Un paseo por el pintoresco centro urbano de Villaviciosa (agosto de 2011)



Villaviciosa, la villa fértil, la capital de la sidra por eso de acoger en su seno algunas de las más célebres marcas de esta bebida que bautiza a toda una comarca y que tanto predicamento tiene en todo el norte peninsular, es un hermoso pueblo asturiano de casi 15.000 habitantes cuyo centro urbano no deja indiferente. Una lograda mezcla de fachadas de aires señoriales que rivalizan en colores y en diseño, inconfundibles por sus testimonios heráldicos, impactantes por su lujosa simpleza. Un museo de casas solariegas, en suma, con un poso histórico de gran trascendencia. Porque fue en estas latitudes donde pisó por primera vez suelo ibérico Carlos I, Carlos V de Alemania, un pequeño paso para un monarca que acabó siendo emperador, uno gigante para la notoriedad de la futura España.

Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando una serie de familias locales comenzaron a prosperar en los negocios. Y de esos réditos, un progresivo crecimiento y una adecuación del casco urbano a los nuevos gustos, las nuevas necesidades y las nuevas tendencias. Como en una especie de refundación, donde cada familia con posibles y pretensiones aportó su granito de arena, el casco urbano acabó adquiriendo la estética actual, a caballo entre lo que podría pasar por un logradísimo escenario de cartón-piedra y un nuevo universo acorde al próspero nivel de vida de sus vecinos. En medio de parajes de intensos y eléctricos verdes, pues la pluviosidad no engaña, a las puertas de la mayor ría de toda Asturias, un centro urbano de enorme prosperidad.

Tomando la hermosa iglesia de Santa María de la Oliva y la plaza de Obdulio Fernández como punto de partida, un paseo por sus empedradas calles Agua y Sol nos permitirá comprobar la grandeza de una sucesión de casas solariegas, auténtico testimonio de la prosperidad municipal de la antigua Maliayo (la denominación medieval de Villaviciosa) y generosa recopilación del eclecticismo arquitectónico de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Su ayuntamiento, ubicado en un lugar magnífico, y sus espacios ajardinados nos permitirán degustar rincones excelentes para tomar el fresco si el tiempo respeta. Y claro, estamos en Asturias, y en una meta de la sidra, no nos debe sorprender encontrar magníficos templos hosteleros donde saborear una muy bien escanciada. Como mandan los cánones.



Villaviciosa. Plano de situación.


Villaviciosa y entorno, fotografiados desde un área de servicio de la cercana A-8.


Iglesia de Santa María de la Oliva. Sobria pero hermosa. De origen románico e influencias góticas, inaugurado en 1270, es Monumento Nacional desde 1931. La conocida en su momento como María del Conceyu se ubicaba en el barrio de La Oliva. Con la desamortización de 1836 dejó de ser templo parroquial. Destaca su rosetón, que le aporta mucha personalidad al conjunto.


Santa María de la Oliva. Un poco habitual tímpano calado acoge una imagen de Nuestra Señora en la puerta occidental, la principal de las tres que tiene este templo.


Santa María de la Oliva. Capiteles con motivos mitológicos en las jambas de su puerta occidental.


Santa María de la Oliva. Detalle de un pequeño acceso "norte".


Fachadas en la confluencia de las calles Cabanilles (izda) y Doctor Pando Valle (dcha) con la céntrica y concurrida plaza de Obdulio Fernández.


Santa María de la Oliva. Pequeño ventanal de inspiración románica por su tamaño y su decoración.


Viejo edificio de las escuelas graduadas, que actualmente sigue acogiendo un centro educativo. En términos turísticos se destaca por ser un ejemplo de "notable exponente de arquitectura escolar y una personal concepción del estilo montañés". Inaugurado en 1927 (se comenzó a levantar en 1926 allí donde antes estuvieron una cárcel y un hospital de peregrinos) por Primo de Rivera, su construcción fue sufragada por los Ballina, los Valle y los Fernández, los socios que dieron lugar a Sidra El Gaitero.


Villaviciosa. En primer plano, el monumento a Obdulio Fernández Pando, conocido popularmente como La manzanera o La aldeana por la figura que remata el conjunto (y que se inspira en una de las sobrinas del homenajeado); una obra (en bronce) de 1932 ideada por el genial valenciano Mariano Benlliure. Detrás, el Teatro Riera, un templo de las artes y sede de la oficina de turismo municipal que fue reinagurado en 2008 tras una larga y polémica restauración, pues al parecer sufre bastante problemas con las filtraciones de agua... y una riada reciente, de 2010.


La manzanera/La aldeana. Detalle escultórico de un gaitero.


Otra perspectiva sobre La manzanera con el Teatro Riera al fondo. Como antes se ha indicado, la figura femenina se inspira en una de las sobrinas de Obdulio Fernández, a la que el autor de la obra conoció durante una estancia en la residencia del sufragante/mecenas.


Plaza de Obdulio Fernández Pando, el fundador de El Gaitero. A esta parte de la ciudad se la conocía como El ancho dada su espaciosidad y en ella se podían encontrar las viviendas más interesantes de la incipiente burguesía gestada en el siglo XIX.


