Guadalajara. Ubicación geográfica de esta capital provincial y comarcal, la más cercana a la capital de España de hecho, que dentro de Castilla-La Mancha podría decirse que mantiene un pulso demográfico con Toledo por ser la tercera urbe autonómica en cuanto a población. La musulmana Wadi-Hiyara, cuyo enclave situacional junto al río Henares ya tenía mucha historia detrás desde tiempos prehistóricos, ha expandido su nombre por el mundo; de hecho, cuenta con una descendiente acaso mucho más célebre en términos globales en México. [Mapas ViaMichelin]
Guadalajara. Puesto de información turística y recepción de visitantes ubicado en el parque de la Huerta de San Antonio. Vecino de la glorieta de la Aviación Española, junto a la avenida del Ejército, es una rápida vía de entrada para alcanzar uno de los principales referentes de la ciudad: el palacio del Infantado. Éste será el punto de partida para la elaboración de esta entrada.
Parte del parque de la Huerta de San Antonio, reflejado en uno de los cristales de la oficina de turismo.
Parque de la Huerta de San Antonio. Práctico callejero turístico para comenzar.
El Palacio del Infantado de Guadalajara, contemplado desde el parque de la Huerta de San Antonio. Esta zona verde se extiende hacia la derecha de la imagen. La ascendente calle de la izquierda es la avenida del Ejército.
Guadalajara. En la Huerta de San Antonio, el Torreón de Alvar Fáñez. Esta antigua parte de la Puerta de la Feria, en la zona oeste de las extintas murallas, alberga un pequeño centro de interpretación del escudo de armas municipal.
Torreón de Alvar Fáñez. Dintel ajedrezado.
Torreón de Alvar Fáñez. Toma su nombre de Alvar Fáñez de Minaya, capitán de Alfonso VI que cuentan que tomó Guadalajara en el siglo XI. Este militar, al que se le atribuye parentesco Rodrigo Díaz de Vivar, protegió la frontera entre Toledo y Cuenca desde esas posiciones avanzadas e inspiró la que sería conocida después como Linea Alvar Fáñez.
Huerta de San Antonio. Un parque con un espacio que por su distribución y soluciones adoptadas recuerda de alguna forma a los patios palaciegos musulmanes. La impronta de ese período de tiempo, casi cuatro siglos, se deja notar en detalles y planteamientos dentro de la ciudad.
Parque de la Huerta de San Antonio.
Parque de la Huerta de San Antonio.
El torreón de Alvar Fáñez y el parque de la Huerta de San Antonio. Una cuesta nos deja casi de manera inmediata junto al Palacio del Infantado...
Palacio del Infantado. Con esas llamativa estética de coraza.
El espectacular Palacio del Infantado de Guadalajara. Aunque ante nosotros tenemos un testimonio que sufrió muchísimo durante la Guerra Civil, y por ello tuvo que se profundamente restaurado tras unos bombardeos, su contemplación realmente es muy agradable y ese extraño gótico isabelino nos inspira originalidad. Esta fachada frontal es toda una referencia en ámbitos académicos.
Palacio del Infantado. Detalles clásicos. Y escudo de armas familiar.
El palacio, como tal lo vemos, emergió a finales del siglo XV sobre los escombros de unas residencias que ya tenían por aquí los Mendoza. Íñigo López de Mendoza fue el que decidió construirlo para prestigio familiar.
Puntas de diamante presentes en toda la fachada. Este tipo de recurso ornamental para los exteriores tiene ejemplos muy notorios y pioneros en Italia gracias a su fértil Renacimiento.
Jardines del Palacio del Infantado.
Jardines del Palacio del Infantado.
Jardines del Palacio del Infantado. Detalle de las arcadas y la balaustrada.
Palacio del Infantado. Acceso principal. Y que comunica directamente con el patio central, el llamado Patio de los Leones. Esta puerta está presidida por un enorme escudo de la familia Mendoza y la corona ducal, además de los curiosos torreones de las columnas que la escoltan.
Palacio del Infantado. Apenas unos escalones y llegamos al Patio de los Leones, que hace las veces de Patio Central de este edificio.
Palacio del Infantado. Patio de los Leones. Varias son las parejas que conforman la apuesta ornamental. Y ninguno de los leones es igual a otro. Este felino representa a los Mendoza y su carácter.
Palacio del Infantado. Patio de los Leones. Detalle.
Palacio del Infantado. Patio de los Leones. Detalle.
Palacio del Infantado de Guadalajara, contemplado desde su vecina Plaza de los Caídos. Además de referente dentro del patrimonio municipal, este palacio está integrado completamente en su vida cultural gracias a que parte de sus estancias albergan el Museo de Bellas Artes Provincial y otra zona acoge la Biblioteca Provincial.
Escultura del cardenal Mendoza, Pedro López de Mendoza, en las afueras del Palacio del Infantado.
