Coca, castillo espectacular y cuna de emperador y mesonero en suelo segoviano (septiembre de 2014)


Coca, en tiempos remotos Cauca. Ubicación geográfica de este pueblo segoviano de poco más de 2.000 habitantes y más de cuatro milenios de existencia, y esencia vaccea, que se encuentra asentado en un altiplano circunvalado por los ríos Voltoya y Eresma. Ubicada a caballo entre Segovia y Valladolid (posiblemente más cerca de esta segunda), el pueblo es la cabeza de la llamada Comunidad de Tierra y Villa y se integra en la histórica, ahí es nada, Tierra de Pinares. [Mapas VíaMichelín]

Densos pinares (cuidados y explotados a lo largo de la historia) rodean Coca y en sus cercanías se intuye el castillo entre las copas. Y un poco antes también, si venimos por la carretera SG-351 desde Santiuste de San Juan Bautista, habrá que atravesar un incomprensible puente (por la magnitud de sus pendientes y el planteamiento de la obra, que salva las vías de la línea ferroviaria de alta velocidad que conecta Madrid, Segovia y Valladolid.

Este es el puente citado en el anterior pie de foto...

Coca. Nos espera, receptivo, su castillo al otro lado de la depresión que horada un cauce. Buena bajadita y al loro con el puente, que es un estrechamiento con prioridades de pase claramente marcadas.

... y tras bajar, toca subir. Al poco, a mano derecha, veremos una gasolinera.

La vega del río Voltoya a su paso por Coca, vista desde los alrededores del castillo. Imponente y atractiva masa forestal, la verdad. Este río, pocas decenas de metros después, vierte sus aguas en el río Eresma.

El castillo de Coca. Muros, defensas y almenas que protegen la fortaleza desde la zona del río. Una zona donde nacen senderos y pistas para el paseo y la pedalada.

Escaleras, más o menos modernas (en el sentido de que nos parecen más o menos "actuales" pero no tenemos ese dato), que permiten acceder al "altiplano donde se encuentra el castillo y el pueblo, desde la vega del río Voltoya.



Castillo de Coca. Aunque no tiene una planta exactamente regular, apenas se nota. Es una de las fortalezas más impactantes de toda la geografía estatal, levantada en el siglo XV bajo los parámetros del estilo gótico-múdejar y en donde no falta ningún detalle, incluso un enorme foso. Metros y metros y de caída. Es una de las propiedades, tachán, de la Casa de Alba.

Castillo de Coca. Comenzó a ser construido a finales del siglo XV por encargo de la Familia Fonseca, una de las más influyentes de la Corona de Castilla y que en su génesis por parte de madre tiene raíces portuguesas (porque Olivenza, ahora en Badajoz, entonces era lusa). Una obra mastodóntica para los tiempos, digna de reyes, gran ejemplo de infraestructura militar. ¿Tan mal andaban las cosas para su construcción? ¿Es mera pose y poderío? Siendo convulsa la historia castellana, más tranquila en esa época, nos inclinamos por lo segundo.

Castillo de Coca. Foso y, a la derecha, se percibe un muro de otro color. No es una cuestión baladí y a continuación lo veremos...



La fortaleza se adaptaba al terreno y, por este flanco, lo hacía a la muralla medieval que protegía la villa de Coca previamente. Ese murete es un testimonio de aquella muralla de la que aún queda un tramo de lienzo junto a la plaza del Arco.

Castillo de Coca. A estas alturas viene bien hacer una matización: castillo-palacio. Acceso principal. Menudo enclave para rodajes fílmicos y ferias medievales. Una "orden" de Alfonso de Fonseca en 1453 fue la que dio el pistoletazo inicial a su génesis.

El foso del castillo de Coca. Aportamos un #oidoenlaredaccion que aquí sería un #oidoenlavisita: "Aquí había hasta cocodrilos". No se llegó a tanto claro. Lo cierto es que sus defensas evitaron más de un susto y una incomodidad a los locales durante diversos avatares históricos.

El Castillo de Coca, bien cuidado y monumento nacional desde 1931 (es curioso el gran número de lugares protegidos en esas fechas), sufrió lo suyo con la invasión Napoleónica. La Guerra Civil de un siglo y pico después pasó más fugazmente por estos lares.

