Ezcaray, la capital del Alto Oja. Núcleo urbano regado por el río Oja, también conocido como río Glera, con evidentes raíces vascas (cosas de las repoblaciones medievales que llegaron tras el Fuero al Valle de la Villa de Ojacastro, Ezcaray e Zorraquín e Valgañón del monarca castellano Fernando IV) asentado a los pies de la Sierra de la Demanda. La zona, eso sí, contaba con asentamientos estables desde tiempos remotos y antes de la llegada de los romanos el pueblo celtíbero de los Autrigones vivía por estos lares. Uno de los municipios más concurridos hoy en día de todo el Sistema Ibérico, acaso por su estación de esquí cercana (la única riojana) y, eso hay que destacarlo, por un perfil de turismo muy familiar. Y en otros tiempos, por sus actividades mineras relacionadas con el plomo y el hierro, capaces de estimular un ferrocarril hoy en día transformado en Vía Verde. Si su población habitual ronda los 2.000 habitantes, en períodos de altísima ocupación pueden rondar los 20.000 nada menos; y muchos de ellos vascos. [Mapas VíaMichelín]
Ezcaray. El escudo de la población, fotografiado en la puerta de un vehículo del parque móvil municipal. Un escudo que evoca a San Andrés (izquierda) y al patrón San Lorenzo (derecha), evidente por esa representación de una parrilla.
El Maduro, Puerta de los Antiguos Talleres y Tintes Reales. Estructura de piedra que nos recuerda a una parte de las instalaciones de la vieja Real Fábrica de Paños, Real Fábrica de Santa Bárbara oficialmente. Avenida de Santo Domingo, allí donde nos reciben urbanizaciones modernas que alimentan de segundas residencias y alquileres sobre todo al mercado vasco. Este vestigio anticipa la potente industria textil que impulsaron los Borbones, Carlos III mediante, y que estuvo en activo hasta mediados del siglo XIX.
El conocido como El Fuerte, edificio que otrora albergó el Edificio del Tinte y lo hace con exposiciones. Calle Fábricas.
Real Fábrica de Tejidos, industria impulsada en el siglo XVIII en esta población que dinamizó su actividad económica y que aún hoy en día sigue alimentando una pequeña industria ya más de índole familiar por la gran calidad de sus trabajos; pensamos en Mantas Ezcaray, gestionada por los hijos de Cecilio Valgañón. La parte que acoge un albergue y un restaurante.
Real Fábrica de Tejidos. Esta zona alberga el ayuntamiento y el teatro municipal. A la derecha queda la Casa de los Gandásegui.
Real Fábrica de Tejidos. Ventanales. Y decoración pictórica que simula la piedra.
Real Fábrica de Tejidos. Vieja puerta de acceso al patio interior que hoy en día une éste y la avenida de Navarra, escoltada por numerosos plátanos y sus caractéristicos nudos.
La puerta anteriormente citada. Y la avenida de Navarra.
La avenidad de Navarra. Y hermosas vistas sobre las montañas circundantes.
Caminamos por la calle Héroes del Alcázar. Al fondo, la iglesia de Santa María la Mayor, construida entre los siglos XII y XVI. A la derecha, la Casa Parroquial, de 1772.
Casa de los Gil de la Cuesta, edificio palaciego vecino del templo antes citado. La vista, desde la calle Meridiana.
Iglesia de Santa María la Mayor. Ejemplo único, leemos, del llamado gótico aragonés en suelo riojano, aunque la base del templo es románica. En todo caso, aspecto robusto y macizo. Aires inexpugnables, acaso buscados.
Iglesia de Santa María la Mayor. Su coqueta torre con el tejado tomado por creciente vegetación y coronada por un pequeño campanillo rematado con una cruz en forja.
Iglesia de Santa María la Mayor. Otro de los accesos al templo
Palacio Ángel. Alero en madera de su tejado.
Palacio Ángel. Fachada de esta casa blasonada del siglo XVIII.
Palacio Ángel. Y el ídem que le da nombre.
