Las frases firmes, las sentencias rotundas y los guarismos de apariencia inapelable son siempre buenos argumentos a la hora de vender o ensalzar un lugar o una visita. Algo de esto sucede con el caso que nos ocupa, un templo que hunde sus cimientos nada menos que en la época de los visigodos. ¡Qué lejano coge! Nos estamos marchando al siglo VII después de Cristo, nada menos, una lejanía que le ha valido para muchos la consideración de iglesia más antigua de España. ¿Es cierto el aserto? Como a poco que se rasque pronto salen varias candidatas (Santa Lucía del Trampal, San Martín de Mondoñedo, San Pedro de la Nave,… ) y muchas más objecciones de criterio (una cosa por delante: tantos siglos y tanta vivencia durante estas centurias no dejan absolutamente nada virgen ante el constante devenir humano), nada como tirar por el camino de en medio para recalcar sin ánimo posible a nuevas fisuras que estamos ante uno de los templos más añejos y conservados de una forma más íntegra de la vieja Iberia. Y tan frescos. Hablamos de San Juan de Baños. Y estamos otra vez en la inagotable tierra palentina, a menos de una decena de kilómetros de la capital provincial, en plena comarca del Cerrato.
Cuenta la tradición, esa pasional amalgama poco uniforme que bebe de la historia y la ficción, que el maltrecho Recesvinto, dolorido tras una campaña bélica contra los vascones y afectado de un problema renal, bebió de un manantial cercano cuando sus huestes atravesaban estos parajes. La pronta recuperación del monarca de sus dolencias, seguro que un disgusto para sus opositores pensando como se las gastaban los godos en materias sucesorias (idea magníficamente desarrollada por Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga), fue rápidamente atribuida a las propiedades curativas del líquido elemento en cuestión. La circunstancia motivó el adecentamiento del caudal y la construcción cercana, como pétrea muestra de agradecimiento, del templo que hoy se puede disfrutar y que en origen fue tan ambicioso que engranaba, o eso parece, con un complejo monástico más amplío. Andamos, por contextualizar, en el siglo VII e incluso una inscripción en uno de los frisos (el original, como otras piezas procedentes de este recinto, se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid, pero en el templo se expone una reproducción) nos detalla el año de inauguración: el 3 de enero de 661.
Una iglesia atractivamente sencilla, robusta al ojo, quizá aspera y tosca por simple, una percepción en todo caso engañosa. Y una fuente fresca, generosa; pero en absoluto original, todo hay que decirlo, ya que de su existencia daban buena cuenta diferentes pueblos celtíberos y los propios romanos, con mucha presencia en una zona ciertamente fértil. No en vano Baños de Cerrato acogía una especie de espacio termal y por Balneos respondía de cara al común de los mortales. Toponimia al poder. Bien se sabe que las épocas cambian y sus moradores espaciotemporales adaptan a sus circunstancias un sustrato que siempre estuvo ahí. Y esa misma causalidad explicaría la especial energía que se percibe tanto en la fuente como en la propia San Juan de Baños. El templo es toda una invitación a la mesura, el recogimiento y la valoración. ¿Será cosa la particular luz de su atmósfera interior? ¡Quién sabe! Irene González, la diligentísima guía de San Juan de Baños, nos espera con muchas cosas para contar y descubrir.
San Juan de Baños, templo que encontraremos en el pequeño pueblo de 400 habitantes de Baños de Cerrato, ubicado a unos 10 kilómetros de Palencia capital. Muy bien comunicado por carretera.
Vista frontal del actual San Juan de Baños, más "ambicioso" originalmente. Todos sus alrededores, donde han aparecido vestigios romanos y hasta una necrópolis, han sido adecentados de una forma ajardinada.
Piedra vieja.
La (en su día) polémica espadaña, un añadido del siglo XIX para colocar el campanario.
Friso decorativo con motivos geométricos junto al acceso.
Arcada añeja y techo de madera. Éste último no es original: fue añadido en el siglo XIX.
Un grupo de visitantes escucha las explicaciones de la guía que presenta la iglesia. El suelo, explica, era de madera. Sin embargo ya en el siglo XX se cambió por el actual de piedra.
Capitel corintio.
Arquería.
Esta corona de Recesvinto que cuelga sobre el presbiterio es una réplica de la aparecida en el tesoro de Guarrazar en 1858.
Interior de San Juan.
Columnas de estilo corintio y decoración geométrica en una especie de zócalo. La presencia "corintia" obedece a que en la construcción del templo se emplearon elementos de edificaciones romanas existentes en los alrededores, fundamentalmente las columnas.
Robusta pila bautismal de apariencia maciza y pesada.
Iglesia de San Juan. Su fisonomía exterior ha mutado con respecto a la orginal, ya que los dos ábsides laterales eran mucho mayores. Sólo el central se conserva, salvo por el añadido de la espadaña y algún remate adicional, del primigenio.
Un vecino de Baños de Cerrato recarga unas garrafas con el agua de la fuente.
Un caño de la afamada fuente.
Eso sí que es riqueza hídrica. Los caños de la fuente escupen líquido elemento a buen paso y el agua se abre paso con brío en la pared de las escaleras. Ímpetu.
Un ciclista para en las sombras del arbolado cercano a San Juan donde se encuentran los accesos a la fuente.
Iglesia de San Juan. Preciosa.