Verraco vacceo. En Coca podremos admirar tres de estas esculturas zoomorfas en granico que nos transportan a la vieja Cauca y más allá. Dos, engalanadas, se encuentran en una zona verde extramuros de la Puerta de la Villa. La tercera es ésta, integrada en un muro interior del castillo-palacio.

Castillo-palacio de Coca. Pasillo-galería-atajo, como quieran, abovedado. Curioso. Así de primeras le vemos una doble utilidad: tránsito rapido de tropas y descarga de materiales en la construcción.



La fértilmente arbolada vega del Voltoya, contemplada entre las almenas (o merlones) del castillo de Coca. Y debajo, otro perímetro defensivo en ladrillo de apariencia más blandengue, pero ingenioso en formas y disposiciones.

Torre del homenaje (izquierda) y torre defensiva del castillo de Coca. Una vista entre las almenas de uno de los torreones de su muralla.

Inexpugnable. Y adecentada.

Estamos ante la puerta de acceso a lo que es ya el palacio y si levantamos la mirada vemos esto... ojo al detalle para arrojar objetos y líquidos contra los que obstaculicen la puerta... Todo pensado.

Rejas en el acceso al palacio. Todas estas instalaciones, además de visitables, acogen desde mediados del siglo XX una Escuela de Capacitación Forestal. Para acomodar las instalaciones las cosas no se improvisaron y fue la Real Academia de San Fernando, también la Real Academia de Historia, la que tuteló el proceso.

Ocaso sobre los muros del castillo.



Saeteras y demás en el castillo de Coca. No es tan conocida, pero sí es real, la red de pasadizos que conectaban esta fortaleza con hasta siete iglesias de Coca. Los Fonseca lo tenían todo pensado.

De muros, almenas, fosos y demás...

Anochecer estival sobre el castillo de Coca.

Espacio multiusos junto al castillo y bajo el viejo recinto amurallado que más adelante se hace más patente, ya junto a la Puerta de la Villa a la que llegaremos tras un agradable rodeo-paseo por el casco urbano.

Dejamos atrás el espectacular castillo de Coca para seguir con nuestro periplo. Uno no se cansa de mirarlo desde ninguna posición. Es una obra majestuosa.

Enfrente del castillo, paralelo a lo que serían los antiguos muros, se extiende un gran espacio verde. Es una zona de mucho arbolado que también linda con la confluencia de las avenidas Generalísimo y Constitución.

Farola sobre fondo vegetal en el parque.

Construcción de un planta con fines de almacenaje y aparcamiento, lo que en la zona llaman "carretera" por las carretas, en la avenida de la Constitución.

Calle Isidoro Simón.

La sombra del ciprés será alargada... pero la de este pino sobre este banco es tremenda. Al fondo, la hondonada donde se unen Voltoya y Eresma. Se aprecia que Coca está en una suerte de alto amesetado. Los vacceos sabían lo que se hacían...

Torre de San Nicolás, último vestigio (siglo XII) de una iglesia ya desaparecida, fotografiada desde el Camino del Cementerio.

Urbanismo en Coca para los tiempos modernos.

San Nicolás, entre las copas de los árboles. Esta iglesia románica "se esfumó" en el siglo XVIII, pero la torre pervivió quizá por ubicación sobre el vallezuelo del Eresma. La geoestrategia manda y hoy en día sirve de mirador para apreciar el casco urbano de Coca, aunque ni encontramos horarios ni tampoco la puerta abierta.



Piedras que esperan convertirse en pavimento... como si estuviéramos en un tramo en reparación de la París-Roubaix ciclista, oigan.

San Nicolás, rodeada de un espacio ajardinado que está algo descuidado pero suponemos que en el futuro estará mucho más adecentado. El lugar lo merece.

Iglesia de Santa María la Mayor. El templo principal de Coca, contemplado entre los tejados del mar urbano. Seguimos junto a la torre de San Nicolás, eso sí, en la plaza Cruz de los Caídos.

Una "casita" de nada en la plaza Cruz de los Caídos.

No conocemos una calle tan sombreada en Castilla como esta avenida de Todos los Caídos de Coca. En invierno cambia la estampa porque son árboles de hoja caduca, por cierto.

Calle Canongía.

Escudo municipal de Coca presidiendo la fachada de una vivienda en la calle Canongía.

