Pues sí, la vieja Cáceres es una de las ciudades más alucinantes de la península ibérica. Esas callejuelas empedradas, esas fachadas de labrados ornamentos y vetustas piedras hidalgas acuñadas en las Américas, esos rinconcillos angostos de brillante acústica donde la luz se echa de menos por la noche, ese barrio céntrico rodeado por murallas y testigo de afrentas, gestas, venganzas y grandísimas empresas… Sí, una auténtica pasada. Tiempo habrá en el futuro para profundizar en sus particularidades y mostrar sus encantos, pero antes toca reivindicar otro de los paseos que nos regala la capital cacereña y que no todo el mundo, por desconocimiento, por desgana o por simple duda, aborda y ejecuta. Se trata de la subida al Santuario de la Virgen de la Montaña.
La morada de la patrona de Cáceres descansa en la cima de una montaña cercana que se asienta en la cercana Sierra de la Mosca. Un agradable paseo de un par de kilómetros cuesta arriba, con alguna pendiente puñetera pero dulcemente soportable a ritmo pausado, nos deja en el recinto del santuario. Buena carretera. Buen acerado para caminantes. Y maravillosas vistas sobre la ciudad vieja de Cáceres, una estampa que es una loa a su consideración de patrimonio de la humanidad. Las panorámicas cercanas, ricas en matices arquitectónicos, del bario de San Marquino se convierten en inmensas instantáneas de Cáceres y todo su alfoz en las cercanías del templo y el restaurante. Porque arriba un restaurante, el Asador La Montaña , puede ser un buen motivo para fijar un almuerzo, un café o una parada de avituallamiento. Y el horizonte despejado nos sorprenderá con las esbozadas siluetas del Sistema Central. Y las cercanías, con las adehesadas ondulaciones donde abundan las concentraciones de piedra que bautizan los campos como Los Barruecos. Rincones mágicos. No muy lejos, en Malpartida de Cáceres, el Museo Vostell de escultura moderna ensalza uno de estos espacios.
No es que la Virgen de la Montaña se apareciera por aquí. Más bien un devoto anacoreta dotó a este lugar de sacralidad asentándose en el y levantando una sencilla capilla para la talla mariana que custodiaba. Desde el siglo XVI hasta los tiempos presentes ha crecido el fervor por su nombre y lo que representa. La peregrinación masiva de todos los años, una gran romería, es la gran fiesta de esta ruta. Pero no la única. También se organizan competiciones deportivas diversas. Porque subir al Santuario de la Virgen de la Montaña pasa del reto de la niñez al hábito del esparcimiento en la madurez. Un pulmón. Y con panorámicas.
El cacereño Santuario de la Virgen de la Montaña. La morada de la patrona de Cáceres se encuentra en la cima de un monte, a unos 700 metros sobre el nivel del mar en plena Sierra de la Mosca, apenas distante a un par de kilómetros de las calles de la capital cacereña.
Indicación hacia el santuario, que arranca en el nacimiento de la calle Fuente Concejo, poco después de cruzar junto a los restos del puente de San Francisco, de origen romano, y pasar las calles Mira al Río y Fuente Rocha.
La puerta cerrada de una vieja vivienda que no parece ocupada habitualmente: "No molestar, estamos de fiesta".
Ganando altura, curva de herradura mediante y con Cáceres al fondo, de camino hacia el Santuario de Nuestra Señora de la Montaña.
Caminando hacia La Montaña por la calle Fuente Concejo de la barriada de San Marquino. Esta barriada, a su vez, se incluye dentro de una agrupación superior de índole administrativa local: el Barrio Este.
Hermosísimas vistas del casco viejo de Cáceres, patrimonio de la Humanidad. La calle Fuente Concejo se transforma en la calle carretera de la Montaña, pero nos regala esta postal sobre la judería, las murallas y algunos insignes palacios.
En la subida, concurrida por ciclistas, corredores y paseantes locales y bien acondicionada para ello, encontraremos poco antes de la mitad de recorrido, y a mano izquierda, la pequeña ermita de San Antonio. Al fondo veremos plácido e imponente todo el recinto del santuario.