Palacio Ángel. Acceso a su interior, muy bien conservado suponemos que en gran parte porque es una propiedad privada regularmente habitada.
Iglesia de Santa María la Mayor. Pequeño y sin embargo agradable espacio ajardinado en su exterior.
Iglesia de Santa María la Mayor. Su portada principal, que mira hacia el sur. La iglesia protagoniza durante el Domingo de Resurrección una curiosa fiesta conocida como Las Aleluyas: tras un oficio relgioso, desde la balconada se lanzan caramelos y dineros a los más jóvenes, que esperan en la plaza para cazar sus "premios".
Iglesia de Santa María la Mayor. Fuente.
Iglesia de Santa María la Mayor. Detalle del templo con aires de castillo.
Iglesia de Santa María la Mayor. Un balón, a saber desde hace cuánto, "colado" en una ventaja ojival protegida por un mallazo.
Iglesia de Santa María la Mayor. En el acceso principal, una anunciación.
Iglesia de Santa María la Mayor. Anunciación con más detalle.
Iglesia de Santa María la Mayor. Detalles geométricos en la barandilla de la sorprendente balconada existente en la parte superior de este templo. Desde luego, poco habitual ver una iglesia con terraza.
Casa de Doña Blanca de Azcárate, más popularmente Casa de la Blanquita y, simplemente, Palacio de Azcárate. Hoy en día, un hotel y un restaurante que se encuentra, por cierto, justo enfrente del restaurante Echaurren, antigua casa de postas del siglo XIX que hoy en día posee una estrella michelín.
Vivienda de aires tradicionales que destaca por su zona de soportal no apta para los hermanos Gasol o para cualquier jugador de la ACB y que se encuentra en las confluencias de las calles González Gallarza y Benedito Gandasegui.
Los soportales citados.
Plaza de la Verdura. Ensanchamiento entre calles, pero sin una forma rectangular o cuadrada bien definida. Concurridísima, por su cercanía a muchos bares, con una tienda de libros de ocasión magnífica y económica, y además habitual sede fundamental de las jornadas micológicas y del festival de jazz que se celebra esta población.
Plaza de la Verdura. La fuente es de 1924.
En el arranque de la calle Sagastia, pero así visible en la plaza de la Verdura, esta vivienda del siglo XVII acogió la Casa de Teléfonos. En sus bajos, una oficina de turismo gestionada por gente amable y diligente. Por cierto, los mapas locales los cobran a 50 centimos; y no nos parece nada mal porque todo aquel que tenga verdadero interés por algún fin concreto los pagará con gusto.
Ezcaray. Calle Mateo.
Estética tradicional en las fachadas de la calle Jesús Nazareno.
Calle Jesús Nazareno.
Caminantes en Carnicerías.
Calle Academia General Militar. Entre los varios restaurantes aquí existentes destaca, ubicado en la casa homónima del siglo XVIII, Casa Masip,
Concurrida calle Jesús Nazareno. La gente se tira al poteo y el pintxeo; y si usamos la terminología más vasca no es por otro motivo que por la enorme afluencia de visitantes vascos de este enclave riojano. Miguel Villameriel publicaba allá por 2007 en Diario Vasco: "En La Rioja se habla euskera".
Los más de 2.200 metros del Pico San Lorenzo (exactamente 2.262 metros), vistos desde la calle Jesús Nazareno. En la zona se ubican hasta nueve picos por encima de los 2.000 metros.
Un hombre camina bajo los detalles heráldicos de la Casa de los Cuezva.
La céntrica, irregular y siempre animada plaza del Conde de Torremuzquiz, con el monte de Santa Barbara sobre los tejados y con su inconfunble kiosko de música en su centro. También la conocen como Plaza del Kiosko, por razones evidentes, y es el centro neurálgico de los trasiegos y los poteos. Es muy fácil escuchar euskera en este agradable espacio urbano donde nadie se siente forastero. Ezcaray es una de esas poblaciones que asimila muy bien las crecidas de público que, sobre todo por esa proximidad geográfica evidente, le llegan desde el País Vasco. La múltiples opciones en cuanto a ocio y actividades diversifican y esparcen el gentío que, en un contexto de oferta única, se agolparía en un casco urbano que tampoco es tan extenso. No es el caso.
