Turienzo de los Caballeros. Ubicación geográfica de esta pequeña población de menos de 30 habitantes que en otro tiempo, según diversos estudiosos del tema, llegó a ser la capital de La Maragatería. Turienzo de los Caballeros, que dista 20 kilómetros de Astorga, en la actualidad depende administrativamente de Santa Colomba de Somoza. Estamos en un núcleo urbano que se asienta casi a 1000 metros de altitud y que cuenta con la condición de villa. Por aquí pasaron los templarios y mucho antes lo hicieron los astures y los romanos, siendo éstos únicos los que sondearon sus pagos en busca de oro. Al respecto de Turienzo, se indica en la web municipal de Santa Colomba: "El pueblo de Turienzo nace en la Edad Media, probablemente durante la repoblación, una vez reconquistado por las tropas del reino Astur-Leonés, con gente proveniente de Turienzo Castañedo, de ahí su nombre, a las ordenes del conde Gatón.Turienzo es sin duda, uno de los pueblos maragatos mejor y mas ampliamente documentados ¿si no el que mas- durante la Edad Media, y la primera mención que tenemos de él data de documento del año 923, fecha en la que el presbítero Ansemiro dona "su iglesia" situada entre Turienzo y Andiñuela, al Monasterio de San Pedro de Montes". [Mapas Vía Michelín].
Nos dirigimos por la carretera LE-6308 hacia Turienzo de los Caballeros, asentado en un pequeño vallezuelo rodeado de muchísima vegetación. En las proximidades, sierras cuyas cumbres están tomadas por aerogeneradores de electricidad.
Turienzo de los Caballeros. El cartel de poblado, junto antes del puente que salva el cauce del río Turienzo.
Turienzo de los Caballeros. El río Turienzo, que desde hace unas décadas se viene secando durante los veranos.
Turienzo de los Caballeros. Casco urbano. Nos resultó curioso éste por un hecho: la iglesia está en un extremo del pueblo (al otro está el icónico Torreón de los Osorio) y no existe una plaza al uso "castellano", sino una gran zona central despejada de edificaciones y tomada por esbeltos árboles (creemos que nogales) de refrescantes sombras. Es un pueblo de extraña fisonomía, por tanto. Al menos, poco habitual. Pero muy, muy tranquilo.
Turienzo de los Caballeros. De cómo hacer un figura humana con unos tiestos y unas pinturas, figura que engalana la fachada de una vivienda.
Turienzo de los Caballeros. En otra vivienda, donde una simpática vecina nos abrió sus puertas para mostrarnos sus jardines, cuelga este casco militar cuya forma nos evoca a la Guerra Civil.
Turienzo de los Caballeros. Edificaciones con resabios tradicionales junto a la calle principal de la población, la calle Iglesia.
Cruz ubicada en esa zona de densos árboles, esa magnífica concentración de nogales, junto a la calle Iglesia.
Turienzo de los Caballeros. Esa especie de zona verde-jardín-parque tiene algunos magníficos ejemplares de nogales; agradecerles mucho su fresca sombra en días de intenso sol. Es una plaza espectacular, por este sentido tan bien narrado por Roberto Núñez y María García en Ser León.
Turienzo de los Caballeros. Tejados de pizarra en una vivienda de aspecto más tradicional.
Turienzo de los Caballeros. Las montañas cercanas, tomadas por los aerogeneradores. Estéticamente, sí, estos molinos de viento son mu agresivos y rompedores.
Turienzo de los Caballeros. Allí donde la calle Iglesia se prepara para afrontar un giro hacia la izquierda, poco antes, encontramos una zona circunvalada por esta esmerada cerca de piedra junto a la que crecen rosales.
Turienzo de los Caballeros. Vivienda.
Turienzo de los Caballeros. Un rincón junto a la calle Iglesia.
Turienzo de los Caballeros. Un pilar para el abrevado del ganado.
Turienzo de los Caballeros. Seguimos en la principal calle Iglesia. Edificaciones más "modernas" que siguen pautas constructivas respetuosas con los entornos y "no cantan" en absoluto.
Turienzo de los Caballeros. De piedra y de pizarra para levantar un pueblo...
Turienzo de los Caballeros. Calle Iglesia. Una vieja y baja edificación que parece abandonada y que otrora, es posible, tuviera usos agrícolas y ganaderos.
