Paseos, baños y un rico arroz al caldero en el murciano Cabo de Palos (octubre de 2012)


A medio caballo entre el apabullante skyline de La Manga y las tropicales siluetas de los Montes de las Cenizas y la Peña del Águila, como un apéndice terrestre que profundiza en el Mediterráneo, el murciano cabo de Palos divide lo natural y lo artificial. Un dique entre la naturaleza y la urbanización. Una medianía natural entre dos mundos enfrentados. Y sin embargo tan próximos. "El último peldaño de la Cordillera Bética". A un lado, el sur, el Parque Natural de Calblanque, custodio de viejas minas y restos de antiguas civilizaciones,paraíso para el senderismo, la bicicleta o las carreras por montaña. Hacia el norte, la inquietante hilera de fachadas de múltiples alturas que se suceden hasta perderse en el horizonte y se bañan tanto en el Mediterráneo como en el Mar Menor. Y en medio, clavado, firme, el cabo de Palos. Cierto que el ladrilo se ha acercado hasta las inmediaciones de su faro, el majestuoso referente que corona el promontorio, aunque más cierto es que en la zona siempre existió un nucleo poblacional. Un pequeño pueblecito pesquero de alturas moderadas y playas concurridas. Las aguas no esquivan un buen baño en pleno mes de octubre. Tales son los dones del Mediterráneo cuando el sol mantiene vivos los rescoldos del estío.

El pueblo ha crecido, en sus cercanías se levantaron urbanizaciones y el casco urbano mutó como también lo hacía su puerto. El turismo llegó a las playas y calas y con el llegaron muchos negocios y más servicios. Hoy en día conviven las embarcaciones de pesca y las de recreo, coexisten los veleros de banderas escandinavas o británicas y los barcos relacionados con el buceo y el submarinismo. Estas últimas actividades tienen en el cabo de Palos un destino preferente. Su mundo subacuático es un oasis, un privilegio, una bendición. Una reserva marina, la de Islas Hormigas, desde 1995. Concentraciones de posidonias, arrecifes, bajos (rosarios de cabezas de roca emergentes desde el fondo) y multitud de escollos salpicando el lecho al alcance de unas gafas de buceo, en algunos casos una bomba de oxígeno y siempre unas aletas. El submarinismo nos acerca a las salpas, morrajas, mújoles, bodiones, meros, pulpos, nacras, espirógrafos, arañas, julianas, salmonetes, sargos, raos, peces ballesta y tantos otras especies. Una variada riqueza que atrajo desde bien pronto al hombre, las gaviotas y los cormoranes. La pesca siempre abundó en estas aguas. Y lugares donde montar los nidos. La cosa tiene su explicación. El cabo realmente es una península de más de medio kilómetro con muchas ramificaciones pétreas bajo el manto líquido que configura un entorno vegetal único y se somete a corrientes especiales. Las aguas no son muy profundas, no más de diez metros en sus calas del norte y hasta veinte en las del sur.

Una de estas extensiones es una especie de cresta de gallo submarina que acaba emergiendo de nuevo a la superficie en el pequeño archipiélago de las Islas Hormigas. Y un espolón peligroso. Tanta roca, al igual que ayuda a tanta biodiversidad, supone un problema para la navegación. De toda la vida han naufragado barcos en las cercanías del cabo, motivo por el que se construyó un primer faro en el islote principal de Las Hormigas y otro mucho más ambicioso, en el último tercio del siglo XIX, en el promontorio del cabo. El faro de Palos es el icono, el remate. El Sirio, un vapor italiano que se hundió en 1905 (ya con el faro en acción), la gran tragedia del lugar. Pero no la única. En las cercanías de este lugar acaeció la principal batalla naval de la Guerra Civil Española: en 1938, las fuerzas republicanas derrotaron a las franquistas, llegando a hundir el crucero pesado Baleares.

