La danza de los buitres sobre una cueva del tesoro (siempre nos estará esperando)



Existen leyendas cuyo origen no hay que buscarlo en la noche de los tiempos. Historias que, aunque parezcan increíbles o impropias de ésta época, sí han sucedido no hace mucho. Al menos gran parte de sus detalles. Pues ya se sabe que el humano, en su boca a boca, siempre añade detalles que no existían, modifica otros que considera relevantes y puede llegar a obviar otros presentes en el guión original. Una de esas historias increíbles nos lleva hasta un sobrecogedor paraje de la comarca pacense de la Sierra Suroeste, un maravilloso lugar de eternas dehesas y redondeadas sierras salpicadas, aquí y allá, por rotundos riscos de piedra vieja. Estamos en el llamado Risco Barbellío, uno de esos pequeños montes coronados por roca en el que se han hecho fuertes los buitres. Un inconfundible accidente geográfico situado entre los municipios de Salvaleón y Salvatierra de los Barros que esconde en su seno una cueva. La “cueva del Risco Barbellío”, como dicen los lugareños. Lo de “esconder”, desgraciadamente, es un poco eufemístico. En la zona se conoce bien de su existencia e incluso una pintada en la roca ayuda a ubicarla; no son pocas las excursiones, desde las más familiares hasta las más organizadas, que han paseado por la zona durante décadas. Algunas han dejado buena muestra de su humanidad con recuerdos en forma de colillas, latas, papeles… En el interior, otra pintada recuerda el nombre de un grupo de música local durante los sesenta y los setenta. Esta denuncia no es original nuestra, sino que incluso ya la recalcaron durante una visita no muy lejana varios miembros de la Federación Madrileña de Espeleología en su informe sobre la cavidad. Y eso que el acceso este, el más accesible, apenas una pequeña abertura en la roca donde entra un hombre agachado, no resulta fácil de encontrar sin esa "indicación".

Ese pequeño agujero da paso a una especie de corredor de alto techo. En los lados se abren nuevas salas, aunque hay señales de movimientos rocosos. Muchos, en el pueblo de Salvaleón, destacan cómo en sus correrías se metían en la cueva, entraban en esas salas y proseguían por nuevas galerías que no parecían tener más fin que el sugerido por la propia prudencia. En resumen, que los testimonios recogen la existencia de una compleja red de pasillos y salas que en la actualidad han sido obstruidos por las rocas. Sigue, sólido y firme, de este a oeste, el principal; y nos lleva a una gran sala. En ese mismo escrito se refleja la existencia de un pequeño pozo en el interior que nos obligará a caminar con precaución. Es aquí donde entra el componente legendario, ya que ese supuesto pozo es la consecuencia de un sueño. Así se cuenta. A mediados de los noventa, quizá antes, un lugareño, que después emigró, soñó la existencia de un maravilloso tesoro enterrado en la cueva. Ni corto ni perezoso, excavó en su búsqueda. Si encontró algo, es una incógnita que alimenta las habladurías. Lo que sí es seguro que dejó el agujero, como reflejo de su paso, junto al gran ventanal, en realidad la otra gran entrada de la cueva. Hemos cruzado la montaña de lado a lado, pero esta entrada, mucho más accesible, da a un pequeño abismo.

De la pluma de los espeólogos nace la siguiente descripción: "Ésta es una cueva de muy escaso desarrollo, predominando en ella los pasos angostos. La entrada a la cueva se realiza mediante un paso estrecho entre bloques desprendidos del cantil. Nada más entrar la galería principal gira a la derecha. Desde aquí podemos optar por seguir de frente o continuar a la derecha.Si continuamos de frente por la galería principal, tendremos que bordear un pequeño pozo por nuestra izquierda, tras el cual nos encontramos con la salida dos de esta cavidad.Si por el contrario decidimos girar por la galería de la derecha, nos encontraremos con una sucesión de pequeñas galerías gaterosas, que salen tanto a derecha como a izquierda y que se ciegan a los pocos metros".

Pero hay otro tesoro, mucho más valioso en nuestra opinión: el de la danza de los numerosos buitres que habitan en esos riscales. Su vuelo pausado describe desestresantes líneas sobre la dehesa. En otoño o primavera, con los campos refulgiendo de verdor, este inolvidable botín visual gana muchísimos puntos. Y el entorno, visto desde lo alto del risco, se convierte en una sempiterna postal para el recuerdo.

El Risco Barbellío. Ubicación geográfica aproximada. Siguiendo las pistas, su silueta resulta inconfundible. Un pirata seguro que lo dibujaría como una referencia. Y que, curiosamente, no está sometido a ningún tipo de protección medioambiental de rango provincial, autonómico o regional.


Una imagen del Risco Barbellío (izda) desde la carretera EX-320 (Cheles-Zafra, en el tramo entre Salvaleón y Salvatierra de los Barros).


Indicación de entrada.


El entorno de la entrada: piedra maciza.


Curiosa formación rocosa... ¡un pedazo de Isla de Pascua en Extremadura!


La entrada este, más bien madriguera, a la cueva.


La danza de los buitres sobre los cielos de Salvaleón (Badajoz). Esta es una de las mayores colonias buitreras de toda Extremadura y cada vez seduce a más amantes de la contemplación y fotografiado de aves (birdwatching). En otro lares pueden disfrutar también del buite negro.




Hagan la prueba. Un vuelo realmente hipnótico. La belleza de la pausa.


Atardece y los buitres danzan entre sí. Estas hermosas aves carroñeras inspiran hasta una marcha senderista de mucha entidad que suele realizar la Asociación de senderistas de Salvaleón y, con variaciones lógicas, su homónima de Salvatierra.


La vecina Sierra de María Andrés, o la Jara, vista desde los accesos al Barbellío.


Atardece sobre la Sierra de María Andrés, también conocida como de la Jara por un gran cortijo que se asienta en una de sus bases. Ese cortijo, enorme de verdad, se puede ver desde la pista forestal que une Salvatierra de los Barros con Nogales. Una dura pero gratificante ruta en bicicleta de montaña puede ser una buena excusa.


Dehesas vecinas al Risco Barbellío. En la zona conocida por los locales como El Chorrero podremos encontrar (excepcionales) quejigos presentados por la Diputación de Badajoz como árboles singulares.


El pantano de Nogales, entre dehesas.


Otra del pantano de Nogales.


Las serranías muchas veces nos regalan panorámicas tan impresionantes que no tienen nada que envidiarle a las grandes cumbres de más rancio abolengo.