Las altas montañas quedan atrás, pero las más modestas, ya sean cerros ya colina ya montes, nunca nos abandonarán del todo en un paisaje, el gallego, de tendencia sinuosa. Entre Triacastela y Sarria, un viaje marcado por los tramos de corredoiras y las escoltas constantes de corriente fluviales, no faltan esos subes y bajas, esa alternacia de vallezuelos y pequeñas cimas tan agradable para el pateo. Esa tónica es la misma para la ruta más tradicional, por el Valle de San Gil (San Xil), o por la emergente alternativa por el Monasterio de Samos, que suple sus kilómetros adicionales (unos cinco) con hermosísimas instantáneas que se cuelan en la retina como una postal. Sin mucho pensar, sobre la marcha, que es tanto como decir desde el albergue hasta el cruce donde tomar una u otra dirección, optamos por la opción de Samos. Vista con perspectiva, la elección resulta magnífica.
Lo dicho. Un recorrido entre correidoras, prados y aldeas donde una lluvia persistente resulta anecdótica. Constantes subidas, constantes bajadas, mínimas dificultades, muy llevaderas y realmente reconfortantes cuando, mediada la jornada, unmirador nos regala la sublime presencia de Samos en el fondo del valle. El monasterio, incomprensiblemente marginado por la ruta más oficial, es un tesoro espiritual de gestión benedictina que hunde sus raíces en el siglo VI. San Martiño de Dumio fundó un espacio al que se le denonima, ahí es nada, “El Escorial gallego”. Cada uno tiene su propia personalidad. Si no fuera por la concatenación de desgracias, la de Samos sería aún más resplandeciente. Sus dos claustros merecen la pena.
Desde Samos, tras un tramo más feo por la vecindad de la ruta con una carretera y una nueva e inolvidable ración de corredoiras, acabaremos encadenando pequeños valles donde se respira esa tranquilidad propia de los lugares que desconocen qué es la masificación y la mala leche humana. Sitios de disfrute en tránsito. En la pequeña aldea A Guiada nuestra ruta se reencuentra con la que viene de Triacastela por San Xil y Furela para afrontar comúnmente los últimos tres o cuatro kilómetros hasta Sarria. Esta ciudad lucense,a la que muchos acaban tildando en una especie de automatismo futbolero para decir “Sarriá”, es la más grande del Camino gallego tras la propia Compostela por sus casi 14.000 habitantes. El peregrino tiene a su alcance todas las necesidades que le puedan surgir en este núcleo rico en edificios altos que simula demasiado su patrimonio a no ser que nos centremos en su casco viejo. E incluso puede aprovechar para darle una vuelta por las ofertas de las tiendas con productos senderistas en caso necesario. El céntrico albergue municipal, en plena calle Mayor, tiene un pero: la enorme escalinata que hay que superar para alcanzarlo. Un último obstáculo que se hace muy pesado con varias horas en las piernas. Pero realmente, todo sea dicho, tiene su punto de agradable.
Para la tercera etapa se presentan dos posibles rutas que van a llegar a Sarria: la más tradicional, por San Xil (unos 19 km), o una alternativa con mucho poso histórico que cada vez se está reivindicando más y que también es un poco más larga, la del monasterio de Samos (unos 25). Optamos por esta segunda en el mismo momento de comenzar la jornada, un arranque que dilatamos más que otros días y acercamos casi a las 9 de la mañana. Sin prisas, con el único afán de llegar antes del mediodía al monasterio para poder visitarlo con calma (la entrada vale 3 euros; el sello es precioso), la etapa se nos va a 9 horas. Claro, con largas paradas (hora y pico en Samos)
Lluvias y brumas matutinas. Al final del casco urbano de Triacastela se nos presentará una decisión a lo Matrix: pastilla roja o pastilla azul. Hacia Samos, la ruta gira a la izquierda y durante sus primeros kilómetros va paralela a la carretera LU-633. La ruta está tan bien marcada como la principal, aunque sin referencias (un dato perfectamente prescindible) a cuánto queda hasta Santiago de Compostela.
San Cristovo do Real. Primer pueblo que alcanzamos tras pasar sobre el río Oribio. Hay que entrar en su casco urbano, encantador y con una inquietante apariencia de carecer de toda población, para salvar el río y tomar un camino hacia la derecha que nos introducirá en un sobrecogedor panorama de corredoiras entre campos de labor y pasto.
Iglesia parroquial de San Cristovo.
San Cristovo del Real. Hermosa estampa junto al río Oribio. Sus aguas son aprovechadas para el regadío con un sistema simple y efectivo de canalización, muy extendido en todos los cursos de la zona.
Caminando entre corredoiras.
Dos peregrinos caminan junto a una construcción con un tejado cuya pizarra y sus acabados de forja se asemejan a las espinas y las escamas de un gigantesco reptil. Dudados si estamos en la aldea de Lastres o en la de Freituxe.
Un entorno realmente hermoso, más aún por la lluviosa jornada que realza sus encantos.
San Martiño. Un casco urbano chulísimo. En este pueblecito arranca una exigente subida que nos dejará a las puertas del histórico núcleo de Samos.
Dos Seat 600 de museo, expuestos, y a la venta, en una explotación agrícola y ganadera ubicada junto al Camino.
"Mil veces tuve que estrellarme para darme cuenta que sí puedo volar". Un mensaje optimista que adorna un paso subterráneo bajo la carretera LU-633 y hace más suave las pendientes de este punto.
Monasterio benedictino de San Julián y Santa Basilia de Samos. Uno de los recintos religiosos más antiguos de Europa (sus raíces se hunden en el siglo VI). Espectacular vista desde este cercano monte, un punto donde comienza una larga y placentera bajada.