El turismo, porque el clima es una delicia, hoy en día es la principal actividad del cabo de Palos, aunque muchos han convertido este lugar en una segunda residencia o se han convertido en unos fijos de determinados alquileres en determinadas fechas. Locos por el frescor del levante o el leveche (viento del suroeste), según toque. La pesca sigue siendo una actividad con presencia. Tiempo atrás también lo fue la sal, otro nicho que estimulaba el añejo ajetreo de su puerto. El cabo de Palos era el cargadero de sal de las cercanas Salinas de San Ginés y Salinas de Marchamalo. Tanta riqueza pesquera exige una degustación. En el cabo de Palos es muy típico el arroz al caldero o arroz caldero (pues de las dos formas lo escuchamos), un plato en el que se emplea pescado. Con mero o con rape resulta exquisito. Por once euros se puede degustar uno para dos personas en un local que no está exactamente junto al puerto, pero sí muy cerca: Bar Restaurante El Rape, un local al que otro cartel en su terraza bautiza como Taberna El Sapo. Nos lo habían recomendado varias veces. Con justicia.

Cabo de Palos. Ubicación geográfica en la costa mediterránea murciana. Esta pequeña península de unos 600 m de longitud pertenece administrativamente a Cartagena y hace de divisoria entre el Parque Natural de Calblanque y la mastodóntica lengua urbanizada de La Manga del Mar Menor.

El faro de cabo de Palos, visto desde las últimas viviendas que se extienden en sus cercanías, en la calle Subida al Faro. Toda una pequeña población con abundantes edificaciones. Eso sí, de mal el menos, no abundan las alturas múltiples y se mantiene cierta mesura residencial.

Dos formas de ver la vida a la hora de hacerse una casita y pintarle la fachada. Calle Subida al Faro.

El faro, visto desde un panel indicador de las diferentes rutas de senderismo que pueden disfrutarse por la zona. Algunas tienen vocación más senderista y vienen desde La Unión y otras, auténticos paseos kilométricos mucho más asequibles todavía, vienen desde las urbanizaciones de La Manga y se enmarcan dentro de la iniciativa "Camina 10.000 pasos". Esta cartelería se refiere al sendero SL MU-14.

El faro, imponente, visto desde la explanda del aparcamiento anexo, desde donde se conecta con esos senderos y también se puede descender a una minúscula cala rica en piedras donde acuden muchos submarinistas para sus bautizos o sus primeros escarceos.

El perímetro, claro, está protegido contra los vehículos no autorizados. Un paso canadiense permite el acceso a los pedestres sin mayor dificultad. Todo el entorno del faro es un parque.

Ascendiendo hasta el faro, inconfundible referencia gracias a los 98 metros de su "torre"...



Bonitas panorámicas, incluso tratándose de una colosal actuación inmobiliaria y constructora como la de La Manga. Se observa en toda su extensa magnitud. Las vistas tan amplias tienen una lógica. El cabo de Palos es uno de los puntos que moldearía un arco de la costa mediterránea junto al de Gata, La Nao y Creus.

El cabo de Palos. Al fondo, mucho más nítida presencialmente, el pequeño archipiélago de las pequeñas Islas Hormigas. Se aprecia una estructura blanca, correspondiente a un pequeño faro que se instaló en el islote principal ante la tardanza de construir el faro principal y la peligrosidad del entorno para la navegación.

Este cartel, a la Memoria a un naufragio. El 4 de agosto de 1905 la embarcación a vapor italiana Sirio, de fabricación escocesa, se hundió aquí mientras realizada la ruta entre Génova y varios países Suramericanos (Brasil, Uruguay y Argentina). Un choque con el fondo (el llamado Bajo de Fuera) provocó el estallido de su caldera y el inicio de una tragedia en la que el capitán y la tripulación no fueron los últimos en abandonar el barco. Los pescadores de la zona se organizaron rapidamente en un rescate y, sin existir cifras 100% fiables, la tragedia deparó unos 200 muertos. Unas 600 personas, eso sí, fueron salvadas de las aguas. Más información sobre esta desconocida historia en esta completísima web de Ángel Rojas Penalva.

