San Millán de la Cogolla. Ubicación geográfica de esta población de 250 habitantes en la actualidad en cuyo término municipal se encuentran los monasterios de Suso y Yuso, Patrimonio de la Humanidad desde 1997, cuna del idioma castellano (dicen, aunque también se señala un protoidioma navarro-aragonés en algunas fuentes) y también cimiento para el euskera. El nombre deriva de un hombre, de nombre Millán (o Emiliano), oriundo de la vecina Berceo (Vergegio en tiempos pretéritos de usos más latinos) y contemporáneo al siglo V. En algún momento pasó de pastor a eremita y se mudó a una zona de cuevas ubicada donde hoy se levanta el monasterio de Suso, conocida entonces como Monte Dirtercio. Marta Poza Yagüe aborda la cuestión en este interesante y esclarecedor artículo, cuya lectura recomendamos, sobre una personalidad que llegó a ser patrona de Castilla. Ojo. [Mapas VíaMichelín]
San Millán de la Cogolla. Fuente de San Millán, ubicada en el arranque de la larga calle Mayor de esta población. Una calle que no solo es la vía principal, si no que se podría decirse que es la única considerable como tal y que conecta los accesos al monasterio de Yuso con la carretera (en términos de nomenclatura, dos) que comunica la población con las cercanas Berceo y Estollo. No pretendemos afirmar que no hay más calles en su casco urbano, pero sí realzar que es una población con un marcadísimo carácter lineal en su génesis y crecimiento. En la fuente aparece una representación del santo con tintes bélicos que es una reproducción de una obra pictórica existente en el monasterio de Yuso firmada por fray Juan Rizi en 1656. Y es que, como Santiago, Millán también se apareció en una batalla contra los musulmanes, la de Hacinas. No sería la única; "también se dejó ver" en la de Simancas. Seguramente la mención es la misma idea, pero entre una y otra villa hay una distancia geográfica relativa. Igual hay que recurrir al pique entre León, Castilla y Navarra para imaginar la necesidad de contar con un mito propio o cercano al que aferrarse.
San Millán de la Cogolla. Pequeñas serranías circundantes de redondeadas formas. Bosques tupidos en su parte superior y terrenos de labor en la inferior. Así desde tiempos inmemoriales. En la parte baja, el fresco curso del río Cárdenas. Un lugar en el mundo donde el hombre, desde bien prontito, encontró morada y despensa. Se nota en el ambiente, sin duda, es un lugar especial.
San Millán de la Cogolla. El pueblo cercano, apenas un par de kilómetros por la carretera LR-331, si es que llegan, de Estollo. Se accede a sus casco urbano tras una buena cuesta que arranca en el puente que salva las aguas del río Cárdenas.
San Millán de la Cogolla. Montañas más modestas en primer término y grandes cumbres de la Sierra de la Demanda detrás.
Un paseo de extremo a extremo por la calle Mayor de San Millán de la Cogolla nos permite acercarnos a viviendas solemnes cuyas piedras nos sugeriran que ha pasado mucho tiempo por aquí. Como ésta que se amolda a la ladera y cuenta con cuatro alturas en el arranque de la calle Carnicerías, allí donde vierte en la calle Mayor.
Construcción tradicional en la calle Sordo, justo sobre el aparcamiento "exclusivo" de la empresa local de embutidos Chicote.
San Millán de la Cogolla. Calle Mayor.
San Millán de la Cogolla. Ayuntamiento.
San Millán de la Cogolla. Fuente en la pequeña plazuela, una suerte de plaza Mayor, que se extiende frente al ayuntamiento y que en uno de sus extremos está cruzada por la calle Mayor y en otro por la ascendente calle Revuelta. Sin pérdida, por tanto, para encontrarla.
San Millán de la Cogolla. Escudo Municipal. Curiosa la heráldica de esta población.
San Millán de la Cogolla. Vistas de este precioso valle formado por el río Cárdenas desde la mismísima calle Mayor, en su confluencia con la vertiginosamente descendente calle Corrales. Las cosas buenas que tienen los solares.
