Sierra de Altomira, balcón sobre el Mar de Castilla, sagrado corazón y tres embalses desde Sacedón


La Sierra de Altomira, también conocida como de San Cristóbal o San Sebastián por otras concentraciones montañosas, es un estertor orográfico del Sistema Ibérico (dato que hemos tenido que cotejar pues casi está más cercano al Sistema Central) al que, para esta ruta, accedemos desde la localidad alcarreña de Sacedón y en donde degustaremos una atractiva ruta de senderismo ya publicitada por Andrés Campos y otros muchos durante estos años. Esta cadena montañosa que frisa los 1.000 metros de altitud, aunque los supera en contadas ocasiones, se extiende durante casi medio centenar de kilómetros. El Pico de Altomira propiamente dicho queda ya en suelo conquense, pero en esta propuesta por tierras de Guadalajara vamos a patear por el entorno de otro "mil" como Peña Abanto (1011 metros) [Mapas VíaMichelín]

La N-320, la carretera nacional que conecta Guadalajara con Cuenca (aunque su trazado es mucho más ambicioso y presenta diversas particularidades), nos regala este entorno a medida que nos acercamos a Sacedón y a la zona de lso embalses, la conocida como Mar de Castilla.

Los túneles en la N-320 en las cercanías de los embalses de Bolarque y Entrepeñas...

La N-320, sobre el muro de la prensa de Entrepeñas en las cercanías de Sacedón. A la derecha, restos de construcciones vinculadas al embalse y la gestión del agua. Para iniciar la ruta hay que llegar hasta la primera rotonda, en la entrada al casco urbano; allí giraremos hacia la derecha para circular durante más o menos medio kilómetro por la vieja N-320 (hoy, vía de acceso a urbanizaciones y pueblos cercanos), ruta que abandonaremos hacia la izquierda, con mucha pendiente por el medio, allí donde encontremos las indicaciones en madera hacia la Ermita de Nuestra Señora del Socorro y Sagrado Corazón. No tiene pérdida, pero conviene no despistarse.

El monumento al Sagrado Corazón que preside el llamado Cerro de la Coronilla, la montaña más meridional de esta Sierra de Altomira. Una escultura de más de 5 metros que se asienta sobre un basamento con más de 20 que vigila oficialmente la localidad de Sacedón desde el 26 de octubre de 1956. Aquí podemos dejar nuestro vehículo y establecer su entorno como kilómetro 0.

Un Cristo sin cara. El Sagrado Corazón de Sacedón, que se ubica en el conocido como Cerro de la Coronilla, fue un regalo de la Confederación Hidrográfica del Tajo a la población tras la entrada en servicio del embalse de Entrepeñas. Cuenta Andrés Campos que la cicatriz obedece a un rayo.

Comenzamos nuestra ruta deshaciendo el mismo tramo que nos dejó junto al Monumento al Sagrado Corazón, un estrecho carril que aquí está cementado, pero que más atrás es tierra compacta y, solo en sus primeros metros, asfalto. La subida al Sagrado Corazón presenta números interesantes para los amigos del cicloturismo, con rampones del 19 y el 20%, o incluso más, nada menos.

Una tela de araña tupidísima en la vegetación.

Cartelería orientativa: o Sagrado Corazón (derecha) o ermita de Nuestra Señora del Socorro (izquierda).

La mayoría de esta ruta aprovecha el trazado de esta excelente pista forestal que conecta, a través de la zona conocida como Los Veleros, el casco urbano de Sacedón con varias explotaciones agrícolas existentes a estas alturas. Ganadería, poca por aquí que hayamos visto más allá de la apicultura.


La concentración de grandes superficies de agua en los alrededores invita a las brumas y las neblina, dos habituales de la zona que suelen despejarse con el paso de las horas.

Carrascas...

... y Carrascas.

Esta estructura es fundamental en esta ruta: este estilizado mojón, que incluye una representación de San Cristóbal, nos avisa de que el camino a seguir con rumbo a la ermita del Socorro es el de la derecha. Después, un rato después, vendremos por esa pista que se ve a la izquierda y que conduce a los accesos de una finca privada.

"Precaución, abejas trabajando". No es la primera vez que vemos este tipo de carteles, pero sí con tanta seriedad e incluyendo nombres y códigos.

Después de que la niebla haya condicionado nuestras vistas panorámicas en los kilómetros precedentes, por fin comenzamos a ver algo de los "Mares de Castilla". El río Tajo alimenta un pequeño lago en las cercanías del embals de Bolarque.

Embalse de Bolarque. No hay foto aquí que haga justicia al color tan especial de las aguas cuando son contempladas desde las alturas.

La pista, a todo esto, va perdiendo altura sin prisa pero sin pausa hasta los accesos de la ermita de Nuestra Señora del Socorro.



La zona, espectacular, recompensa nuestros pasos con magníficas y sugerentes vistas en un entorno de gran riqueza vegetal. En la imagen, imperial, el medieval castillo de Anguix. Esta fortaleza, que dio continuidad a otra previa ya citada por cronistas musulmanes, está en una propiedad privada y no es visitable. De lejos aparenta un buen estado, y es que nos engaña su torre del homenaje, pero por lo visto tampoco es exactamente así e incluso algunos carteles amenazan del peligro de ruina.

