Algunos sitios indispensables en Burgos, vieja capital y moderna ciudad de ciudades (2004)



"Es una gran ciudad, atravesada por un río y dividida en barrios rodeados de muros. Uno de estos barrios está habitado particularmente por judíos. La ciudad es fuerte y acondicionada para la defensa. Hay bazares, comercio y mucha población y riquezas. Está situadas sobre la gran ruta de los viajeros"
(Al-Idrisi, geógrafo musulmán del XII)

La historia y el patrimonio, y por supuesto viceversa, van de la mano. O suelen. O deberían, al menos. Burgos es un buen ejemplo. Un pasado riquísimo en acontecimientos que han motivado, modificado o condicionado multitud de edificios, espacios y construcciones. A cada época, por supuesto, sus necesidades y sus criterios, no necesariamente respetados o compartidos en épocas posteriores. Pero siempre, eso sí, una base, una primera capa incuestionable en la que confluyen todas, una identidad primigenia en torno a la que crecer o evolucionar. La catedral, esa magnífica catedral de Santa María, es ese faro, tan brillante que la mismísima Castilla buscaba el brillo de su luz.

Hablamos en sentido figurado, claro, para explicar que Burgos gozó de gran peso e importancia en un Reino del que fue su capital y al que aportó muchos héroes. Ahí está El Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, como cabeza de cartel e hijo pródigo en monumentos. Y esa importancia la recoge su escudo, donde no importan tanto los colores y su disposición como la relevancia de la heráldica y las cuatro máximas que piropean la urbe: caput castellae, camera regia, prima voce, et fide. O traducido al román paladino, que como diría Gonzalo de Berceo es la lengua en la que el pueblo suele hablar con el vecino: "Cabeza de Castilla, Cámara del Rey, Primera en la voz y La más fiel". Pleno de reconocimientos y perfecto resumen para las implicaciones políticas capitalinas.

Ese “tetraprivilegio” y el hecho de la capitalidad se entrelazaban apretados por la trascendencia del Camino de Santiago. A toda gran ciudad per se le suponemos ciertos bríos comerciales y cierto trasiego espiritual. El Camino, su vía principal, esa que se unifica en el Puente de la Reina, multiplica estos y los barniza con ideas lejanas en un proceso de mestizaje intelectual por goteo. En la Edad Media decir Europa era tanto como hablar del Mundo. Y con el peregrinaje, además de necesidades, llegaban soluciones y también, de alguna forma, medios para llevar a cabo éstas últimas. En este sentido, las grandes ciudades del Camino comparten muchas cosas más allá de ese prestigio que implica lo jacobeo. Algunas de las mejores y más idealizadas muestras del arte gótico son el mejor ejemplo. Ahora, bien nos muestra Ken Follet en Los pilares de la tierra, ya sea en el libro en la adaptación televisiva de 2010, cómo construir una catedral no es un hecho, sino un proceso que se extiende tanto en el tiempo que “se contamina” la idea original.

Patrimonio de la Humanidad desde 1984 gracias a su Catedral (aquí sí pega en mayúsculas, porque es un edificio que las merece), el casco antiguo de Burgos es una delicia. En toda la península, pero especialmente en Castilla y León, las piedras hablan. En Burgos se marcan monólogos y tienen el interesante plus de las vistas panorámicas que ofrece el Cerro del Castillo, muy cercano al casco antiguo y excelente otero sobre éste. De la vieja fortaleza en la que moraban los monarcas de Castilla y nacían los futuros reyes poco queda gracias a la “cortesía” francesa durante la Guerra de la Independencia. Otra licencia intolerable más dentro del sinsentido napoleónico sufrido por el patrimonio, entre el espolio, el vandalismo o las ganas de fastidiar (recuérdense los “graffiti” de cuño galo existentes en el interior de la catedral de Palencia). Fustigada por las tropas de Wellington, la guarnición gala optó por volarlo ante las importantes labores de polvorín que había venido asistiendo. Se cuenta que la detonación fue tan violenta que llegaron a romper algunas vidrieras en la catedral.