Calle Canongia.

Pavé castellano. Empedrado de Coca en la calle San Juan.

Remontando la calle San Juan llegamos al entorno de la iglesia de Santa María la Mayor y la plaza Mayor.



Iglesia Santa María la Mayor. De nave única y bastante discreta y sencilla por fuera, de ladrillo como elemento principal y contrafuertes en piedra, se levantó sobre una iglesia de estilo románico anterior.

Pináculos ornamentales en Santa María la Mayor, templo donde descansan algunos de los ilustres y hacendosos Fonseca.

... y claro, tiene su lógica que un local de copas llamado Cocó estuviera en Coca. Cacofonia pura y dura. Confluencias de las calles General Sanjurjo y la Plaza Mayor.

Una gran casa con esgrafiado segoviano en su fachada. Está en la Plaza Mayor.

Kiosko musical y Santa María la Mayor. Ojo de pez sobre la Plaza Mayor.

Escudo municipal labrado en piedra y ubicado en el "kiosko musical".

Casa consistorial de Coca, más conocida como "Casa de Villa y Tierra" por el "alfoz" que gestiona y tutela la vieja Cauca. Obra de Andrés Cevallos en los años 30 del siglo XX: sigue los cánones de los estilos regionalistas.

Casa de Villa y Tierra. Detalle de materiales y soluciones arquitectónicas.



Santa María la Mayor, contemplada desde los arcos que salvan la parte inferior de la Casa de la Villa y Tierra y dan acceso a la Plaza Mayor desde la calle Joaquina Ruiz.

Estigrafiado, recurso ornamental muy segoviano para las fachadas, en una vivienda de la calle Falcón Ruiz y Llorente.

Espacio verde en las instalaciones del centro de salud de Coca, en la calle Falcón Ruiz y Llorente.

Balcón floreado y más fachadas estigrafiadas.

Plaza del Arco. Un gran espacio abierto de Coca que posee el último tramo de muralla que se conserva de la vieja urbe medieval: algo más de 200 metros del viejo "perímetro". Y en la que se recuerda de forma doble a dos de los ilustres nacidos aquí: Teodosio y, subsidiariamente, Cándido.

Teodosio, supuestamente nacido aquí en el seno de una importante y próspera familia, llegó a ser el Emperador de Roma. Ahí es nada. Bajo su mando, el último que dirigió las riendas de Oriente y Occidente, se trasladó la capitalidad a Constantinopla y allí emitió un edicto (aunque es conocido como Edicto de Tesalónica, año 380) en el que prohibía el paganismo para abrazar oficialmente la religión cristiana. Esta escultura, que preside la plaza del Arco y mira el Arco de la Villa, fue donada por Cándido López Sanz, el célebre cocinero Cándido de Segovia, quien era natural de Coca. El supuestamente viene a colación de que algunos autores sostienen que nació en Itálica; incluso en plan más de cachondeo, puro sarcasmo para el 28 de diciembre, se propuso como broma su nacimiento en la cercana Nava de la Asunción.

Puerta de la Villa o de Segovia. Vertiente intramuros. Las ventanas obedecen a la necesidad de dotar de luz a las estancias de lo que en otro tiempo fue la cárcel del concejo.

En la plaza del Arco, además de la única puerta de acceso que se conserva, también sobrevive un pequeño tramo de la muralla medieval que protegía Coca. Y se puede subir por una escalera un tanto descuidada. Arriba vemos, por ejemplo, al fondo el castillo de Coca. Espectacular desde donde se vea.

Otra vista desde la muralla.

Puerta de la Villa, también conocida como Puerta de Segovia. Vertiente extramuros, la que da al Paseo de las Olmas y la avenida de José Antonio, rodeada por negocios hosteleros de agradables terrazas (como ésta de aqui, la del Bar El Arco) y un par de verracos vacceos que nos vuelven a recordar que Cauca que mucha Cauca.

Puerta de la Villa.

El Bar el Parque y su entorno, junto al lienzo de la muralla de la Puerta de la Villa.

El tronco de un viejo árbol que en su momento fue talado ha sido aprovechado por el Bar el Parque como mesa para su recomendable terraza.

La Puerta de la Villa, escoltada por un buen par de verracos. Una vista que solo regala el Bar el Parque.