Fachadas frente al Teatro Riera en la plaza de Obdulio Fernández.


Villaviciosa. Fachada señorial en la calle del Sol.


Villaviciosa. Cai del Agua (durante mucho tiempo también conocida como José Caveda y Nava). Uno de los recorridos que no hay que perderse en una visita a esta ciudad asturiana.


Casa Palacio de los Valdés. Noble caserón de tres alturas que nos recibe con esta sobria pero magnífica torre.


Casa Palacio de los Valdés, con su fachada hacia ese pequeño espacio que es la plazuela del Peón. En la plaza, el monumento a Carlos I.


Monumento a Carlos I. En Villaviciosa se enorgullecen de que fue aquí, en 1517, donde desembarcó por primera vez un imberbe joven sin apenas idea de castellano para ocupar un trono que le correspondía por ser hijo de Felipe el hermoso y Juana la Loca y nieto de los Reyes Católicos. Una personalidad básica en la historia de España. Debía haber llegado a Santander, pero una tormenta le hizo alcanzar el cercano pueblo de Tazones, donde remontó su ría para alojarse varios días en Villaviciosa. Al fondo, el antiguo convento de San Francisco.


Casonas en la calle del Agua.


Calle del Agua. Nuestra atención la convoca la popular Casa del Arcediano o Casa de la Fábrica, que actualmente acoge desde 1995 un hotel, el Hotel Casa España, y que en su día, en un edificio anterior que fue derribado en 1921, sirvió de fábrica de chocolate y de hojalatería. Corripio González, tras la demolición, se encargó de levantar el edificio actual, una mansión indiana que sirvió de ayuntamiento, de biblioteca y hasta de guardería.


Calle del Agua. Pintorescas fachadas de colores.


Un callejón con vistas que parecen propias de un decorado.


Una colorida y señorial fachada.


Ecce Hommo en la confluencia entre la calle del Agua y la plaza del Ecce Hommo. "Tú que pasas, mírame; contempla todas mis llagas y verás cuán mal me pagas la sangre que derramé", recuerda esta placa bajo la imagen de un Cristo.


Plaza de Ecce Hommo, donde confluyen la calle del Agua (izda) y la del Sol (derecha).


Tejados en la plaza Ecce Homo.


Calle del Sol, antigua calle de la Ferrería. Como su vecina (y bien comunicada mediante algún callejón) calle del Agua, también acoge buenos ejemplos de casonas señoriales confesadas por los escudos heráldicos de sus fachadas. Ahí quedan los Balbín de la Calle, los Rivero, los Estrada...


Calle del Sol.


Calle del Sol. Balcón de aires modernistas.


Cicloturistas por la peatonalizada calle del Sol.


Calle del Sol.


Una pequeña plazuela en la calle Sol está presidida por esta cruz.


Calle Sol.


Cruce entre la calle Sol y la céntrica calle Ballina.


Un pelotón ciclista, por la calle del Sol.


Confluencia entre la calle del Sol (izquierda) y la calle Carlos I.


La casa del Arcediano o de la Fábrica, actual establecimiento hotelero, de cuyo pasado hablamos con anterioridad.


Enormes aleros y casas señoriales.


Las fachadas del centro urbano de Villaviciosa son una loa a los escudos de familia.


Ateneo obrero, en la calle Marqués de Villaviciosa.


Ayuntamiento de Villaviciosa, edificio modernista de 1906. Su emplazamiento planteó algunas dudas, por lo que la idea de construir un nuevo consistorio que se empezó a barajar en 1886 se dilató un par de décadas. Al final se optó por los terrenos que ocupaba el mercado de ganado.


Detalle de la fachada del ayuntamiento.


Ayuntamiento de Villaviciosa.


Ayuntamiento de Villaviciosa. Este coqueto y agradable parque se extiende en su parte trasera.


El parque del ayuntamiento, conocido como Parque Ballina y fomentado por los hermanos Bernardo, Luis y Noberto de la Ballina Fernández cuando éste último era el alcalde.


Edificio entre las calles Balbín Busto y Malayo, junto al mercado municipal.


Plaza de Abastos o Mercado municipal. Arquitectura del hierro y los espacios diáfanos.


Vista de las fachadas de la calle Balbín Busto desde los accesos a la Plaza de Abastos.


calle Balbín Busto. Fachadas de colores y fachadas señoriales.


San Francisco.


Accesos a San Francisco.


Un magnífico ejemplar de castaño de Indias en la recoleta calle Santa Clara.


Tejados y fachadas.


Estatua de 1926 al doctor José Pando y Valle, hijo de la villa y "apostol de la clase médica española".


Espacio ajardinado en la calle Santa Clara.


Abalconado remate de esquina entre las calles Carmen y de la Miyar.


Capilla de la Concepción, situada a las afueras de Villaviciosa, en una calle Maximino de la Miyar que al poco se convertirá en carretera con dirección a Cabanes e Infesto. Cerca se encuentran dos fábricas importantes, una de sidra y otra de productos lácteos.