San Martiño (o también encontrado como San Martiño de Foz o San Martiño de Mondoñedo). Ubicación geográfica de esta basílica ubicada en la aldea homónima, una aldea que se integra dentro del Concello de Foz, en la denominada A Mariña Lucense. Este templo recibió la consideración de basílica de manos del papa Benedicto XVI en febrero de 2007, siendo definitivamente refrendada esta condición en septiembre de ese año tras su correspondiente misa. La riqueza de unos frescos recuperados para nuestro disfrute, la densidad de su historia y el atractivo de muchos recursos arquitectónicos alimentan los esfuerzos por conseguir que sea considerada Patrimonio de la Humanidad. Y para ello se recogen firmas. La génesis de este enclave, considerado Patrimonio Nacional desde tiempos de la II República, se encuentra en el siglo IX, cuando un grupo de religiosos huyó ante la presión musulmana de lo que actualmente es suelo portugués. Ese grupo, con el obispo Sabarico al frente, y con la posterior bendición real de Fernando III, se asentó en el lugar y edificó esta nueva sede episcopal. Habría que matizar, no obstante, que en el lugar, al menos desde el siglo VI en función a algunos vestigios hayados, ya existía algún tipo de templo o similar; esto refuerza el valor sentimental y espiritual de este enclave lucense. [Mapas VíaMichelin].
San Martiño. Su peculiar estética bebe de una intensa evolución histórica que ha pasado de las más altas consideraciones, como la de ejercer de catedral, hasta los más profundos abandonos, derrumbándose su techado a mediados del siglo XIX o perdiéndose instalaciones anexas como un monasterio vecino. Una intensa historia con sus guiños místicos que, allá por el siglo XII, fue sede episcopal de la Iglesia Católica, diócesis de Galiza do Norte, hasta que ésta se traslado hasta la no muy lejana localidad de Mondoñedo. La actual aldea combina esos guiños sublimes con las nuevas construcciones... y esos apaños tan recurrentes en Galicia (no es el caso, pero en algunas ocasiones la realidad supera toda ficción).
San Martiño. Un hórreo "en venta".
San Martiño. Otro hórreo perteneciente a otra edificación de la aldea, y muy cercana a la anterior.
San Martiño. Bancos a la sombra. Desde una zona de aparcamientos acondicionada en las afueras de la aldea para las visitas de los turistas, y provista de servicios públicos, parte este camino que conecta con los alrededores de San Martiño a través de un senderito cada vez más ajardinado que pasa junto a la Fuente de A Zapata.
San Martiño. El entorno del entramado urbano, contemplado desde ese senderito que conecta el aparcamiento y el templo que queremos visitar...
Fuente de A Zapata. A los pies de la Iglesia de San Martiño, en la que una inscripción en una lápida explica con rapidez la leyenda que la explica: "Fuente de la Zapata, que brotó según la tradición por milagro de Gonzalo el obispo Santo". Este supuesto obispo, para calmar la sed que ahogaba a los habitantes del lugar durante una intensa sequía, lanzó su zapatilla contra el suelo y allí donde impactó comenzó a manar agua en abundancia. Ni que decir tiene que a la A Zapata se le atribuyen propiedades medicinales...
San Martiño. Una imagen de su fachada sur, que pasa por ser el acceso principal al templo. Hay que recalcar que el viejo monasterio anexo, y otras depedencias de la que fuera sede episcopal entre los años 870 y 1112 (como la colegiata), han desaparecido con el paso de los siglos.
San Martiño. Ahí abajo, camuflada entre la piedra, queda la fuente de A Zapata. Y esa callejuela que asciende a los pies del abside del templo va a dar a varias viviendas y a la llamada Casa Rectoral, un vestigio de las instalaciones de los frailes.
La Casa Rectoral, actualmente sede de la oficina de turismo de San Martiño, es una de las pocas edificaciones que han sobrevivido de los tiempos gloriosos de la vieja sede episcopal. Remozada convenientemente, eso sí. Como el templo.
San Martiño. Efecto ojo de pez sobre el casco urbano y los paisajes vecinos, con la llamada Casa Rectoral a mano izquierda.
San Martiño. Robustos contrafuertes que sustentan el ábside del templo. Son un producto del siglo XIX, cuando tuvo lugar el derrumbe del techo de la iglesia y se especuló con su derribo total. Francisco Lanteiro, maestro de obras del obispado de Mondoñedo, se comprometió a rehabilitar el templo y mantenerlo en pie; un propósito para el que recurrió a estos contrafuertes.
Los contrafuertes de San Martiño se han adaptado visualmente bien con los elementos constructivos previos, como las bandas y arquillos lombardos o la decoración superior ajedrezada.
San Martiño. Cementerio. Una vista desde los exteriores de la iglesia. En estos montes existe una capilla dedicada al Obispo Santo. Un servicio de tren turístico que parte de Foz, de las inmediaciones de su playa de la Rapadoira, ofrece una visita a esa capilla y también a San Martiño.
San Martiño. Esta edificación de piedra, vecina de la iglesia-catedral-basílica,es de las más viejas de todos los alrededores: la Casa del Prior.