Un viejo muro perimetral sobre terrenos pertenencientes al monasterio, una tapita tomada por la humedad y el musgo, nos acompaña en nuestro descenso durante un buen tramito. ¡Agradable paseo!
Bizcocho de Samos. La Casa Manxarín, fundada en 1740, ha hecho célebres estos dulces exquisitos, fabricados según una receta nacida en el monasterio y que pasó de generación en generación. Este edificio es un todo icono, pero la venta realmente tiene lugar en una tienda que está a la izquierda de la fotografía. La receta a seguir, por si os queréis animar a probar suerte.
Pintorescas construcciones junto al río Samos en el pueblo del mismo nombre, asentamientos nacidos a la luz del monasterio.
Monasterio de Samos, importantísimo núcleo de poder religioso cuya integridad se ha visto alterada por la influencia del devenir histórico. Ampliaciones, abandonos, reformas, desamortizaciones, exclaustraciones, incendios,... Una vida intensa y rica que comenzó su despegue bajo el reinado de Alfonso II el casto. Los benedictinos, expulsados en 1836, volvieron al recinto en 1880.
Monasterio de Samos. A la izquierda, el barroco acceso a la iglesia. Se acede al recinto por la puerta de la derecha. La visita guiada vale 3 euros y merece la pena por descubrir tan trascendental hito que busca reivindicarse dentro del Camino. "Porque así ha sido siempre, pensemos que lo lógico es que la ruta una los puntos más importantes y Samos, donde se educó un Alfonso II bajo cuyo reinado se descubrió el sepulcro de Santiago, lo era. Y porque en algún momento a alguien le interesó que no fuera así", esta explicación dada durante nuestra visita trata de recalcar la vinculación de Samos al Camino.
Claustro Grande, también conocido como del Padre Feijóo (su escultura, obra de Francisco Arosey en 1947, preside el centro del mismo). Es el más grande de toda España con sus casi 60 metros de longitud y fue levantado en el siglo XVII. El padre Benito Jerónimo Feijóo, importante personalidad del siglo XVIII, estudió en este recinto.
El punto más antiguo del monasterio. Una inscripción remonta su origen al siglo VII, en la época de Ermefredo, obispo de Lugo. Un punto único, absolutamente románico, superviviente a los incendios de 1558 y 1951.
Claustro Pequeño, o de Las Nereidas. Del siglo XVI. En el centro, sorprende una gran fuente barroca, la de las Nereidas, que inspira el nombre de este espacio.
Otra vista del monasterio de Samos. Claustro Grande. Un gran incendio devastó
Con la reconstrucción iniciada tras el último incendio, un fuego que devastó mucho patrimonio, se procedió a la ornamentación con frescos de inspiración benedictina y autoría de jóvenes talentos de la pintura la primera planta del Claustro Grande. A partir de 1957, cuatro pintores intervienen en ellas: José Luis Rodríguez, Enrique Navarro, Celia Rodríguez Cortés y Juan Parés. Sus estilos son distintos, y las técnicas empleadas también: temple al huevo, óleo, pintura acrílica y fresco.
Un guiño a diferentes personas importantes para la reconstrucción... a las que se viste de benedictinos
Un guiño a Sofía Loren, también presente en este fresco.
Otro fresco de temática benedictina.
Samos. Casco urbano. Varios peregrinos a caballo pasan junto a una fuente pública sufragada con dinero indiano. Durante unos kilómetros la ruta nos llevará junto a la carretera. Un tramo feo. Pronto quedará atrás entre nuevas corredoiras.
Ornamentación de concha en un puente sobre el río Samos.
Corredoira.
Caminando hacia Pascais.
Preciosas panorámicas.
Unas vacas pastan plácidas en un prado de postal.
Santa Uxía de Pascais.
Preciosa zona.
Entre valles, camino de Sivil.
Imagen religiosa junto al puente que salva las aguas de un río.
El citado puente. Una infraestructura así no se levanta si la ruta no tiene cierto tránsito... Reflexionando sobre el peso histórico de esta etapa.
Bosques alineados.
Las meigas, haberlas haylas. Una brujita preside este carro ornamental en el camino hacia la aldea de Guiada.
Caminantes.
Llegando a Guiada. Nublado, sí. Pero al menos ya no llueve.
En una ruta ya unificada. Entrando en el casco urbano de Sarria, el pueblo más grande del Camino en suelo gallego... hasta que se alcanza Santiago de Compostela. Este tamaño, y que mucho peregrinos inicien aquí su ruta (lo que incrementa el "tráfico" en las siguientes etapas), hace que Sarria tenga una amplísima oferta de albergues y alojamiento.
Sarria. Pasando sobre el río Sarria. En macha hacia el albergue municipal, en el centro de su casco urbano. Se da la circunstancia de que éste se encuentra en la parte alta. O sea, que hay que ascender.
Kilómetro 111,5. Justo tras digerir una empinada escalinata.
Arquitectura señorial en el centro de Sarria, en su calle Mayor vamos. Y justo enfrente del albergue municipal.
CAPÍTULOS DE ESTA ENTRADA
Consideraciones para un Camino en ocho etapas y tiempo variable.
De Villafranca del Bierzo a O Cebreiro.
De O Cebreiro a Triacastela.
De Triacastela a Sarria por el Monasterio de Samos.
De Sarria a Portomarín.
De Portomarín a Palas de Rei.
De Palas de Rei a Ribadiso da Baixo.
De Ribadiso da Baixo a Pedrouzo.
De Pedrouzo a Santiago de Compostela.