La plaza del Conde de Torremuzquiz, de noche.
Vistas parciales de la plaza de Torremuzquiz desde la vivienda que alquilamos durante unos días.
Ezcaray. En el entorno de la plaza del Conde de Torremuzquiz.
Plaza del Conde de Torremuzquiz. Terrazas junto a la Casa de los Cuezva.
Vistas desde la plaza de Torremuzquiz.
Ezcaray. una línea recta cruza la palza del Conde de Torremuzquiz de lado a lado. En una vertiente, la que observamos al fondo, es la calle Jesús Nazareno. Donde estamos, la calle Arzobispo Barroeta.
Palacio del Arzobispo Barroeta, en la calle homónima.
Ezcaray es un pueblo entre montañas, por si no quedaba claro.
Ezcaray. Fuente de Soleta, ubicada en el barrio del mismo nombre. La idea y la propuesta es subir hasta la ermita de Santa Barbara que se refleja aquí. Con una variante: subiremos por la carretera y bajaremos por el sendero.
Ezcaray. Barrio de Soleta.
Dejamos atrás el casco urbano. Un par de senderos encajonados entre muros de piedra conectan el barrio de Soleta con una pista que conecta, a su vez, con la carretera que sube hasta la ermita de Santa Bárbara. Los dos, tapados por estructuras de madera como ésta para impedir aluviones animales o motorísticos...
Carretera que sube hasta la ermita de Santa Bárbara y que nace en la ruta que conecta Ezcaray con Zorraquín y Valgañón.
El vecino pueblo de Zorraquín, visto desde las alturas.
La ermita de Santa Bárbara, en la cercanía tras una ascensión revirada en su parte final. Sus alrededores cuentan con una zona con merenderos y, por lo que hemos visto, incluso se permite la acampada.
El Sistema Ibérico, aquí Sierra de la Demanda, en todo su esplendor. El río Oja, moldeando el valle. Las vistas, desde el entorno de la ermita de Santa Bárbara. De ahí que apostemos por recomendar una subida en épocas de tiempo soleado.
La ermita de Santa Bárbara. Vista parcial. En el valle, Ezcaray.
Zorraquín, con más detalle.
El pico San Lorenzo. Incluso se aprecian las instalaciones de la estación invernal de Valdezcaray (izquierda).
Efecto ojo de pez sobre la ermita de Santa Bárbara y el paisaje circundante. El origen de esta ermita es... bélico. En lo alto de la montaña existía una torre de vigilancia desde el siglo XI, infraestructura militar que fue transformada dos centurias más tarde y profundamente restaurada en la última década del siglo XX. Desde luego el emplazamiento es único.
Ezcaray, asentado en un margen del río Oja y bajo las faldas del Monte San Torcuato, que es el que se ve enfrente justo. Este monte realmente es conocido como Peña San Torcuato por la concentración de roca caliza que corona su cumbre.
El río Oja, cuyo curso manda en un valle de manual que moldea y alimenta.
La ermita de Santa Bárbara. Estamos en un monte de 1.022 metros de altitud sobre el nivel del mar. La nieve no le es cosa extraña y hemos visto algunas fotos de la zona cubierta por el manto blanco que resultan realmente preciosas.
Bajada de la Ermita de Santa Barbara. Este sendero que se enroca en la montaña durante poco más de un kilómetro para salvar 185 metros de desnivel describe hasta doce curvitas de herradura deliciosas.
A cada giro, panorámicas distintas con matices nuevos. Un descenso delicioso, más aún por la pendiente que se salva en poco tiempo y de manera favorable...
