Las Machotas, senderismo accesible de panorámicas en la Sierra de Madrid



La Sierra de Guadarrama, como bien nos lo comenzaron a recordar Francisco Giner de los Ríos y su Institución Libre de Enseñanza a caballo entre el siglo XIX y el XX, es una maravilla. Unas montañas únicas, ricas en vida, generosas en perspectivas. Un magnífico ejemplo de integración del hombre con el entorno, una simbiosis magnífica con los recursos naturales, hasta que apareció el ladrillo y las urbanizaciones se desmadraron. Es una de las enseñanzas de muchos miradores que nos inculca Gaia; o quizá nuestros remordimientos. Un panorama desolador repleto de construcciones hacia el horizonte de Madrid. La Sierra Norte se ha salvado de momento, con alguna sombra. La de Guadarrama se ha convertido en un caso único: un Parque Nacional, merecido sin duda, que tolera en su seno estaciones de esquí y urbanizaciones. Esta Sierra es mágica y a todo el mundo que la conoce le inyecta un algo en el alma cuando camina por sus rutas. Sucede esto mismo, sin exagerar, en el entorno de los vecinos San Lorenzo de El Escorial y El Escorial. Con el Monte Abantos escoltando la solemne presencia del monasterio, la Silla de Felipe II se convertirá en una inolvidable visita. Un paseo, si andamos por el pueblo, nos permitirá comprobarlo. Pero en esta ocasión queremos abarcar un poco más, atravesar Las Machotas, dos montes hermanos que escoltan El Escorial por el sur, y regresar al punto de destino por la antigua calzada romana. Un periplo de unos 14 kilómetros y tres o cuatro horas de duración que, no obstante, a su vez ofrece múltiples posibilidades para alargarla con nuevos bucles.

Otra de las bondades de la ruta, muy bien indicada como GR, es la posibilidad de viajar en tren de Cercanías. Es cierto que la frecuencia a destinos tan lejanos baja los fines de semana, pero madrugando un poco cunde el día, hay que romper esa pereza, y no notaremos la espera en pleno anochecer. Es un modo económico, en todo caso. La aproximación, con vistas al Monasterio, invita a disfrutar con ese aura especial que impregna todas las cosas en sus alrededores. El posterior paso por la Silla de Felipe II, fotografía presente en muchos álbumes familiares, de la que dicen que podía tener orígenes vetones y usos rituales. La parada en una especie de construcción para el agua, más arriba. El ascenso hacia el Collado de Entrecabezas, donde podremos plantearnos los accesos entre bloques de piedra a La Machota Alta y la Machota Baja. El descenso hacia Zarzalejo, con un fondo precioso que evoca las montañas que aparecían en la serie Bola de Dragón. La parada en la fuente de fresca agua. El inicio de la calzada romana. El rodeo a las montañas. Los ganados, fundamentalmente vacunos, en los prados y arbolados que flanquean nuestro caminar… Y de nuevo, en la parte final, en la aproximación a El Escorial, allí donde nos acompaña unos instantes el ferrocarril, el Monasterio y el Monte Abantos se presentan ante nuestros ojos. Una ruta básica. Otros han contado mucho mejor sus historias y sus particularidades. Esto es un empujón para el que aún se mantenga poseído por la pereza y la desgana.

Esta propuesta no es si no una de las rutas senderistas más conocidas, y no por ello menos interesante, de la Comunidad de Madrid: la calzada de las Machotas. Protagoniza muchas páginas de senderismo, tanto de papel como en Internet. Las de trotamontes, la de Álvaro Rojas, ésta de Abel Aparicio o la indispensable de Excursiones y Senderismo son excelentes. Las propias instituciones se han encargado de potenciar su conocimiento.

Completa ruta senderista por los aledaños del Monasterio del Escorial, la Silla de Felipe II, Las Machotas y la calzada romana de El Escorial. Ubicación geográfica aproximada en el mapa. Como se aprecia, estamos en el oeste madrileño. Aparte del vehículo particular, el ferrocarril puede ser una magnífica forma de alcanzar el inicio de esta ruta de unos 14 kilómetros y entre cuatro o cinco horas de duración.


Desde la estación de ferrocarril, cruzamos la avenida de los Reyes Católicos y caminamos por el interior del Parque de la Casita del Príncipe y sus jardines.


El Monasterio, desde el parque de la Casita del Príncipe.


El Monasterio, visto desde su tapia perimetral sur.


Los árboles desnudos en un soleado día de otoño.


Delicioso camino que nos lleva hasta la M-505, que deberemos cruzar con precaución.


