Un libro abierto de murallas y vistas en la medieval y vallisoletana Urueña (noviembre de 2011)



De encrucijada y punto de fricción entre dos balbuceantes reinos a creciente meca turística (con un patrimonio declarado en 1975 Bien de Interés Cultural) hay un mileno, un poquito menos realmente, pero tal ha sido el recorrido vital de Urueña desde entonces hasta ahora. Faltan, claro, muchísimos detalles de su historia que justifican su fisonomía y explican su evolución. Quizá el último de todos, su consideración como Villa del Libro, haya sido su gran golpe sobre la mesa en términos promocionales. Ese lugar de privilegiado enclave, a un lado la inmensa planicie de la Tierra de Campos, a otro los Montes Torozos en una de cuyas últimas estribaciones se asienta, ya sedujo a los primeros pueblos pobladores de la Península. De aquellos tiempos se le presupone el origen de su particular toponimia, algo así como “lugar de aguas corrientes”; dicen que “Urueña” deriva de “Uru” (zona de aguas) y “anna” o “eneas” (hermana). Listos eran los vacceos, sabedores de los lugares donde no falta el líquido elemento y abundan la caza y las posibilidades agrícolas. Un vistazo desde el aldarve de la muralla vale más que mil palabras.

En Urueña, por eso de que durante muchos años fue zona fronteriza y marcó el límite entre la corona de Castilla y León, encontraremos un recio castillo (actualmente entre cementerio municipal y espacio ajardinado) y unos de los mejores recintos amurallados de toda la Península. El poder de la piedra, forjado entre los siglos XII y XIII. Una fuerza que ha requerido del cuidado de la restauración, pero que ha sido capaz de sobrevivir a invasiones, a refriegas y hasta a colosales incendios, como aquel de 1871 que redujo a cenizas medio pueblo y gran parte de sus archivos documentales. Con la puesta en marcha del proyecto de la “Villa del libro”, entre 2005 y la inauguración del 15 de marzo de 2007, este pueblecito de poco más de 220 habitantes se ha revitalizado como pocos. Una docena de libreros se han involucrado con el proyecto asentando sus negocios en el pueblo (aunque las librerías, todo hay que decirlo, no abren todos los días de la semana y tienden a tener en cuenta los hábitos “finesemanales” de un altísimo porcentaje de visitantes). Y de la mano de los libros y su centro e-LEA, nuevas propuestas relacionadas con la enología y la hostelería (buenos menús del día en sus varios establecimientos hosteleros) o nuevos bríos para el museo etnográfico Joaquín Díaz (un proyecto puesto en marcha en 1989 y auténtica piedra fundacional para todo lo que vino después relacionado con la cultura) , el de Instrumentos Musicales del Mundo Luis Delgado (c/ Contahuevos) o el de las Campanas, que recientemente ha sido noticia por un mandato judicial. Del primer año, 2008, dicen las estadísticas que hay que felicitarse por 76.000 visitantes que pueden ser la nueva industria de un pueblo que sigue siendo agricultor y ganadero, cantidad que ha crecido con posterioridad. Quizá después de conocerlo, os entren ganas de ser los siguientes... Merece la pena no ser un número más. Bien lo dice el propio Joaquín Díaz: "Creo en la palabra y en la fuerza de la voz como medio de comunicación, pero eso debe salir de dentro y, por tanto, no ser artificial. Ahora todo se mide en números de personas y no en lo que sienten o en qué buscan".


Villa de Urueña. Ubicación geográfica. A unos 55 kilómetros de Valladolid, allí donde chocan las estribaciones de los Monte Torozos con la de Tierra de Campos. Pasa muy muy desapercibida pese a encontrarse a dos kilómetros de la A-6 (Madrid-La Coruña).


Genuinos Montes Torozos. Puede chocar mucho oir ese concepto "monte" asociado a una provincia como la de Valladolid, históricamente considerada la única provincia sin montañas dentro de un país que es el quinto de toda Europa que más diversidad orográfica tiene. Si fijamos como baremo una cumbre que alcance los 1.000 metros, sólo las provincias de Valladolid y A Coruña (no consideramos Melilla y Ceuta, ciudades autónomas) carecen de ésta. Dudábamos con Sevilla y Huelva, por otra parte tan ricas en sierras. De Sevilla, nos responden los 1.229 metros del Terril, entre Pruna y Algámitas. Sobre Huelva, que en la misma donde Badajoz encuentra su techo también la patria onubense fija el suyo. Los Torozos, una espina dorsal de ondulaciones suaves y regulares, tienen su techo en los 862 metros del Monte Sardonedo.


