El Angliru, un empinado balcón en la asturiana Sierra del Aramo (agosto de 2011)



Hay lugares que se definen y se explican apenas por su nombre, sitios en los que tras una simple denominación se resume todo un cúmulo de situaciones, vivencias y postales y que sugieren una inmediata imagen mental. Y al decir “Angliru”, así lo pensamos, estamos en uno de esos renombrados altares donde se concentran muchísimas cosas a la vez. El Angliru es sinónimo de ciclismo con un tinte épico y un toque inhumano, dadas esas rampas de hasta el 23,5% (a nosotros nos consta algún 24% puntual) en las que se baten el cobre los ciclistas de la Vuelta a España. También es un referente para montañeros e incluso para corredores de montaña, pero esas facetas quedan eclipsadas por la vertiente ciclista. “Angliru, el olimpo del ciclismo”, reza un cartel (y repiten otros) en La Vega, la capital del concejo de Riosa donde comienza el mito y donde acuden a lo largo del año cientos, miles, de peregrinos deportistas para tratar de hincarle el diente a las habladurías y la leyenda. Una mezcla que ofrece paisajes espectaculares, irrepetibles, inolvidables. Una orografía que no es raro que atrapen las nubes, pero regala hasta el Cantábrico en los días de buen tiempo.

Los medios de comunicación son los grandes culpables de esa exhaltación épica del Angliru, convertido en referente, en icono, para un deporte y para una carrera. El ser humano tiende a retener varias referencias y donde hoy siguen diciendo Mortirolo, Tourmalet, Alpe d´Huez también se refieren al Angliru. Y el Angliru, todo sea dicho, ha venido a sustituir en cuestiones de prestigio a los Lagos de Covadonga, "los lagos", en el imaginario colectivo de la dificultad ciclista. Dada su evidente dureza, en un punto que llevó a cuestionar su viabilidad como puerto para un ciclismo profesional masacrado por las prácticas dopantes y sus implicaciones sensacionalistas, el Angliru no tardó en pasar de rumor a objeto de culto. Reportajes, artículos y entrevistas en periódicos, revistas, teles, radios y hasta dominicales se acercaron a esta ascensión desde el punto de vista más puramente deportivo hasta el más social y medioambiental. Un dossier doméstico elaborado por nosotros en el año antes de su debut en la Vuelta de 1999 confirma ese gran impacto mediático que realzó su condición inhumana.

En cuatro ediciones, la quinta llega en 2011, el Angliru se ha autofraguado toda una notoriedad. Y no deja de resultar sorprendente el grado de fervor que genera un hilo de asfalto de doce kilómetros que asciende desde Riosa hasta una pequeña campa ubicada a 1.572 metros, entre el Pico La Gamonal (1.712 m) y el Moncuevu (1.717 m). Un viejo camino que facilitaba la reposición de agua en la pequeña laguna artificial, la de Monrasu, de la que beben los ovinos y bovinos que pastan libres por esas latitudes. En esa ruta penó Perico Delgado (“A lo largo de la subida he tenido varios momentos donde tuve la sensación de que se detenía el tiempo y no avanzaba”) y se retorcieron José María Jiménez, Fernando Escartín y Roberto Heras y todos los que llegaron después. Desde bien pronto surgieron sus admiradores y sus detractores e incluso, dada la denominación con la que comenzó a hablarse de la subida, la de La Gamonal, aparecieron roces políticos: La Gamonal se encuentra entre los términos municipales de Morcín, Riosa y Quirós y la subida, íntegramente en Riosa. De ahí la insistencia en la denominación “Angliru”, que se popularizó con una marcha cicloturista disputada el 10 de mayo de 1998. De 209 participantes, sólo acabaron 59. Cuando se anunció su inclusión en el recorrido de la Vuelta, un momento donde la prensa reflexionaba con crítica sobre las posibilidades orográficas peninsulares sin viajar a las Canarias, el fallecido Enrique Franco, director de la carrera, fue directo: “Ahí tenéis La Gamonal”.

Sin una fecha concreta, el Angliru nació a finales de la década de los ochenta y a comienzos de los noventa, pero ya en 1996 Mario Ruiz publicó de su existencia en la revista Ciclismo a Fondo. Desde entonces, se lo ha escalado hasta el exlehendakari José Antonio Ibarretxe o el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso. Y por sus pendientes no han faltado los “curiosos”, como Saturnino González; este camarero orensano lo ascendió en bici de montaña con una bandeja en la mano. El salto llegó con la misiva de un aficionado, Miguel Prieto, a la organización en 1997. Y hoy, catorce años después, el mito parece de carne y hueso más que de asfalto y montaña. La tierra de las minas más antiguas de Asturias es hoy un lugar de peregrinación del ciclismo mundial.



Mapa de situación. La carretera no figura, pero el marco rojo destaca la zona en la que se encuentra. Sorprende su cercanía a Oviedo y lo "secreto" que permaneció hasta 1998. Toda la zona de los concejos de Morcín y Riosa y la Sierra del Aramo destaca por una geografía abrupta en la que cualquier ascensión siempre será muy exigente.


Esta señal (hay otra justo enfrente, donde está el bar, para los que vienen desde Pola de Lena a través del empinadísimo Alto del Cordal o La Soterraña) nos indica la dirección a seguir y nos conduce a un brevísimo descenso tras abandonar la carretera AS-231.


Kilómetro 0 del Angliru, "el olimpo del ciclismo" y reclamo turístico de primera categoría, todavía entre las casas de La Vega, principal núcleo urbano del Concejo de Riosa.


