Pateando por el Puerto de la Fuenfría: calzada (no tan) romana, miradores y homenajes


El Puerto de la Fuenfría es un paso de montaña de la Sierra de Guadarrama que conecta la Comunidad de Madrid con Castilla y León, en suelo de Segovia. Un paso paralelo al de Navacerrada y tan histórico como solo puede serlo aquel que cuenta (o contó, porque el vestigio actual no es original) con un importante tramo de calzada romana o que ha visto pasar a monarcas en su camino al retiro de La Granja. Navacerrada como paso montañoso nacería unos años después y hasta entonces el grueso del tráfico tenía lugar por este enclave. Cosas de la ingeniería de aquellos tiempos... Y también de estos, dado que en su parte alta una pista ancha y en buen estado, escoltada por los pretiles de piedra, nos recuerda el proyecto inacabado de la Carretera de la República, el Camino Puriceli en honor a la empresa que afrontó los trabajos, inacabado por la Guerra Civil. Estamos a 1.790 metros de altitud, alguno más según la fuente consultada, y en plena ruta jacobea hacia Santiago partiendo desde Madrid. El Valle de la Fuenfría cuenta con varias rutas de acceso a las zonas altas desde Cercedilla: por las faldas de la Peñota, por el Camino Viejo de Segovia, por la Carretera de la República, por el Camino Schmidt, por la Calzada Borbónica más conocida (erróneamente) como Calzada Romana...  [Mapas VíaMichelín]

Cercedilla. Calle Carretera de las Dehesas. Al fondo, a la izquierda, queda la estación de ferrocarril de Cercedilla, donde el Cercanías nos acerca a Madrid periódicamente sin necesidad de tener que recurrir al coche para el desplazamiento. Una generosa cuesta nos despide desde la instalación ferroviaria con rumbo a los accesos al Centro de Educación Ambiental Valle de Fuenfría y a la pradera del Casa Cirilo.

Ciclista comenzando la subida al Puerto de la Fuenfría. Con gran parte, la zona alta, que arrancaría allí donde la ruta cruza con la calzada (erróneamente llamada) romana y un paso canadiense, sin asfaltar, es un destino ideal para las bicicletas de montaña. Además, las laderas vecinas ofrecen descensos técnicos entre pinares célebres, como el llamado Segundo Pilón.

Los primeros kilómetros, lo que se conoce como Carretera de las Dehesas, están completamente asfaltados, si bien la plataforma de la vía va estrechándose poco a poco. Como puerto de montaña, La Fuenfría.

Gran edificación junto a la Carretera de las Dehesas.

Hito del Camino de Santiago madrileño, que atraviesa estos parajes y salva el Sistema Central a través de La Fuenfría.

Densos y cuidados pinares nos escoltan en nuestro caminar.

La zona baja de Cercedilla es muy rica en concentraciones de helechos.

Inmortalizando el paisaje.

Frambruesas silvestres.




Sobre los pulidos cantos de la conocida Calzada Romana de la Fuenfría, en un puente que salva las aguas del arroyo de la Venta. Sin embargo no estamos ante la histórica ruta Antonina entre Alcalá de Henares y Coca, las antiguas Complutum y Cauca, si no ante la Calzada Borbónica. Es cierto que esta calzada sigue en algún momento el mismo trazado que la ruta romana, pero lo que podemos disfrutar hoy en día no es una "calzada romana".

La "calzada romana" es una obra de ingeniería de pendiente mantenida y constante, pero carente de grandes curvas. Eso sí, algún tramo al 20% no nos lo quita ni Dios.

Calzada romana. Un grupo de estudiosos dictaminó en 1996 que este camino, como lo conocemos, se gestó en el siglo XVIII dentro de las mejoras ordenadas por Felipe V para unir Madrid y su Corte con los recintos palaciegos de su retiro en La Granja de San Ildefonso.

Calzada "romana". La confusión, además de estética, obedece al empleo de materiales de origen romano en la construcción de esta obra que incluye un tramo conocido como "Cuesta del Reventón": cosas de sus pendientes.

Calzada romana.

Llegando al punto donde la calzada romana cruza con la carretera asfaltada que sube desde Cercedilla. Aquí acaba el asfalto.

Calzada romana.

La ruta romana prosigue por ese tramo más angosto, ganando altura rápidamente y para confluir prácticamente en la cumbre de La Fuenfría con la Carretera de la República.

Cartel que recoge las montañas de esta zona.