Palacio del Infantado de Guadalajara, contemplado desde su vecina Plaza de los Caídos.
En la cercana calle Madrid, la renacentista iglesia de los Remedios, actual Aula Magna universitaria y que en otro tiempo estaba integrada en un desaparecido Convento de los Remedios.
Edificios, y solares tapiados, en la Plaza de los Caídos.
Edificio de oficinas y negocios junto al Palacio del Infantado. Plaza de los Caídos en la Guerra Civil. Caminamos hacia la calle Miguel Fluiters.
Edificios en la calle Miguel Fluiters, confluencia con Francisco Cuesta.
Entre las calles Cronista Juan Catalina y Teniente Figueroa, frente a la vieja iglesia de Santiago, emerge el recinto del Convento de la Piedad y sus edificios vecinos, como éste. Curioso y engalanado balcón el de su estrecha fachada por este flanco. Este viejo palacio de raíces renacentistas hoy en día alberga un instituto, el Liceo Caracense.
Convento de la Piedad. Patio interior donde se dan la mano la vieja iglesia conventual y el posterior palacio que hoy en día es un Instituto.
Convento de la Piedad. Patio interior donde se dan la mano la vieja iglesia conventual y el posterior palacio que hoy en día es un Instituto.
Calle Teniente Figueroa. Enfrente del convento de la Piedad, el viejo palacio de Correos (viejo por edad, que no por abadono de aquella ocupación que aún hoy ostenta).
Parroquia de Santiago Apóstol. Morada de una cofradía de la Semana Santa local que es el único vestigio superviviente de un viejo convento gestionado por la orden de las Clarisas.
Calle Miguel Fluiters. Eficios de cuatro alturas, máximo, que presentan un encadenado de negocios en sus plantas bajas. Nos acercamos al centro neurálgico de Guadalajara.
Calle San Juan de Dios.
Plaza Oñate, que crece desde la calle San Juan de Dios.
Guadalajara. Plaza San Juan de Dios. Espacios urbanos modernos levantados sobre trazas de evidente peso histórico.
Guadalajara. Plaza San Juan de Dios. Una casa bastante maja.
La callejuela La Normal conecta las plazas San Juan de Dios y Dávalos.
Guadalajara. Una vista que nos regala la calle de la Normal.
Guadalajara. Plaza Dávalos. Los viejos espacios urbanos prácticamente en su totalidad están tomados por las nuevas y funcionales arquitecturas.
Ascendente y estrecha calle Doctor Román Atienza.
El edificio de La Favorita. En la calle Miguel Fluiters, pero prácticamente en la Plaza Mayor. Dudamos mucho que esa denominación exista realmente; la mención a La Favorita es por el establecimiento hostelero ubicado en su parte baja. Bastante recomendable, por cierto; y con cierto éxito en la vida local.
Guadalajara. Plaza Mayor. Ayuntamiento, ubicado en un edificio de comienzos del siglo XX que aprovechó el enclave de un viejo palacio levantado en el siglo XVI.
Guadalajara. Plaza Mayor. Ayuntamiento. Eclecticismo.
Plaza Mayor de Guadalajara. Espacio urbano con raíces medievales, reformas en el XVII y "contrarreformas" más recientes.
Guadalajara. Allá donde acaba la Plaza Mayor y arranca la calle Mayor...
Calle Mayor. Negocios y fachadas.
Calle Mayor. Negocios y fachadas.
Calle Mayor. Negocios y fachadas.
Guadalajara. Mural de pintura urbana para una farmacia visible en la union entre la calle Mayor y la Alfonso López de Haro.
Guadalajara. Calle Mayor. La vista, desde la plaza del Jardinillo. A la derecha, San Nicolás el Real.
Parroquia de San Nicolás el Real. Guadalajara. Plaza del Jardinillo. Este templo es uno de esos en los que el discreto exterior, ejemplo del estilo barroco en la ciudad, engaña sobre el interior, realmente hermoso.
Parroquia de San Nicolás el Real. Detalle escultórico de su fachada: molduras curvas y figuras en posiciones dinámicas.
Los alcareños campos circundantes a la ciudad de Guadalajara, contemplados desde la descendente calle Miguel Cervantes.
Guadalajara. Vecina de la plaza del Jardinillo, la parcialmente peatonalizada plaza del Carmen. En ella destaca la iglesia homónima, integrada dentro del Convento del Carmen.
José Antonio Ochaíta, como recuerda el pedestal, fue cronista de la ciudad de Guadalajara. Exalumno universitario de Miguel de Unamuno también, hoy en día un busto ubicado en la plaza del Carmen de Guadalajara le recuerda.
