La Jarosa. Ubicación geográfica de esta zona de la Sierra de Guadarrama que recibe su nombre de un amplio valle en el que se asienta desde hace décadas un embase del mismo nombre. Quién lo diría, pero lo cierto es que todos esos montes de frondosos bosques están cruzados por una inabarcable red de senderos que tienen la pista asfaltada principal, y otra ruta que sube hasta el Refugio de Salamanca que nace y muere en esa pista, sus dos principales rutas. Un sitio bastante frecuentado por los senderistas donde no faltan los cazadores cuando la veda se abre. [Mapas VíaMichelín]
Iniciamos la caminata en las cercanías del embalse de La Jarosa, hacia cuyos muros de contención nos dirigimos y dejaremosa la izquierda. Para llegar aquí (bien señalizado en Guadarrama pueblo) habremos tenido que ascender y pasar bajo el Viaducto de La Jarosa, la obra de ingeniería que desde los años 70 permite a la A-6 salvar toda esta zona. Concretamente desde 1972. Un par de campas son los mejores sitios para dejar el coche. Y pronto nos encontraremos con esas indicaciones de las áreas recreativas, negocios de restauración incluidos, que se extienden junto al embalse.
El muro de contención del embalse. Esta instalación, de finales de los años 60, anegó el pequeño valle que le da nombre. A partir de este punto La Jarosa tiene hechuras de lago de montaña y regala atractivas panorámicas, iconos belicistas (esto va por la visión del Valle de los Caídos) aparte.
El muro de contención del embalse de La Jarosa, al que también la gente le conoce como pantano o presa de La Jarosa. Estamos ante el embalse más pequeño de todos los existentes a los pies de la Sierra de Guadarrama: una superficie de 55 hectáreas con una capacidad de 7,2 hm³.
La cruz del cuestionado Valle de los Caídos, vista desde los alrededores del embalse de La Jarosa, una pradera estacional expuesta al aumento del nivel del agua.
Un pescador disfruta de su hobbie en las aguas de La Jarosa. Un coto que necesita de los pertinentes permisos y que está muy vigilado.
Un caminante pasa junto a la Espadaña de la ermita de San Macario, uno de los últimos vestigios de una vieja aldea, La Herrería, que estaba despoblada desde algún momento entre el siglo XVII y el XVIII y que se ubicaba en un lugar conocido como Berrueco de La Herrería o Berrueco de San Macario. La pista asfaltada que sube desde Guadarrama y que circunvala las montañas pasa, en un tramo bastante llano, junto a este vestigio en su camino hacia las áreas recreativas cercanas.
Restos de San Macario. Al fondo, el Valle de los Caídos.
Caminando junto al perímetro (vallado) del embalse. La tónica general es ésta. Una zona muy agradable para caminantes y ciclistas en la que no está de más extremar las precauciones: la ruta es estrecha y algunos conductores, fundamentalmente al volante de todoterrenos y todocaminos de firmas prestigiosas, no se ciñen a la velocidad ideal para recorrer esta zona.
Las aguas de La Jarosa, contempladas desde el perímetro vallado que protege el acceso al embalse en las proximidades de la desembocadura del arroyo de La Jarosa.
Ermita de Nuestra Señora de La Jarosa, una de las dos que existen (la otra es la conocida como Ermita del Altar Mayor) en los alrededores del embalse. Nos encontramos en la primera de las dos áreas recreativas existentes en La Jarosa, conocida y anunciada como La Jarosa I. Esta ermita no engaña en su estética, es relativamente joven: fue levantada por voluntarios y con donaciones allá por 1956 y sus alrededores acogen todos los meses de agosto una romería.
El chiringuito, que es mucho más que un simple chiringuito, del área recreativa La Jarosa I.
Jóvenes senderistas afrontan el tramo que separa las dos áreas recreativas de esta zona. Estamos levemente por encima de los 1.000 metros de altitud y la ruta, de momento, básicamente llanea y salva sin apenas aviso el curso del arroyo del Picazuelo. Es muy agradable.
Ganado vacuno pastado plácidamente en el prado que se extiende en un poco habitual claro en los pinares de La Jarosa. Toda esta zona ha sido incluida dentro del Parque Nacional de Guadarrama, aunque con fórmulas de protección más laxas que las cumbres de Peñalara y demás.
Junto al área recreativa La Jarosa II, donde hay otro "garito", la ruta aumenta en pendientes y el asfalto de la pista comienza a romperse mucho.
Bancos para una merendola campestre junto al área recreativa La Jarosa II. Técnicamente los coches pueden llegar hasta aquí, aunque no hay nada que les impida seguir por la ruta asfaltada.
Un denso pinar nos acompañará durante buena parte de la ruta. Los amantes de estos paisajes y los folletos de senderismo que los bendicen hablan de la Ruta del Bosque Plateado.
Pinares. En La Jarosa conviven en plena armonía tres clases de pino: pino laricio, el más habitual pino silvestre y pino resinero. Su crecimiento se debe a las sucesivas repoblaciones que se efectuaron en las faldas de estos montes, no tan poblados de vetegación en otras épocas.