Acantilados en el cabo de Palos. Estamos sobre una reserva marina (desde 1995) de gran riqueza por sus praderas de posidonias, su variedad faunística y su entorno. Una zona complicada para la navegación que, en los áreas permitidos, seduce a los buceadores y submarinistas, para los que es una auténtica meca.

Que no se olvide que andamos en las cercanías de una riquísima reserva marina.



El espectacular faro de cabo de Palos, construcción del siglo XIX que sigue un diseño de Leonardo de Tejada de 1862 bajo la dirección del ingeniero Evaristo Churruca. Esta infraestructrua nació más exactamente el 31 de enero de 1865 para combatir los naufragios y accidentes que tenían lugar en las proximidades del cabo, una zona engañosa de poca profundidad. Fueron varios,sin embargo, los proyectos anteriores para su contrucción (Constantino Germán, 1839; José María Borregón, 1857; Carlos Mondéjar, 1859).

Un pequeño golfo forma una calita, Calafría o Pajares, junto a una zona de urbanizaciones. El cabo de Palos es fruto de la actividad volcánica y se formó hace unos 2.000 millones de años. Estamos mirando hacia las llamadas calas del sur.

La lucha de los elementos hoy está tranquila y las aguas seducen con ese tono turquesa fiel reflejo de la posidonias. Bendita planta marina.

El entorno de cabo de Palos en su vertiente del Parque Natural de Calblanque. Toda esa extensión, una zona de rica e histórica presencia minera.

El cabo de Palos está orientado de este a oeste y constituye la parte más occidental del Sistema Penibético. Vamos, que este conjunto montañoso arrancaría desde este punto y se extendería hasta Gibraltar.



La erosión ha moldeado acantilados que están perdiendo firmeza en sus entrañas. La pelea entre el agua y la roca caliza.

El suelo rocoso del cabo de Palos, aderezado seguramente por excrementos de aves.

Las siluetas del faro y el cabo.

La vegetación, reducida a matorrales y hierbajos, también tiene su presencia en el cabo de Palos. Algunas especies son endémicas.

Florecillas amarillas.

La lucha entre los elementos moldea formas estilizadas, como en este acantilado.

La acústica de las rompidas es excelente y embriagadora cuando el Mediterráneo está tranquilo.

Allí donde la superficie terrestre acaba y le gana el terreno la marina...

Vistas sobre La Manga. La verdad es que tanto ladrillo da miedo.

El cercano arranque de La Manga, visto desde los alrededores del cabo de Palos.

Un cartelito en el centro de la población.

El puerto deportivo de cabo de Palos.

Una parroquía. Ora et vacaciona, que diría aquel.

Escultura urbana difícil de clasificar por la ubicación y la forma.

Vistas desde el paseo marítimo.



Edificaciones en primera línea de minúsculo paseo marítimo, realmente conocido como Paseo de la Barra.

Vistas desde el paseo de la Barra.

Barcos amarrados en el puerto deportivo. Múltiples nacionalidades.

El faro visto desde la playa de Levante (hemos encontrado mapas donde hablan de la playa de las Amoladeras) del cabo de Palos. Estamos en octubre y la temperatura es magnífica. Caerá un baño en el Mediterráneo.

Unos chavales juegan en la tranquila playa de Levante de cabo de Palos. Más allá del estío todo es paz.



Un baño en pleno mes de octubre. La vida es bella.

Bar Restaurante El Rape. Una recomendación que agradecemos profundamente y publicitamos en el ciberespacio. Inconfundible junto a una rotonda y presidido por su gran toldo azul.

Taberna El Sapo, que es la anterior pero con nombre cambiado según este letrero. El cartel explica de qué van todas las banderas que se emplean en navegación. Muy entretenido y didáctico.

La terraza de El Rape o El Sapo. No terminamos de tener claro el nombre con tanto cartel contradictorio.

Disfrutando un arroz al caldero que quita el sentido.