San Martiño. Pequeña y plácida carretera que conecta esta aldea con otras del lugar y que arranca desde la fachada principal de San Martiño.
San Martiño. Fachada principal, oriunda del siglo XII. Sencillez románica no exenta de belleza. Un par de capiteles labrados o la irrupción de un cordero pascual en el tímpano son elementos que le aportan minuciosidad a este acceso.
San Martiño. El acceso desde la carretera a la considerada puerta principal.
San Martiño. Detalle heráldico.
San Martiño. Imagen de la virgen que corona un crucero vecino de este templo.
San Martiño. Fachada principal. Bajo esta lápida que forma parte del firme de esta zona de su perímetro descansan desde el siglo XIX las cenizas de un hombre llamado Manuel, quien falleció a los 44 años.
San Martiño. Capiteles. Decorado con motivos vegetales (derecha) y otros antropoformos seguramente de temática mitológica (izquierda).
San Martiño. Fachada principal. Dintel y tímpano.
La torre y el campanario de San Martiño, rematado con esas bolas tan renacentistas y sin embargo incapaz de ocultar sus muchos años de vida. Ciertamente, esta basílica es "un tesoro por descubrir".
Canecillos de evidente temática sexual. El central, ubicado casi a la altura del acceso lateral a San Martiño por su muro norte, recoge lo que se asemeja a un coito. Este tipo de mensajes no tienen que sorprendernos en tanto que en aquel período histórico en el que fueron labrados era una medida muy habitual. No en vano el templo, a través de sus iconografías, y como ha quedado de sobra plasmado en numerosas obras, era un magnífico medio de aleccionamiento y educación para un vulgo iletrado y analfabeto.
Más canecillos de San Martiño. El central de esta imagen recoge, según nuestro parecer, una escena de onanismo.
San Martiño. Interior del templo. En esta zona del muro sur, cercana a la fachada, aparece sobre el muro una escena de policromías pictóricas que muy posiblemente entronquen con los trabajos de investigación y restauración guiados por Manuel Castiñeiras y Blanca Besteiro.
San Martiño. Canecillo interior ubicado junto a la puerta principal en el que alguno de sus protagonistas presenta una clara "actitud sexual".
San Martiño. Capitel restaurado en el que aparece una escena de un hombre con caballos.
San Martiño. Capiteles decorados con motivos vegetales.
San Martiño. Sepulcro.
San Martiño. Vecino del anterior, y acaso más notorio, otro sepulcro: "Eiquí durme o sono dos xustos o corpo do Bispo galego San Gonzalo". Aquí descansan los restos de San Gonzalo, supuesto obispo (en cuya existencia, y citamos un folleto turístico editado por el ayuntamiento de Foz, se cree "más por tradición popular que por evidencias históricas") conocido como el Obispo Santo. El autor del milagro de la fuente, también protagonizó el llamado Milagro de las Naves, por el que guió al pueblo de Foz hacia las montañas cercanas para evitar un saqueo normando. Esta huída oportuna inspira hoy en día la celebración de una fiesta local que baila, según el año, entre mayo y junio: la Romería del Bispo Santo. Pero también inspira la Fiesta Normanda.
San Gonzalo. Imagen tallada en madera. Hay que señalar que del sepulcro aquí venerado se ha abierto en varias ocasiones. La primera vez, en 1648, permitió encontrar el báculo que usó el protagonista, un báculo coronado por una espiral de cobre labrado. En 1914 se encontró el anillo de oro con piedra de cuarzo y una inscripción en latín: "Nolo esse datus neque venundatus" ("No quiero ser dado ni vendido").
San Martiño. Capitel que representa la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro: un perro lame las heridas del segundo mientras el primero y sus amigos disfruta de lujosas viandas.
San Martiño. Capilla lateral derecha. Posiblemente, escena del rey David. Estas pinturas al fresco, prácticamente descubiertas de forma casual allá por 2007-2008, se han convertido en las más importantes del período románico en suelo gallego. Y es que las pinturas halladas se remontan desde el siglo XII hasta el siglo XV.
Una de las pinturas más sobrecogedoras es esta escena protagonizada por la virgen María. Y obsérvese al lado pinturas anteriores, de las más viejas de entre las que decoraban el templo.
Escondidos bajo una capa de cal, maltratados por el paso del tiempo e incluso sus inclemencias dada la ausencia de techumbre en San Martiño durante varios años del siglo XIX (1861-1866), los frescos emergen con fulgor gracias al minucioso trabajo de la restauradora Blanca Besteiro. Esta licenciada en Bellas Artes contó con la colaboración de Marien González, Carmen Fernández y Elva Rico.
Capilla lateral izquierda.
Escenas bíblicas.
San Martiño. Las pinturas del crucero, bajo el cimborrio, también están entre las oriundas del siglo XII.
San Martiño. Sin duda uno de esos lugares que merece la pena conocer. Se respira una atmósfera especial y muchos cuando leáis estas palabras habréis vivido, seguro, esa sensación en otros lugares. Para información adicional con más y mejores imágenes, nada como esta completísima entrada del blog de Xurde Morán.
[agosto de 2016]