San Millán de la Cogolla. Vistas desde el nacimiento de la calle Corrales.
San Millán de la Cogolla. Curioso y vetusto (al menos como modelo) farol ubicado en la entrada de una vivienda de la calle Mayor rehabilitada en 1970 según nos dice un mosaico.
Grandes casonas en la ascendente calle Suso (a través de la que, caminando, se puede iniciar una ruta hacia el monasterio homónimo).
Los picos Pancrudo (izquierda) y San Lorenzo (derecha), techo éste último de la Sierra de la Demanda y segunda cumbre todo el Sistema Ibérico solo por detrás del mítico Moncayo, nos vigilan nevados desde las alturas. Montes de gran y solemne presencia que no podemos dejar de contemplar periódicamente. Montes adictivos. Las vistas, desde la Calle Mayor.
San Millán de la Cogolla. Gran casa en la calle Mayor.
San Millán de la Cogolla. Calle Mayor. Con el "gusto" que hay en España por destrozar la uniformidad de los cascos urbanos, es gratamente sorprendente que en toda esta zona esta tendencia no ha cristalizado. Todas las cosas, sino completamente respetuosas, si tienen su "algo".
San Millán de la Cogolla. Vivienda antigua en los primeros números de la calle Mayor, en las cercanías del monasterio de Yuso.
San Millán de la Cogolla. Monasterio de Yuso, o de abajo. Acceso desde la calle Mayor. "Yuso" deriva del vocablo latino "deorsum", que significa precisamente "abajo". Su génesis tiene un toque místico o legendario, el de esos bueyes que se niegan a moverse o fueron incapaces de tirar del carro que en teoría debía transportar los restos de San Millán hasta la cercana corte de Nájera, capital de la corona navarra por aquellos tiempos de reinado de García Sánchez III...
Monasterio de Yuso. Salta a la vista por qué le dicen El Escorial de La Rioja con esta estética, real por otra parte, herreriana. Y también por qué las comparaciones son odiosas, ya que son dos enclaves magníficos, hermosos... pero el madrileño está infestado de urbanizaciones, construcciones y desmanes urbanísticos. Ergo... Los citados bueyes no pasaron de aquí. Y aquí se levantó un nuevo monasterio que fue ganando peso arquitectónico en centurias sucesivas.
Monasterio de Yuso. Un manantial brota con energía dentro del ajardinado patio que rodea el recinto. La zona es riquísima en recursos hídricos. Y el agua, ya se sabe, es la vida.
Monasterio de Yuso. Torre coronada por chapitel que, evidentemente, está muy alejada de las soluciones de un edificio levantado bajo el estilo románico. Sucede que en el siglo XVI, cuando el centro monástico ya está consolidadísimo frente a un menguante Suso en desuso, el conjunto fue demolido para ser reconstruido. De lo románico pasamos a los renacentista versión Herreriana, siempre más "palaciego".
La Sierra de la Demanda, con los 2.270 metros del Pico San Lorenzo presidiendo el panorama. En primer término, la calle Prestiño, que toma su nombre de un primer núcleo de población que creció en torno al monasterio y que era uno de los barrios fundadores de San Millán de la Cogolla.
Monasterio de Yuso. La célebre e impactante Portada Barroca. Diseño de Pablo Basave y escultura de Diego de Lizarraga. A la izquierda queda el acceso a la iglesia del recinto.
Monasterio de Yuso. Representación bélica de San Millán en una relieve renacentista de Diego de Lizarraga. San Millán, el héroe de Castilla y Navarra, acabaría eclipsado por Santiago tras la unión de Castilla y León. Pero no hay que olvidar que estuvieron a la par, cada una en su zona de influencia.
Monasterio de Yuso.
Monasterio de Yuso. El Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española. Acceso a este espacio impulsado por la Fundación San Millán de la Cogolla.