¡Cuánto dio de sí Burgos desde que el conde Diego Rodríguez Porcelos estableció en 884 un pequeño asentamiento militar en el Cerro de San Miguel! Aquel asentamiento creció en notoriedad al mismo tiempo que los cristianos le arrebataban territorios a los musulmanes. Cuando más al sur fue emigrando la frontera el viejo Burgos más se ganó en estabilidad. La influencia del Camino, el nacimiento de un condado hereditario (Fernán González, 931) de Castilla que posteriormente mutaría en reino e iría imponiéndose al resto de los existentes en la Península y el poderío del comercio, entremezclados, fundamentan y explican la vertiginosa importancia de la ciudad. Y a villa importante, consecuencia directa, hechos muy relevantes. En Burgos tuvo su taller Fadrique de Basilea, el impresor de la primera edición de La Celestina, una obra cumbre de la literatura española. En Burgos alcanzó prósperas cotas de negocio el comercio de la lana (ampliado posteriormente al aceite, el vino y otros productos), estableciendo fuertes vínculos económicos con Brujas o Amberes en la génesis de una rica conexión entre el corazón de Castilla y Flandes: el Consulado del Mar. En la Casa del Cordón de Burgos rindió cuentas ante los Reyes Católicos (1497) Cristóbal Colón de su segundo viaje a las Indias, del que vino acompañado por indígenas y riquezas del Nuevo Continente.

La actual Burgos, oscilante en torno a los 180.000 habitantes, ha sabido encauzar todo el potencial patrimonial e histórico de su casco viejo como ese motor económico del que carecía cuando el comercio textil entró en decadencia allá por mediados del siglo XVI, cuando la población rondaba las 15.000 personas. Afortunadamente, y con todo merecimiento, el turismo es su fortaleza. El Camino de Santiago, convertido en una experiencia vital, lo ha potenciado. Del "ciudad de ciudades" que rezaba una campaña publicitaria institucional hace unos años hemos pasado a la rotundidez del "la ciudad". El turismo, ya por sí misma, ya por el Camino, ha sido una gratísima noticia. La industrialización del XIX, si bien también llegó a la capital, no se dejó notar tanto como en otros núcleos de la Península. Sin esas posibilidades, acaso anclada en ese dicho de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, la vieja y orgullosa capital castellana volvería a ostentar rangos capitalinos durante la Guerra Civil, cuando el (posteriormente ganador) bando sublevado, con el general Francisco Franco al frente, fijó en ella la sede de su primer gobierno y de su ministerio de asuntos exteriores. Sobre episodios posteriores puede profundizarse en este artículo de Luis Castro. Rica en historia, rica en alicientes. A medio camino, casi, entre Bilbao y Madrid. Y bien comunicada. Nos espera la segunda ciudad (por población) de Castilla y León.

Burgos, antigua capital de Castilla. Ubicación geográfica. La ciudad se extiende en una pequeña depresión junto al río Arlanzón. El diario The New York Times sorprendió a muchos incluyendo Burgos entre 46 propuestas y recomendando su visita para el año 2013, en el que Burgos ejercerá de Capital Gastronómica de España. ¿Los motivos de la recomendación? Su patrimonio y su renovación.


Escultura del Cid Campeador que preside la plaza del Cid, uno de los puntos neurálgicos y más concurridos de Burgos. La obra, Monumento al Cid (1955), es obra del almeriense Juan Cristóbal González. El pedestal, de Fernando Chueca Goitia.


La catedral y el Arco de Santa María, en una noche de procesiones de la Semana Santa de 2004, vistos desde el llamado puente de Santa María.




Arco de Santa María, una de las antiguas doce puertas de acceso a la ciudad que fue modificado (1536-1553) por Juan de Vallejo y Francisco de Colonia para acoger un "homenaje burgalés" a Carlos I, un guiño de obediencia del burgo tras las revueltas comuneras. Se trata de uno de sus monumentos más reconocibles y reconocido por su estética, rematada con ornamentos de castillete, y ser una vía de paso fundamental para acceder a la plaza mayor burgalesa y llegar a la cercana catedral.


Detalle del cuerpo principal. Bajo una talla de Santa María y otras tres de dos maceros (arriba, extremos) y el ángel custudio de la ciudad, encontramos seis hornacinas dispuestas en dos cuerpos y tres calles donde aparecen algunos personajes básicos en la historia de Burgos. A saber, Carlos I (centro, abajo), los jueces Nuño Rasura y Laín Calvo, los condes Diego Rodríguez Porcelos (fundador de la ciudad; centro, arriba) y Fernán González (primer conde independiente de Castilla; arriba, izquierda) y un burgalés universal: El Cid (arriba, derecha).


Al otro lado del arco, en la vertiente de la plaza mayor, éste se transforma casi por arte de magia en una edificación muy castellana que durante muchísimos años acogió el Concejo de Burgos.