Un risco (agrupación de piedras) entre tantos otros que encontraremos durante la subida. En la ascensión transitaremos junto a una vieja ermita, la de San Antonio, un calvario (a mano izquierda) y también unos depósitos de agua (que quedan a la derecha).
El camino hacia La Montaña puede considerarse como un espacio ganado para la ciudad dados los arreglos de vía y acerado que facilitan y permiten a muchos deportistas y paseantes llegar hasta arriba cada día.
Vamos ganando altura y detrás nuestro ya contemplamos Cáceres en toda su extensión. Sin ser una ciudad excesivamente grande, la capital provincial puede presumir de ser una de las mejores ciudades para vivir de toda España, pese a lo que diga una reciente "investigación".
Abajo, Cáceres.
Una escultura del Sagrado Corazón, fotografíada entre las densas copas de dos encinas en las cercanías del Santuario. En la parte alta, la carretera de los coches y el camino para los paseantes se separa. Curvas herraduras para unos y escaleras para otros.
Curvita de herradura con rampas del 10% en la parte final de la carretera al Santuario, prácticamente en las inmediaciones del recinto.
Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de la Montaña, un gran recinto donde más allá del templo no faltan las instalaciones de los ermitaños, tiendas y un restaurante con grandes vistas sobre la comarca que preside Cáceres.
Nada como aprovechar la piedra caliza e integrarla dentro de los muros de contención, consolidación y refuerzo...
Acercándonos al santuario... La elección del lugar no se debe, como es la norma general, a un milagro o una aparición. Hay que destacar la figura de Francisco de Paniagua, un anacoreta natural de Casas de Millán que recorría la región buscando limosnas para levantar una ermita y construyó, en 1621, una primera cabaña en esta zona en la que colocar la imagen.
Curiosas formas pétreas.
En la parte alta. Pequeña explanada para aparcamiento y edificaciones que forman parte del santuario.
Un vistazo sobre Cáceres, sus pagos y la carretera que sube desde la ciudad hasta las inmediaciones del santuario.
Una vista sobre Cáceres desde el acceso a Nuestra Señora de la Montaña.
El monumento al Sagrado Corazón de Jesús (antes mencionado al verse visible desde una zona de escaleras sólo para peatones) abraza a Cáceres. “Por iniciativa y costeado por el Excmo. Sr. D. Pedro Segura Sáez, Obispo de Coria, se erigió este monumento que bendijo e inauguró junto con el Dr. Segura, el Excmo. y Rvdmo. Sr. Federico Tedeschini, Nuncio de Su Santidad en España el 14 de noviembre de 1926".
Un cicloturista descansa ante unas magníficas vistas de Cáceres después de haber ascendido en bicicleta los 2,5 kilómetros que separan la ciudad del Santuario de la Virgen de la Montaña. No es una subida terrible, pero tiene un porcentaje medio del 8%, rampas máximas del 14% y un desnivel de 200 metros. ¡Esta información viene bien tanto para ciclistas como para paseantes!
Un acceso muy discreto a una de las instalaciones. La capilla original fue creciendo y ampliándose a lo largo de lo siglos.
Un mensaje no exento de razón y gracia que debía exportarse al día a día humano, independientemente de si se cree en una divinidad, en cuatro o en ninguna: "Si eres indiferente, respeta; si eres culto, admira; si eres creyente, reza".
Nave principal, y única, del santuario de la Virgen de la Montaña. El edificio es sencillo, pero su recargado retablo sigue los paradigmas churriguerescos. Esta morada de la patrona de Cáceres, proclamada en 1906, se remonta al siglo XVIII. Después de su contrucción se le añadieron dos capillas adicionales que le dieron su actual planta de crucero: una dedicada a Santa Ana (madre de la virgen) y otra al Cristo de la Salud. Las imágenes de Santa y Cristo fueron talladas por Juan Salvador Carmona.
Detalle de la cúpula, de decoración barroca.