Monasterio de Yuso. Patio interior. Solemne y sencillo espacio que en el callejero recibe el nombre de Plaza del Convento. Sin números, eso sí.
Monasterio de Yuso. Zona de usos religiosos. Y es que aquí habita y ejerce una comunidad de agustinos recoletos.
San Millán de la Cogolla. Viviendas en torno al monasterio, en las cercanías del cauce del río Cárdenas y en lo que en otro tiempo fue el barrio de Prestiño.
San Millán de la Cogolla. Un espacio hostelero entre el aparcamiento público y las instalaciones del monasterio donde suena mucho y muy buen jazz. Y hay que proclamarlo a los cuatro vientos.
San Millán de la Cogolla. Aparcamiento y vistas.
San Millán de la Cogolla. Edificación de dos alturas en la llamada calle Prestiño. A la izquierda queda el acceso a un restaurante. Es curioso como toda esta zona se vacía cuando cierran durante unas horas, las del almuerzo, las instalaciones turísticas. Aquí van unas opiniones vía Tripadvisor del Mesón Las Glosas, el local en cuestión.
San Millán de la Cogolla. Monasterio de Yuso. Visión de todo el conjunto, sobre todo de la iglesia del siglo XVI, desde la vecina y ascendente calle Prestiño.
Escultura en la calle Prestiño de nombre "Camino de la Lengua Castellana". Si el "poder" de San Millán fue eclipsado por el de Santiago, su nombre quedó asociado a la vertiente más lingüistica gracias a la labor de los escribanos de Suso y la aparición aquí de las primeras palabras escritas más allá del latín. Ya lo decía Gonzalo de Berceo tiempo después: "Quiero fer una prosa en román paladino, / En qual suele el pueblo fablar a su vecino, / Ca non so tan letrado por fer otro latino: / Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino". En lo que a la obra escultórica se refiere, ésta fue inaugurada en junio de 2008 en el marco de un proyecto que engloba a varias ubicaciones geográficas.
Desde los alrededores del Monasterior de Yuso vemos, entre la vegetación, la planta de Suso. Lo de Suso, que significa "arriba", también viene del latín; de "sursum", exactamente. Una imagen preciosa que realza su belleza asentada en un monte que fue conocido como Distercio en tiempos pretéritos.
Un vehículo se toma más tiempo ante una señal de Stop ubicada allí donde llega la circuvalación que rodea San Millán de la Cogolla para evitar su estrecho paso por la Calle Mayor (que no todos evitan) y que permite alcanzar la zona de aparcamientos y restaurantes existente junto a San Millán de Yuso. Al fondo, las montañas. Y todo recto, la carretera que conduce a Lugar del Río, entidad de población que en tiempos pasados fue otro de los enclaves habitados, acaso barrios, que nacieron en torno a los monasterios. A Lugar del Río también se le conoce simplemente como El Río, en alusión al Cárdenas, y en él habitan unas 20 personas. A la izquierda, por otra parte, se encuentra la parada desde la que parte el minibús que comunica Yuso con Suso. Entrada y bus ascienden a 4 euros.
Enamora el Pico San Lorenzo nevado todo él con sus más de 2.200 metros de altitud. Toda una referencia en el Sistema Ibérico, una cordillera que desde nuestro punto de vista es mucho menos mediática que otras pero sin embargo presenta enclaves de gran belleza, tanta o más que otros parajes más célebres. La vista, desde la calle Prestiño.
Rumbo al monasterio de Suso en el minibús que realiza la corta, pero empinada, ruta desde Yuso. Una carreterita estrecha y serpenteante que tiene como alternativa, sobre todo para bajar, un sendero que llega al casco urbano. En esta imagen, un delicioso tramito arbolado.
Rumbo a Suso. El minibús, dadas las restricciones de acceso por cuestiones de conservación, es una buena forma de canalizar esa afluencia de visitantes. Aquí, una zona más despejada.