Posado.

La Calzada Borbónica

La calzada.



Pinares y montañas.










El circulo amarillo pintado en los troncos nos recuerda que caminamos por la ruta indicada al Pico Majalasna. Estamos en el Camino Schmid.

Fuente.

Fuente A. Ruiz de Velasco.

Pico Majalasna. El primero de los conocidos como Siete Picos.

Cruce de caminos y cumbre de La Fuenfría, a 1.790 metros. La pista, detrás de la cámara, dará acceso al Camino Smichdt que conecta con Navacerrada a los pies de Siete Picos. A la derecha, el descenso hacia la zona de Valsaín y La Granja a través de la Fuente de la Reina o, incluso, de la carretera que baja desde Navacerrada. De frente, la pista que sube hacia las inmediaciones de La Peñota por el llamado Collado del Rey. ¡Qué día más frío para montar en bici, como confiesan los restos de nieve o nuestros rostros!

Un pretil de la llamada Carretera de la República, en las cercanías de la cumbre.

Descendiendo por la carretera de la República.

La pista sigue trazando en las montañas y ahí la vemos en su discurrir desde el Puerto de la Fuenfría hacia el Cerro Minguete.

Carretera de la República. De todas las rutas existentes por el Valle de la Fuenfría es la más larga y la de menos desnivel, como nos recuerda Alfredo Merino.

Una enorme piedra hace las veces de vigía y escolta en plena Carretera de la República. Viejos reflejos de antiguos trabajos de ingeniería.











Una roca cuya forma nos evoca a una tortuga o un caracol, en las cercanías del Reloj de Sol existente junto a la ruta de ascenso al Puerto de la Fuenfría. Estamos en la zona de las Praderas de Navalurraque.

Reloj de Sol de La Fuenfría, también conocido como Reloj Solar de Cela, junto a la Carretera de la República desde julio de 1995.

El Reloj de Cela. Un regalo a la contribución literaria del Premio Nóbel sobre la Sierra de Guadarrama. Un regalo ideado por Maribel García Vargas.

El Reloj de Cela. Instrucciones de uso. El visitante hace las veces de "medidor".

Praderías de Navalurraque. Al fondo, el rocoso Pico Majalasna (1.955 metros).

Vistas.

Estos paneles indicativos nos avisan, o nos recuerdan, según el caso, de que nuestros pasos por la Carretera de la República nos traen junto a la zona de los miradores, pues aunque se le conoce al enclave como Mirador de los Poetas, realmente estamos ante dos puntos de observación diferentes: el Vicente Aleixandre y el Luis Rosales.

Mirador de los Poetas. Esta roca, en la que se han labrado unos escalones, acoge el Mirador Vicente Aleixandre. Estamos a más de 1660 metros de altitud. Enormes vistas sobre el Valle de la Fuenfría y toda esta zona de la Sierra de Guadarrama a poco que respete el tiempo. Este balcón sobre el entorno nació en 1985, en el marco de unas marchas para reivindicar y poner en valor esta serranía que habían comenzado un año antes. Paralelamente, el premio Nóbel sevillano falleció en 1984 y, como era un gran amante de estas montañas y residía en Miraflores de la Sierra, pues una cosa llevó a la otra...

Las vistas desde el Mirador Vicente Aleixandre sobre el enclave de los Siete Picos y, más a la derecha, en un segundo plano, el macizo de La Maliciosa. El amplio y despejado trazado de la Carretera de la República curvea en esta zona a los pies de semejante semblanza. Un buen sitio para comprobar el motivo de que durante muchos siglos esta zona, la de Siete Picos, fuera conocida como la Sierra del Dragón.

Mirador de los Poetas. Vistas más detalladas sobre el Macizo de la Maliciosa. Se aprecia la Bola del Mundo gracias a sus inconfundibles antenas de telecomunicaciones.

Mirador de los Poetas. El Valle de la Fuenfría y los campos de Cercedilla se abren a nuestros pies en su rápida transición hacia Madrid capital. A la derecha, estribaciones del Monte Abantos.

Mirador de los Poetas. Embalse de Navacerrada. La verdad es que estos miradores de los poetas son una excusa, per se, para montar una excursión a la zona. Y para muchos, punto final y de retorno.

Mirador de los Poetas. Concentración de piedras calizas tomadas por los hongos y los líquenes y de formas sugerentes.