Relieve en el antiguo ayuntamiento de una antigua interpretación del escudo de la ciudad que preside un rostro regio: el conocido como caput, por el hecho de que Burgos fue reconocida como "Cabeza de Castilla" (caput castellae).


¡Qué no se olvide que estamos en un núcleo fundamental dentro del Camino de Santiago! En la ciudad vieja no hay que dejar de recorrer los 1.350 metros que separan la plaza de San Juan (donde existía una puerta homónima) y el arco de San Martín, el camino hacia Santiago con más solera histórica. Esta travesía incluye paso por las calles Calzadas, San Juan, Avellanos y Fernán González y encontraremos motivos jacobeos como el de esta imagen, en Fernán González.

Catedral de Santa María la Mayor, uno de los iconos del Camino del Santiago y del estilo gótico en península. Las puerta principal es conocida como Puerta Real (por motivos obvios) o del Perdón y las laterales, Puerta de la Concepción y Puerta de la Coronación.


Un detalle de la fachada principal de este monumento Patrimonio de la Humanidad en el que se aprecian mejor sus pináculos y el rosetón central.




Una vista de la fachada con la Fuente de Santa María en primer término.


El tímpano de la portada de la Coronería, decorado con motivos escultóricos religiosos.


Portada de la Coronería. La riqueza en ornamentos escultóricos de índole culturizante en las fachadas es enorme.

Uno de los laterales de la catedral, visto desde la anexa plaza de San Fernando.


Numerosos y verticales chapiteles coronan las torres para acrecentar esa búsqueda simbólica de la divinidad. Coordinó los trabajos Juan de Colonia a mediados del siglo XV. En la imagen, el exterior de la Capilla del Condestable.


Una monstruosa gárgola. En esta imagen se aprecia el buen estado de un monumento restaurado a finales del siglo XX.


Rosetón gótico, otro más y no el más importante.


Los pináculos y las torres, desde otra perspectiva.


Un escudo coronado por lo que parece un bombín o un sombrero de Al Capone. Otro guiño al espectador, como el del reloj conocido como Papamoscas.


Las enormes torres de la catedral, fotografiadas de madrugada desde Las Llanas.


La céntrica, comercial y peatonalizada calle Virgen de la Paloma, conocida simplemente como calle de la Paloma. A la izquierda, una de las esquinas del enorme recinto de la catedral, la que da a la calle Diego de Porcelos (que cruza).


La catedral, vista desde la calle/plazuela Llana de Afuera, zona rica en restauración y bares de copas que en el pasado, junto a la próxima Llana de Adentro, acogía el mercado de los cereales.


La plaza de la Huerta del Rey, popularmente conocida como La Flora por la estatua que preside su centro, con las torres de la cateral al fondo. Esta zona tiene mucha vida nocturna y es uno de los puntos más pintorescos de Burgos por sus fachadas de colores y sus terrazas decimonónicas.


Fuente de la Diosa de Flora, que "rebautiza" la plaza.


Ascendiendo hacia la iglesia de San Esteban y el Mirador del Castillo por la escalinata de la calle Valentín Palencia.


Tímpano de la iglesia de San Esteban, presidido por un pantócrator rodeado de los cuatro evangelistas.


En primer plano, la iglesia de San Esteban, sede del museo del retablo. A la derecha, la catedral.


La catedral y el casco viejo de Burgos, visto desde el Mirador del Castillo.


El Arco de San Esteban, desde uno de los privilegiados miradores del cerro del Castillo, el punto más alto de Burgos y donde se conservan los restos de su fortaleza.


Restaurado recinto amurallado del castillo de Burgos, cuyos orígenes se remontan al siglo IX y que supusieron el embrión para el nacimiento de la villa. Después de muchas modificaciones posteriores, el castillo fue destruido durante la invasión napoleónica.


Reducida a escombros en 1813 cuando se detonó un gran polvorín, se han llevado adelante importantes trabajos de restauración para recuperar en la medida de lo posible la memoria de esta añeja fortaleza cuna de reyes.


El parque del Castillo es tan pulmón para la ciudad como una pequeña joya para el paseante.


Tramo de las antiguas murallas, bastante rehabilitado.


La mudéjar Puerta de San Esteban, del siglo XIV.


Arco de San Gil, de camino a la iglesia homónima y muy cercano a la Puerta de San Esteban. Juan de Vallejo, en el siglo XVI, y Manuel de Baztigueta, en el XVIII, modificaron los trabajos impulsados por Alfonso X en 1276. El relieve de la parte superior no es otro que el escudo de Burgos.