Monasterio de San Millán de Suso. Será por el entorno, será por su ubicación, será por otras cosas y será por todo un poco, pero nos pareció un sitio precioso, digno de reecontrarse a sí mismo. No sabían poco los antiguos de buenas ondas y energías positivas a la hora de escoger sedes, como ésta en un monte al que conocían como Monte Dirtercio. El recinto creció a partir de una zona de cuevas donde Millán, un vecino del cercano Berceo que con el tiempo se ganaría la santidad y le daría nombre a toda la zona, se instaló para llevar una vida eremítica. Evidentemente, el recinto y sus accesos están bastante adecentados. Pero lo cortés no quita lo valiente. Y no hay que olvidar que en los albores del Camino de Santiago muchos peregrinos se desviaban hasta aquí.
San Millán de Suso. Las vistas del entorno desde sus accesos.
San Millán de Suso. Cornisas, aleros y canecillos del monasterio. El conjunto final es producto de una sucesión de ampliaciones que finalizarían cuando nació y crecio San Millán de Yuso. Simplificando, de las cuevas se pasó un cenobio visigótico que derivó en una ampliación mozárabe y a su vez en otra románica. Toda la labor intensa entre los siglos VI y XI se esfumó con la creación de Yuso.
San Millán de Suso. Vistas sobre el valle del Cárdenas y el asentamiento de San Millán de Yuso, que no se aprecia bien entre tanta vegetación pero está ahí. La toma, desde el acceso porticado a Suso.
San Millán de Suso. Unos trabajos de restauración permitieron dar con una serie de inscripciones y grabados en sus paredes. Muchos, a ojos actuales, son actos gam berriles, pero la historia es la historia. Aquí, unos garabatos donde aparece una estrella de David (izquierda) y un castillo-fortaleza.
San Millán de Suso. Acceso al interior del monasterio por un arco de herradura de evidente influencia musulmana. Estamos en una zona que no se salvó de la ocupación musulmana, aunque bien es sabido que estos toleraron otros credos religiosos en sus territorios. Los cristianos de la zona musulmana, conocidos como mozárabes (les sonará el término), al final no podían dejar de estar influidos por las formas de hacer y construir de los "invasores".
San Millán de Suso. Interior, visto desde fuera, donde se aprecian más arquerías con esa estética de herradura tan musulmana. Por motivos de conservación (incomprensibles) no está permitido hacer fotografías en el interior. Como la norma hay que respetarla siempre, sed dura sex lex ya que estamos en un enclave donde se hizo mucho por el conocimiento, las tres siguiente imágenes que les mostramos son capturas de un vídeo; en ningún momento ni ningún cartel especificaba nada sobre la grabación de vídeos.
San Millán de Suso. El interior presenta una estancia principal "partida" en su mitad, por decirlo de alguna manera, por esas columnas antes citadas. En directo, vemos que esas columnas no están rectas, sino que presentan una ligera curvatura. Una escalera ubicada en un fondo era la que permitía subir a una estancias superiores de las que no se conserva nada... Y es que las Desamortizaciones y el paso del tiempo también se han dejado notar aquí. Al fondo, según entramos, y como vemos tanto a la derecha como tras esa arcada de medio punto, se encuentran las cuevas o abrigos en la roca que alimentaron el nacimiento de todo el monasterio. Hasta tres.
San Millán de Suso. Enterramientos en una de las tres cuevas en torno a las que nació el recinto. Cada una presenta un estilo de enterramiento diferente (tumba, osario...)
San Millán de Suso. En la cueva "central", conocida como cueva-sepulcral, reproducción de la tumba de San Millán con representación yacente, la que los bueyes no quisieron llevar a Nájera.
Seamos exactos, como nos sugiere esta placa: "Monasterio de San Millán de la Cogolla de Suso". Un nombre largo, una denominación correcta. Vamos que nos vamos, pero qué bonito es todo este lugar...
En esta imagen se intuye mucho mejor la ubicación, evidentemente más favorable, del monasterio de Yuso. El chapitel de su torre tardorenacentista no engaña entre tanta vegetación...
[abril de 2015]