El Mirador Vicente Aleixandre, magnífica ubicación sobre un denso canchal, contemplado desde las inmediaciones del otro mirador de esta zona: el de Luis Rosales. Caminamos por una vereda que conecta ambos y que es conocida como Senda de los Poetas.

Mirador de los Poetas. Y más concretamente, Mirador Luis Rosales. En las inmediaciones de ese canchal del fondo, toda una "reunión" artificial de piedras con aires de menhires en las que se han labrado versos de varios autores. El Mirador de los Poetas, además de un magnífico otero, es un homenaje a la literatura en plena naturaleza.

Mirador Luis Rosales. Un senderista lee una pequeña placa de bronce ubicada en una de las enormes rocas que delimitan este mirador que nació un año después (1986) que el dedicado a Vicente Aleixandre. No era para menos, siendo Rosales vecino de la cercana Cercedilla. Las vistas, fabulosas desde esta terraza a más de 1660 metros de altitud.

Poema de Luis Rosales, "El pozo ciego". Y este soneto dice así: "Bien sé que la tristeza no es cristiana, / que ayer siempre es domingo y que te has ido, / ahora debo reunir cuanto he perdido, / nieve niña eras tú nieve temprana / jugando con el sol de la mañana, / nieve, Señor, y por la nieve herido / vuelve a sentir mi sangre su latido, / su pozo ciego de esperanza humana. / ¿No era la voz del trigo mi locura? / Ya estoy solo, Señor, y ahora quisiera / ser de nieve también y amanecerte; / hombre de llanto y de tiniebla oscura / que espera su deshielo en primavera / y esta locura exacta de la muerte.

Este "buzón" excavado en la roca custodiaba en su origen un ejemplar de un libro de poesía de Luis Rosales, pero algún amigo de lo ajeno no solo disfrutó de su lectura sino que encima se lo llevó. La gente de Trotamontes repuso la obra y, allá por septiembre de 2001, colocó otro libro en el que todos los visitantes de este mirador pudieran reflejar sus pensamientos y sus sensaciones. Hojas en blanco que alimentar y que algún día pueden ser trasladadas al mundo virtual de Internet.

Esa pequeña caja conserva los libros de este autor y el libro de notas para todos los visitantes.

Más versos de Luis Rosales. Este poeta andaluz nacido en Granada fue uno de los artista que más reivindicaron esta zona montañosa del Sistema Central y, de hecho, la descubrió a base de bien desde que se instaló en Cercedilla allá por 1961. Esta piedra recoge los siguientes versos: "Las noches de Cercedilla / las llevo en mi soledad / y son la última linde / que yo quisiera mirar”.

Cercedilla, contemplada desde el Mirador Luis Rosales.

Caminando por las alineaciones de piedras existentes en toda esta zona conocida como Mirador de los Poetas.

Esta piedra grabada ubicada en el suelo del Mirador de los Poetas, y no siempre vista por todos sus visitantes, no solo nos recuerda los puntos cardinales, sino que nos sitúa geográficamente.

Carretera de la República. Dejamos atrás los miradores y bajamos con presteza por esta magnífica pista forestal en la que jamás llegó a entrar el proyecto inicial del asfalto. Caminamos escoltados en este punto por el imponente Pico Malajasna, una cumbre que roza los 2.000 metros.

Esbeltísimo ejemplar de pino cuyo tronco describe una ligera curvatura.

Qué bien vienen estas sombritas, vigiladas por el Malajasna, cuando se baja por la Carretera de la República a buen paso...





Carretera de la República.

Panel anunciador del arroyo Marichiva, regato de montaña que recibe su nombre de una montaña vecina.

La Fuenfría. El asfalto de la zona más empinada de la subida, allí donde su trazado gana altura junto al arroyo Majavilán.

Puerto de la Fuenfría.


Pinares de repoblación en el Valle de la Fuenfría.

Carretera de La Fuenfría. En su parte baja está muy arreglada no ya por el acceso a Las Dehesas, sino también por la existencia de una pequeña urbanización en la zona en torno a la residencia Lucas Olózabal.

Merenderos ubicados en las cercanías del Casa Cirilo, en el área recreativa de Las Dehesas.

Llegando al Casa Cirilo, zona de relax para lugareños y visitantes por sus praderías y sus fogones. Sus entornos, muy adecentados. Normal, estamos en Las Dehesas.

Cervecitas en el Casa Cirilo después de una buena pateada por el Puerto de la Fuenfría.

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