Villa de Urueña. En 2007, la Diputación de Valladolid impulsó la iniciativa de convertirla en la primera Villa del Libro de España, un proyecto concebido desde 2005 y que aunaría en una misma oferta turística el encanto medieval del pueblo y el de la cultura. Esta etiqueta, "Villa del libro", no es algo original. La galesa Hay-on-way fue la pionera de una lista mundial que ha viajado a Francia, Bélgica, Japón, Estados Unidos, Noruega, Suecia...


Una vista del casco urbano y parte del lienzo de su muralla, entre la que sobresale la iglesia de Santa María del Azogue. En primer término el actual estanque, "la laguna", que en otros tiempos ejerció de antiguo lavajo para el castillo.


Junto al castillo, e integrado en la muralla, el macizó Torreón de doña Urraca, también conocido como Peinador de la Reina.


Las simbiosis de la murallas, monumentos, tejados y edificaciones de Urueña, a media altura.




Tejados tradicionales y panorámica sobre el casco urbano.


A la derecha, el caserío del Bueso. Ascendente se intuye el camino de Tiedra, que pasa junto a las ruinas de un monasterio benedictino del siglo XII que recibía el mismo nombre que el caserío anteriormente citado.


Las murallas de Urueña y el imponente torreón del Peinador de Doña Urraca.


Vistas sobre la Fuente de los Caños, el camino de Tiedra y los Pagos del Piñonar y Los Sotos.


Torreón almenado con grandes vistas sobre el caserío del Bueso.


Una visitante fotografía el pequeño vallecito donde, entre tesos, salpicaduras de arbolado y de pequeñas plantaciones de cereal, se asienta la ermita de la Anunciada, se contempla la carretera que comunica Urueña con San Cebrián del Mazote.


Murallas y castillo de Urueña. A sus pies, el Paseo del Peinador de la Reina.


Puerta de la Villa. Vertiente exterior. Hacia la derecha (hacia la izquierda si somos nosotros los que salimos de Urueña por esta puerta) se extiende el llamado Paseo del Peinador de la Reina.




Calle de los Lagares.


Vieja y oxidada aldaba en una puerta de la calle Corro de Santo Domingo.


El exterior protector de los contadores de luz, decorado con pinturas que asemejan los paisajes visibles desde las murallas.


Librería el 7, en el Corro de Santo Domingo.


Calle de los Lagares. Librería El rincón escrito. Fotografía tomada desde la escalera de subida al Adarve.




Una visitante observa una creciente planicie de campos cultivados desde la muralla de Urueña.


El Mirador del Roto, grandes vistas sobra la transición entre los Montes Torozos y la Tierra de Campos; y en los días claros, el leonés Monte Teleno y la zamorada Sierra de la Culebra. En un folleto de información municipal se venía esbozar que al paseo que podemos hacer por alguno de los adarves de su muralla también se le considera como Balcón de Tierra de Campos. Es otra forma más de potenciar los atractivos municipales, faltaría más. Y aunque no le falta razón, por la ubicación geográfica y más renombre el más afamado como Mirador de Campos se encuentra en Autilla del Pino (Palencia). Otro posible y magnífico ejemplo cercano lo podemos visitar en el Mirador del Cernícalo de Cuenca de Campos.


La Tierra de Campos, vistas desde una pequeña abertura en la muralla de Urueña.


Pequeña puerta de acceso a Urueña en el llamado Mirador del Roto que va a dar a las calles de los Lagares (dcha.) y de Catahuevos (de frente).


Solitaria ventana en el Corro del Bolinche, calle que toma su nombre del lugar donde los vecinos jugaban a los bolos.


Construcción tradicional en el Corro de San Andrés.


Hacia el oeste del casco urbano, curioso nombre para una calle. La razón, explicada en su placa: "Lugar donde los recoveros solían catar los huevos que estaban frescos poniéndoselos en el hueco del ojo y mirando a la luz del sol". Dicho queda.


Una solitaria puerta junto al Corro de Santo Domingo.


