Potes, un pueblo lleno de encanto (agosto de 2013)


De las más puras y ejemplarizantes definiciones de lo que es un valle las encontramos en el cántabro de Liébana. Un territorio de contrastes, rodeado por las murallas de roca de los Picos de Europa que superan los 2.000 metros de altitud con holgura y desfiladeros que aún hoy en el siglo XXI tienen un punto de, si no de inexpugnables, sí de dificultosos. El Valle de la Liébana, condicionado por una geografía a la que ha sabido adaptarse para vivir, es un enclave ciertamente interesante para todos aquellos más amigos de la montaña que de la playa. En sus cumbres hay rutas a porrillo; en sus poblaciones, tanto atractivos monumentales como culinarios; y por no faltar no falta ni un santuario monacal dedicado a Santo Toribio que esconde tesoros de los albores de la literatura, es engranaje de la ruta jacobea y al mismo también es un fin en sí mismo.

Y en medio, o casi, de todo ese entramado orográfico-paisajístico-monumental, como un faro, la villa de Potes. La capital de la comarca, que como no podría ser de otra forma es la nave nodriza de una amplia mayoría de servicios públicos y comerciales, no es una población especialmente numerosa en cuanto a habitantes, pero tiene esa capacidad de muelle para adaptarse a los aumentos del caudal que suele traer el estío por cuestión de retornos vacacionales (mucho emigrantes, claro, repartidos por el mundo, y esto es algo que viene siendo así desde muchos siglos atrás y con implicaciones indianas) o visitantes estivales que acuden a sus pagos o a los cercanos de Fuente Dé. Potes es un nombre curioso. Dicen que viene de "puentes", que evoca el punto de nudo geoestratégico de un lugar especial. Puede ser.


Como parada, Potes la es obligatoria. Porque "estrata pública que discurrit ad Pautes" (el camino público que discurre a Potes). Porque nunca hace daño un paseo y menos aquí, donde el aire es tan puro que tutea al humo del presente tráfico de una de esas carreteras que aún hoy atraviesan un casco urbano. Y donde un par de ríos, menos el Deva y mucho más el Quiviesa, moldean una estética labrada a base de puentes. Hasta tres salvan en muy pocos metros separados entre sí las aguas de un Quiviesa que cuenta con estrecho y fascinante paseo fluvial y riega los cimientos de viejos testimonios renacentistas de piedra vieja y barrios peculiares de arquitectura popular. Parada obligatoria. Y no mentamos la cuestión de comer con esencias caseras. Tienen buena mano para los fogones aquí, sí.

En Potes, donde sí hay un enorme aparcamiento público (señal de muchas paradas, pero muchas muchas) y donde hay dos iglesias que comparte nombre pero se apellidan nuevo” o “viejo”, qué cosas, no hay plaza. O no como tal, como ese concepto porticado tan de la iconografía castellana. Hay un espacio más o menos adaptado a cumplir tal rol, pero escoltado por la carretera que sube a Fuente Dé y el descenso vertiginoso de un Quiviesa que poquito después fenece en el río Deva. Un espacio presidido, a un lado, por un templete musical de esos que cada vez se ven menos; y al otro por un rocoso edificio de aspecto castelario que recibe el nombre de la Torre del Infantado y que es el auténtico símbolo de una población de Potes. Fascinante Potes, muy estético. Aunque no original. Durante la Guerra Civil una serie de incendios provocados devastaron su casco urbano, pero hasta cotas dignas de conflictos mundiales. En los años posteriores al conflicto sería recuperado siguiendo los cánones de lo que antes había. Pero, claro, no era lo mismo.

Potes. Ubicación geográfica de esta población cántabra de posición inexpugnable. Pocos asentamientos pueden presumir de las condiciones de Potes, escoltado por las montañas no sucede en muchos sitios. ¡Estamos a los pies de los solemnes Picos de Europa, señores! El de Liébana es un valle sencillamente perfecto, con accesos complejos y un punto de pureza. Para llegar a Potes o hay que salvar pasos de montaña (San Glorio o Piedrasluengas-La Cohilla, hacia el sur; el desfiladero de La Hermida, al norte). [Mapas ViaMichelín]

Conduciendo por el Desfiladero de la Hermida siguiendo el curso del río Deva. En teoría estamos en una carretera nacional, pero su estrechez y angostosidad convierten su tránsito en un ejercicio de paciencia y disfrute ante tan esbeltas paredes rocosas que en algunos puntos, dada su cercanía, son "agobiantes". Por cierto, existe una carrera atlética popular que transcurre por aquí: La Subida al Desfiladero de La Hermida, conocida como la Panes-Potes. Una prueba de 28,5 kilómetros.

Potes. Aparcamos el coche en la zona gratuita, una gran explanada asfaltada conocida como aparcamiento La Serna, que se encuentra a las afueras en dirección a Fuente Dé y Santo Toribiode Liébana, a su vez en las cercanías de las iglesias de San Vicente, nueva y vieja. Siendo un pueblo de menos de 2.000 habitantes Potes tiene su caudal turístico tanto en verano como en invierno y, por ello, su correspondiente infraestructura de servicios. Y las montañas, claro, omnipresentes. Esencia lebaniega.

Vistas desde el aparcamiento de La Serna.

Ya vamos intuyendo qué atractivos nos vamos a encontrar...

