Quizá sea el murmullo agitado del Tambre, de unas aguas musicales y frescas, tan frescas que contagian el ambiente de todo el entorno. Quizá sea ese agradable rumor, acelerado por la mano del hombre. O el peso de la aureola de todo un Camino de Santiago. O esa especial luminosidad que lo baña todo y realza diferentes intensidades de verdes que al mismo tiempo que se complementan también pugnan entre sí. Pero el puente, icónica infraestructura, es condición indispensable. Es la esencia. Es lo que le da sentido a todo. Ponte Maceira. Ahí, salvando el río, apuntado sobre sus cinco ojos. Un puente inolvidable. Piedra vieja. Senda jacobea. Testigo de batallas y descanso de peregrinos.
Estamos en A Coruña. No queda lejos Santiago de Compostela, o igual algo más de lo que podría tratarse de no ser tan reviradas las carreteras secundarias. Y tan complejos accesos. Por eso el Tambre baja tranquilo, sin presión urbanística en sus orillas. Los pueblos tienen mucho de pueblo. Y las aldeas, que son las más, pues de aldeas. Ponte Maceira es una de esas concentraciones urbanas. Dependiente de la parroquia de Portor, integrante del Concello de Negreira, esta pequeña aldea creció en torno a un viejo puente medieval del siglo XIII al que se suele calificar como romano. Tal vez existiera un paso anterior de época romana, es posible. Viejo, desde luego. Ponte Vella,también le dicen. En todo caso la estupenda infraestructura que tenemos delante es de cuño medieval. Se gestó el paso, se instaló una capilla (a San Brais) y germinó el poblado como brota la hierba después de la lluvia. Una zona de buena ubicación. En plena ruta hacia Finisterre una especie de área de servicio donde descansar unos instantes relajándose con el Tambre o, quién sabe, relajarse unas cuantas horas más buscando un lecho.
La estética de Ponte Maceira corresponde con esa fisonomía rural de tintes añejos donde algún perro siestea en un rincón. No desentona en exceso el llamado Pazo de Baladrón, una construcción de mediados el siglo XX. Compensan los restos de los viejos molinos que aprovechaban la fuerza de las aguas. O esas fachada con balcón colgante que se asoma a uno de los recodos del río allí donde los pilares del puente contienen el brío acuoso de un río Tambre en cuyo nombre, qué cosas, encuentra basamento etimológico toda una dinastía de reyes castellanos.
Ponte Maceira. En plena ruta jacobea desde Santiago de Compostela hasta Finisterre. [mapas ViaMichelín]
Edificaciones de grisásea y humedecida piedra vieja en la aldea de Ponte Maceira, integrada dentro de la parroquia de Agrón, a su vez perteneciente al Concello de Ames.
La aldea de Ponte Maceira, atravesada por el río Tambre. A la izquierda se intuyen algunos de los cinco ojos del famoso puente que le da nombre a todo este enclave.
Acceso al puente, al que muchos llaman A ponte Velha, donde no falta la referencia al Camino de Santiago. Se trata de una obra del siglo XIII. Medieval, por tanto. Aunque sometido a una gran reforma en el siglo XVIII.
Una turista observa el río Tambre, cuyo curso se acelera con un par de saltos que se aprovechaban para desviar agua hacia los molinos.
Vistas desde Puente Maceira.
Las aguas del Tambre, junto a unas viviendas que forman esta pequeña aldea.
Acceso al Pazo de Baladrón. Esta vivienda y su entorno, de propiedad particular, no son tan antiguos como el puente, pues fueron construidos entre 1945 y 1955 por un hombre que hizo fortuna.
Pazo de Baladrón.
Otro vistazo sobre el río Tambre desde uno de los costados del puente.
A ponte Vella. Detalle de dos de sus cinco ojos.
El salto del río Tambre.
Las aguas del río Tambre.
El puente, fotografiado desde una abertura en la pared de un viejo molino junto a las aguas del Tambre.
Una turista inmortaliza con la cámara de su teléfono móvil el ímpetu con el que el Tambre salta en las cercanías de Ponte Maceira.
Pazo de Baladrón.
Uno de los ojos del puente que, dicen, es de origen romano. Que en época romana existiera un paso es una cosa, que éste sea ese paso es otra cuestión.
Caminando por uno de los costados de Ponte Maceira. A la derecha se percibe la pequeña capilla de San Brais.
Pequeña ramificación del Tambre tras pasar bajo el puente, posiblemente una medida artificial para conducir el agua hasta un molino.
Ponte Maceira, puente apuntado y apoyado sobre cinco ojos.
Paolo, un peregrino italiano sobre Ponte Maceira:
Ponte Maceira según pontemaceira:
Ponte Maceira, y entorno, con banda sonora, según Aresvy Juan Muiño: