A caballo entre la pequeña ciudad y el pueblo enorme, tan curiosa como real oscilación, tiramos por la calle del medio para defender que Jerez de los Caballeros es la “pueblociudad” (o el “ciudadpueblo”) más hermosa (o hermoso) de la Península. Esta localidad pacense, capital de la Comarca Sierra Suroeste y faro sobre la no muy lejana raia con Portugal, ha sido cuna de conquistadores y de emprendedores durante siglos. Hoy en día, además de tan significativo pasado, de la patria chica de Vasco Núñez de Balboa puede afirmarse que es el motor industrial de Extremadura. Jerez aglutina varias de las empresas más potentes de esta región pero una, el Grupo Industrial Alfonso Gallardo, lo es también a nivel mundial y europeo. Quizá también tenga su fama Cristian Lay, primer fabricante de bisutería de toda Europa. En todo caso Jerez (de los Caballeros desde inicios del siglo XVI por gracia de Carlos I) es un pueblo oneroso, o lo ha sido hasta que llegó una crisis de la construcción que se dejó notar en los bríos de sus factorías siderúrgicas. Lo cierto es que ha dado mucho trabajo a toda la zona, una dispersión de la mano de obra que ha repartido la riqueza y la estabilidad; pero que también ha anclado en términos poblacionales un Jerez que no termina de llegar a los 10.000 habitantes, con todo lo que supone el guarismo censal en términos de presupuesto. Los tuvo, eso sí, allá por los 90. Y en 1960 rondaba los 20.000. Pero tampoco fue ajena al éxodo de mano de obra a otras latitudes, porque el fenómeno industrial tiene su relativa actualidad y hasta entonces el campo era el que mandaba. Y en cuestiones camperas en el enorme término municipal de Jerez abundan las grandes fincas de propiedad elitista; en algunas tienen su base y su manantial algunas ganaderías de toro bravo.
Ay, su entorno. Clave en su grandeza. De las inquietantes brumas del invierno que convierten muchas mañanas frías y destempladas los encinares y alcornocales de sus eternas dehesas en una especie de Londres vegetal, a los calores tempraneros del estío que derriten sus campos de tendencia dorada y apariencia sedienta. Así son sus alrededores, así son los terrenos serranos de la Comarca Sierra Suroeste. De Jerez sorprende su vistoso skyline, seduce su Semana Santa y extasia su feria del jamón. En Jerez de los Caballeros, urbe templaria, murieron de los últimos caballeros de esta orden en España y una torre de su alcazaba-castillo recuerda el hecho bautizada como “Torre Sangrienta”. A Jerez acudieron en sucesivas ocasiones las tropas portuguesas, que intentaron asaltar tan importante núcleo cercano a la Raia durante la Guerra de Restauración y lograron tomarla en varias ocasiones durante la Guerra de Sucesión (esa en la que encuentran cimiento buena parte de los problelas históricos estatales, todo hay que decirlo) de comienzos del siglo XVIII.
Resulta que, siendo uno de los conjuntos patrimoniales más excelsos no ya de la provincia de Badajoz, ni de Extremadura, sino de toda la Península, los días que más visitantes congrega son los martes y los miércoles. Quien lo diría, Jerez de los Caballeros convertido en una intensa escala de de nutridos grupos. Sus encantos se elogian, las cámaras no dejan de captar sus más bellos rincones y posiblemente haya tiempo para pinchar algo y comprar algún recuerdo. Pero los grupos llega y luego se van. Se marchan a otras latitudes, turismo veterano y ambulante. Porque son paradas sin fonda, visitas que buscan alojamiento en las cercanas Badajoz, Zafra o (no tanto) Almendralejo y Mérida. Su particular orografía posiblemente ahuyente a muchos, algo poco comprensible y menos entendible aún por la certeza de una infraestructura hotelera modesta pero suficiente, de momento. Jerez merece un conocimiento más profundo, se merece un deambular perdido por sus calles, una asomada a sus rincones y una buena ración de fatigas en sus cuestas. Guau. Jerez de los Caballeros. Qué pueblo. O qué ciudad rural, habría que decir. El quinto centenario del descubrimiento del Pacífico a manos de Vasco Núñez de Balboa, que se celebrará en 2013, se ha convertido en una inmejorable excusa. Aunque su Feria del Jamón de cada mes de mayo (el Salón del Jamón) tampoco es motivo baladí...
Ubicación geográfica de Jerez de los Caballeros. La capital de la Comarca Sierra Suroeste de Extremadura se encuentra en plena ruta que une Badajoz y la costa atlántica de Huelva, una de las tradicionales rutas playeras de los pacenses. Pero también anda a pocos kilómetros de la frontera con Portugal, lo que le ha valido su presencia y vinculación en diferentes conflictos bélicos. En las enormes dehesas que circunvalan Jerez de los Caballeros se encuentran las fincas "nodriza" de algunas de las más importantes ganaderías taurinas, por no hablar de su excelsa producción de embutidos y jamones. Un ecosistema privilegiado para la cria del del cerdo ibérico. Aunque aparentemente no lo parece, lo cierto es que la ciudad se asienta entre dos pequeñas montañas en cuyas cumbres se construyeron la alcazaba y la iglesia de San Bartolomé, respectivamente. Esta particular situación fue ya muy valoradada en la prehistoria y ha configurado una red de calles con mucha pendiente en su casco urbano. Un centro vertical. Aunque andamos por zona de influencia tartésica, muchas fuentes apuestas por resaltar la fundación fenicia de la plaza bajo el nombre de Ceret. Mucho para ver y disfrutar en su patrimonio. [Mapas de ViaMichelin]
Jerez de los Caballeros. Escudo municipal. Aunque existen algunas variaciones en cuanto a las figuras, en esencia siempre es se representa lo mismo mismo: un santo que doblega a un diablo que permanece tumbado y encadenado. La escena, con la representanción de una encina en su parte superior, se encuentra sobre una Cruz de Santiago solo visible parcialmente que nos recuerda la importancia de las órdenes militares en el crecimiento y la tutela de la ciudad. La Orden del Temple, en el siglo XIII, fue la primera que gestionó Jerez de los Caballeros, aunque en el siglo XIV volvería a la corona con la caída en desgraciada de los templarios. A finales de ese siglo, en 1370, Enrique II le entregó Jerez a una Orden de Santiago que trajo consigo tanto florecimiento como secretismo.
Monumento a Vasco Núñez de Balboa, quien es uno de los más célebres hijos de la ciudad gracias a haber pasado a la historia como el descubridor del Océano Pacífico, ubicada en la plaza del mismo nombre. Fue moldeada en 1975 por el escultor Emilio Laiz Campos. Núñez de Balboa, nacido en 1475, encabezó una expedición en la que acabó alcanzado lo que el llamó Mar del Sur, si bien triunfaría la etiqueta "Pacífico" que le dio años después Fernando de Magallanes. La casa en la que nació, en la actual calle de La Oliva, se ha convertido en un centro de interpretación de cara a los fastos del quinto centenario del descubrimiento del Pacífico. En Panamá su nombre inspira los de muchos nuevos nacidos, bautiza una cerveza y hasta un puerto... por no hablar de una moneda. Comenzamos en esta plaza, un buen y llano (de los pocos, garantizado) sitio para dejar el coche y comenzar la incursión. Porque aparcar en Jerez, a parte de cada vez más complicado, tiene el incoveniente de las estrecheces y las pendientes tremendas.
Caminamos por la calle Corredera de Hernando de Soto y al poco nos encontramos con esta estilizada fachada de una vivienda que está en venta. Hernando de Soto, por cierto, fue otro de los aventureros americanos oriundos de la zona. No está claro si nació en Jerez de los Caballeros o en la no muy lejana Barcarrota (donde lo celebran como tal y lo esgrimen como reclamo histórico-turístico). En todo caso se ha valorado la aportación de jerezanos (de los caballeros, claro) a la exploración americana en los siglos XV y XVI. Navarro del Castillo la cifró en 172 personas, cantidad que no está nada mal teniendo en cuenta los condicionantes de la época. El profesor José Márquez eleva el número a más de 200, realza figuras como las de Diego de Albitez o Nuño Tovar que no son tenidos en cuenta por Del Castillo, y también incluye mujeres.
Convento Madre de Dios, también en la Corredera de Hernando de Soto (una calle que es conocida por los locales como Vasco Núñez). Fundado en el siglo XVI extramuros, hoy en día está rodeado por otras edificaciones. De estética sencilla, la blancura que se mantiene en su encalada fachada es digna de disfrute. Hoy en día tiene usos educativos, gestionado por la congregación de las Hermanas de la Cruz.
Llegamos a uno de los iconos de la ciudad de Jerez de los Caballeros: la Puerta de Burgos. Es una de las dos puertas medievales que se conservan en la actualidad de las seis de las que constaba un casco urbano, cuentan, con cierta forma de almenda. Elaborada en mamposteria, reforzada por un torreón y coronada de almenas, la puerta de Burgos sigue los cánones de otras fortificaciones de otros accesos de la zona, como bien pudieran ser los de Olivenza por ejemplo. La Puerta de Burgos, que sigue abierta al tráfico, es la antesala de una bifurcación (las calles Vasco Nuñez de Balboa y Templarios) que nos dejan al poco en la Plaza de España.
Escultura muy marcial de Hernando de Soto, una obra de 1969 del escultor Hernández Grotta jr, ubicada ante la Puerta de Burgos.
Acceso al Palacio de la Lastra, también conocido como Palacio de las Cigüeñas, esta gran vivienda se encuentra desde que fue levantada en el siglo XVII junto a la Puerta de Burgos, ya intramuros. No falta, claro, el escudo nobiliario de la familia encargante de la obra.
La calle Templarios, una de las más céntricas de Jerez, vista desde el pequeño patio de acceso al palacio de la Lastra o Las Cigüeñas.
La hermosísima e inconfundible torre de la iglesia Parroquial de San Miguel, faro y referencia de la ciudad de Jerez, vista desde la calle Templarios.
Calle don Sancho, una de las rúas que integran ese abrupto casco viejo empinado y empedrado que recurre a los escalones muchas veces como herramienta para suavizar los porcentajes.
Calle don Sancho, vista en su arranque en calle Núñez de Balboa. Este inicio está presidido por tan particular arco de aires musulmanes o judeizantes, no sabríamos concretar.
En una de las empinadas calles que atraviesan la calle Templarios y otras que suben hacia la Plaza de España, dentro de ese casco urbano más oriundo medieval, vamos a poder disfrutar de una buena vista sobre otra de las grandes iglesias (y desde luego la ubicada a más altura) de Jerez: la de San Bartolomé. En este caso, la calle Cura.
Todo ese entramado de callejuelas ascendentes y empedradas, algunas con su firme escalonado para aliviar la pendiente, es muy agradable para el paseo. En la imagen, vistas de Jerez desde la calle Palomas allí donde cruza con la calle Vasco Núñez de Balboa.
"Estética" de pueblo, pero grande como la mejor ciudad. Jerez de los Caballeros no es de esas ciudades verticales que someten el horizonte con grandes edificios de viviendas, no. Jerez de los Caballeros es una ciudad horizontal donde tres alturas ya resultan extrañas. Y en ese contexto es normal el especial lustre de las torres de sus iglesias, que tanto destacan y embellecen cualquier panorámica sobre el casco urbano.
La calle Templarios llega a la Plaza de España. El edificio de enfrente, el palacio del Bachiller Juan Martínez de Logroño, una casa solariega del siglo XV en la que tenía su morada una familia de origen riojano.
En el centro de la Plaza de España, circunvalado por fachadas resultonas, la iglesia parroquial de San Miguel. Este templo no es el más viejo de Jerez de los Caballeros, pero su céntrica ubicación le convierte en el principal. Ese acceso es de la portada de la Epístola.
La torre de San Miguel, contemplada desde el arranque de las calles Amargura y Vasco Núñez de Balboa. Su torre barroca, marcada por el color rojizo de los ladrillos y el barro cocido con el que fue levantada, es toda una referencia. Visible desde muchos puntos y presidencial en las panorámicas sobre el resto del blanco casco urbano. Y es que este punto, el de la esbeltez de esta y otras torres, es uno de los principales reclamos de la ciudad de Jerez de los Caballeros. ¿Será el remate con ese giraldillo?
Un vistazo sobre la Plaza de España, la calle Templarios y el palacio del Bachiller Juan Martínez de Logroño desde el punto anterior. A la derecha, la antigua Casa Consistorial de Jerez de los Caballeros.
San Miguel. Su torre supera holgadamente los 60 metros de altura. El templo, dada su constante transformación, no tiene una fecha única. En el siglo XV ya existía un templo aquí y en su interior encontraron sede para sus reuniones los gestores locales de la Orden de Santiago. En el siglo XVIII se realizaron trabajos de mejora con muy importantes añadidos.
"Homenaje de Jerez de los Caballeros a su Semana Santa", una escultura obra de Juan Encina e instalada en marzo de 2007 en la pequeña plaza que antecede al acceso a San Miguel. No es un homenaje baladí, ya que la Semana Santa de esta localidad es soberbia, al nivel de otras con mucho más nombre. Y sin embargo, sorprendentemente desconocida pese a la firme apuesta por potenciar su notoriedad a todos los niveles.
La nave central (el templo cuenta con tres) de San Miguel. Un interior realmente hermoso.
El altar mayor, con el titular al que está dedicado la iglesia presidiendo.