El Centro e-LEA, el espacio para la lectura, la escritura y sus aplicaciones. Sus instalaciones aúnan un espacio museístico sobre el libro (sus orígenes y su evolución se repasan en la exposición permanente "Entre líneas"), otro pedagógico y un tercero de investigación y documentación. Sobre 1.296 metros cuadrados asentados junto a un lienzo de la muralla medieval, el e-LEA cuenta con una biblioteca especializada y espacios para talleres y exposiciones. En estos años han implementado talleres sobre creación literaria, cursos sobre caligrafía antigua y han impulsado un premio nacional que ha llegado a contar con más de 400 aspirantes. La entrada al museo cuesta 3 euros.


Un montón de libros expuestos dentro del Centro e-LEA en el marco de un programa de fomento de lectura, ubicados junto a un ventanal con vistas a la Tierra de Campos.


Boutique del Cuento (c/ Costanilla, 1; 983 302 727).


Librería Alcaraván (Corro de San Andrés, nº 13; 983 717 018), una de la docena instaladas en la Villa del Libro. Como casi todas, y con una tipografía muy hermosa, en su fachada recoge versos o extractos de obras literarias. Esta librería se abrió en 1992.


Caminando por la calle de las Cuatro Esquinas, que así a ojo desde que comienza hasta que acaba abarca una quincena de ellas, hasta la confluencia de las calles Real y del Azogue.


Calle Real, que comunica la Puerta del Azogue con la Puerta de la Villa, pasa junto a la Plaza Mayor y la Casa de la Mayorazga, residencia del obispo de origen urueñés Alonso de Mena y Borja.


No son pocos los cartelitos y ornamentos bronceados que nos recuerdan que Urueña es la primera Villa del Libro de España. Su reiteración no tiene más intención que la de articular un posible recorrido turístico por el pueblo.


En uno de los laterales del alargado Corro de San Andrés, la Casa de don Manuel Pérez Minayo, del siglo XVIII. Su mecenas fue obispo de Badajoz.


La casa más antigua, del siglo XVI, de las que se conservan en Urueña. Un escudo con caballero sobre una torre nos indica que se trata de una propieda de la familia Isla, ilustres y poderosos vecinos. La Casa solariega de los Isla se encuentra en la plazoletilla conocida como Corro del Conde.




Iglesia de Nuestra Señora del Azogue, construcción de (por entonces segoviano, pues Rascafría no pertenecía aún a Madrid) Rodrigo Gil de Hontañón del siglo XVI sobre un templo anterior, la Santa María del Azogue de la que toma nombre. Actualmente está consagrada a Nuestra Señora de la Asunción.


Puerta del Azogue, desde la confluencia de las calles La Parra y Nueva con la del Azogue.


Puerta del Azogue y, al otro lado, la calle homónima. Acceso principal de la villa durante los siglos XII Y XIII.


Una visitante conversa por teléfono en el paseo de la Laguna, bajo el lienzo de la muralla medieval de Urueña y junto a unos ornamentos explicativos donde se recuerda una vez más que que este pueblo pucelano es la "Villa del Libro".


El sobrio y rocoso castillo de Urueña y la conocida localmente como La laguna.


Abandonando Urueña, y profundizando en los Montes Torozos, aún nos queda una parada obligatoria como a dos kilómetros del pueblo: la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada.


Atardece en La Anunciada. Este templo románico del siglo XI se construyó sobre un antiguo monasterio mozárabe (San Pedro de Cubillas, San Pedro y San Pablo de Cubillas según otras fuentes) por petición de la infanta doña Sancha (hermana de Alfonso VII de León, el emperador), aunque no fue hasta el siglo XVII cuando se convirtió en la morada de la patrona por la decisión de Antonio de Isla, por entonces Obispo de Osma. Es el único ejemplo con influencias lombardas presente en toda Castilla y León.


La Anunciada. Detalles constructivos de sus diferentes partes.


La Anunciada, bajo una incipiente luna. Todo su entorno es un agradable vergel arbolado donde no faltan las mesas para un buen almuerzo campestre. Cada 25 de marzo y 8 de septiembre, los vecinos del pueblo celebran una romería en sus proximidades.




Un lento anochecer otoñal cae sobre Urueña desde la cercada Huerta del Obispo de Osma, vecina de la ermita.