Esta caminata (o variantes) hacia la cascada Pozo da Onza que dibuja el regato de Valdeinfernos en los Montes de Gandelo, en las cercanías de la Serra do Xistral, es realmente recomendable para hacer con niños; gracias a sus aproximadamente diez kilómetros (ida y vuelta) es una buena ruta para irles introduciendo en los paseos, aunque no habrá que descuidar las atenciones debido a que una buena ración del trayecto transcurre sobre rutas asfaltadas que, eso sí, no cuentan con excesivo tráfico. Estamos en Galicia, y más concretamente en tierras de Lugo, dentro del término municipal de Ferreira de Valadouro. [Mapas VíaMichelín]
Ferreira de Valadouro. El núcleo principal queda a nuestra espalda. Caminamos por la carreterita que, bajo la nomenclatura de avenida de la Costa, nos deja ante la aldea de A Laxe a través de la de O Pazo.
Cerca o junto a la carreterita, pequeñas edificaciones que cuentan con pequeños terrenos susceptibles de cultivar o en los que introducir alguna cabeza de ganado, sobre todo vacuno. Podríamos hablar de urbanismos dispersos con tentáculos minifundistas, si se nos permite, y siempre cuando las viviendas no permanezcan cerradas o abandonadas. Que casos hay.
Llegando al cartel de O Pazo.
Junto a la carretera, más adelante, emerge lo que creemos que es un convento.
Dispersión de asentamientos residenciales típica de la geografía gallega.
Los paisajes circundantes. Y ocultas tras la niebla, las má altas cumbres de esta zona de la Serra do Xistral, rondando los 1.000 metros y coronadas en un generoso porcentaje por molinos de viento productores de electricidad.
Seguimos caminando. Entre la vetegación, la iglesia parroquial de Alaxe, bajo la advocación de San Juan (San Xoan).
Núcleo poblacional de Penas de Alaxe, dependiente de Ferreira de Valadouro y prácticamente vecino de esa población mucho mayor. A estas alturas de caminata ya nos habremos topado con algún cartel explicativo de esta Ruta de los Pozos, o una alternativa con muchas concomitancias al menos.
San Xoan de A Laxe, templo del siglo XVIII no falto de belleza. En sus proximidades esta carreterita por la que caminamos, y hasta que alcancemos más adelante la tapia de un cementerio cercano, nos regala una cuestecita maja de esas que se disfrutan mucho con una buena bicicleta.
San Xoan de A Laxe, templo del siglo XVIII. Campanario.
Cartel indicador de la ruta a seguir para alcanzar la cascada Pozo da Onza, que sale de esta carretera local asfaltada que conecta el casco urbano de Ferreira con la LU-162 a través de A Laxe. Desde aquí hasta nuestro destino, en torno a los dos kilómetros de distancia.
Con el desvío, otro repecho muy generoso nos recibe con sus buenos porcentajes. Alrededor nuestro, un bosque del tan presente (desgraciadamente) eucalipto.
Helechos.
Carreterita estrecha, apenas transidada por vehículos; esto no quiere decir que no se extremen las precauciones, todo lo contrario, éstas debe ser como mínimo algo más precisamente para luchar contra la "confianza". Porque no deja de ser una arteria principal para acceder a las proximidades de varias aldeas.
Vetusta parada de autobús Concello de O Valadouro con depósitos para las basuras anexos; y todo ello en un contexto de refulgente verdor.
Otro tramito estrecho, más aún por el vigor de los troncos de los árboles, y en curva.
Hay que reconocer que este tipo de carreteritas nos recuerdan mucho a las vistas en algunas zonas de Flandes tanto por sus coquetas dimensiones como por el tipo de urbanismo y el verdor del lugar; la geografía, presentando alguna similitud, tiene en estas tierras mucho más poso de "montaña", si se permite la expresión. En todo caso, paradisíacas para dar pedales.
Durante nuestro caminar, en el que nos encontraremos seguro con algún vecino de lugar, se alternan los bosques fundamentalmente de eucalipto con las pequeñas concentraciones de casas y las pequeñas explotaciones agrícolas.
Un par de jóvenes conduce a esta vaca hacia una explotación ganadera cercana.
Construcciones.
Para llegar a la cascada Pozo da Onza hay que seguir adelante (pronto alcanzaremos una bifurcación) y es una lástima que la niebla no nos deje ver esas montañas con más nitidez... o no, por eso de los molinos generadores de electricidad...
Caracol...
Bifurcación. Seguimos por la izquierda, dirección Pozo da Onza y la aldea de A Amarela. Al poco, muy poco, cruzamos un puente que salva las aguas del arroyo valdeinfernos, el mismo que labra las cascadas...
El poste que, cosas de los efectos ópticos, parece sujetar todo el tinglado.
Ganado vacuno.
Una solitaria vivienda rodeada de pastos.
Colorida flor que emerge justo ante la valla, algo cutre, que protege un pequeño huerto.
Hortensias a mansalva. Abundan muchísimo en las viviendas de estos pagos.
Hacia la parte final de la zona asfaltada, allí donde pasamos junto a una explotación ganadera en la que un enorme mastín de fieros ladridos nos pondrá a prueba pese a estar atado, regresan las pendientes de altos porcentajes. Menuda curva de herradura... Nosotros la dejamos a media, porque descendemos un trecho antes de abandonar esta ruta y remontar hacia las cascadas paralelos al arroyo.
Las cascadas están indicadas...
El tramo, sin duda, más chulo de esta excursión pateante. El entorno es bellísimo, por verde y por carente de "mano humana" a la vista.
El arroyo de Valdeinfernos; su senderito paralelo, una gozada...
Una pasarela sobre el arroyo.
El arroyo. Una zona donde no faltan las leyendas e historias vinculadas; aquí, de una joven dama a la que le fue sustraido un peine de oro pese a reclamarlo con lamentos que se confundieron con las aguas.
Escalones labrados en la roca que permiten acceder a las inmediaciones de la cascada.
Pozo da Onza. Un primer salto de agua...
La cascada Pozo da Onza, hermosísima, con sus quince metros aproximadamente de altura. Nos encontramos a unos 220 metros sobre el nivel del mar.
[agosto de 2016]