La Fortaleza de San Antón, defensa secular de la ciudad de A Coruña (agosto de 2005)



Resulta que le dicen castillo, Castelo de San Antón, y así aparece en mapas, señalizaciones e indicaciones de los siempre amables lugareños. Piensen, sí, en muros recios, sólidas murallas y ecos de batallas y defensas. Pero no esperen almenas o una esbelta torre del homenaje al uso, digamos para entendernos, medieval. No. San Antón es una fortaleza, un fuerte, un baluarte sobre las atlánticas aguas de la Ría de la Coruña. San Antón es la defensa de A Coruña. Desde octubre de 1968, el recinto acoge el Museo Histórico y Arqueológico de la ciudad. ¿No hay acaso mayor defensa que aquella que protege el patrimonio y la memoria? Hoy en día podemos llegar al museo, fuerte en el pasado, por una cómoda lengua asfaltada y pavimentada que podría pasar por una calle más nacida del capricho de la naturaleza. Vaya por delante que se trata de una unión artificial concretada en 1940 a través de un puente, bastante disimulado por una coqueta escollera de piedra, que la une al antiguo Muelle de las Ánimas. Hasta entonces, pese a la cercanía, acaso inminencia, la isla era precisamente eso, una isla. La isla de San Antón de A Coruña, porque en la costa pontevedresa existe otra, siendo más precisos. Y de la denominación de la ínsula nació, por “contagio”, por comodidad, por evolución natural o por metonimia si así se prefiere, la del fuerte.

Hasta ese puente, hasta ese fuerte, en la pequeña isla existía una recoleta capilla dedicada a San Antón. Como bajo el patronazgo de este santo egipcio se cobijan, entre otros, aquellos afectados por dolencias con claras manifestaciones cutáneas, la capilla se convirtió en un cómodo centro de concentración para todos aquellos marineros enfermos de lepra. Lo de “cómodo”, claro, es un triste pero no menos real eufemismo: un islote cercano a la ciudad parece un buen lugar para alejar de la misma a todos aquellos susceptibles de contagiar males. La particular ubicación de A Coruña en una estrecha península, con la ensenada del Orzán a un lado y la tradicional zona portuaria al otro, convertía la ciudad en la que nadie es forastero en un objetivo militar relativamente factible que requería, por tanto, de ciertas infraestructuras defensivas más allá de unas simples murallas. Por eso, dada la creciente importancia del viejo puerto por el comercio con las Indias y el este asiático (como dato histórico a tener en cuenta en este punto, hay que destacar que en 1522 Carlos I concedió a Coruña la Casa de Contratación de las Especias) o como parada de rutas militares (véase la parada técnica de la Armada Invencible que había partido de Lisboa), surgió la necesidad de protegerlo. Así, una pequeña isla, apenas una hectárea, se convirtió en un gran recinto abaluartado cuya importancia quedó demostrada desde el principio, incluso sin estar acabados los trabajos. Y es que cuando cayó la Invencible, aquel “no mandé a mis naves a luchar contra los elementos” con el que resumió Felipe II el descalabro en sus intenciones, la Corona Británica planteó un contraataque de castigo en el que A Coruña pagaba el pato. Francis Drake, a un tiempo sir y siempre pirata, comandó la flota que, camino de Lisboa, trató de tomar la ciudad en 1590, durante quince intensos días que comenzaron un 4 de mayo. Pero el Castillo de San Antón, en obras desde 1587, y su artillería fueron importantes para impedir el éxito de un Drake definitivamente frenado por la oposición popular encabezada por María Pita.

El éxito reforzó la idea, aceleró los trabajo, demostró lo obsoleto del viejo fuerte de Malvecín y amplió el proyecto con nuevas estancias y otras fortificaciones (Fuerte de Santa Cruz, Fuerte de San Diego,…). El viejo islote se convirtió en un baluarte flotante consagrado a las baterías de artillería y preparado para albergar una importante guarnición. En el siglo XVIII se levantó, incluso, la residencia del gobernador, un don que, pese a sus grandes servicios frente a holandeses (1599) o franceses (1639) cayó en desgracia posteriormente. El castillo/baluarte/fortaleza flotante se transformó en una prisión, todo un Alcatraz coruñés por el que pasaron, entre otros, el marino, militar y científico italiano Alejandro Malaspina (por conspirar contra Manuel Godoy en 1795) o Juan Díaz Porlier (tras fomentar un levantamiento progresista en 1815). En 1964, el ayuntamiento se hizo cargo del castillo e impulsó unos trabajos de rehabilitación que dieron lugar en las diferentes estancias, ya en 1968, al actual Museo Arqueológico e Histórico de A Coruña, un magnífico lugar para disfrutar de las vistas sobre la ciudad, la esbelta torre de control marítimo, los pantanales del Sporting Club Casino o intuir la cercana y célebre Marina coruñesa y su dársena. Y por supuesto, claro, magníficas piezas prehistóricas (muchas del Castro de Elviña), romanas y medievales; pinturas, imágenes e ilustraciones de época hasta de la también próxima (y originalmente romana) Torre de Hércules; explicaciones militares (de la batalla de Elviña entre ingleses y franceses durante la Guerra de la Independencia), una capilla dedicada a la virgen del Rosario y una interesante recopilación de escudos de armas en piedra traídos de desaparecidas murallas y puertas de muralla. Pero nada mejor que perderse por sus estancias y sentirlas. Si pasamos por A Coruña ¿qué son los dos euros de la entrada? Nada, desde luego.

El baluarte/castillo/fortaleza/fuerte de San Antón se encuentra en la ciudad de A Coruña. Desde la zona conocida como marina no nos resultará complicado alcanzar sus accesos.


El Castillo de San Antón.


Acceso al recinto de aires muy abaluartados.


Vistas sobre la ría desde el interior del fuerte.


El patio principal y la Casa del Gobernador.


Escudo de España en piedra recuperado de alguna vieja edificación.


Escudo de la ciudad de A Coruña del siglo XVII, ubicado en la antigua, y desaparecida, Puerta de la Torre. El protagonismo, para la famosa torre.


La Marina de A Coruña y el viejo puerto, desde la terraza de la casa del Gobernador.


Una gaviota se posa en la muralla y observa su entorno con el extenso paseo marítimo al fondo.


El faro, de 1861, visto desde la azotea de la casa del gobernador.


Un cañón de voces apagas se asoma a la zona del puerto deportivo donde fondean muchos barcos. Al fondo, el dique de abrigo Barrié de la Maza, destino de paseo de muchos coruñeses.


El puerto deportivo y el Sporting Club Casino.


Otra gaviota observa el entorno desde uno de los muros del castillo.


Escaleras de piedra que descienden a una zona de embarcadero.


Detalle de un muro del castillo.


Una vieja pieza de artillería que hoy hace las veces de reclamo fotográfico. Hay varias a lo largo de todo el castillo.


Vista del acceso principal al Castillo, delante del cual se extiende un pequeño aparcamiento.


Una "garita" con vistas a la Marina de A Coruña.

Vídeo de lookingxat.


Vídeo de Charly Galician.


A english video about San Antón, by MissTowanda. Un grandísimo recorrido por este tesoro.



El faro, visto desde el interior de la musealizada Casa del Gobernador.