Ezcaray, a poco más de 800 metros de altitud sobre el nivel del mar. Llegados a este punto, hay que recordar que aquí se organiza cada año en agosto, en el marco de la fiestas de San Lorenzo, una carrera popular de montaña: Subida Pedestre a Santa Bárbara. En 2008, 21 participantes.
En las cercanías del casco urbano volvemos a ingresar en un tramo rodeado de cercas de piedra y solemnes sombras.
Regresamos a Ezcaray por la zona de la plazuela de San Lázaro, ensanchamiento al final de la calle homónima, una rúa de soportales "revisionistas" y modernos que vierte en esta zona presidida por un crucero del siglo XVI. Rehecho parcialmente en el siglo XX. Esta zona está muy concurrida por los vehículos en la medida que gran parte del casco urbano está cerrado al tráfico rodado y que muchos visitantes se ven obligados a estacionar donde pueden. Su cercanía a la plaza del Conde de Torremuzquiz la convierte en enclave ideal... aunque para los neófitos en Ezcaray no resulta intuitivo llegar a su entorno.
Ezcaray. Crucero de San Lázaro.
Ezcaray. Crucero de San Lázaro. Una visión más global.
Fuente de San Lázaro.
Patos en un pequeño canal, hoy más domesticado, de antiguos usos regantes que captaba agua del cercano cauce del río Oja.
El río Oja, llegando al casco urbano de Ezcaray impetuoso y frenético por los deshielos de la primavera. Su cauce habitual no es tan generoso, pero algunos testimonios sí hablan de la variabilidad de su nivel de aguas y el consecuente peligro de riadas y demás.
Ezcaray. El Puente de Canto, paso a seis metros sobre el Oja con casi 70 metros de longitud. Infraestructura del siglo XVI reformada en el siglo XVIII que era la ruta de acceso a las aldeas de la zona de Posadas.
El Puente de Canto de Ezcaray. Todavía en servicio para el tráfico rodado, aunque solo cabe un vehículo, y alternativa para alcanzar la ruta hacia Valdezcaray y Posadas.
El margen izquierdo del río Oja alberga una zona ajardinada ideal para todos los públicos, porque de todos bebe a lo largo de las 24 horas del día, que es conocida como Paseo Tenorio.
Por si no se intuía ya, el Paseo Tenorio es un paseo fluvial delicioso.
Brotes primaverales.
El rumor impulsivo pero relajante del río Oja convierte cualquier parada aquí en un auténtico descanso para los sentidos.
Puente de Landía o Alandía, aunque para los locales y asimilados es sencillamente el Puente Rojo. Este paso sobre el Oja, semejante al Puente de Canto y de la misma época, está en ruinas; pero ha sido conservado como mirador y como elemento ornamental. Acertadamente.
El Puente Roto, observado desde el otro margen del río Oja, también ajardinado. Una gran riada que tuvo lugar en 1920 fue la causante del destrozo de dos de los cinco ojos de este paso sobre el río.
Primavera en Ezcaray.
Paseo Tenorio, desde los restos del Puente Roto.
Encadenado de saltos en el río Oja allí donde hasta 1920 existió el Puente de Alandía, el Puente Roto.
En el arranque de la calle Las Teñas, y oriunda del siglo XVIII, antigua Puerta de los Antiguos Talleres y Tintes Reales, otra infraestructura vinculada con la Real Fábrica aquí asentada.
Fuente de la Paz, de 1821.
Ezcaray. Contrastes en su casco urbano entre edificaciones no tan viejas y no tan jóvenes en la calle Río Molinar.
Ezcaray. Caminando por su casco urbano. Calle Benito Gandásegui.
Ezcaray. Edificio de tres alturas en la larga e irregular calle Sagastia, muy cerca de la calle Arzobispo Barroeta y la Plaza de Torremúzquiz.
Calle Sagastia. Cualquier sitio factible, bueno para aparcar.
Ezcaray. Calle Sagastia. Cartelería evocadora a otras épocas menos automovilísticas.
Calle González Gallarza. La panadería aquí sita, con productos riquísimos. No dejen de visitarla.
