Vaya por delante que, puestos a pedir, somos de los que prefieren aliarse a la orillita del mar en esas noches frescas de verano en las que la canícula firma una tregua temporal, una de esas noches en las que una fresca brisa hace olvidar los rigurosos calores de un sol enrabietado. Una de esas noches, en definitiva, en las que no hay mayor disfrute que una bebida refrescante, espirituosa o no, mientras nos mece la relajante banda sonora de un entorno calmo. Un elogio a la paz con el único, pero también muy sugerente, susurro suave de un romper de olas armónico e insinuante, bañado por una luz pálida de esas que no dicen pero sí insinuan. Y mejor con buena compañía, claro. Menorca, oh sí, sabe mucho de esas noches y esos disfrutes.
Pero también existe la opción contraria, la de los ruidos, el jaleo, el alborto y la jarana. Y en la vida, con su dosis justita, también tiene su pequeño lugar. No se trata de un desfase alocado que emule las andanzas (o algo peor) de lo que se narra en un Resacón en Las Vegas cualquiera, no. Se trata de paseo de ronda de garito en garito con sus cambios de música, de ambiente y, hasta cierto punto (hasta cierto por el hecho de que muchos grupos andan exactamente igual que tú y acabas condenado a más de un cruce a lo largo de la noche) de gente. Eso que pomposamente se llama ocio nocturno también puede tener su punto relajado y reflexivo.
Ciutadella, en Menorca, tiene en su puerto viejo una de esas mecas para la vida nocturna. Dentro de lo diferente, por tranquila, que es esta isla a sus vecinas y paisanas Mallorca e Ibiza, por citar dos ejemplos baleares, el puerto de Ciutadella ofrece una buena ración de locales donde romper con la (bendita) rutina de la paz y el sosiego. Y lo ofrece, qué cosas, en un entorno monumental de gran belleza como el del citado puerto viejo, marcado por restos de sus vetustas murallas y la amalgama de diferentes construcciones que se amontonan, o eso parece, unas sobre otras según las vemos desde cierta lejanía. Recuperado para la causa turística y consagrado a la misma, el puerto y su zona próxima se adapta a la evolución del día como el girasol se mueve al compás que marca el sol. Y así, de los restaurantes pasamos a los pafetos. De los menús a las raciones y de éstas, a las copas y los bailoteos.
De entre todos los bares nocturnos, por su triple ambiente (uno por cada uno de sus tres pisos) y sus vistas panorámicas sobre la noche de la zona de fiesta (la conocida como Es Pla) y parte del puerto viejo, nos encandiló un local que resulta que es todo un clásico. Y es que hay cosas que, por inercia y selección natural, se explican solas: su nombre, el Jazzbah. Muy recomendable si visitan Menorca y si, dentro de unos máximos, quieren dejar de lado el ronroneo del romper de las olas por unas horas. Con un poco de suerte hasta fliparán con ese curioso fenómeno: la rissaga. ¡Lean, lean!¡Y vean, vean!
Ciutadella de Menorca, la antigua capital de una isla que le ha regalado a este modesto blog agradables momentos en la norteña playa de Cavallería y sus entornos, en la sureña y familiarmente tranquila Son Xoriger o un maravilloso pateo entre Cala Galdana y Cala Macarella a través del Camí de Cavalls.[Mapa VíaMichelín]
Escoltados por recios y recuperados muretes de piedra, bajamos hacia el puerto de Ciutadella desde la calle (carrer) y plaza Quintana de Mar. Un pequeño acceso peatonal en pendiente nos dejará junto a la vieja zona portuaria. Un descenso marcado por unas atractivas vistas sobre la ciudad vieja presididas, como suele suceder en la mayoría de los cascos urbanos, por la catedral.
Santa María de Ciudadella, buen ejemplo del llamado gótico catalán y víctima de asaltos, derrumbes, reformas, saqueos y restauraciones. Esta catedral, que aprovechó una mezquita anterior, se ubica en el punto más alto de la ciudad de Ciutadella.
Construcciones junto al puerto, en la llamada carrer Marina (calle Marina). Se aprecian restos de las murallas (derecha) que protegían el acceso a la ciudad vieja. El recinto en su conjunto fue progresivamente demolido a partir del siglo XIX.
El puerto, una zona de ocio.
La primera muralla protectora que se construyó en Ciutadella, a la que suelen denominar como "medieval", se levantó en los albores del siglo XIV. Una serie de ataques berberiscos, incluso un ataque turco dos siglos después, la debilitaron tanto que las autoridades impulsaron un nuevo recinto protector que aprovechó algo de esa primitiva muralla y apostó por un nuevo trazado en muchos lugares que le diese aire a la ciudad en su crecimiento.Y esa es la muralla que, también parcialmente, ha llegado hasta nuestro días y que podemos encontrar en la zona portuaria. En la imagen, el bastión del Puerto y la muralla de mar.
La otra vertiente del puerto, vista desde la terraza del Restaurant S´Amarador. Este negocio hostelero de fama creciente se ubica donde se encontraba el antiguo Cafe Balear, abierto en 1900 y posteriormente tan abandonado que el edificio fue desalojado por orden judicial allá por 1992 por encontrarse en estado ruinoso. Después de permanecer cerrado durante más de 15 años volvió a abrir sus puertas tras una minuciosa restauración en abril de 2012.
Antiguas edificaciones con una estética preparada para usos marineros en la carrer Marina de Ciutadella, en su mayoría transformadas en negocios relacionados con la hostelería o el ocio nocturno.
El puerto, de noche.
"Veladores" junto al Puerto Viejo.
Rissaga en el puerto. Este curioso fenómeno meteorológico, tan universal como rico en nombres según la ubicación geográfica, consiste en una variación brusca en el nivel de las aguas de los puertos. En junio de 2006 se registró una rissaga de cuatro metros, equiparada en nocividad a otra acaecida en 1984, aunque en esta ocasión el nivel de ascensión se quedó en 1,2 metros.
Ocio nocturno junto al puerto, en la zona conocida como Es Pla. Las vistas sobre el Sakova, el Twenty Night o el Space Menorca están tomadas desde la terraza del recomendable Jazzbah. Numerosos bares de copas de grandes dimesiones y generosa concurrencia tienen aquí su geoestratégica ubicación. Una zona de fiesta animada y en absoluto tan masificada como en otras latitudes. Eso sí, seguro que los vecinos piensan que sigue siendo demasiado ruidosa. Es Pla es una especie de explanada estrecha, una prolongación perfecta, y terrestre, al puerto natural de Ciutadella. ¡Cómo si aquí el agua hubiera sido secada!
Tomando una copa (que no bajan de los 8 euros) en la terraza "chillout" Jazzbah. Este pub con tres ambientes distintos es uno de los clásicos de la noche menorquina y local de referencia para Sidonie, Elliot Murphy, Los Ronaldos, Ojos de Brujo (¿cuáles de ellos, dada la gran rotación de miembros que ha tenido este grupo?),...
En la agradable terraza del Jazzbah.
Decoración ciclista en un garito menorquín.