Entre otras tallas religiosas, en una de las capillas ubicadas en la nave oeste del templo, encontraremos esta imagen de María Santísima de la Amargura, expresiva talla que procesa con con la Confradía del Coronado de Espinas.
La cúpula central de San Miguel, con sus vanos pintados a mano. No vendrían mal unos trabajos de consolidación de los tejados para evitar filtraciones de lluvia. Existen un proyecto para una restauración, según nos contaron, pero la crisis lo frenó y desde Patrimonio Nacional aún no han especificado cuándo se llevará adelante.
Columnas y pilares de recia piedra. Y en un vano encalado, costumbre de toda esta región, se intuye la presencia de un fresco anterior que decoraría el techo. La previsión es recuperar esas pinturas que en algunos tramos ya no puede ocultar la blancura.
La nave central de San Miguel, allá donde se encuentra esta sillería del coro bajo en maderas muy nobles que explotan en belleza en la silla que ocupaba el Gran Maestre de la Orden de Santiago.
Abandonamos San Miguel, caminamos por la Portada del Perdón y afrontamos una cuesta para ganar altura en el casco urbano y alcanzar la iglesia de San Bartolomé. En este punto, por cierto, doblando la esquina de la izquierda que se aprecia en la imagen, se encuentra la oficina de turismo de Jerez de los Caballeros.
Empedrado medieval en la calle María Pilar Lasarte.
Caminando por la calle María Pilar Lasarte. Todas las vias del casco urbano viejo tienen muchas similitudes: ascendentes, empedradas, irregulares,...
Una vivienda de uso presente pero vieja construcción, si nos fiamos el arco de piedra.
Una visitante contempla un escudo heráldico en la esquina de una vivienda en las confluencias de las calles María Pilar Lasarte y Cura.
Alcanzamos San Bartolomé, una iglesia realmente impactante en lo estético. Le da nombre a todo un barrio de la zona más alta de la ciudad y también acoge una intensa actividad parroquial. El templo original, según indica una inscripción en el interior, fue acabado en 1508, pero algún que otro trabajo fue obligatorio.
Vistas desde un acceso a San Bartolomé realzado por una escalinata de la calle Oliva, en la que nació Vasco Núñez de Balboa.
La portada de San Bartolomé Apóstol. Llamativo y vistoso por esos remates de cerámica con muy buen tino ornamental.
San Bartolomé. La torre tuvo que ser reconstruída en 1759 después de que la original se viese afectada por los ecos del terremoto de Lisboa de 1755, que se dejó sentir en estas tierras.
Descendemos desde el Jerez de los Caballeros más alto y para ello elegimos la calle Santiago. En la bajada vemos la torre de San Bartolomé y también, entre las viviendas, restos del lienzo de la antigua muralla templaria que rodeaba la ciudad.
Viviendas aferradas a la antigua muralla templaria, un extramuros en toda regla. Son pocos tramos los que se conservan, pero son visibles en cualquier "callejeo bien apañao".
Calle Santiago. Otro vistazo para atrás y además de volver a ver la torre de San Bartolomé también se nos manifiesta con más claridad lo que parece un antiguo cubo de la muralla. Más abajo, junto a la ermita de Santiago, aparece otro tramo de lienzo bien marcado con un torreón en perfecto estado.
Nunca olviden que aquí muchas bajadas, no todas, son bajadas de gran pendiente. La calle de Santiago renueva nuestros bríos con magníficas vistas sobre la dehesa.
Restos de torreones de la muralla templaria. Por cierto, queda bien eso de hablar de muralla templaria y no de muralla medieval siendo ambas cosas.
Algún correo nos ha llegado pidiéndonos que no metamos fotos con viviendas o rincones, en resumidas cuentas, "feos". Nosotros no los vemos feos, los vemos auténticos. Y eso es diferente. Nos agradan esos rincones porque muchas veces son las arrugas de los lugares. Andamos por la calle Jesús y María.
Esa capilla que se aprecia ahí abajo cubierta por la magnífica bóveda de ladrillos que sostiene una edificación no es una capilla cualquiera. Dedicada a San Francisco, se encuentra en la irregular (irregular porque traza un recodo y tiene bastantes escalones) Puerta de la Villa, la otra que se conserva de los tiempos templarios.
La Puerta de la Villa, como se puede apreciar tomada por las edificaciones. Pero la Capilla de San Francisco es un lugar muy querido por los locales. Quizá haya sido la clave de que la puerta nunca haya desaparecido más allá de su utilizar para acortar el camino hacia la Plaza de España.