Campos de La Alcarria. Juego de luces con las nubes, los sembrados, los barbechos y el sol.

Por la Sierra de Altomira. Campos y caminos.

Buitres que nos sobrevuelan.

Un caminante inmortaliza, porque la vista lo merece, un tramo del río Tajo posterior a la presa de Bolarque que es de gran belleza.



La postal.

"El Tajo hecho un Amazonas tras la presa de Bolarque", en decir de Andrés Campos.

Pese a que un primer mirador natural nos encandilará, un tramo más abajo existe otro punto panorámica especialmente preparado. Un buen lugar para picotear algo.

Una de esas panorámicas que uno, en su caminar, no se cansa de degustar. Cada paso aporta un matiz nuevo a la contemplación...

Huellas, acaso de corzo, y rodadas de neumáticos. Una pista que habla. Y que dice muchas cosas.

Pinares densísimos. Una agradable sorpresa admirar la frondosidad vegetal de esta sierra.

El Mirador, llamémosle del Socorro pero desconocemos si no tiene otra denominación más oficial.

Una preciosa vista sobre el castillo de Enguix y su serranía circundante. Montañas que superan por poco los 1.000 metros de altitud.

Un senderista disfruta de las vistas sobre el río Tajo desde este "Mirador del Socorro".



Dejamos atrás el mirador y nos encaminamos hacia la ermita, que se intuye entre el arbolado ya desde la parada panorámica.

Ermita de Nuestra Señora del Socorro, patrona de Sacedón. Accesos a un recinto que es destino y sede de una romería que tiene lugar cada tercer domingo de septiembre. Antonio Herrera Casado, Cronista Provincial, nos regala este magnífico relato sobre esta festividad, "un camino de fe y paisajes".

Ermita de Nuestra Señora del Socorro. Estamos a seis kilómetros exactos de Sacedón. La elección del lugar tiene una justificación de índole milagrosa. Un cazador de Sacedón pidió ayuda a la Virgen cuando se enfrentó a una enorme serpiente que le amenazaba y, concedida esta, después quiso agradecerla construyendo una primera ermita en su honor. Y de ahí su nombre, del socorro. Nos movemos en el siglo XVI.

Nuestra Señora del Socorro. La actual capilla es de 1840, cuando fue reconstruida tras sufrir en sus carnes los efectos de las Guerras Carlistas. Desde entonces, y hasta hace unos años, una familia residía allí para cuidar del templo y adecentar los alrededores.

Nuestra Señora del Socorro. Acceso.

Montañas de la peculiar Sierra de Altomira.

Muchas guías o artículos en webs sobre caminatas os indicarán que tras la ermita del Socorro parte un sendero que es el que hay que tomar. La ruta en cuestión es ésta y nos deja estas vistas sobre el área recreativa que acompaña a la morada de la patrona de Sacedón. Es importante, de cara a evitar confusiones: hay que seguir este sendero todo recto hasta que alcancemos unos riscos y una alambrada; si vemos algún tipo de indicación o cuerda (véase la cinta roja que cuelga de una rama) que lo corta es por alguna competición deportiva de índole montañera, no por la ruta ideal. En teoría está marcado con pintura amarilla y blanca, pero las señales no abundan. Que no alimente el desconcierto.

Un senderito muy agradable que nos sigue regalando vistas espectaculares.

Curiosas formaciones rocosas.

El sendero alcanza los contornos de unos riscos imponentes y se topa de bruces con una alambrada que corta el camino. Al otro lado, una pista ancha que no podremos usar. Es una pista de una propiedad privada de grandes dimensiones. ¿Solución? Encaramarse a lo alto del monte por la ladera llena de vegetación. Cross Country por los matorrales.

En algunos puntos negociaremos como podremos el paso, pero en otros veremos vereditas más marcadas por senderistas precedentes. En todo caso, negociaremos importantes pendientes que nos exigiran un gran esfuerzo.

Embalse de Bolarque. Vistas.

Musgo XXL.

La pendiente, permanenciendo, se atenúa. Y la vegetación se despeja. Es un tramo cómodo...

... más allá de alguna concentración de matorrales y carrascas.

Como un torno vegetal, el último paso complicado antes de alcanzar una pista mucho más amplia.

Este acceso a la finca privada que nos cortaba el paso con una alambrada es el punto donde recuperamos el camino bueno. Aunque también encontramos en sus inmediaciones un magnífico otero sobre el embalse de Buendía.

El embalse de Buendía, observado por un caminante. Pilar fundamental del denominado Mar de Castilla, las aguas del Guadiela alimentan estra gran concentración de líquido elemento que se reparte entre Guadalajara y Cuenca.

Embalse de Buendía. En su interior, esta gran obra hidráulica esconde los restos de un balneario real, en la aldea de La Isabela, visibles de vez en cuando con el descenso del nivel de las aguas. Un historión detrás de este enclave del siglo XVIII. En la zona también se encuentra la ciudad romana de Ercávica.