Monumento al orujo. Mejor dicho, monumento dedicado a la destilación del orujo de uvas y a la memoria del exalcalde Alfonso Gutiérrez Cuevas, impulsor de una fiesta temática sobre esta bebida que se celebra cada mes de noviembre. Este Monumento a la Alquitara se encuentra junto a la ruta que sube a Fuente Dé, al lado de la iglesia de San Vicente.

Ruta de peregrinación, sí. Estamos en plena ruta Lebaniega, que forma parte del Camino del Norte y que sube hasta el monasterio de Santo Toribio de Liébana. El Camino Lebaniego busca hacerse su propio hueco autónomo. Por paisajes, desde luego lo merece.

Las dos iglesias de San Vicente de Potes. La nueva (izquierda) y la vieja (al fondo).

El Monte La Viorna, montaña de usos comunales donde conviven castaños, encinas y pinos y en otros tiempos llegó a contar hasta muy arriba con viñedos de montaña que desafiaban las pendientes de las laderas.

La sede de Correos en Potes. Curioso edificio y curiosa solución para combatir con un edificio condenado por su ubicación en plena curva junto a la carretera.

Arquitectura popular en Potes. Nos acercamos a la calle Independencia desde la calle La Serna.

Un negocio a caballo entre el mundo del menaje laboral y/o agrícola y el mundo del regalo en la céntrica calle Independencia.

Casas con aires palaciegos en la estrecha calle Independencia.

Este comercio de productos típicos tiene una sede con mucho tronío.

El actual puente principal de Potes, el Puente Nuevo, auténtico viaducto que salva las aguas de un río Quiviesa que se acerca a su final desembocando unos metros más abajo en el río Deva.

El puente de la Cárcel.

El edificio más representativo del casco urbano de Potes: la Torre del Infantado.

Un bello y cuidado rincón a los pies de la Torre del Infantado de Potes.

La Torre del Infantado. Edificio del siglo XIV que perteneció a los duques homónimos y que, por su ubicación y su robustez, es todo un icono de la población de Potes. Actual Casa Consistorial de Potes.

El río Quiviesa, a punto de aportarle sus aguas al Deva, visto desde el puente de la Cárcel.

Otro de los iconos de Potes es este templete de música que, ubicado enfrente de la Torre del Infantado al otro lado del río Quiviesa, preside uno de los espacios peatonales de su atípico centro urbano (atípico en el sentido de carecer de la típica plaza mayor porticada), cruzado por un río y una carretera. En la parte inferior, negocios de hostelería. Desde este templete tiene lugar cada segundo fin de semana de noviembre el pregón de la citada fiesta del orujo.

Vistas desde los alrededores del templete de música.

Un visitante descansa en unos de los bancos ubicados en la pequeña plazoleta peatonalizada (la plaza de la Villa) que se extiende en los alrededores del templete musical.

Otra vista de la Torre del Infantado.



Potes, sabor "medievorural".

Casas colgantes sobre el río Quiviesa en el barrio de La Solana. Las vistas, desde el Puente Nuevo.

Al fondo, salvado las aguas del río Quiviesa, el puente de San Cayetano.

Otra vista del centro de Potes desde el puente Nuevo, el que atraviesa la moderna carretera que cruza la población.



Potes. Comercial, pero encantadora, calle de la Cántabra.

Disfrutando un cocido montañés en uno de los establecimientos hosteleros de la calle de la Cántabra. Estamos en el Casa Susa, en el número 5 de esta calle.

Calle de la Cántabra. Esencia medieval con mogollón de alicientes comerciales. La mezcla no se atraganta, muy al contrario de lo que podría pensarse.

Arquitectura popular por la calle Cimadevilla. Andamos por el barrio de La Solana.

Productos frescos.

Ropajes al sol... O al fresco. En invierno, en una zona pródiga en nieves, esta imagen no es fácil verla.

Las sobrecogedoras cumbres de los Picos de Europa, al fondo.

Caminando por el barrio de La Solana.

El Barrio de la Solana es uno de los barrios más emblemáticos de Potes. Formadas por pequeñas casas adosadas y estrechas callejas, su fisonomía no ha variado un ápice, como así lo atestigua esta imagen. Las calles, antaño, estaban pensadas para acercarse hasta las casas a pie o en caballería, como el pequeño burro blanco que quedo inmortalizado por José Terán a principios de siglo. Plaza del Llano.

Un rinconcito de Potes en las cercanías de la plaza del Llano.

Ropajes tendidos en una vivienda típica.

Entre estas viviendas del barrio de La Solana observamos el puente de San Cayetano.

Potes 100% medieval.

Vistas desde el puente de San Cayetano, primero de los pasos urbanos que salvan las aguas del río Quiviesa.

Cruzando el pequeño puente de San Cayetano.

El entorno montañoso de Potes. En esa cumbre se asienta el monasterio de Santo Toribio de Liébana.



Cruzando el río Quiviesa por el puente de San Cayetano. Hermosas vistas sobre el Potes viejo.

Mucha piedra vieja en esta zona, miremos donde miremos.

Calle del Sol y sus arcos con mucho encanto.

El entorno de Potes visto desde la calle del Sol.

Calle del Sol.

Caminando por el llamado Barrio del Sol de Potes, que se extiende alrededor de la calle del mismo nombre.

Posiblemente, una de las imagénes más típicas de Potes.

Arquitectura popular en la calle del Sol. Y escultura ubicada frente a un, sorpresa, museo de la brujería.

Vistas sobre el entorno desde una estética terraza en la calle del Sol, junto al río Quiviesa.



Calle del Sol de Potes. Llegando a la altura de la Torre del Orejón de la lama (izquierda).