El tronco de un pino nos avisa de que estamos por el buen camino. La señal blanca y verde hace referencia a un sendero local, de menos de 10 kilómetros y de dificultad mínima. Vaya aquí un repaso a los colores y significados, que siempre es útil.
Después de afrontar un tramo de más de medio kilómetro con una gran pendiente, con porcentajes por encima del 10 y el 11% y rampas de hasta el 18%, alcanzamos un primer descanso. A su izquierda, abandonando la pista principal asfaltada, vemos una loma coronada por unos riscos que ofrece unas primeras buenas vistas del entorno.
Aglomeraciones pétreas.
Muchos helechos... a la sombra de los pinos. Los tapices forestales de helechos y las gayubas son otros de los platos fuertes de los bosques de La Jarosa.
No se aprecia bien pero entre los bosques de La Jarosa, en lo más alto de ese pico, se encuentra una torre de vigilancia que en la actualidad permanece abandonada y sin uso.
Caminando por La Jarosa. Dicen que la concentración de pino laricio de La Jarosa es la segunda concentración de estas características más importante de toda la península y que, dadas las particularidades de esta especie y de esta ubicación geográfica, estamos ante un autóctono caso curioso digno de disfrute y orgullo. Adaptación, supervivencia y desarrollo. La vida misma.
Junto a un esbelto pino (uno de tantos), una piedra que nos recuerda a un sofá gracia a su curiosa forma.
Concentraciones rocosas cerca del Quemado de las mulas.
El cortafuegos.
Un pino con mucha personalidad.
Frondosos pinares en el "bosque plateado". Frescor en el ambiente y mucho, mucho, aire puro. La vida es bella.
Una vieja placa nos avisa de que andamos por una zona con peligro de incendio. Nunca está de más recordarlo. Y sobre todo en un pinar.
La sensación de caminar abrigados por un pinar denso y fuerte cobra fuerza en este punto como pocos. Al fondo, el Cerro de la Carrasqueta (1.652 metros), una cumbre que se integra dentro de otros recorridos circulares más ambiciosos y "altos" por La Jarosa.
Poco después la pista asfaltada llega a su cénit, a unos 1.400 y pico metros, y la ruta se cuelga de la ladera, ofreciéndonos hermosas panorámicas sobre el embalse de La Jarosa y su entorno o las altas cumbres de Navacerrada y compañía. Más o menos todo eso comienza al superar este hito indicativo. Estamos en la pradera de La Covacha.
La Jarosa parece un lago desde las alturas.
Una serpenteante ruta...
... donde no falta su buena pendiente.
Código de barras cien por cien natural.
Una vieja construcción entre la maleza y los pinos. Posiblemente tenga un origen bélico. En la Guerra Civil esta zona acogió un frente muy activo y sangriento y no son pocos los testimonios que sobreviven en toda la Sierra de Guadarrama.
Pradera de El Tomillar.
Vistas desde El Tomillar. Resumiendo. No hace mucho hemos pasado junto a esta cumbre, en la que se encuentra la torre de vigilancia antincendios ante mencionada.
Pinares de La Jarosa.
Otro resto, a pie de camino, de una vieja estructura posiblemente oriunda de la Guerra Civil.
Tráfico senderista en La Jarosa en un tramo fuertemente descendente en las cercanías del cerro de los Alamos Blancos.
Acumulación de piñas.
Pradera del Horcajo.
Alcanzamos todo ese "despligue" que rodea esta fuente, la del Horcajo, en la pradera del mismo nombre. En este punto veremos un cartel bajo el título "Por las trincheras", que alude a otra sugerencia de ruta que sigue los vestigios de la Guerra Civil en esta zona y que nos deja en un sendero que luego ensancha algo más: la Vereda del Agua.
Cartel de la Vereda del Agua que explica cómo este trazado transcurre junto a una de las numerosas canalizaciones (con restos aún visibles) que se tendieron desde estos montes para facilitarle el suministro de agua a Guadarrama. Luego llegaría el embalse, claro...
Por la Vereda del Agua. Al poco de iniciar este tramo damos con una casa en ruinas, posiblemente resto de la Guerra Civil.
Caminando entre pinares por la Vereda del Agua.
Hermosas vistas sobre todo el entorno de La Jarosa. Al fondo, con sus más de 1.800 metros, la cumbre de Cabeza Líjar. En su cima, por cierto, encontraremos un búnker de la Guerra Civil.
Esta Vereda del Agua nos regala un estético tramo escoltado por una pared de roca y un barranco horadado por el arroyo de la Jarosa.
Explanada y cruce de caminos. A esta zona la conocen como Las Conejeras y estamos a unos 1.150 metros sobre el nivel del mar.
Pinos, pinos y pinos en una zona donde podremos contemplar vestigios de viejas trincheras, aunque parezcan ondulaciones hijas de la acción del agua.
Volviendo al punto de origen con una pequeña paradita.