Embalse de Buendía. Invisible por la mañana ante la densa bruma. Extensísimo ahora que se hace patente.

Una pista nos adentra en el camino de vuelta hacia el punto de partida. Caminamos cresteando por la serranía de En Medio.

Estamos en el punto más alto de la caminata, por encima de los 1.000 metros.

¿Una especie de estación meteorológica?

Vecina de la anterior, otra caseta con antena y placas solares.

Desde una altitud mayor, nuevas vistas sobre el tramo amazónico del río Tajo tras la presa de Bolarque.

La pista ensancha y va a encarar un agradecido descenso prolongado hasta el punto de ingreso en la ruta de la ida.

Cerrando un bucle en un punto donde antes giramos a la derecha y ahora aparecemos por su "espalda". Curiosa, y esmerada, forma de indicarle al visitante cómo llegar a la ermita de Nuestra Señora del Socorro. La morada de la patrona de Sacedón vertebra esta propuesta senderista y nos descubre campos por los que no es nada difícil caminar dada la existencia de generosas pistas. Se nota que nos movemos en una zona que, como mínimo una vez al año, convoca a mucha gente con motivo de su romería.

La Alcarria es uno de esos lugares del mundo donde abundan los miradores, pero sin duda la Sierra del Altomira le ofrece al respetable algunos lienzos de agradable digestión y complicado olvido.

Nuevas vistas sobre el embalse de Buendía.

Ingresamos en otro tramo que alterna subidas, llaneos y bajadas. Horas antes, por causa de la niebla, no pudimos disfrutar con una imagen así y toca echar la vista atrás ahora...

Depósito de agua con fines forestales.

Una estructura de piedra en la que se intuye una edificación, en ruinas.

Buendía.

Buendía.

Los campos circundantes se hacen más "amables" e incluyen tramos labrados y explotaciones agrícolas. El monte bajo más salvaje queda atrás.

Concentración boscosa en torno a dos construciones de dimensiones a considerar que están en ruinas.

Agradecido tramo de bajada entre pequeños olivares con grandes vistas sobre la Alcarria.

Campos de la Alcarria. Y concretamente, de la conocida como Alcarria Baja.

La penúltima gran subida de la ruta, ya que la última será la del cerro de la Coronilla, nos regala esta panorámica sobre el embalse de Entrepeñas y el citado cerro donde mora el Sangrado Corazón de Sacedón.

Busquen entre las primeras fotos una de esta zona, semioculta entre la niebla.

Entrepeñas. Junto a Buendía, alimentan el trasvase Tajo-Segura. Y desde 1956, año de su entrada en servicio, se labró una imagen como destino de baños. Una playa interior. Incluso fomentó la construcción de urbanizaciones con un espíritu entre la parcela y el pisito de la playa... Además, navegaban barcos.

Viñedo.

La última bajadita, serpenteante entre olivares, se nos presenta así cuando echamos la vista atrás.

Tramito cementado que nos deja, tras rodear un risco bastante importante, e incluso atravesarlo, junto al monumento al Sagrado Corazón.

La localidad de Sacedón, a los pies del cerro de la Coronilla. Ahora iremos a su centro urbano.

Fuentes pendientes.

Últimos metros, escoltados por una pared de roca.

El monumento al Sagrado Corazón. Estéticamente peculiar. Y afeado por pintadas ultras bastante lamentables.

El cerro de la Coronilla es un otero magnífico sobre el entorno. Este panel explicativo nos contextualiza un poco qué podemos ver desde una posición tan privilegiada.

Entrepeñas.

A lomo de nuestro vehículo, descendemos rápidamente (las pendientes así lo sugieren) hacia el casco urbano de Sacedón...

La Gran Pescadería en la calle Ramón y Cajal.

Nuestra Señora de la Asunción, iglesia parroquial del siglo XVII que destaca por su gran torre, referencia magnífica del casco urbano. El templo preside la plaza de la Constitución de la localidad.

Sacedón. Plaza de la Constitución. Edificios junto al ayuntamiento de esta población de más de 1.800 habitantes fijos (y muchos más los fines de semana por cuestiones de segundas residencias o incluso alquileres rurales). La población, siempre célebre dentro del Mar de Castilla como destino de baños de interior, vivió una segunda juventud gracias al afán del cómico Florentino Fernández y su versión de un tema de los irlandeses U2. Allí donde estos cantaban "I still haven't found What I'm looking for" aquel se animaba con un simpático "Si la cosa está mal, voy a Sacedón". Un homenaje a un lugar que consideraba su pueblo, donde incluso tiene una avenida. Su padre, también Florentino, vivía en Sacedón tras dejar de trabajar como conductor de autobuses, confesaría tiempo después.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Posada de Francisco Pérez, allí donde se dan la mano la plaza de la Constitución y la calle Ramón y Cajal. Las opiniones que genera, vía TripAdvisor.

El cerro de la Coronilla. Y en él, el monumento al Sagrado Corazón (derecha), algo desapercibido a primera vista por la profusión de antenas de telecomunicaciones y repetidores.

[marzo de 2015]