Subiendo por la calle Corazón de María. Por aquí suelen pasar en la carrera popular de Jerez de los Caballeros, una cita de 10.000 metros ideal por la distancia. Porque aquí un medio maratón o un maratón completo es inviable por las tremendísimas pendientes.
La iglesia de San Miguel, con su Puerta del Perdón a los pies. Contraste entre el rojo de la parte superior y el ocre de la inferior.
Calle Jesús y María.
Otro palacete en la calle San Agustín, antiguo convento homónimo y actual casa de la cultura de Jerez de los Caballeros.
La torre de San Miguel, vista desde la calle doctor José Benítez Liñón.
Antigua ermita del Cristo de la Vera Cruz, del siglo XVII. Bastante abandonada.
La llamada Torre del Reloj, parte integrante de la alcazaba de Jerez de los Caballeros, vista mientras caminamos por la calle doctor José Benítez Liñón. El reloj es un añadido del siglo XVIII. Anteriormente esta torre occidental acogía el polvorín del antiguo castillo.
Escudo heráldico en una esquina de la calle Reloj.
Una placa compuesta por azulejos que hacen las veces de teselas muestra unas líneas del escritor extremeño Luis Rosales.
Pequeño y refrescante rincón ajardinado en las cercanías de la iglesia de Santa María de la Encarnación y la Mansión de Gutiérrez de Acosta y D. De Aguilar. Estamos en la plaza de Santa María.
Mansión de Gutiérrez de Acosta y D. De Aguilar, en la plaza de Santa María de Jerez de los Caballeros.
Santa María de la Encarnación, vista desde la calle Nueva. Acaso el más sobrio de todos los templos, desde luego también es el más cercano a la fortaleza de origen musulmán que después "se apropió" la Orden de Santiago. En su interior, como elementos constructivos, se pueden encontrar hasta cuatro columnas de origen visigodo y datadas por unas inscripciones en el siglo V.
Calle Reloj.
La torre de Santa María, contemplada desde la calle Reloj.
Aprovechando el medio natural como material constructivo. Enormes rocas de naturaleza pizarrosa integradas en una vivienda. Calle Reloj.
Una fachada de muy floreados balcones y ventanas en la calle Reloj.
Una antigua puerta hoy cegada en la calle Pepe Ramírez, junto a la ermita que vimos anteriormente de la Vera Cruz.
Subiendo a la Alcazaba de Jerez de los Caballeros.
La Torre del Reloj, vista lateralmente desde el acceso a la Alcazaba de Jerez de los Caballeros. Este recinto forticado de época musulmana fue heredado, mejorado y consolidado por la Orden del Temple en el siglo XIII.
La iglesia de Santa María, vista a través de las almenas que coronan una muralla que se prolonga hasta una de las torres de defensa del recinto.
La alcazaba de Jerez de los Caballeros, una ventana a las magníficas dehesas de la Comarca Sierra Suroeste de la que esta urbe es capital. Además de la enorme plaza que se asienta su interior, en uno de los edificios existentes se encuentra el ayuntamiento de la localidad. Desde luego mejor sede... imposible.
Santa María de la Asunción, vista desde la alcazaba.
Estructura de apariencia e inspiración musulmana, una dependencia cuyo uso desconocemos pero que está rodeada hoy en día por una especie de pequeño graderío.
Otra vista con la torre de Santa María al fondo.
Interior de esa estructura, con arcos elaborados con ladrillo rojo.
La Torre del Homenaje de la alcazaba es mucho más conocida como Torre Sangrienta debido al trágico desenlace de la presencia templaria en Jerez. Cuando el Papa Clemente V ordenó la disolución de la orden en 1312 muchos caballeros rebeldes fueron pasados por las armas. No fue una excepción la "guarnición" de Jerez, que resistió. Rodeados en este torre, sus últimos caballeros fueron aquí degollados y sus cuerpos arrojados desde sus almenas. Aún hay quien afirma que estos caballeros se aparecen de vez en cuando vagando por ahí...
Otra de las torres que formaban parte de la fortaleza, hasta 25 según indican algunas fuentes. En sus alrededores hoy se extiende un parque: el de la Morería.
Este arco permite descender unos metros y llegar a un paseo que transcurre a los pies de la alcazaba, con la que comunica.
La muralla de la alcazaba. Algunos tramos de los vestigios amurallados de Jerez de los Caballeros han sufrido mucho con la lluvia. En 2010 cedieron tras unas fuertes lluvias nada menos que 40 metros de la muralla templaria.
Las torres de Jerez de los Caballeros, una silueta que es toda una imagen de marca.