montes. Primeras edificaciones, o restos, que nos encontramos en su bajada. Es necesario señalar que durante el descenso, en algún momento, creemos que abandonamos la ruta principal para entrar más en el casco urbano de esta población toledana de sorprendente gran extensión y casi dos millares de habitantes.

San Pablo de los Montes. Llegamos ante la iglesia de la Conversión de San Pablo, ubicada en la plaza de la Constitución.

San Pablo de los Montes. Junto a esa plaza de la Constitución donde se encuentra la iglesia de la Conversión de San Pablo también encontraremos el edificio que acoge el ayuntamiento. De esta población toledana ha que resaltar su riqueza paisajística y medioambiental. Además de la bicicleta, otras muchas actividades al aire libre pueden gozarse en estos entornos privilegiados. El senderismo, por ejemplo, con propuestas muy interesantes que ascienden hasta las cumbres de La Morra y del Pico Cerillón.

A través de la calle Toledo acabamos llegando a la TO-3639, carretera que magnífico firme, con algo de arcén y lo mejor de todo con un perfil fundamentamente descendente en nuestro sentido. A estas alturas los kilómetros pesan para el cicloturista de a pie después de dos subidas, una última como El Robledillo. Nos dirigimos, sin escalas, atravesando varios arroyos, como el Arancil, al punto de partida de Menasalbas.

Es tan poco habitual encontrarse con ejemplares de burro como estos en estos tiempos que no podemos resistir la tentación de hacer una última parada a contemplarlos e inmortalizarlos.

Una vista hacia atrás. De esas sugerentes siluetas venimos y hacia ellas nos encaminamos unas horas antes.

Menasalbas. Poco después de cruzar, atención, el cruce con la CM-403, seguimos recto para ingresar en el casco urbano de esta población toledana donde establecimos el kilómetro 0. Rodamos por la calle Progreso y a la altura del número 18 encontramos esta edificación que en su muro exterior tiene colgada esta representación de una escena de la Virgen: es la ermita de la Virgen de la Salud, con sus raíces en el siglo XVI.

Menasalbas. La calle Progreso prosigue como calle Barco y a mano izquierda en el sentido de la marcha encontramos este curioso rincón.

Menasalbas. El Ayuntamiento, en el entorno de la plaza de España.

Menasalbas. Rincones. En este caso, el de un Bar de sugerente nombre, P-Dos, no tanto por las flatulencias sino por una de las denominaciones más populares para referirse a una borrachera.

[septiembre]