Rumbo a Viapará (también se puede encontrar como Vía-Pará), un área recreativa situada tras cinco kilómetros muy duros, en una zona donde suaviza mucho la pendiente y tras la que comienza la parte más dura de la ascensión.


Preciosas vistas sobre la Sierra del Aramo. En este punto, con rampas del 9% y el 10%, nos encontramos... ¡sólo a unos 500 metros sobre el nivel del mar!.


Dos mujeres pasean por la campa de Viapará (a 700 metros sobre el nivel del mar), en la que es frecuente encontrar pastando ganado caballary desde la que tendremos unas espectaculares vistas sobre los concejos de Riosa y de Morcín.


La Sierra del Aramo, desde Viapará.




El valle de Riosa, con Grandiella en el fondo, desde Viapará. ¡Todo de un verde eléctrico que enamora!


Viapará. Vistas hacia el otro lado.


Viapará. Vistas sobre un fotogénico 'picu', el Monsacru, de poco más de 1.000 metros de altura.


Un presumido asturcón se queda quieto mirando al horizonte al vernos con la cámara. ¡Hasta que no se le capturó una imagen no se movió, palabra!




Comienza la parte más dura del Angliru, seis kilómetros de una gran exigencia.


Primeros porcentajes por encima del 15% camino de la zona denominada Les Cabanes.




Les Cabanes, la parte donde la vegetación protege carretera de una manera más frondosa aprovechando un pequeño talud; después, estando presente, la carretera tiene muchos claros y la foresta, poca entidad.


Curvas de herradura con vistas panorámicas sobre el Monsacru. A la izquierda de la imagen, conviene saberlo, una fuente será nuestra última oportunidad de recargar los bidones. El agua, fresca y clara, convoca a gentes de las cercanías de Gijón y Pola de Siero con varias garrafas de cinco litros.


Cartel de la Cuesta de Les Cabanes (822 m). Las zonas más características o representantivas del Angliru han sido destacadas mediante diferentes paneles informativos como éste.


El Angliru en estado puro camino de la zona de Llagos. La carretera asciende, remontando la ladera, hasta la parte trasera de esas rocas que presiden la parte superior de la imagen, pero esa es otra historia llamada Cueña les Cabres.


Un cicloturista, en pleno esfuerzo de ascensión al Angliru.


Vistas hacia el valle en una de sus curvas de herradura. El Angliru, en lo referente a panorámicas, es una subida muy agradecida. Cada metro, dado el desnivel, aporta nuevos posibles enfoques y enrriquece los encuadres de nuestra retina. ¡Es difícil quedarse con uno!


En la subida al Angliru también encontraremos carteles con las reproducciones de las primeras crónicas y los primeros artículos publicados sobre el denominado "Coloso de Riosa". Éste en concreto recoge un artículo de José Enrique Cima para La Nueva España sobre la victoria de Roberto Heras en 2002.




Dos ciclistas de montaña desafían con sus mountain bike al Angliru. Por desarrollos, postura y otras cuestiones más técnicas son muchos los aventureros que optan por la bici de monte antes que por la de carretera para afrontar el reto. Lo tenemos claro: para nosotros es igual de válido porque lo importante es llegar arriba.


El asfalto del Angliru, en un estado muy bueno para la carretera en cuestión (una carretera local) de la que estamos hablando.


Curvón de herradura en la zona de Llagos.




En el centro de la imagen se puede intuir el corte de la carretera. ¡Ésa es la famosa Cueña les Cabres del 23,5% de pendiente máxima!


Una vaca toma el sol plácidamente en las proximidades de la zona conocida como Cobayos (unos 1.200 metros sobre el nivel del mar en este punto).




Cobayos, chozas para ganado y espectaculares vistas.


La Cueña les Cabres. ¡Durísimo!


Un cicloturista se retuerce en la parte más dura del Angliru, la de la Cueña les Cabres.


Cuando la Vuelta se atrevió por primera vez a subir el Angliru, en el ya lejano 1999 donde venció José María Jiménez y la victoria en la carrera iría para Alemania de la mano de Jan Ullrich, obligó a hacer varias modificaciones en la carretera original por cuestiones de infraestructura. La Cueña les Cabres, por ejemplo y como se observa en esta foto, fue ensanchada.




Vistas desde la Cueña les Cabres, a unos 1.300 metros sobre el nivel del mar. ¡Qué pequeño queda el Monsacru!


Un visitante fotografía las vistas sobre el valle de Riosa, en el que las nubes se quedan suspendidas como si fueran algodón azucarado.


Viapará, y el Monsacru, desde las alturas. El edificio que se ve en la parte central de la foto hacia arriba es el hotel que están construyendo para canalizar el turismo cicloturista a Riosa, por otra parte bastante intenso en verano por lo que vimos y por lo que nos contaron. Cuando hay carrera ciclista, claro, éste es mucho mayor. Y desde el ayuntamiento, esperan poder captar y rentabilizar toda esa afluencia.


El Angliru. La pequeña explanada donde se sitúan las metas ciclistas. Al fondo, el pico La Gamonal (1.712 m).


¿Y ese monolito en la cumbre, a poco más de 1.500 metros sobre el nivel del mar?


Pues una conmemoración de un hermanamiento ciclista entre el Angliru y el Mortirolo, "puertos míticos del ciclismo mundial".


Vacas pastando plácidamente a los pies del Pico Moncuevo (1.717 m).


Buenos prados para el pasto del ganado


Una panorámica impresionante sobre el concejo de Riosa.


¡Menudo desnivel se intuye para el descenso!