Llegando a la iglesia de San Juan Bautista, un templo originalmente románico de una ecléctica belleza solemne y cautivadora. Al menos atrae y sorprende, eso es innegable.
La iglesia de San Juan Bautista, de una estética tan peculiar como su ubicación. De la primera, el paso de los siglos y diferentes actuaciones; una estética que no tiene nada que ver si obsevamos el templo en su vertiente norte o en su vertiente sur, la aquí presente. De la segunda, la antigua existencia de un monasterio de la orden de los hospitalarios ya desaparecido.
La iglesia de San Juan Bautista, del siglo XII. La escalinata, curiosa solución, que da acceso a lo alto de su campanario. Como si de una estructura defensiva se tratase incrustrada en la espadaña.
La iglesia de San Juan Bautista. Detalle ornamental rescatado de la piedra en una reciente restauración. Po su interés, enlazamos a la entrada que Alkaest elaboró en su blog Laberinto Románico al respecto de este templo bajo el título "El código Turienzo".
San Juan Bautista. Decoraciones diversas en un arco románico.
San Juan Bautista. Detalle de su campañario.
Turienzo de los Caballeros. Edificaciones que están perdiendo sus techumbres por culpa de derrumbes... La despoblación no les ajena a Turienzo, que sin embargo cuenta con muchos descendientes que retornan durante los períodos vacacionales. Leemos aquí que muchos de los emigrados, al menos es una generalización popular, han acabo gestionando o regentando negocios de pescadería. Muchos pescaderos madrileños, seguramente de forma más clara otrora, procedían de aquí.
Turienzo de los Caballeros. Una puerta azul en la calle Iglesia.
Turienzo de los Caballeros. Piedras.
Turienzo de los Caballeros. Desandamos nuestros pasos para regresar a esa tremenda zona verde de grandes árboles y densas sobras. Allí también se levanta otro de esos surtidores de agua para el ganado. Según cuentan, todos estos nogales fueron plantados en 1928; cada vecino plantó dos: uno para él y otro para la comunidad.
Turienzo de los Caballeros. Pack completo. O elogio a los días de desconexión estivales: merendero y hamaca.
Turienzo de los Caballeros. Una hermosa fachada maragata junto a la calle Iglesia, en las cercanías del Torreón de los Osorio.
Turienzo de los Caballeros. Zona de sombras antes casas de piedra.
Turienzo de los Caballeros. Momentos rurales. Es un pueblo tranquilo, hermosamente tranquilo; quizá por eso algunos malnacidos amigos de lo ajeno se hayan querido aprovechar para hacer dinero fácil: ¡Cuatro robos en un mes del cable telefónico!
Torreón de los Osorio. Uno de los grandes atractivos de Turienzo de los Caballeros es esta estructura defensiva que confiesa la existencia en el pasado de una vieja fortaleza de mayores dimesiones, un castillo del que fue la torre de homenaje: el castillo de Turgentius. El Torreón es propiedad privada y, de hecho, cada año suele ser habitado unos días por su actual propietaria, la marquesa de Ayamonte y de Astorga, condesa de Cabra y una Grande de España desde que su familia fuera así reconocida por Carlos V. El título astorgano le llegó tras años de reclamaciones judiciales para imponer su legitimidad.
El torreón hunde sus raíces en el siglo XIV y su actual aspecto obedece a una importante restauración llevada a cabo en 1992. Antes, llegó a estar de esta guisa. La Universidad de León premió esos trabajos y la Junta de Castilla y León lo reconoció como Bien de Interés Cultural.
Torreón de los Osorio. Detalle heráldico en su acceso. El torreon es visitable, pero hay que concertar las mismas. En la web de Turismo de León, no obstante leemos al respecto: "Gracias al acuerdo suscrito entre la Fundación Conde de Cabra y la Excelentísima Diputación de León, se mantiene abierto durante los meses de julio, agosto, septiembre y octubre con visitas atendidas por la Guía Licenciada en Arte, Doña Paula Alvite. Mañanas de 10 a 14 horas y tardes de 16:30 a 20 horas".
Torreón de los Osorio. El entorno de la torre, donde otrora se extendieron las instalaciones del castillo.
El impactante Torreón de los Osorio tiene nada menos que 23 metros de alto, cuenta con tres plantas habitadas (aunque no lo parezca) y en su subsuelo se conservan mazmorras. El rincón favorito de sus nobles propietarios para sus escapadas estivales.
[agosto de 2016]