Iglesia de San Gil Abad, considerada como el gran templo gótico de Burgos con permiso de la catedral. Que no engañe su sobrio exterior: por dentro es una joya por su capilla de la Natividad, en la que descansan Juan de Castro e Inés de Lerma, su esposa; o la de la Cruz (renacentista). La figura de este santo ateniense creció en importancia gracias al testimonio de los peregrinos.


Hermosos rincones en el casco viejo de Burgos.


Un monumento al peregrino de los varios existentes en la ciudad. ¡Estamos en el Camino de Santiago! La particularidad de éste, que es leproso.


El conocido como Solar del Cid, espacio cercano al arco de San Martín (en el extremo occidental del Camino de Santiago en su primitivo paso por Burgos) en el que se encontraba la residencia burgalesa de Rodrigo Díaz de Vivar. Este monumento recoge el escudo de armas del Campeador, el de la Ciudad de Burgos (izda) y el de San Pedro de Cardeña (derecha), monasterio en el que descansan sus restos fallecidos en Valencia.


El monumento, como aquí se recoge, fue levantado en tiempos de Carlos III como homenaje a la memoria del Cid. Aquí enlazamos un magnífico artículo de Ramón Menéndez Pidal escrito en 1926: "El solar del Cid”.


Arco de Fernán González, el fundador del Reino de Castilla.


Palacio de Capitanía General, edificio neogótico de comienzos del siglo XX donde el general Franco fue nombrado Jefe Superior de los Ejércitos de España. Una inscripción reza lo siguiente: "En este Palacio el 1 de Octubre de 1936 recibió el Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde nombrado Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos nacionales los poderes y suprema autoridad de la nación, que le entregó ante el pueblo de Burgos y delegaciones de la España liberada el Excmo. Sr. General D. Miguel Cabanellas, Presidente de la junta de Defensa Nacional representante del patriótico Alzamiento de 18 de Julio de aquel año".


Junto al pequeño río Vena que al poco desemboca en el Arlanzón, la iglesia de San Lesmes. Su construcción fue ordenada por en 1074 por Alfonso VI de Castilla para honrar al que es el patrón de la villa, aunque el proyecto original fue reformado con diferentes actuaciones y ampliaciones en los siglos XIV y XV.


San Lesmes y un poco de la estatua al Conde Diego Rodríguez de Porcelos (izda.), en la plaza de San Juan.


Un león rampante con una representación de Castilla decora un pilar de un pequeño puente sobre las aguas del río Vena. Detrás, la plaza de San Juan, con la iglesia del antiguo monasterio al fondo.


Un pórtico de San Lesmes.


Decoración escultórica con motivos 'peregrinos" en San Lesmes.


Plaza de San Juan. En primer plano, el monumento al Conde Diego Rodríguez Porcelos, fundador de la ciudad; una obra de 1983 del extremeño Juan de Ávalos, ya fallecido.


Representaciones heráldicas en la entrada principal al antiguo Hospital de San Juan.


Restos del antiguo Hospital de San Juan.


Ventana abalconada en la Casa del Cordón, el palacio residencial de los Condestables de Castilla que fue diseñado por Simón de Colonia en el siglo XV.


El cordón de hábito franciscano que Simón de Colonia incluyó en la fachada y acabó bautizando la Casa del Cordón. Aquí falleció Felipe el Hermoso, esposo de Juana la Loca y padre de Carlos I, el primero de los Austrias. Aquí estuvo la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores franquista.


Una enorme escultura ecuestre del Cid preside la Plaza homónima. Al fondo, el Teatro Principal.


Paseo del Espolón, concurrido paseo burgalés junto a las aguas del Arlanzón. A la izquierda quedaría el espacio de los Cuatro Reyes. Fernán González, Alfonso XI, Juan I y Enrique III, cuatro monarcas muy cercanos a Burgos y su historia, están representados en cuatro efigies que fueron donadas por Carlos III.


Paseo del Espolón. Aprovechando las tarjetas weekend plan, en nuestra visita nos alojamos en el Hotel España, un establecimiento acogedor y funcional y más económico que otros.


El río Arlanzón, el gran cauce que baña Burgos.


Portada románica de la iglesia de Nuestra Señora de la Llana, del pueblo Cerezo de Río Tirón. El templo original está en ruinas y esta portada, piedra a piedra, se trajo hasta el concurrido Parque de la Isla. Una Adoración de los Reyes Magos de este mismo templo se encuentra en el Museo de los Claustros de Nueva York desde 1985.


Arcos de Castilfalé, una de las atracciones del Parque de la Isla.