Resulta curioso pero esa es la verdad. Quizá por la pureza de las aguas de los manantiales de la zona, los mismos de los que bebe la firma Aquadomus, acaso por otras razones difícil de concretar, en los estanques de una vieja instalación del ICONA sobrevive una pequeña colonia de cangrejos de río de los nativos. Los cangrejos ibéricos andan en peligro de extinción crónico por culpa de unos primos hermanos cabrones, el llamado cangrejo americano y el cangrejo señal. Más violentos, más capacitados en aguas de peor calidad, mucho más activos en términos de reproducción y más tolerantea a la enfermedad de la afanomicosis, el americano y el señal aparecieron de no se sabe donde (en realidad sí) y se hicieron los dueños del lugar. Cada uno a su estilo. Arrinconaron tanto a nuestro cangrejo que le empujaron hacia una desaparición con poquísimo margen para evitarla.
En una especie de milagro, escoltada por árboles de la más diversa heterogeneidad (pinos, nogales, cipreses, álamos, sauces,...), el cangrejo de río autóctono resiste en unos pequeños estanques de lo que hoy es un hotel rural muy coqueto en las cercanías de Saldaña (Palencia). Durante años, sin embargo, albergó una instalación del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) especializada en la trata de aves heridas, aunque no faltaban ejemplares de lobo, gatos monteses y ciervos. Un micromundo de 15.000 metros cuadrados. Aquello se acabó, los animales que quedaban fueron enviados a otros lares y las instalaciones fueron degradándose con la perfidida del desuso. Pero los cangresos, invisibles bajo el agua, siguieron criando y sobreviviendo. Y los cangrejos ahí permanecen, a su aire, sin ganas de ser molestados ni que interfieran en su plácido retiro. Pero las instalaciones de ICONA reviven gracias a la apertura de un hotel rural, el Villarromana. Una apuesta de Paco Caballero que comenzó a rodar en su mente allá por 2010, cuando ya regentaba un albergue, y que ahora es una realidad.
Los cangrejos, en un intento de aprovecharlos como una especie de Adanes y Evas para reintroducir su semilla donde siempre estuvo su especie, han rechazado el cambio. Ellos nacen, crecen y mueren en su estanque. En su paraíso particular durante 35 años. Qué curioso. Aunque la amenaza está ahí fuera. Nunca hay que bajar los brazos. "Es el único reducto del cangrejo autóctono de Castilla y León", dice Caballero.
El hotel rural Villarromana se encuentra en las afueras de Saldaña, en la provincia de Palencia. Estamos en la capital de la comarca de Vega-Valdavia y en la cabeza de la Comunidad de villa y tierra de Saldaña.
Uno de los estanques de las viejas instalaciones del Icona en los que ha sobrevivido la colonia de cangrejos de río autóctonos.
Los entornos del Villarromana.
Una acequia, cerrada, distribuye el agua entre los estanques.
Un ejemplar de cangrejo ibérico. En la Comunitat Valenciana aplicaron un plan de introducción y recuperación que le ha sacado de la lista negra de especies en peligro en noviembre de 2012.
Un tesoro de la fauna ibérica, más si cabe por su peligrosa escasez ante la presión del cangrejo americano y el cangrejo señal. Estas dos especies fueron introducidas en España en 1972 y 1973 y, llevando proyecciones distintas en su adaptación, han sido nocivas. Del señal hemos encontrado otra fuente que indica que su llegada fue posterior.
El Hotel Villarromana, catorce habitaciones y estos precios. Esta instalación es una concesión de la Junta al empresario durante varias décadas.
Una terracia muy acogedora para tomar un refrigerio y conversar.
Una gran ocasión para descubrir la cerveza Bresañ. Esta cerveza artesanal palentina nace en 2011 de la iniciativa de Christophe Le Galles y Fermina García. Asentada en Becerril de Campos, estos exponentes de una cuarta generación de cerveceros de la bretaña francesa sigue un lema inolvidable: "Cerveza palentina, corazón bretón". Sus familiares instalaciones son visitables, al parecer.
Los jardines, vistos desde la terracita. Ahí descansan plácidos los cangrejos.
La terracita, desde la segunda planta.
Pasillos y escaleras del Villarromana.
Un espacio común.
Un porche de los chill out, más relajante aún por el tonteo de las cortinas con la brisa.
Un porche consagrado a la lectura relajada.
El mundo se ve así cuando estás recostado...
Rosales en la parte posterior.