... Y Hércules creó una torre en A Coruña sobre la cabeza de Gerión (agosto de 2005)



Que la Torre de Hércules legada por los tiempos tenga evidentes mimbres neoclásicos se debe, entre otras cosas, a la gran restauración-remodelación ordenada por Carlos III en el siglo XVIII. Pero el gran símbolo de A Coruña, presidencial en su escudo, sigue ahondando sus raíces más allá de la historia, en la esencia de esas leyendas celtas que hablan del reino de Breogán; o en esas otras que traen al héroe en el que se inspira su nombre hasta la costa gallega, donde luchó contra el monstruoso gigante Gerión, lo venció, lo decapitó y formó un túmulo con su cabeza que coronó con una gran antorcha; incluso las que sorprendentemente recurren a un supuesto origen fenicio (pueblo para el que Hércules era Melkart). En todo caso, hermosas narraciones que engordan el rico imaginario colectivo de mitos y cuentos del territorio gallego. Leyendas que realzan la magia del enclave donde se asienta la Torre. Mecida por las aguas bravas del Atlántico. Mimada por las brisas, muchas veces vientos y otras tantas tormentas. También insultada, no conviene olvidarlo, con el veneno negro que muy, muy cerca escupió a comienzos de los noventa el petrolero Mar Egeo. Y lo mismo que en la vecina A Coruña nadie resulta forastero, la Torre de Hércules tampoco resulta desconocida para el viajero. Su transcendencia histórica ha alimentado una fama respetuosa con la evolución de los siglos, con las necesidades de las épocas, con los errores de ciertos momentos, incluso. Todos tenemos interiorizada una imagen de la Torre de Hércules, quizá insuflada por la televisión o la fotografía aparecida en una revista. O alguna mención en la boca de un conocido. Sin estar, la conocemos. Estas cosas pasan con los monumentos Patrimonio de la Humanidad. Lo es desde 1999.

De la vieja torre romana sobreviven evidentes restos en el interior y han aflorado muchos más en las excavaciones realizadas en el entorno. Los restos primitivos fueron encerrados por una nueva estructura en el siglo XVIII. Hasta entonces, lejos de ser un simple faro, había valido desde atalaya defensiva hasta de cómoda fuente de material constructivo para la ciudad. Incluso esta reforma, llevada a cabo entre 1788 y 1790 bajo las órdenes del extremeño de Badajoz Eustaquio Giannini, no fue definitiva, ya que a mediados del siglo XIX se acondicionó una nueva cubierta y se instaló un moderno fanal giratorio. La Torre de Hércules ha sido una construcción viva. Por la inscripción de una piedra que ha sido respetada por los tiempos y el clima se sabe que su primer "arquitecto" fue Gaio Sevio Lupo. Dice la misma: "“Consagrado a Marte Augusto. Caio Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (Coimbra) Lusitano en cumplimiento de una promesa”. Pero el cuando es otro de los enigmas que plantean sus orígenes. Se da por bueno, aunque también se discute y no existe unanimidad, que se levantó bajo el mandato de Trajano, entre el 98 y el 117 después de Cristo. La tesis del arqueólogo José María Bello pasa por adelantar su construcción a la segunda mitad del siglo I, bien en los tiempos del emperador Claudio, bien en los de Domiciano. El consistorio coruñés, a la luz de la consideración de su gran monumento como Patrimonio de la Humanidad, ha remodelado los acceso y ha configurado una amplia zona ajardinada de 47 hectáreas, el Parque Celta o el Jardín de Hércules, en la que se reparte un parque escultórico con más de quince obras integradas en un entorno lindante con la costa [VER VÍDEO]. Un aliciente más para caminar junto a la Torre y descubrir su grandeza, una grandeza que tuvo que resultar más sobrecogedora en el pasado, recortando su silueta sobre el horizonte de un cielo encapotado.

Para llegar junto a la Torre bastaría con seguir un camino de baldosas amarillas al uso de lo narrado en el Mago de Öz. Realmente es suficiente con dirigirnos hacia la parte alta de la península en la que se asienta A Coruña por su kilométrico paseo marítimo, de los más extensos del mundo. Ascendiendo sus pendientes bien desde el club naútico o bien desde las playas de Riazor y el Orzán experimentaremos grandes vistas sobre la ciudad y sobre el entorno. Nada como caminar, pero tampoco es una mala experiencia el viejo tranvía, puesto en marcha a comienzos del siglo XX y recuperado en 1997, que une el Orzán, desde la avenida Pedro Barrie de la Maza, con el Paseo de la Dársena, dos puntos ciertamente cercanos dada la configuración peninsular del casco urbano en los ensanches de su ciudad vieja, pero distantes una decena kilómetros por este medio de transporte. Eso sí, dos euros (tarifa del verano de 2005) cada viaje.

A Coruña, la ciudad de la Torre de Hércules. Ubicación geográfica en la costa gallega [Mapas de ViaMichelin].La leyenda cuenta que el nombre de la ciudad proviene de Crunia, la mujer con la que Hércules se encontró tras derrotar a Gerión.