Atravesamos la M-505, Madrid-Ávila, que tiene un desvío a esta carretera que, en pleno bosque de La Herrería, sube hasta las proximidades de la Silla de Felipe II vía Ermita de la Virgen de Gracia. Podemos caminar junto a la carretera o recortar por un sendero paralelo que también llega a la Silla.


Vista de la Ermita de la Virgen de Gracia, obra de Francisco de Mora en el siglo XVI. Sólo abre el segundo domingo de septiembre, con motivo de la populosa romería que se celebra.


Vista de la Ermita de la Virgen de Gracia (2).


Caminado por el Bosque de La Herrería.


Llegamos a la Silla de Felipe II, un mirador "real".

Gran vídeo con mejor banda sonora de descubresanlorenzo.



¡Menudas vistas del pueblo, el Monte Abantos y la Sierra de Guadarrama!


Visitantes en la Silla, fotos obligatorias.


La Silla, más bien triple asiento, en cuestión. Labrada en la roca y, dicen, de orígenes prerromanos.


Vistas de la montaña La Maliciosa y su entorno.


De nuevo en marcha, ganando altura entre el arbolados y las rocas.


Este bosque nos regalará rincones muy seductores.


Vistas del Monasterio a través del arbolado.


Otra panorámica, esta vez en unos riscos próximos a la denominada Casa del Sordo.


El conjunto de la Casa del Sordo, con la Sierra de Las Machotas al fondo.


Un floreciente matorral con vistas serranas.


La ruta, a ratos con hechuras de camino, a ratos con mimbres de sendero, sigue ganando altura.


Nuevas perspectivas sobre el Monasterio y el Monte Abantos.


Caminando entre robles.


Hermosas vistas que ensanchan la mirada. En el centro se intuyen las torres de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid.


Cerca del Collado de Entrecabezas, que se corona a 1.237 metros sobre el nivel del mar en una hermosa vaguada que separa Las Machotas y a donde llegaremos tras abandonar el bosque y cruzar un par de artesanales tapias de piedra.


En la cima encontraremos esta indicación "Senda de los 3 Ermitaños", que nos lleva a La Machota Baja.


Vistas desde el Collado de Entrecabezas. Rocas por doquier y maravillosa sucesión de montañas en el horizonte, una secuencia que nos recuerda a Bola de Dragón.


La Machota Alta.

Completo y elaborado vídeo de rincosenderismo que por su interés "embebemos" en esta entrada.


En este vídeo de Emilio Aguilar se aprecian las vistas desde La Machota alta.



Arranca el descenso hacia Zarzalejo estación, cercano a Zarzalejo pueblo al que pertenece.


Abrevadero para el ganado, otra referencia excelente para saber que vamos bien. Su nombre: Fuente de Entrecabezas.


El sendero por que vamos caminando, visto desde abajo.


Zarzalejo pueblo.


Cerca de una zona forestal que nos pareció de repoblación. Este tramo es, posiblemente, y dada la estrechez del sendero y lo tupido de la vegetación, el lugar que más invite a equívocos. Siempre adelante y hacia abajo vamos bien.


Una vista del descenso.


La pétreamente tupida Machota Alta, desde el descenso.


Curvas de herradura en Zarzalejo, la parte más exigente del Puerto de la Cruz Verde, preciosa subida para afrontar en bicicleta.


¡Ya estamos casi abajo!


Una pausa para refrescarse en una fuente de Zarzalejo.


Después del avituallamiento en Zarzalejo, tras la pista de la calzada romana.


La calzada romana, a los pies de Las Machotas.


Un hito en el camino, tal vez un viejo miliario.


Esbelto árbol junto a la calzada romana que nace de una roca e impone su redondeada silueta en el entorno.


La imponente Machota.


La calzada romana, a ratos visible, se alterna con tramos de camino sin vestigios.


Piedras que a la vista parecen pulidas, como si hubieran servido de pavimento.


En el retorno a San Lorenzo del Escorial encontraremos muchos prados que acogen explotaciones ganaderas de vacuno.


Inconfundible tramo en el que caminaremos secundado por los muros de piedra de las fincas lindantes con la calzada.


El Monte Abantos, con "los escoriales" a sus pies.


Tramo descendente y bien conservado de la calzada romana.


En la parte final de la ruta. Deberemos cruzar las vías del tren (atención, precaución) a la altura de esa construcción abandonada de la derecha de la imagen.


Cruzadas las vías, el camino dibuja una suerte de rodeo para llegar al destino a través de una zona de urbanizaciones.


Una ruta propicia para contemplar aves y, con suerte, algún jabalí.