Calle Sagastia. Contrastes entre edificaciones.
Calle Sagastia. Esta calle se acerca a la plaza de la Verdura y se estrecha bastante, algo más si cabe por un par de negocios de frutas y hortalizas y productos de la zona que expone sus viandas fuera, como en los viejos tiempos. Por no hablar de un par de bares que convocan a muchos parroquianos. Más que calle, kalea.
Calle Sagastia. Soportales. Detrás, la plaza de la Verdura.
Calle Sagastia.
Calle Sagastia.
Calle Sagastia. Interior de una bodega sobre todo especializada en vinos.
Ezcaray. Calle González Gallarza. Allí donde comparte unos metros con la galle Sagastia y forma una irregular plazoleta.
Ezcaray. Calle González Gallarza.
Ezcaray. Vivienda chulísima en la calle Parcero.
Ezcaray. Travesía del Calvario.
Ezcaray. Solución enladrillada para las esquinas. Una especie de guardacantones integrales con mucho de ornamental.
Ezcaray. Revisionismo heráldico en un edificio relativamente nuevo de la calle Las Teñas.
Ezcaray. Calle Las Teñas. Ejemplo de zona de segundas residencias o viviendas muy volcadas con el alquiler temporal, aunque no solo de estos casos.
Ezcaray. Así apuestan por decorar esta fachada en la avenida de Navarra.
Rio Oja. Vista desde el Puente de la Estación, infraestructura de 1925 que recibe su nombre de la estación de ferrocarril con la que contaba Ezcaray y que, en términos de construcción, sigue existiendo. Pero con otro uso, como ahora veremos.
El río Oja. A la derecha, las Peñas de San Torcuato y, más abajo, la ermita de Nuestra Señora de Allende.
Ezcaray. Antigua estación de ferrocarril, de 1916. Esta línea de vía estrecha, muy concurrida inicialmente, cayó en picado en cuanto a usuarios y mercancías y se optó por su cierre en 1964. Actualmente, el edificio alberga un café-restaurante con amplios jardines y columpios para los más pequeños. Y el antiguo trazado acoge la Via Verde del Río Oja, no menos recomendable.
Ezcaray. Antigua estación.
Ezcaray. Antigua estación.
Ezcaray. Escoltada por estéticos árboles, al otro lado del Puente de la Estación, en un brusco giro a la derecha, nace la la ruta que sube al pueblo de Posadas y a la estación invernal de Valdezcaray...
... y si el giro es hacia la izquierda, ponemos rumbo a la Vía Verde, el Monte San Torcuato y la ermita de la patrona.
Antes del nacimiento de la Viva Verde del Río Oja, a mano derecha vemos este acceso señalado hacia la morada de la patrona de Ezcaray, Nuestra Señora de Allende.
Ermita de Nuestra Señora de Allende, asentada en una ladera del Monte San Torcuato. Instalaciones donde reside el ermitaño
Ropajes tendidos al fresco... Cuando una ermita cuenta con su ermitaño, estas estampas son de lo más normal y natural.
Vistas sobre los alrededores desde los accesos a la ermita de la Virgen de Allende.
Ezcaray, coronado por la ermita de Santa Barbara, contemplado desde los exteriores de la Virgen de Allende.
La ermita de la Virgen de Allende. Accesos a este templo del siglo XVII cuyas paredes encaladas, y también decoradas con pinturas, con esmero engalanan su sencillez. La patrona es sacada en procesión por Ezcaray cada 24 de septiembre.
Virgen de Allende. Talla barroca.
Ezcaray. Vía Verde del Río Oja. Desde luego, por su variado repertorio de entornos y ambientes, el recorrido de once kilómetros más o menos hasta Santo Domingo de la Calzada (el recorrido prosigue hasta Haro, pero esta ida y vuelta dejará satisfechos a muchos) es altamente recomendable.
Ezcaray. Vía Verde del Oja. Y otra propuesta en la zona con fines senderistas.
[abril de 2015]