A la izquierda se aprecia cómo emerge la torre entre el casco urbano de A Coruña en un imagen tomada desde la playa de Riazor, en las cercanías del estadio del Deportivo de La Coruña y junto a una de las dos cabeceras del tranvía de la ciudad.


La Torre de Hércules, vista desde la Casa de los Peces-Aquarium Finisterrae, con las aguas de la ensenada de la Lagoa justo enfrente.

La Torre de Hércules, en su perfil más A Lagoa y con un entorno amigo de paseos más senderistas donde no faltan algunos vestigios arqueológicos.


Un turista observa la Torre de Hércules desde un ajardinado promontorio cercano del concurrido parque de la Torre.


Otra vista, en esta ocasión desde un camino paralelo a la costa que discurre por el Monte de San Pedro, en el otro extremo de la ciudad y la Bahía del Orzán.


Una soleada mañana de agosto, una hermosa vista desde los accesos al interesante Aquarium Finisterrae. ¿Interesante? Sí. Y relajante. Una imagen (o una sucesión de ellas) vale más que mil palabras.




Recreación pictórica de la torre antes de su reforma en un cuadro presente en el Museo Arqueológico de A Coruña, ubicado en el Castillo de San Antón.


Otra imagen de la Torre, en esta ocasión tomada desde uno de los caminos existentes en el Parque de la Torre.

La Rosa de los Vientos, un mosaico circular de 25 metros de diámetro ubicado a los pies de a Torre de Hércules. En él se recogen a los siete grandes pueblos celtas y los iconos que los representan. Es obra del coruñés Javier Correa. Muy apreciado por los visitantes y sus cámaras de fotos.

La Rosa de los Vientos, un mosaico circular de 25 metros de diámetro ubicado a los pies de a Torre de Hércules. En él se recogen a los siete grandes pueblos celtas y los iconos que los representan. Es obra del coruñés Javier Correa.


Los concurridos y restaurados accesos peatonales a la Torre de Hércules.


Imponente toma más cercana.


Ésta es la actual fisonomía de la Torre, configurada durante el siglo XVIII, cuando volvió a ser más faro que atalaya defensiva.


Una placa recuerda que los trabajo de reforma se efectuaron bajo reinado de Carlos III.


Una bóveda interior levantada sobre irregulares sillares de piedra, de lo más antiguo que se conserva en la Torre.


Restos romanos en la parte más baja del edificio, según iniciamos la visita. La entrada cuesta dos euros. No son nada y merece la pena sentir desde dentro la majestuosidad de este monumento.


Las escaleras ascienden hacia la parte alta, donde se encuenta el faro que actualmente sigue prestando servicio.


La Torre de Hércules es un gran mirador sobre A Coruña, la Agra de San Amaro, el barrio de Las adormideras, el Puerto Deportivo y la Ría en sí.


En las inmediaciones de la Torre encontraremos paisajes como éste y constantes hermosas vistas sobre la otra vertiente de la ría.


La Rosa de los Vientos, un mosaico circular de 25 metros de diámetro ubicado a los pies de a Torre de Hércules. En él se recogen a los siete grandes pueblos celtas y los iconos que los representan. Es obra del coruñés Javier Correa.


Otra vista de la Torre de Hércules desde los acantilados cercanos a su ubicación.

El Parque de la Torre, contemplado desde los accesos a la torre.


Instantánea tomada desde un punto del parque de la Torre a la altura de la punta conocida como A Galera.


El océano Atlántico, rompiendo contra las rocas.




Hércules sobre la nave de los argonautas, también conocida como Nave de Piedra. otra de las obras escultóricas del Parque Celta esculpida en granito blanco e imaginada por el bilbaíno Gonzalo Viana. Viana, por cierto, fue uno de los pioneros del surf en Galicia.


Una cala que se ha recuperado con rocas machacadas es un buen sitio para relajarse con el sonido del agua y el olor del océano. La Torre queda a nuestra izquierda.


Caracola, del coruñés Moncho Amigo. Esta gran escultura de moderna concepción se encuentra en el saliente de Punta Herminia, muy cercana a las aguas, para captar el sonido de las olas contra las rocas. Para llegar a ella, esta pasarela.


Familia de menhires o Menhires por la paz, una obra de Manolo Paz que consta de doce piezas que simbolizan a un padre, una madre y sus hijos. Las aberturas que presentan en su parte media quieren animar al espectador a asomarse e interacturar, descubriendo un encuadre o un momento del día.




Un ciclista disfruta de su bici de montaña por los caminos paralelos al Atlántico que conforman el Parque Celta.


La Torre de Hércules, desde la lejanía del monte de San Pedro, al otro lado de la ensenada del Orzán. Su silueta es inconfundible y ciertamente embriagadora.


Una instantánea bajo un cielo soleado de una mañana de agosto.


La hija de Hércules, contemplada desde A Galera...


La Torre de Hércules, junto a la ensenada y la playa de la Lagoa (derecha), vistas desde las instalaciones de la Casa de los Peces de A Coruña.