De la plaza del Jardinillo (por cierto, antigua plaza de San Nicolás y con zonas verdes desde mediado el siglo XIX) parte la calle Juan Bautista Topete, donde los modernos y altos edificios que rompen toda coherencia urbanística. Y también cruza la calle Mayor, por la que de momento proseguimos.
Calle Mayor. Edificio con una curiosidad detrás...
Calle Mayor. En la portada de un edificio, la vieja sede de la Cámara de Comercio, encontramos entre detalle heráldico ornamental.
Calle Mayor. En algunos edificios, como si de patrimonio comercial de décadas pasadas fueran reflejo, sobreviven publicidades de empresas inexistentes o muy cambiadas.
Calle Mayor. Reclamos comerciales simples y directos.
Calle Mayor. Allí donde nace la calle Juan Miranda.
Edificio de diez alturas residenciales, sino más, ubicado en la reformadísima plaza de Santo Domingo. Todo atisbo de centurias pasadas aquí es realmente difícil...
Plaza de Santo Domingo. Monumento al Conde de Romanones, obra del escultor catalán Miguel Blay i Fábregas que inicialmente, hablamos de 1913, estuvo ubicada ante el Palacio del Infantado.
Guadalajara. En las cercanías de la plaza de Santo Domingo, la iglesia de San Ginés. Esta parroquía de estética maciza y sencilla, fundamentalmente gestada en el siglo XVII, destaca por esa particular fachada.
Guadalajara. Parque de la Concordia. Pulmón urbano alcarreño muy concurrido por los locales que fue inaugurado en junio de 1854.
Guadalajara. Parque de la Concordia. Pulmón urbano alcarreño muy concurrido por los locales que fue inaugurado en junio de 1854.
Guadalajara. Parque de la Concordia. Pulmón urbano alcarreño muy concurrido por los locales que fue inaugurado en junio de 1854.
Guadalajara. Parque de la Concordia. Escalinata de acceso desde la calle Capitán Boixareu Rivera.
Guadalajara. Fachadas en la calle Capitán Boixareu Rivera.
Guadalajara. Sucesión de edificios de dos alturas en el arranque de la calle Capitán Boixareu Rivera, casi en la plaza de Bejanque.
La vieja olma de la plaza de Bejanque, hoy "embalsamada", fue un ejemplar tan bello que incluso los locales conocían esta zona como Plaza de la Olma.
Vecino de la plaza de la Olma, el conocido como Parque de San Francisco es un frondoso espacio verde que se extiende a los pies del cerro donde se encuentran la iglesia de San Francisco y la zona de naves que parecen haber acogido en el pasado usos militares.
Calle Zaragoza. Muros del denominado fuerte de San Francisco. Curiosa y densa la historia de esas instalaciones.
Callejero. Estamos "dentro" del Fuerte de San Francisco.
Iglesia de San Francisco. Este templo esconde en sus cimientos, y con acceso en la parte trasera, una cripta cada vez más visitada y que fue abierta al público en 2011: la Cripta de San Francisco o de los Duques del Infantado.
Caminando por San Francisco y su entorno.
Caminando por San Francisco y su entorno.
Caminando por San Francisco y su entorno.
Caminando por San Francisco y su entorno. Aquí se aprecia, en la pared de la izquierda, el cartel orientador sobre el acceso a la cripta.
Entorno ajardinado del flanco norteño del Fuerte de San Francisco.
Chimenea de una industria ya desaparecida que ha quedado como vestigio y ornamento junto a la calle Zaragoza de Guadalajara.
Desde las cercanías vemos emerger sobre los tejados las torres del ecléctico palacio de la Condesa de la Vega del Pozo.
Glorieta que preside la conocida como plaza de Bejanque o de la Olma.
Puerta de Bejanque. Este viejo acceso a la ciudad amurallada, vestigio del bajo medievo, le da nombre a esta zona de la ciudad, aunque muchos la conocen como plaza de la Olma por el viejo árbol que aquí creció y del que se conserva su tronco.
Puerta de Bejanque. Detalle. Aunque su entorno está tibiamente ajardinado y permite el paso bajo sus ladrillos, también está bastante expuesta.
Calle Arcipreste de Hita.
La imagen no hace justicia al contraste visible en la realidad entre los modernos edificios de pisos y esta construcción de una altura y hechuras pasadas. Calle Santander.
La mudéjar torre de Santa María, concatedral de diocésis, contemplada desde la cercana calle Fernando Palanca.
Otra rúa vecina de la plaza de Santa María, la calle Doctor Creus, cuenta en su nacimiento con este palacete, con sus restos mejor dicho, que alberga una instalación de la Universidad de Castilla La Mancha: la residencia los Guzmán. Ese palacete del que apenas quedan detalles de su portada, efectivamente, es el de los Guzmán.
Empedrada y atractiva calle Salazaras, que conecta la plaza de San María con el arroyo del Alamín.
Torreón del Alamín. Maciza estructura defensiva que protegía el acceso a la ciudad desde el arroyo homónimo y que hoy en día acoge en su interior un centro de interpretación sobre el pasado medieval de Guadalajara.
Puente del Alamín, una obra de finales del siglo XIII que nació, cuentan, para facilitar los accesos al cercano convento de San Bernardo.
El torreón del Alamín, contemplado desde el cauce del arroyuelo que circunvala la ciudad vieja por esta zona.
El torreón del Alamín, visto desde el puente homónimo.
Concatedral de Santa María, apellidada según fuentes como Santa María la Mayor o Santa María de la Fuente. Un abrazo de los estilos mudéjar,renacentista y más interiormente el barroco que originalmente albergaba una mezquita. Acabaría siendo acaso el más importante de los diez templos con los que contó Guadalajara.
Concatedral de Santa María, presidencial dentro de la plaza del mismo nombre. Estéticamente muy llamativa por esos soportales. Aquí se aprecian a la perfección sus acceso principal, la conocida como Puerta de los Novios (izquierda).
Concatedral de Santa María. Un capitel de estilo corintio sustenta una techumbre de madera.
Concatedral de Santa María. Una esbelta columna rematada con un capitel de estilo corintio sustenta una techumbre de madera ante una puerta de clara influencia mudéjar.
Capilla de Luis de Lucena, de 1540. De los vestigios civiles más antiguos de Guadalajara.
Capilla de Luis de Lucena. Detalle de su alero. La capilla, último vestigio de la iglesia de San Miguel, hoy es visitable y durante muchos años sirvió de almacén provisional de pequeños restos arqueológicos y obras de arte.
La cuesta de San Miguel, cuyo nombre si inspira en una vieja iglesia ya desaparecida, cuenta con una zona más ancha y domésticada con aires de plaza, rol que no ostenta sin embargo en el callejero. En esa zona, aquí visible, podemos contemplar la Capilla de Luis de Lucena y, detrás, la concatedral de Santa María. Guadalajara comparte "capitalidad" de diócesis junto a la no muy lejana y sí mucho más patrimonial Sigüenza.
La plaza de la Cotilla, desde la calle San Esteban.
Una bicicleta descansa en una terraza de la calle Ramón y Cajal cercana a la plaza de la Cotilla.
Palacio de la Cotilla, del siglo XVI. Comparte nombre con la aforma plazuela que se extiende ante su fachada. De este palacete, también conocido como Palacio de los marqueses de Villamejor, destacan unas decoraciones en papel de arroz poco empleadas en España y que se encuentran en una gran estancia de su primera planta: el conocido como Salón Chino.
Diferentes formas de referirse a lo mismo... al hilo de distintas nomenclaturas. Un calle en ligera cuesta que desemboca en una plaza homónima.
Plaza de San Esteban, céntrico espacio urbano de esbelto arbolado y algunas construcciones de las más veteranas en esta zona de la ciudad. No es el de Guadalajara un centro urbano en el que hayan sobrevivido muchas construcciones con varias centurias de vida, no.
Pasen y beban, que también es el título de una canción de Mägo de Oz. Plaza del General Prim.
Plaza del General Prim, allí donde arranca la calle Barriales. Vestigios de una antigua tahona.
Plaza del General Prim. Este espacio urbano, siendo zona de tapeo y restauración, no puede evitar estar condicionado visualmente por la enorme antena de telecomunicaciones ubicada en la cubierta de uno de sus edificios.
Calle Bardales. Estrecha y peatonalizada.
Pintura mural en la calle Bardales, a puntito de desembocar en la Plaza Concejo.
Calle Bardales.
Llegando a la Plaza Concejo.
Contrastes en la irregular plaza Concejo (cuya traza se asemeja por esas cosas de las confluencias de las calles a una suerte de estrella): el ábside de San Gil, de los pocos restos de este templo mudéjar del siglo XIII, restos parcialmente restaurados a finales de los años 80 del siglo XX, y cristaleras del edicicio en el que entre otros húespedes se encuentra el Centro Territorial de Televisión Española.
Plaza Concejo. Este portal parece esconder un tramo de soportal sustentado por una columna de inspiración corintia.
Palacio de la Diputación Provincial, en la plaza Moreno.
Palacio de la Diputación Provincial, en la plaza Moreno.
Calle Arcipreste de Hita, que nace en la plaza Moreno.
En la calle San Sebastián de Guadalajara, el palacio de la Condesa de la Vega del Pozo. Si lo destacamos es por su estética, realmente sorprendente in situ. Sobre un edificio con raíces en el siglo XVI, un ambicioso trabajo de reforma efectuado en 1887 que dejó la estética que podemos contemplar hoy en día.
La torre del palacio de la Condesa de la Vega del Pozo, vista desde la descendente calle Pedro Pascual.
[enero de 2016]